Partida Rol por web

Mientras te vas recuperando del golpe, podés notar como el sargento MacDonnell y el soldado Bruce se juntan a charlar en susurros. Te es imposible distinguir qué están diciendo.

Oh, discúlpeme Sarah. Estaba, ermm, en el baño refrescándome un poco, creo que por un momento se me bajó la presión, me sentí algo mareada, pero ya estoy lista para seguir con mis tareas. Hay algo que quiera encargarme?? 

Me puse muy nerviosa, lo que me faltaba era que me hubisen visto salir de la oficina del doctor. Y encima de todo escucho esto, no sé por qué me meto en estas cosas. 

Sarah frunció el ceño de manera reprobatoria, esta señora era un misterio, Virginia no tenía claro si se había comprado la historia o no, pero no tenía otra opción que seguir el juego.

Venga jovencita, ayudeme con el carrito, hay que llevarlo a la cocina... mientras la profesora de literatura comenzaba a darle una mano, la vieja enfermera bajó la cabeza e hizo una mueca en dirección a los militares que hablaban con el doctor Alexander Esos van a hablar con nuestros muchachos, no pinta nada bien expresó en voz baja.

Es claro desde ese lugar del pasillo que los militares avanzaban hacia la sala de internación y que muchas enfermeras salían de allí, presurosas, arriadas por una atareada doctora Holgate.

A rápido paso, no tardaron en entrar en la sala, el doctor Villevile se reunió con la doctora en el pasillo.

Virginia no pudo ver ni oir más al respecto, pues ella y Sarah entraron en la cocina.

La voz de la doctora Holgate se alzó sobre el murmullo de la sala, precedida por un batir de palmas que llamaba al personal de enfermería a salir del recinto.

Señores, alguien necesita hablar ahora con vosotros. Si hay alguna emergencia estaremos en el pasillo. Terminó de hablar y se retiró junto a Maisy, que era la última de las enfermeras en salir.

Tras la partida del personal de enfermería que los había estado atendiendo hasta entonces, un grupo de oficiales de la Policía Militar se apostó a ambos lados de la puerta de dos hojas, dándole paso a un individuo alto, perfectamente rasurado y con unos anteojos que le daban un aspecto muy particular. Su uniforme estaba extremadamente pulcro y caminaba con una serenidad inquietante. Sus insignias lo identificaban como teniente.

Con sus ojitos irregulares (¿o eran los anteojos los irregulares?), paseó sobre los confundidos y agotados rostros de los miembros de compañía. Su mirada destacaba un obvio desprecio, y el solamente mirarlo denotaba que no traia buenas noticias.

Sus manos sostenían una libreta y un inquieto lápiz, sin embargo, sus ojos no dejaban de escrutar a los internados.

Señores, mi nombre es Alan Xabier comenzó a hablar, su voz denotaba ira o violencia contenida ¿alguien me sabría decir la razón por la cual estoy aquí?

Alan Xabier, ese nombre lo conoce cualquiera que haya estado asignado a la policía militar durante la guerra. Ese nombre lleva asociado muchos conceptos, que incluyen violencia extrema, investigaciones fraudulentas, incriminaciones falsas... sin embargo nada ha sido probado nunca, su legajo es completamente pristino. Algunos que tomaron la iniciativa de investigarlo por motus propio han sufrido ellos mismos un consejo de guerra o simplemente han dejado de hacerlo sin querer hablar más del tema.

Con este tipo no se juega.

Apenas lo ve entrar Bobby pone cara de póker, se pone firme y saluda.

"Grah... Gracias Enfermera" balbuceó Michael mientras la enfermera le ayudaba a recomponerse. Definitivamente necesitaba descansar, la energía que minutos atrás lo invadía parecía estar desvaneciéndose. Ayudado por la enfermera Danvers caminó con cuidado hacia su propia cama.

"Gracias de nuevo, Enfermera" agregó Michael una vez se hubo sentado en la cama donde hacía poco tiempo había despertado. Se frotó la rodilla, el dolor seguía allí, latente, esperando para invadirlo ni bien el músculo se hubiese enfriado. Acomodó sus almohadas y cobijas, de manera tal que la rodilla quedó envuelta en un amasijo de tela apoyado sobre una de las almohadas. 

