Partida Rol por web

Turno VI1

Con todo el mundo conforme y motivado con los pasos que había que dar para tratar de poner fin a la conspiración Ulriquiana y, antes de salir en dirección a la posada señalada, el Alto Capitular, se encargó de otorgaros la bendición de Sigmar en forma de curación.

Por su parte Hoffer, que tenía que quedarse en el templo no tuvo inconveniente en ceder sus armas si estas podían ayudar.

Todos sabían dónde habían de dirigirse, no en balde ya se habían recorrido toda la ciudad cuando tuvieron que averiguar el número de pozos y podía decirse que conocían casi todos sus recovecos.

La taberna la espada y el mayal, estaba situada en el distrito del Nuevo Mercado, bajando una estrecha calle que salía del callejón Schwagner. Esta zona contrastaba bastante con sus alrededores, pues este distrito albergaba a la mayor parte de la clase media de Middenheim, tenía uno de los dos mercados más grandes de la ciudad y sus calles estaban llenas de comercios, y aunque no tan escabrosa como otras partes de la urbe ciertamente podía decirse que la entrada se encontraba en un sórdido callejón.

Salisteis del Templo por donde habíais entrado minutos antes bien entrada la noche. Serían cerca de la una de la mañana, sin embargo, desde que salisteis por la mañana en busca de los pozos, hasta aquél momento, aunque habían pasado muchas cosas, el tiempo no había corrido a la misma velocidad, si bien llevabais muchas horas moviéndoos en la oscuridad pues la noche caía pronto sobre aquella ciudad norteña.

No tardasteis mucho en alcanzar la puerta de la posada, y no tuvisteis contratiempo alguno en vuestro camino. Al llegar observasteis que la puerta, aunque entornada estaba abierta y salía luz del interior, lo mismo que ruido.

Dieter recibió la bendición del Alto Capitular con una devoción renovada. Era su misión evitar una tragedia de magnas proporciones al Imperio. Aquello era mucho más de lo que un iniciado podía aspirar y estaba seguro de que, en caso de tener éxito, sería su catapulta hacia su ordenación como sacerdote.

Llegaron a su destino sin contratiempos. Una posada abierta a la una de la madrugada no era nada ajeno a lo normal* y sin pararse demasiado a pensarlo entró en ella, tarareando una canción popular.

...y en mi tierra el sol es esconde entre montañas
más allá de los bosques donde habitan arañas.
 

Turno VI1

Volvíamos a las calles por enésima vez pero ahora con la premisa de no solo no meternos en líos sino que además teníamos que encontrar una solución a todo aquel embrollo, pues el destino del Imperio pendía de un hilo... un hilo que podíamos evitar que fuera cortado prematuramente. Suspiré con un golpe de aire dejado ir por la nariz. Aquello era ridículo: el destino del Imperio y puede que de todo aquello que pugna contra el Caos en manos de un un grupo como el nuestro

Miré a un lado, encontrándome con el Elfo, y miré hacia el otro, viendo entonces a Gustav. Tras de mí un sacerdote con ansias de gloria y un mago compungido. Puse los ojos en blancos... el Imperio estaba condenado.

Tú, humano, toma- le dije a Gustav echándole encima el espadón, haciendo que el hombrecillo se tambaleara unos segundos por el súbito peso recibido - Me vas a deber unas cuantas cervezas por eso... y más te vale saberlo usar para algo más que hundirte en un río- añadí antes de iniciar el camino hacia el lugar de destino, una taberna. Al menos alli podría ahogar parte de mis penas en cerveza, si todo iba como tenía que ir

...

La oscuridad ocultó nuestro avance de nuevos percances hasta llegar al umbral de la puerta. Aquello había sido un soplo de aire fresco con respecto a experiencias pasadas pero ahora... 

