Por fín, tras una lara caminata donde Allen volvió a sentirse incómodo por la sensación claustrofóbica que le producía estar metido en una cueva llegaron a campo abierto y divisaron a muy poca distancia el pueblo de Nashkel.

-Muy bien Grooxynz , habéis cumplido vuestra parte por lo que nuestra relación termina aquí-, dijo en tono distendido al Gnoll, -sois libres de marcharos. Os doy las gracias- terminó diciendo al grupo de Gnolls que, a pesar de no estar nada contentos por la inesperada caminata, habían mantenido una actitud excelente durante el viaje. Se despidió y continuaron viaje hasta Nashkel.

Una vez allí, buscaron a Zanc y a Losse quienes, de haber llegado antes que ellos, ya habrían ido a visitar a Tugman para cobrar la jugosa recompensa. Por lo que el grupo se dirigió allí en primer lugar. -Veamos si Zanc y Losse están aquí, seguro que Tugman ya ha recibido su visita-.

Allen tenía intención de realizar algunas compras con el dinero que recibirían, pues se avecinaba una contienda de proporciones colosales y, el dinero en el zurrón no le serviría de nada para conseguir salir indemne de ella. Realizaba una lista mental con todo lo que necesitaría cuando las luces de las antorchas de los guardias que protegían la casa de Tugman ilumiraon el rostro de los aventureros.

-Saludos-, dijo a una distancia considerable para que los guardias reconociesen al paladín, -hemos vuelto de nuestra expedición a los Picos nublados. Necesitamos a ver a Tugman inmediatamente-.

Cuando se disponían a acompañar a los guardias al interior de la cosa preguntó, -Por cierto, ¿habéis recibido ya la visita de nuestros compañeros? El elfo y el gnomo.-

El escurridizo Gnomo continuaba moviéndose ubicándose de la mejor manera para buscar el flanco débil de sus enemigos, con giros, tumbos y saltos pasaba en medio de sus oponentes exponiéndose peligrosamente, pero previendo la mayoría de sus ataques, finalmente de un salto logró clavar el filo de su daga en la base del cráneo del animal que había sido herido por Rissen, apuñalando con rapidez y efectividad, provocando que el cuerpo sin vida del animal cayera pesadamente al suelo con la lengua por fuera. -Será mejor que suelten sus armas y le ordenen a esa bestia que no ataque, es eso o terminar masacrados como ellos- Decía mientras señalaba con su daga ensangrentada los cuerpos sin vida del Goblin y el lobo bajo sus pies.

A pesar de que todo salió a la perfección con respecto a la intimidación de aquellos seres y la información, muy inquietante, salió de sus hocicos fácilmente y sin problemas, la tensión durante todo el trayecto a través de aquellas cavidades era palpable. Aunque las armas iban en su funda, Davros no separó su mano de la empuñadura en ningún momento, excepto cuando no tenía otra opción al verse obligado a escurrirse por aquí o por allá en estrechos pasos.

- Trata de memorizar el camino, Kormack, quién sabe si necesitaremos volver a pasar por aquí.- Le susurró en cierto momento al enano, procurando que no llegase al oído de ninguno de sus guías.

La sensación de viento en su piel relajó al grupo, al confirmar las intenciones de los gnolls aunque fuese por miedo a la muerte. Poco tiempo después y tras una fría despedida, como no pudo ser de otra manera ante tan extraña y corta colaboración, los cinco componentes del grupo llegaron a la puerta de Tugman. Antes de llegar a ella, estuvieron debatiendo sobre la mejor forma de actuar, la opinión de Davros era que debían contarle absolutamente todo lo que sabían, las zonas del desembarco pirata, la ubicación del campamento orco, los nombres de las tribus orcas que atacarían, todo, sin excepción, ya que a tan sólo dos días del ataque no cambiarían la estrategia de ataque, pero puede que el saber todos los detalles ayudase a defenderse contra él. Tugman debería ocuparse de avisar a las ciudades importantes, ya que conocería a algún dirigente en cada una de ellas, esperaba que fiables, por lo que también deberían informarle de que era posible que Steznag contase con varios infiltrados en algunas de las ciudades.

