Partida Rol por web

-¿Eso crees tú, bastarda?- preguntó sarcásticamente el bandido -Yo creo que no le importará realmente...- agregó apoyándose más en la joven arquera. Ella podía sentir su olor de mucho tiempo sin un verdadero aseamiento y la rugosidad de aquellas manos acostumbradas a la interperie.

-Nunca dejaríamos que vigiles tú, no nos avisarías de nada- dijo con un asomo de enojo.

Mientras Gregor hablaba, Krank comenzó a acercarse con decisión.

-Déjala, no podemos hacerlo, tenemos que estar atentos o moriremos, Gregor, basta ya- dijo el compañero con decisión, como si se hubiera dado cuenta del peligro que estaban corriendo. Había miedo en su voz, pero también determinación. Era una pérdida de tiempo violar a esas bellas mujeres.

Una cosa era cierta para Alyss: Habìan pasado demasiado tiempo prisionieras y aùn no las habìan encontrado. Lo cual podìa significar una de dos cosas: No se habìan percatado de su ausencia o mucho peor, no habìan dado con ellas. La joven estaba cansada pero aùn asì no podìa dormir, por màs que intentò, no pudo soltarse y aquello hizo que se sintiera màs frustrada y abandonara sus esperanzas totalmente; no sòlo por los comentarios de aquellos imbèciles, sino por las sensaciones que podìa percibir de sus compañeras. Entonces volviò el rostro hacia donde estaba Blaze y comenzò a susurrarle.

-Blaze, querida... Escuchad... Si no salgo de esto, decidle a padre y a madre que los amo y que nunca quise lastimarles pero sobre todo, decidle a Esbern que quiero que sea feliz, ¿entendèis? Gracias por tu compañìa tambièn... Si salimos de esto, sòlo olvida lo que os he dicho.*

Lo que sentìa por Esbern era mucho màs fuerte que cualquier miedo y màs en ese momento que no estaba segura de volver a verlo, no le importaba que los demàs hicieran conjeturas, èl era su Esbern y sòlo habrìa querido tener la oportunidad para despedirse de èl pero no podìa seguir confiando a Blaze aquellas palabras especialmente porque al otro lado estaba Sayeh y querìa decirle algo a ella tambièn.

-Sayeh, escuchad bien... Si alguien tiene oportunidad eres tù asì que no nos desilusiones. Si consiguieras escapar, huye tan pronto como puedas y ve por ayuda, sè que conoces estos lugares mejor que yo...**

Y eso era todo, luego Alyss bajò la cabeza, estaba demasiado cansada, su respiraciòn era entrecortada, no se sentìa bien.

Asintió levemente sin mirarla, de forma de que fuera solo perceptible por Alyss de estar mirando. Tendría que esperar el momento adecuado, de lo contrario más que ayuda sería un problema para las otras dos y un serio riesgo para su supervivencia, que parecía innecesario mientras los gigantes se vieran tan dispuestas a ayudarlas y su mayor preocupación fuera lo hábiles que eran manteniendo sus pantalones puestos. 

La joven Nieve apenas podía contener el aliento para evitar percibir el hedor del bandido sobre ella. A punto estuvo de decirle que estaba dispuesta a gritar pese al miedo a ser descubiertos si continuaba tocándola, no obstante las palabras de Alyss la retuvieron. Era la primera vez que Lady Forster le dedicaba algo más que absoluta indiferencia, y aquella confesión era demasiado importante como para que traicionara su confianza de ninguna manera.

Mordiéndose la lengua, y esperando que el juicio de Krank imperara sobre el del hombre que pretendía abusar de ella, Blaze tan solo se giró hacia Alyss para susurrarle al oído como pudo:

- Saldréis de esta. Yo daré mi vida por vos.