¿Y ahora qué? ¿Entro ahí y pregunto quien de los presentes es un mutante o un adorador de los Dioses Oscuros, esperando que me contesten como corderitos? O mejor aún, me lío a golpes con el tipo más feo que vea y rezamos para que sea él quién nos de la información necesaria?- dije a nadie en particular, viendo que si lo vivido hasta ahora se había hecho largo, el asunto estaba lejos de terminar

Me crucé de brazos, mirando largamente el antro desde el exterior. A mi no me parecía ningún redil de traidores pero claro, se supone que aquella era la gracia del asunto y el porque aun seguían actuando. Escupí un salivajo al suelo y entré en el interior sin esperar nada más... tenía el gaznate seco y mi cuerpo demandaba alcohol y si tenía que pasar una nueva velada tras la pista de que-se-yo nada mejor que hacerlo ebrio

Una pinta de cerveza- diría aun entrando por la puerta, rumbo a la barra, desde donde observaría a la concurrencia. Nunca había sido sigiloso ni sutil, no veía motivo para empezar ahora... y mucho menos para que me vieran entrando en compañía de un elfo y un mago

En el camino hacia la posada "la espada y el Mayal" mi mente retrocedió ha unos años ha, de cuando yo era poco mas que un niño, recordé como mi padre oraba a Sigmar, siempre con fervor, y siempre antes de partir hacia la batalla. He sido criado y educado bajo la luz del patron del Imperio, y daré mi vida si es necesario para defender su pureza y limpiar su nombre, no dejare que las malignas maniobras politicas pongan en peligro mi patria.

Llegar hasta la posada sin contratiempos fué bueno para mi, veo que mis compañeros son cada vez mas diestros en el manejo de las armas, y yo siento que mi magia se ha estancado, sigo haciendo los mismos trucos con los que salí del colegio en Altdorf,

"no puedo dejarlo mas, a la minima oportunidad regresare a Altdorf y me presentare ante mi maestro para avanzar en el camino de la magia" pensé mientras encaraba la entrada a la posada siguiendo la estela del matador y Shurtugal, una cerveza me vendrá bien comenté mientras cruzabamos el umbral.

Gustav se quedó parado e indeciso con el mandoble. Era un arma casi señorial para alguien como Gustav y sin embargo pudó relacionarla con el manejo de la alabarda. Había visto a otros manejar un arma como aquella y su uso era dinamico. La portó con cuidado mientras entraba en la posada.

.-Cerve-eza osadero-. Dijo acercandose a la barra. Tendría que pagar la suya y tambien la del enano por lo que parecia, pero esto no era un mal cambio ni mucho menos.

Allí entre la gente llamaba la atención y de no llevar un espadon y estar cerca de un enano matador posiblemente causaria que alguna risa discreta se convirtiese en burlas crueles.

Turno V11

El elfo antes de entrar en la taberna se quedó parado un momento y luego antes de darse media vuelta dijo - Me lo he pensado mejor, una cosa es encontrar un artefacto del caos para su destrucción y otra muy diferente ser una marioneta de los humanos para solventar sus cuitas personales. Ya he sido engañado por el sumo sacerdote de Ulric, nada me garantiza que no vaya a serlo también por el Alto Capitular. La verdad es que poco me interesan estas cuestiones de religión y grande es su ego pensando que la caida de un reino humano puede suponer alguna diferencia en la lucha eterna de los elfos contra el caos. -

- Espero que encuentres una muerte gloriosa - dijo a modo de final despedida.

Turno VI1

Me giré justo un paso antes de entrar en la taberna al escuchar las cobardes palabras del elfo que intentaba escudarse en su indiferencia por los humanos y su altanería

Escupí al suelo, justo delante de los pies del elfo antes de dedicarle una mordaz replica a su despedida

Sabía de la arrogancia de los elfos, y de su estupidez, pero esto sobrepasa a todo lo imaginado. Así es como capean los problemas los orejas picudas, rehuyendo los verdaderos desafíos alegando una superioridad marcial jamás demostrada. Perdisteis la Guerra de la Barba antaño y perderíais vuestra estimada islita de no ser por los esfuerzos de quienes moramos en el viejo continente. Aquí se libra la verdadera batalla, elfo. Si los humanos caen, por mucho que me moleste reconocerlo, Enanos y Elfos serán los siguientes y muy estúpido o muy ciego, puede que ambas, estás si no eres capaz de ver más allá del velo de tu arrogancia- me giré de nuevo, poniendo una mano en la puerta antes de empujarla para entrar - Vete. Largo y que no vuelva a encontrarte jamás, ya no te considero alguien digno de confianza, y si acaso nuestros caminos se vuelven a cruzar no te atrevas a dirigirme siquiera la palabra o perderás algo más que unos dientes, elfo- añadí, pronunciando la última palabra de forma ofensiva, como si de un gravísimo insulto se tratara

Entré entonces en la taberna, sin esperar respuesta alguna y obviando por completo su última frase, dedicada en vano a despedirse de mi de forma más o menos amistosa. 