- Y de Cuinthere, Allen, no te olvides de nuestro otro pequeñajo. - La única información que prefería guardarse era la que afectaba al kobold, mejor prevenir que curar, quién sabía si podría convertirse en un objetivo por ser conocedor de algo a lo que ni siquiera él le daba importancia.

El escurridizo gnomo consiguió zafarse de sus enemigos y de paso también de una dentellada que iba dirigida hacia él. Con otro lobo muerto a sus pies, la situación se ponía cuesta arriba para los exploradores goblins quienes venían asombrados como sus monturas caían una tras otra sin poder hacer nada.

Esa imagen de resolución fue vista por Rissen anticipadamente lo que hizo que relajase sus defensas en pos de buscar un mejor impacto con aquella condenada hacha. Ello le acarreó un buen susto y una herida que le recordaría su error. Lo primero que sintió fue una presión muy fuerte en su pantorrilla. No podía creer que un lobo pudiese tener tanta fuerza en las mandíbulas.  Tiró de su pierna hacia atrás, seguro de que con aquello bastaría, pero el animal resistió firmemente en el intento de no dejar escapar a su presa. Es más, una vez en esa situación, para el lobo fue fácil meterse entre las piernas del humano y desestabilizarlo haciendo que este cayese al suelo de una forma aparatosa.

¡Mierda! ¡Quitádmelo de encima! – Gritó tras lanzar un golpe plano con su hacha que quedó en nada.

El enano iba por el camino de vuelta muy feliz. Provocaba la risa de sus nuevos amigos y aunque les cayesen en gracia y dijese lo que dijese el paladín, lo mejor es que fueran delante. En mitad del camino Davros le dijo que memorizase el camino. HMMM - Un gruñido le dio a entender que sí. No hubo complicaciones ni trampas, así que se despidió de los perrillos con un: ¡Ale! Ya nos vemos... - y siguió camino a Nashkel.

Cuando llegando Davros hablo sobre Cuinther, el enano dijo ¡Cierrrto, Allen! - Como si acabase de recordar que existía el pequeño kobold. Una palmada sobre el hombro de Davros sirvió como agradecimiento por el recordatorio al bárbaro.

¡Bienvenidos sean! Sí que han tardado poco…- Les saludó uno de los guardias que habían conocido la noche anterior en los barracones del otro lado del río.

Sí, el señor Tugman indicó que si llegaba cualquier noticia sobre ustedes que le avisáramos al instante. – Contestó el hombre haciendo un gesto con la mano para que entraran al edificio. Lamento decirles que sus dos compañeros no han llegado aún pero sí el kobold junto con unas mulas, llegó al rato de partir ustedes. Se encuentra en la habitación de invitados… - Explicó señalando hacia una de las ventanas en las que podía apreciarse la luz de un candil en su interior. Creo que ha estado entretenido todo el día revisando las cuentas del difunto Hugben  Selarren…

Es un personaje curioso ese Kobold. ¿De dónde lo han sacado?  - Preguntó con curiosidad y sin poder aguantar una sonrisa.

Los cinco compañeros fueron conducidos al mismo salón donde habían discutido pocas horas atrás los términos de su contrato y habían explicado a Tugman lo sucedido con el antiguo tesorero y las cartas no enviadas. Según explicó uno de los guardias mientras éstos aguardaban a que el Representante del Consejo bajase, Tugman no había parado en todo el día de mandar cartas. El soldado se vio obligado a callar de pronto cuando escuchó las rápidas pisadas de Tugman bajando por las escaleras. Tras él, un sobreexcitado Cuinthere por el destino de sus nuevos compañeros, bajaba dando pequeños saltos junto con Gus bajo el brazo.