Cuando Krank se le acercó con tanta determinación, Gregor se levantó de un salto y desenvainó su espada. Krank se detuvo en seco. Sabía lo mortífero que podía ser Gregor, pero él era mucho más fuerte y mucho más brutal con su hacha a dos manos. De todas formas, una sombra de duda apareció en su rostro.

-Gregor, no seas estúpido...- comenzó diciendo con las manos preparadas a desenvainar -No peleemos entre nosotros... debemos estar unidos o nos mataran los demás... o los Forster-

-Entonces no me ordenes, si sabes lo que es bueno para ti- dijo amenazante, pero envainando nuevamente. Él también sabía que no le convenía combatir, pero necesitaba demostrarle que estaba preparado para todo.

Gregor le dio la espalda a Krank y se acercó nuevamente a las jóvenes...

-Las ha salvado el bruto aquel...- dijo cuando estuvo a su lado -Vamos, duérmanse...- finalizó, alejándose un poco de ellas y apoyando su espalda contra un árbol.

Krank, aún nervioso y desconfiado de su compañero, se sentó en el lado opuesto y con el hacha en las piernas, esperó...

Blaze aguardó totalmente en tensión intentando adivinar cómo se resolvería aquella disputa. Finalmente el buen juicio de Krank imperó sobre la tozudez de Gregor, por lo que dejó escapar un suspiro de alivio al verse libre del aliento del asqueroso bandido… por el momento.

Cuando les ordenó que durmieran, y ambos se sentaron a los pies de aquel árbol, la joven Nieve se encontró a sí misma escuchando el latido de su propio corazón, mientras intentaba pensar una forma de salir de esta de una pieza.

Finalmente, habiendo esperado el tiempo prudencial para ello, trató de soltarse de aquellas cuerdas despacio y con cuidado, esperando no hacer demasiado ruido.

Alyss intentò dormir en un principio pero no podía, en su mente rondaban mil historias, no estaba contenta pero tampoco estaba muy decidida; era como si cada segundo en cautiverio le fuese reduciendo su fuerza de voluntad, sus ganas de vivir. Para ella, Esbern ya se había tardado demasiado y de algún modo eso le hacìa sentir enojada con èl y con toda la situación. Esbozò una sonrisa, aquellos dos idiotas, esperaba que su padre y su hermano hicieran con ellos lo que se merecían y la dejasen verlo si es que llegaba a salir de eso y si no, que al menos Blaze lo viese. Se removió en su sitio pero volvió a acomodarse cuando con el ruido que hizo al moverse, uno de los malhechores se moviò también; no querìa despertarlos.

La espera a que los gigantes se durmieran se le hacía eterna. Mientras ellos estuvieran despiertos era poco lo que podía hacer sin ser asesinada o recapturada a los tres segundos de su escape, y a diferencia de Blaze, ella tenía nula oportunidad en un combate contra ellos. Tensa, aguardó a que los hombres cerraran los ojos y se quedaran dormidos mientras para ella el más mínimo sonido resultaba amenazador.

Sayeh había logrado desatarse con soltura, parecía que no habían sido muy hábiles para atarla y ella era ágil con sus manos... y no era la primera vez que la ataban. Lo había hecho de una manera con la cual los bandidos nunca sabrían si estaba desatada o no, pero tampoco parecía preocuparles si se habían desatado o no, realmente pensaban que no lo harían.

Blaze, luego de varios intentos con diferentes movimientos, desató una de sus manos a pesar de las quemaduras que le produjeron en su piel blanca. No había logrado aparentar seguir atada, pero de todas formas no parecía que los bandidos fueran a revisarlas.

Krank cabeceaba intentando luchar contra el cansancio que progresivamente lo invadía y hacía que su atención estuviera más pendiente de no cerrar los ojos que en vigilar a las prisioneras o los alrededores por algún peligro.

Gregor, en cambio, parecía estar durmiendo plácidamente con una mano en la empuñadura de su hoja. Su respiración era pausada y casi imperceptible.