Que encuentre una muerte gloriosa.... pufff... no necesito los deseos de un estúpido y cobarde elfo para eso; me basto y me sobro yo mismo para lograrlo- empecé a maldecir mientras, sin saber el motivo, la marcha del tres veces maldito orejas picudas me crispaba el ánimo.

(Primero el cabeza hueca de Gregor se marcha detrás de las faldas de la primera ricachona que le echa el ojo encima, luego Qress se deja matar por un maldito mejunje.... y ahora el palo-con-patas-y-orejas-de-punta se marcha en cuanto todo se tuerce... menuda birria de trotamundos hay hoy en día, pensé notablemente cabreado, puede que más por notar como la marcha de un elfo me afectaba como por la deserción de otro miembro del grupo)

Turno V11

Gustav parecía indiferente a la marcha del elfo como si no terminase de comprender el hecho de que eran uno menos y probablemente habian perdido a uno de los más aptos para aquella labor.

Bebia la cerveza tranquilamente. La vida era maravillosa ahora que era alguien con una responsabilidad, alguien sobre quien descansaba el destino del imperio.

.-¿Buuueno ahora que?-. Pregunto a Kurdrim sin que hubiese un apice de maldad en la pregunta. Esperaba que de verdad el enano los guiase hacia el siguiente objetivo como si para el resto de los mortales, como siempre habia sido, la respuesta estuviese siempre muy clara.

Estaban rodeados de gente y obviamente no era el lugar más apropiado para hablar sobre aquellos temas.

Turno V11

Me quedé muy sorprendido con las palabras de Shurtugal, ya llevabamos un tiempo viajando juntos y pensaba que eramos algo asi como amigos. - ¿Qué estas diciendo Shurtugal? ¿Nos abandonas en esta hora tan aciaga por que no te interesan los asuntos humanos? -

Mi cara era de total incredulidad, pero unos signos de resignación surcaron mi rostro. - Espero que te vaya bien en un futuro, buen viaje - dije con brusquedad mientras me giré entrando en la posada.

Una vez dentro, con gesto sombrio caminé tras Gustav y Dieter, sin poder evitar una sonrisa ironica al hilo de mi pensamiento - ¡Menudo grupo eramos! Los salvadores del imperio. ¡Ja! -

Turno VI2

Tras la repentina despedida del elfo, que no sirvió para calentar si cabe un poco más los ánimos, al menos los del enano, el grupo se adentró en la taberna de la Espada y el Mayal, cada uno con su peculiar estilo. Dieter encabezó la marcha acercándose a uno de los huecos libres de la barra entonando una canción, Gustav le siguió y no tardó en pedir una cerveza en cuanto que se abrió un poco de hueco en la barra. Thorsten y Kurdrim entraron a continuación tras tener unas palabras con el elfo que ahora les dejaba, por ello, cuando Gustav se giró para preguntar al enano, este todavía no se hallaba a su lado, a pesar de que su voz se escuchó en toda la taberna nada más poner su pie en ella.

Mientras ibas encontrando vuestro hueco observasteis que esta planta de la posada, si bien era espaciosa, carecía de mueble alguno, no había mesas, ni sillas, ni estanterías, tan solo una robusta barra de madera y una hilera de barriles tras ella. A la entrada principal había que añadir una puerta al fondo a la derecha, entreabierta, que parecía conducir a unas escaleras y un par de grandes ventanales uno a cada lado de la puerta de entrada.

Para las horas que eran la taberna tenía bastante gente, la mayoría de ellos, vigilantes y guardias de puerta fuera de servicio, aunque también parecía distinguirse algún que otro mercenario.

Vuestra entrada no pasó desapercibida, sin embargo, tan solo os dedicaron unas rápidas miradas para, tras ello, continuar con sus cervezas y asuntos. El que atendía la barra y que empezó a serviros, era un hombretón, cercano a los 40 con el pelo negro y grasiento aplastado sobre su cabeza tratando de ocultar su incipiente calvicie.

Turno V12

Tras la conversación mantenida en el cuerpo de guardia y sin todavía un claro plan de acción, Kurt se dejó convencer por Zacarías para acompañarle a la taberna de la Espada y el Mayal. Tampoco es que fuerais asiduos pero no os resultaba desconocida, así que no tardasteis en llegar a ella. 