Amigos, es un placer verlos de vuelta y tan rápido. - Saludó aliviado el Representante del Consejo. Por favor, tomen asiento, se les ve muy cansados. ¿Algo ha ido mal? - Preguntó con preocupación al ver que faltaban dos integrantes del grupo original y que los que habían llegado venían cubiertos por una espesa capa de polvo y suciedad. El muchacho, sirvió vino tibio antes de sentarse en distintas copas que fue sirviendo a los compañeros.

Llegados a Nashkel, el grupo de aventureros no perdió ni un minuto y fueron directos a la casa de Tugman, para informarle de lo ocurrido y con la esperanza de encontrar allí a los dos integrantes de grupo que faltaban. Morwing era de los que pensaba que el regreso a Nashkel era más necesario por reagruparse que por lo que Tugman pudiese aportar a lo que se avecinaba. – Este patán dudo que pueda aportarnos mucho, en cuanto le informemos de la guerra que está a punto de estallar me temo que tendremos que aguantar de nuevo sus lloriqueos…, pensaba de camino a la casa del gobernador.

Cuando los soldados informaron que no había noticias de Losse ni Zanc, muchos de los aventureros no pudieron evitar la decepción en sus rostros… - ¿Habrán caído, pues?

Por suerte, si hubo alguna buena noticia, el pequeño Cuinthere había llegado sano y salvo y ahora se encontraba bajo la protección de Tugman. – Es una larga e interesante historia, respondió Morwing a las preguntas del soldado sobre el descubrimiento del kobold, - Sin embargo vuestra curiosidad tendrá que esperar, necesitamos hablar YA con Tugman, avísenlo por favor.

Una vez dentro, llegó el tan esperado encuentro. – Saludos, contesto el hechicero, - Me temo que no traemos buenas noticias, señor, continuó mientras tomaba asiento cerca del joven humano. – El paso ha sido desbloqueado, pero dudo mucho que permanezca así durante demasiado tiempo…, dijo mientras apretaba el puño por debajo de la mesa esperanzado que el paladín no saltase desmintiéndolo. - … pues hemos descubierto algo que pone en peligro a todas las buenas ciudades de la costa de la espada. Le explico…, continuó arrastrando la silla para acercarse un poco más al representante del consejo. – ...en los picos nublados, existe una fortaleza donde se prepara un gran ejército con intenciones de viajar al sur en tan sólo dos días formando parte de una gran ofensiva contra la costa de la espada. Este ejército está formado por varias tribus orcas como Flecha Negra, Escalofrío, Los Cuervos Grises, La serpiente azul…, además de goblins, ogros e incluso gigantes de las montañas, expuso dejando una pequeña pausa para que asimilara todo.

- Por todo lo descubierto hasta ahora el ataque va dirigido a la ciudad de Athkatla en una campaña tanto por mar, con barcos piratas, como por tierra con el ejército del que le hablo y a saber cuál más. Como comprenderá no sólo Athkatla está en peligro, ya que si ella cae las siguientes en sufrir los ataques serán ciudades como Purskull, Crimor o la propia Nashkel… por ello, es IMPERATIVO, continuó subiendo el tono de voz, - que de la voz de alarma y trate de alertar y pedir ayuda a todas las ciudades cercanas…. ¡¡Hay que preparase cuanto antes!!, concluyó dando un golpe sobre la mesa…

Tras dejar unos segundos a que Tugman se recuperase del shock, Morwing quiso hacer hincapié en el acuerdo que habían firmado días antes. – Con respecto a nuestro contrato… nosotros hemos cumplido nuestra parte con creces además de esclarecer toda esta trama. Creo que lo justo sería recibir ahora nuestra recompensa y por supuesto estamos a su disposición si cree que podemos ayudar en algo más. 

¡Qué bien!