Allí estaba Michael, recostado sobre la cama, paciente, esperando que el dolor y el cansancio lo invadieran. El primero se hizo esperar poco más que el segundo. Relajó la respiración, cerró los ojos e intentó no escuchar nada.

A mitad de sus ejercicios de relajación, sonaron palmadas seguidas de la potente voz de la doctora Holgate, quien llamaba a todas las enfermeras e indicaba que alguien quería hablarles.

Michael abrió los ojos al instante y observó hacia la entrada, su vista paseó por cada uno de los oficiales de la Policía Militar "Curioso", pensó... Alan Xabier habló y mientras lo hizo su mirada se posó en Michael quien sin sentirse intimidado le devolvió la mirada con la cara más seria que le fue posible esbozar, su rostro sólo decía una cosa: "No me intimidas, ni tú ni tus guardianes".

¿alguien me sabría decir la razón por la cual estoy aquí?

"Si tú no lo sabes, quién sí?" Pensó Michael. No sabía exáctamente por qué, pero aquel hombre no le resultaba en absoluto agradable.

Siempre era mejor guardar silencio en estas situaciones, eventualmente el hombre se explicaría a sí mismo. Hasta entonces era mejor seguirlo con la mirada y evitar cualquier mueca de dolor.

La tensión de lo que quedaba de 211 compañía era evidente. Muchos miraban confundidos pero atemorizados, otros seguían los movimientos del teniente con un aparente certeza de saber que iba a decir a continuación. El Sargento King parecía una estátua, casi siquiera parpadeaba, Keeper parecía mantenerse parado a duras penas, pero su semblante era el de alguien que estaba haciendo algún tipo de cálculo mental y la sonrisa del polaco Maurice se había desvanecido nuevamente.

Xabier caminó cinco pesados y lentos pasos, cuyo eco retumbó en el viejo arco del alto tejado. Se detuvo ante la cama del aún comatoso Harper, observándolo un instante con algo que podría haber sido regocijo. Giró sobre sí mismo y se enderezó nuevamente.

El asunto es claro señores, vengo aquí para que confeseis vuestra deserción. Su voz se elevó sin llegar a ser un grito, calma y potente, casi como si fuese nada más que la pura verdad.

Sus dedos delgados elevaron la libretita, la observó un instante y volvió a hablar Eso primero es bastante obvio, pero lo que me intriga realmente es como hicieron veintiún personas para esfumarse de Chaumont para ir a tatuarse a Reims sin que nadie os viese en la cantidad de destacamentos de la zona. Se aclaró la garganta Amplia zona, me gustaría agregar.

Se adelantó otros tantos pasos Quiero una explicación, y la quiero ahora.

La forma en que se expresaba Xabier pareció atemorizar a más de uno, que miraba hacia el costado, con una peligrosa duda latente ¿confieso yo?

Bobby siente que un párpado se le empieza a contraer espasmódicamente, y por una vez agradece tener la cara desfigurada: tal vez entre tanta cicatriz no se note

Este hijo de puta me viene a decir a mí desertor! Señor! Debe haber un error, señor!

dice manteniendo el saludo, y juntando todas sus fuerzas para controlar sus músculos.

Señor! Lo último que recuerdo antes de despertar aquí es estar en batalla, señor!

Entro a la cocina y busco qué llevar de comida a la sala, quizá algún cuenco listo con algo de caldo o una que otra taza de té. Me quedé, como es mi costumbre, distraida pensando qué hablarían esos de allí afuera y con algo de bronca por no haber podido oirles. 

Michael se quedó observando durante un largo rato al Teniente Xabier, estaba intentando asimilar sus palabras: Literalmente habían desaparecido de Chaumont, de alguna manera el teniente sabía que habían estado en Reims, pero cómo? (Al parecer fue allí donde les habían practicado el tatuado). Y finalmente habían despertado en París. Nada tenía sentido, pero ahora sabía que había una ruta, un "sendero de migajas"...