La planta baja de la taberna, si bien era espaciosa, carecía de mueble alguno, no había mesas, ni sillas, ni estanterías, tan solo una robusta barra de madera y una hilera de barriles tras ella. Sabías que esto se debía a que el dueño Gerhard Heller, un veterano y retirado soldado, cercano a los 40 con el pelo negro y grasiento aplastado sobre su cabeza tratando de ocultar su incipiente calvicie, se había cansado ya de sustituir los muebles dañados en las frecuentes peleas, hasta el punto de que ya no quedaba más que un espacio diáfano. 

Para las horas que eran la taberna tenía bastante gente. No estaba tan llena como hace meses, antes de la defensa de la ciudad y de que muchos de los habituales se hubieran unido a las huestes imperiales para acabar con las fuerzas en retirada de Archaon, pero sí que había un nutrido grupo de parroquianos, la mayoría de ellos, vigilantes y guardias de puerta fuera de servicio, aunque también parecía distinguirse algún que otro mercenario. 

A la entrada principal había que añadir una puerta al fondo a la derecha, entreabierta, que conducía tanto al piso superior como al sótano y un par de grandes ventanales uno a cada lado de la puerta de entrada.

Acomodados en una esquina y no mucho después, mientras charlabais, un curioso grupo del que Zacarías ya había empezado a contar algo a Kurt, se abrió hueco hasta la barra. Encabezaba la marcha Dieter, entonando una canción:

-...y en mi tierra el sol es esconde entre montañas
más allá de los bosques donde habitan arañas. -

Gustav le siguió y no tardó en pedir una cerveza en cuanto que se abrió un poco de hueco en la barra. Thorsten y Kurdrim, el enano, entraron a continuación, este último hizo que su voz se escuchara en toda la taberna nada más poner su pie en ella, para pedir una jarra.

Echasteis de menos la presencia del elfo, del que Zacarías también había hablado, sin embargo este no hizo acto de presencia. Su entrada, a diferencia de la vuestra, no pasó desapercibida, sin embargo, los parroquianos, tan solo les dedicaron unas rápidas miradas para, tras ello, continuar con sus cervezas y asuntos, mientras que Heller empezó a servirlos. 

Heller... Asiento cuando el tabernero me planta la cerveza delante de la cara. Y dime, Zacarías, ¿De qué conoces a este grupo tan singular? Parece mentira que después de no vernos durante tanto tiempo seas tan escueto en palabras.

Doy un trago a la cerveza y luego me limpio la espuma del bigote con la mano derecha.

Parece que cada día que pasa llega más cazadores de brujas a este condenado sitio... Comento sin desgana esperando la respuesta de Zacarías.

 Zacarías se había bebido la primera cerveza de un trago y seguidamente había pedido la primera.Había adoptado una posición sombría, apoyando ambos brazos en la barra y metiendo la cabeza entre estos mientras contemplaba el fondo de su jarra. En un primer momento no tenía intención ni ganas de iniciar una conversación, ya que todo se resolvería cuando viniese el resto, pero visto que a su acompañante le resultaba incómodo comenzó a hablar.

 - A mí me contrató un condenado enano, al igual que al resto de las pobres almas que aceptaron el trabajo, en el fondo me dan pena, se han perdido y descarriado del rebaño, espero que con esta misión encuentren la redención- habla más para sí que para su receptor y da la sensación de que está un poco chiflado, sin embargo Kurtz le recuerda igual que siempre.

 Pega otro gran trago de cerveza y mira a la puerta.

 -Tienen que estar a punto de llegar, esas ímpias criaturas no pueden continuar a sus anchas más tiempo, no se a qué cojones está esperando el jodido Kurdrim.

Tras acabar su segunda cerveza Zacarías se incorpora y avanza hacia donde está el enano indicando con un pequeño cabeceo a Kurtz que le acompañe. 

 Ya estoy de vuelta tras entregar al hereje, Dios se apiade de su alma - dice a modo de presentación nada más estar pecho a cara con Kurdrim.

 A continuación se hecha un lado para dejar paso a su compañero

 -Este es Kurtz, cuya presencia aquí no es más que el resultado de los designios del Señor, el cual nos ha querido reunir aquí de nuevo para acabar con el mal que se cierne sobre todas nuestras almas y amenaza con llevarnos a la perdición - reza como si hablase de un modo habitual.