Saber que Cuinthere estaba bien era una alegría aunque la noticia de la ausencia de Zanc y Losse le hizo un nudo en la boca del estómago. Y es que Ogna era un crisol de emociones. Por una parte angustia pro volver a verlos y por el otro enfado por que fueran tan desconsiderados con ella, sobre todo Losse, de abandonarla. Apartó los malos pensamientos temerosa de que se hicieran realidad y rezó una pequeña plegaria a Mielikki que el explorador de cabellos plateados le había enseñado.

- Algún día estaría encantada de contarte soldado alrededor de una mesa y con una cerveza, pero como ha dicho aquí el amigo ahora no vamos a tener tiempo.- Le dijo Ogna al soldado curioso por la historia del kobold. Cuando entró Tugman Bezosdeoso, Ogna se limitó a saludar a Cuinthere y quedarse en un segundo plano. No quería que la reconocieran como una de las instigadoras de la Rebelión de los Mercaderes de Nashkel, así que mejor no abrir la boca y dejar al hechicero y el paladín. Cuando Morwing habló, y expuso los hechos tan bien organizados, la bardo no pudo más que asentir. ¡Sólo le faltaba alargar la mano para que le pusieran el dinero den ella como una mendiga! El dinero no daba la felicidad pero ayudaba a conseguirla. Con ese dinero podría conseguir mejor equipo para buscar a Losse, recuperarlo y que no volvieran a separarse. En caso de no volverlo a ver nunca más, podría pagarle una buena lápida dónde ir a honrar a su alma, acogida en los brazos de la única hembra a la que Ogna no tenía celos, Mielikki.

TURNO 4

Ataque tras ataque la amenaza se diluía gracias al buen hacer de Zanc y Losse, puesto que la aportación de Rissen se basaba prácticamente en recibir golpes. - ¡Vamos Rissen! ¡Levántate de ahí y acaba con ellos! ¡Que no tengamos que salvarte la vida otra vez! - El elfo esperaba que e humano se sintiera herido en el orgullo y comenzara a impactar más ataques.

Ante una posible huída, Losse quiso atajar esa posibilidad atacando al trasgo que aún se encontraba más alejado de ellos y disparando constantemente con el arco. Primero una, después dos y, por último, hasta tres flechas se incrustaron en aquel explorador hasta que eliminaron su presencia de ese mundo. Pese a la buena puntería del elfo, éste comenzaba a notar como a medida que los enemigos se hacían más poderosos, su arco cada vez hacía menos efecto, sobre todo sin el empuje de la voz de Ogna en el combate. A pesar de todo, ya había abatido a tres enemigos, una cifra nada despreciable.

Ni lo sueñes gnomo asqueroso... - Contestó en su propio idioma el goblin que quedaba en pie confiando en que podría acabar con el humano derribado y después emprender la huida con su lobo. Levantó su lanza y sujetándola con ambas manos la clavó en el pecho del soldado. La punta traspasó la cota de mallas y clavó a Rissen al suelo. Te gusta así humano... - Susurró el piel verde acercando su afilado rostro al guerrero, quien sólo podía sujetar el astil de la lanza para evitar que ésta le desgarrase los músculos.

Tras ello, y sabedor de que no disponía de mucho tiempo antes de que el elfo recargase el arco, el goblin silbó a su lobo para que estuviese atento a su señal. 

Con una velocidad pasmosa para alguien de su tamaño, el pequeño pícaro volvió a moverse hasta llegar al flanco descuidado del lobo que estaba sobre Rissen. Justo cuando el animal se disponía a lanzar una nueva dentellada se vio interrumpido por la mortífera daga de Zanc. Ésta se clavó en el costado del animal perforando el corazón. De inmediato el lobo se desplomó al suelo en medio de espasmos sanguinolentos. - ¡Suelta el arma de una vez maldita basura verde!... Estás solo, no tienes opción, es eso o morir y dejar que tu cuerpo sin vida sirva de alimento para los carroñeros!- Amenazó nuevamente al Goblin al ver como peligraba la vida del humano.