El primero se encontraba a pocos pasos de las prisioneras, mientras que el segundo se encontraba más alejado. Si alguna se liberara, tendría que pasar la soporosa vigilancia de Krank...

Blaze esperó un tiempo prudencial, mientras observaba como poco a poco, aquellos hombres iban dejándose vencer por el cansancio. Cuando pensó que era el momento idóneo para ello, la bastarda comprobó el estado de las cuerdas de sus compañeras. Desde su posición no estaba segura y tampoco podía intentar liberarlas, puesto que hubiera sido demasiado visible.

Con todo ello, la ayuda de las muchachas le hubiera venido bien para asegurarse la escapada, pero no podía correr riesgos, por lo que, moviéndose de la forma más sigilosa que fue capaz, se dirigió hacia donde sabía que tenían las armas. Lo ideal sería encontrar su arco y sus flechas, para acabar con ellos de una vez, no obstante, una daga bastaría para degollarles, o para desatar a las prisioneras.

Viendo que Blaze también se movía e iba hacia las armas, aprovechó para levantarse sigilosamente e ir hacia Alyss. Se hincó frente a ella, la despertó suavemente y le pidió por medio de gestos que guardara silencio, para luego desatarla. 

Ella abrió los ojos confundida, creyendo que quizás esos locos se habían decidido por fin a deshacerse de ellas pero no era así, Sayeh había conseguido zafarse y parecía que había una oportunidad. Dejò que la desatara y cuando lo hizo, mirò alrededor, esperando a ver què hacìa Blaze que también había conseguido escapar. Se levantò, estaba adolorida, cansada, quizás un poco hambrienta, las cosas que comìan no era a lo que ella estaba acostumbrada. Sòlo esperaba tener la fuerza suficiente para escapar, en cuanto a Esbern, si ellas volvían solas, iba a tener mucho que explicarle.

-Gracias...-esbozò apenas audiblemente para Sayeh.

Ambos bandidos parecían dormidos... Krank había cedido ante el cansancio y Gregor seguía en la misma postura de un principio. Blaze había alcanzado recuperar su arco y flechas, y una daga. Sayeh, con presteza y agilidad, había terminado de desatar a la joven dama, quien con el cansancio reflejado en sus ojerosos ojos, respondió con un sonido apenas perceptible.

Las jóvenes Blaze y Sayeh, por el rabillo del ojo, vieron fugazmente cómo Gregor se levantaba sigilosamente del lugar donde estaba y se acercaba a Krank con un estilete en la mano y una daga en la otra. Su mirada era de odio y enojo, probablemente un poco hacia ellos mismos y otro poco hacia las mujeres que parecían estar burlando sus capacidades.

Con una patada fuerte pero no violenta, despertó al gigantón que abrió sus ojos asustado y casi hiere a su compañero con su arma. Acto seguido, Gregor se fue acercando a la joven de cabellos blancos cubriéndose con los árboles que había en su camino...

Tras recuperar su arco y sus flechas, la joven de cabellos plateados intentó actuar lo más rápida y sigilosamente posible. Su intención era matar a aquellos hombres de un flechazo a cada uno mientras aun dormían, pero lamentablemente no tuvo tiempo para ello. En su lugar vio como Gregor se acercaba a ella amenazadoramente con aquel brillo sanguinario en la mirada.

No se lo pensó dos veces, y tensando su arco, apuntó al secuestrador, soltando la flecha en el momento preciso en que el hombre no estuviera protegido bajo la cobertura de ningún árbol. Esperaba no errar el tiro, puesto que su vida y la de sus compañeras dependían de ello.

Con un movimiento rápido se puso por delante de Lady Alyss, para evitar que cualquiera de los gigantes se le lanzara encima. A falta de armas, pelearía con puño de ser necesario.

Oh, más les vale apreciar lo que hago por ellos...

Ya podía sentir el dolor de las próximas heridas a recibir si no se hacía con una daga o algo similar pronto.