Creo que sería más prudente dar las gracias a Ranald, ya que parece que lo que se escucha en esas malditas celdas le puede interesar a tu jefe. Ofrezco una mano algo velluda al matador.

Kurtz Metger, soy el... Recuperador Entono a palabra con cierto asco evidente de los despojos en las celdas. Ellos los torturan y yo se los robo a Morr.

El concurrido bar es, salvo por la falta de mobiliario, otro antro entre tantos. Al menos a primera vista y la unica novedad es encontrarnos alli con Zacarias y un tal Kurtz que parece ser un viejo conocido suyo. Tuerzo el gesto ante su presentacion, graznando una seca respuesta que deja claro mi parecer sobre aquel asunto ...para que de ese modo los puedan volver a torturar. Perfecto, una gran funcion la tuya Mire a Zacarias, tentado de preguntarle en donde diablos se habia metido y a donde habia llevado al sectario capturado... Pero para ser sincero me era indiferente. O lo habria entregado a la justicia o lo habia ajusticiado el mismo, el resultado siempre daba un problema menos como final ¿Y que se supone que pintas tu en todo esto? -acabe diciendo al recien llegado aunque mi inquisitiva mirada se centraba en Zacarias. Si aquel era el comodin que nos iba a ayudar a solventar la situacion ya podiamos pegarle fuego a la ciudad, y al Imperio entero, nosotros mismos

Suelto un soplo de aire por la nariz al escuchar la repuesta del enano. No esperaba menos de un matador, pocas palabras y brutales como un hacha. Me cruzo de brazos. Pues no estoy seguro de lo que pinto, se lo que he escuchado en las celdas, que por lo que dice aquí el mercenario acompaño con un gesto de cabeza dirigido a Zacarías sin dejar de mirar a Barbahierro a los ojos debe de ser de tu interés. Traen a un tal Jackob Bauer al "agujero" junto con un libro herético, al poco aparece el líder del templo de Ulric reclamando su custodia. Comienco a acariciarme la barba con la mano derecha. Y lo último imagino que ya lo sabréis, pero el sectario que trajo Zacarías le rinde culto al dios de la transformación 

¡Que me arda la barba!- exclamo súbitamente ante la confesión de aquel atolondrado. Si quería que quienquiera que estuviera relacionado con todo aquello nos escuchara no podía llevar un mejor camino

Así que los Dioses Oscuros están detrás de todo ese embrollo del templo...- musito con la voz grave, echándole una mirada a Zacarias del porqué había inmiscuido a un matasanos en todo aquello. Intento ver las motivaciones de aquello pero solo se me ocurre una y la descarto por descabellada, aunque viniendo de humanos y con todo lo que había pasado...

Niego con la cabeza, desechando la idea por absurda. Una cosa era buscar una confrontación con un templo enfrentado otra muy distinta ser un corrupto estando en las altas esferas de una orden como la del culto a Ulric...además, que ganaría Liebnitz envenenando a los suyos y llevando la sombra de la sospecha sobre estar contaminados por el Caos a su templo. No. Definitivamente tenía que ser otra cosa y mi estrecha mente no podía discernir el que.

Entonces estás metido en esto hasta la cejas, te guste o no. Sabes demasiado -dije lanzando una nueva mirada llena de reproche a Zacarias - ¿Que más sabes sobre el asunto?¿Dónde está ese libro y que más se dijo sobre el cautivo... ?- añadí en tono confidente mirando por encima del hombro un par de veces en busca de fisgones indeseados

Turno V13

Mientras el encuentro sucedía os fuisteis haciendo hueco en la barra, apartando paso a paso y poco a poco a los parroquianos que se encontraban a vuestro, que si bien no pusieron muy buena cara, se limitaron a apoyarse en la pared del fondo, siguiendo luego a lo suyo.

El tabernero llegó con vuestras cervezas mientras Kurdrim esperaba que el recién llegado ampliara su explicación. Dieter y Gustav que eran los que estaban en la barra las tomaron para repartirlas entre los demás.

Turno V12

Aunque normalmente Gustav no solía prestar atención a demasiadas cosas o quizá su inteligencia no era capaz de retenerlas todas, en aquella ocasión, la cercanía del camarero al tenderle las cervezas le hizo evidenciar que gran parte de las cicatrices que surcaban su cara y sus brazos eran bastante recientes.