Tugman escuchó aterrorizado y sobrecogido el relato de Morwing acerca de lo que habían descubierto. No...no...puede ser... Estamos perdidos. - Comentó dejándose caer en el sillón que presidía la mesa.

Apoyándose en la mesa con ambos codos explicó al grupo las acciones que había llevado a cabo ese día. He enviado despachos esta misma mañana a Athkatla para informar de lo que sucedía aquí pero sin duda las noticias que traes ensombrecen aún más el destino que depara a nuestra tierra. Además de eso he pedido un favor a Hembelan Findoren, actual Representante del Consejo en Crimmor, para que me enviase al menos una docena de hombres hasta que los mercaderes abandonen nuestra ciudad y podamos dedicar nuestros esfuerzos a dar más seguridad al paso de los Picos Nublados. - Tragó saliva. - No me ha contestado aún, pero temo que esos hombres puedan encontrarse con semejante horda en su camino hasta aquí. 

El muchacho se levantó y se dirigió con paso raudo al único escritorio de la sala. Allí, donde el escriba detallaba los pormenores de cada reunión, se encontraba enrollado un mapa de la zona y una gran bolsa de cuero negro. Tomó ambos y los depositó sobre la mesa. 

Esto es suyo, muchas gracias por su ayuda. Espero que los mercaderes puedan llegar al otro lado antes de que el ejército enemigo controle el paso. - Tras comentar esto extendió el mapa y colocó un candelabro en cada una de las esquinas.

A ver, el único paso del río a esta altura está en Crimmor... - Expuso con preocupación mientras señalaba el punto en el mapa. Aunque el río probablemente se encuentra congelado a día de hoy. Maldita sea...

La cara de Rissen, pálida y teñida por su propia sangre, era una máscara de desesperación. No podía moverse y para colmo de males el hacha era tan pesado que cuando intentó levantarlo desde el suelo para atacar su brazo dolorido no pudo sujetarlo firmemente y hubo de soltarlo, cayendo el mango en un punto al que ni estirándose llegaría para recuperarlo. 

Escuchó el quejido del lobo y la amenaza del gnomo, lo que le dio esperanzas de que aquel ser asqueroso se rindiese antes de que acabara con su vida. A...ayuda... - Solicitó con voz entrecortada y avergonzado por su triste actuación.

Mientras Zanc acababa con el último lobo, Rissen pedía ayuda desde el suelo ahogado por el dolor. - ¡AGUANTA RISSEN! - Losse cogió tres flechas a la vez en su mano y, una a una fue depositándolas en el arco disparando al trasgo. La primera de ellas alcanzó su pecho, muy cercana al corazón y provocando una gran pérdida de sangre; la segunda de ellas rozó la armadura de su objetivo y se clavó en la nieve, dejándola intacta y válida para una futura ocasión; y la tercera, volvió a alcanzar a su enemigo atravesando parte de su cuello. El desangrado lo dejó al borde de la vida y la muerte y, esa flecha que aún tenía alojada en el pecho, podría acabar con él en el momento que realizara algún movimiento brusco. ¿Sería tan estúpido aquel ser de lanzar otro ataque y caer víctima de su propia necedad? Los aventureros lo descubrirían pronto.

Una aspiración forzada en la que la sangre se mezclaba con el aire ascendente desde sus pulmones provocó un sonido parecido al que hacía el agua cociendo en un puchero. El goblin estaba perdido, más muerto que vivo, y lo peor de todo es que era consciente de ello. El que no hubiese ninguno de sus camaradas a su alrededor le empujó a soltar el arma por dos motivos: no contaba con la ayuda de ninguno de sus congéneres y ninguno de esos congéneres fallecidos podría decir e la tribu que él se había rendido. 

Derrotado, cayó de rodillas junto a Rissen, y dejó la lanza a un lado, lo suficientemente cerca de la mano por si necesitaba echar mano de ella si la situación lo requería. Con ojos de cordero degollado miró a la esbelta figura que surgía de los arbustos y al gnomo que limpiaba la sangre de su daga en el pelaje del que hasta entonces había sido su montura.