Michael eligió muy bien sus palabras antes de hablar, y cuando lo hizo su voz sonó más calmada de lo que realmente se sentía: "Teniente Xabier, permítame presentarme: Soy Michael Van DeVere, Teniente y Doctor de la Compañía 211, y como ya le ha dicho el Sargento McDonnell el último recuerdo que tengo es de hace 15 días aproximadamente, nos encontrábamos asaltando una posición enemiga bajo el mando del Capitán Lombard". Hizo una pausa, un breve escalofrío recorrió a Michael al recordar al Capitán. Bebió un sorbo de agua para ganar tiempo y agregó: "Ahora, agradecería enormemente que no nos tilde de desertores sin antes saber exactamente qué fue lo que pasó, pues su acusación carece completamente de lógica, por favor, piense, si realmente es posible que un grupo de más de 20 hombres pase desapercibido en una zona de guerra teniendo en cuenta la cantidad de controles que hay. Además, por favor mire el estado de estos soldados, están atónitos, confundidos, los que están consciente llevan horas en ese estado, usted cree que un soldado que ha decidido desertar estaría así de tranquilo y relajado? En lo personal, lo dudo."

Michael dejó crecer aquel silencio, el Teniente Xabier lo miraba con desgano, al parecer las palabras de Michael no lo convencían…

El Doc bebió otro trago de agua, “Tatuaje en Reims” pensó. 

"Teniente Xabier, podría por favor decirme cuándo fue exactamente que nos encontraron en Reims? Y si es posible, en dónde exactamente? Me temo que hay algo más grande que un puñado de presuntos soldados desertores, aquí… y sería realmente fantástico que usted nos ayude a descubrir qué es lo que nos ha sucedido en los últimos 15 días." Dijo Michael apelando a la humanidad del hombre.

Una vez más, bebió otro sorbo de agua, deseaba haberse equivocado al juzgar a Xabier, tal vez aquel hombre no era un completo imbécil… Tal vez…

Cuando Virginia comenzó a distraerse y buscar algo que llevar, la anciana enfermera le ladró Jovencita, por favor, haga el favor de ayudarme. Con un gesto le mostró que el carrito cargaba cantidades de utensilios sucios y una olla casi vacía. Era claro que la hora del almuerzo de los pacientes había terminado.
Al ver la expresión de la joven profesora, Sarah bajó su tono y puso una expresión triste Simplemente tiéndame una mano con esta vajilla, ya vendrán a lavarla. Se dispuso a amontonar los cacharros con una velocidad que parecía imposible por su aspecto general.

Al tiempo que la enfermera Whitman empezaba su labor, Rose entró a la cocina y se detuvo cerca de Virginia. Silenciosa, se quedó allí parada, con las manos aferradas al pecho y una mirada vidriosa. Parecía querer decir algo, como si no se atreviese.

Xabier escuchó la verborragia del doctor con una parsimonia típicamente militar. Parecía que la respuesta de MacDonnell era algo esperado, sin embargo, los comentarios finales de Michael hicieron que el malhumorado teniente enarcara una ceja. La mueca que aquello provocó en su rostro fue desagradable.

Exactamente, Doctor Van DeVere, lo que usted sugiere son simplemente fantasías. Para ayudarlos cuentan con un numeroso equipo de voluntarios y profesionales de la salud. Su boca se abrió ancha mientras hablaba Permitame asegurarle que no se escatimará gasto alguno en la recuperación de los aquí presentes. Su rostro se tornó sombrío, una vena se hinchó en su frente Sin embargo, sabrá que mi trabajo es otro. En este caso, mi papel de investigador implica encontrar culpables. Hizo una pausa, como una burda imitación del discurso dado por el Doc momentos atrás.

Aquí las preguntas las hago yo. Volvió a hacer una pausa.

¿Por qué y cómo habeis desertado? exclamó elevando la voz, cada palabra medida y calculada, como la puñalada de un asesino. La violencia impuesta por su presencia era palpable.

Veo que Rose se ve algo rara, y siento de hecho que algo quiere decirme, resuelvo entonces dejar por una vez de lado las etiquetas y las distancias, claro que no la conozco mucho, pero me decido a hablarle. Hola Rose. ¿Estás bien? No te noto como todos los días, hay algo que necesites contarme? 

La muchacha se acerca con los ojos envueltos en lágrimas y súbitamente abraza a Virginia, con fuerza y nerviosismo.

Como si no pudiese contenerse más, su voz sale entre sollozos Oh... Virginia, no lo aguanto más... ese teniente... un monstruo... tengo mucho miedo por el destino de Johan... escuché, cosas horribles... oh dios...

Sarah se detuvo, casi había finalizado con la vajilla cuando Rose se desbordó. Pareció que iba a decir algo, pero se contuvo. Tenía una mirada consternada cuando suspiró y se quedó mirando sin mediar palabra.