¡No atacar más! Me rindo...me rindo. 

Viendo que el goblin ya no era una amenaza, el soldado amniano se levantó quejándose debido al dolor. Miró a la pequeña criatura que tenía ante sus pies y sólo le impidió propinarle una patada el hecho de que su pierna también estaba igualmente dolorida debido al mordisco del lobo.

- Gracias, señor, contestó Morwing mientras se guardaba el dinero de la recompensa, ya habría momento para repartirlo… Cuando Tugman desplegó el mapa sobre la mesa se incorporó de su asiento y comenzó a estudiarlo y barajar posibilidades.

- La fortaleza orca se encuentra en este punto, dijo colocando su dedo en el mapa…, - Si los soldados de Crimmor no han partido ya… es más que probable que se encuentren con las fuerzas enemigas, continuó mientras dibujaba con el dedo una línea desde Crimmor hasta el ejército orco. – Yo no contaría con esos soldados, señor…

El joven representante del consejo estaba muy “tierno” para enfrentarse al gran conflicto que se avecinaba por lo que Morwing y sus compañeros trataron de ayudarle (o influir en él) para que tomara las decisiones correctas.

- A ver, nosotros enviaremos un mensaje a Puerta de Baldur para que presten ayuda. Con sus grandes defensas es posible que puedan movilizar y enviar ayuda a pesar del poco tiempo del que disponemos. Por otra parte, nuestra intención es marchar hasta Athkatla, continuó trazando el recorrido en el mapa, - Si partimos pronto, quizá tengamos la posibilidad de localizar a los soldados de los que habla a la altura del r y hacer parada en Crimor para informarlos también.

Morwing hablaba con tono sereno a pesar de la grave situación, lo que permitió a Tugman relajarse un poco y comenzar a ver el problema con perspectiva. – En su mano quedará avisar a todas las fuerzas aliadas que pueda, Greenest, Beregost, Kezculla…, siguió "pinchoteando" el mapa con el dedo, - ...a pesar de estar alejadas, no sabemos la duración de esta guerra y cuanto mejor preparas estén, antes podrían prestar ayuda para vencer a esos sucios orcos, aportando tropas o incluso sirviendo de puente para alertar a otras ciudades más alejadas como Berdusk, Esmeltaran o Eshpurta.

Tras una nueva exposición, Morwing posó su mano en el hombro de Tugman y casi susurrándole al oído le hizo un último comentario. – Y con respecto al viaje de los mercaderes…, dijo aproximándose a su oído, - ...yo no permitiría que nadie abandonase Nashkel, el paso de los Picos Nublados es más que probable que ya esté de nuevo controlado por el enemigo, tienen un gran número de efectivos y dejarlos marchar hasta allí sería lo mismo que enviarlos al mismo infierno…, concluyó con una palmadita en su espalda. –Ala…ahora decide tú… , pensó para sí mismo quitándose el peso de la muerte de esos mercaderes sobre su conciencia. 

EL enano llegaba de buen humor sin emabrgo lo que anticipaba el soldado era agridulce. Le gustaba oír hablar del Kobold. - JA! - Exclamó el enano al escuchar acerca de "dónde lo habían sacado" - ¡No te lo crrrrrerrrrías! - Le susurró tras darle un par de palmadas en el hombro antes de entrar con sus compañeros.

Dentro el pequeño erudito se acercó al grupo dando saltitos y contento. El enano espantó a la mierda de la gaviota para dar un par de golpecitos cariñosos en el cráneo del Kobold. Ia estamos aquí. ¡Buen trrrrabajo! ¡Ia me han contado! - Dijo a modo de confidencia, mientras en la habitación se desarrollaba un acontecimiento más importante y Morwing llevaba la voz cantante. El enano sólo miraba lo que allí pasaba mientras cogía su parte. Tengo que hacer compras... Reflexionaba.

- El tiempo es esencial, Tugman, más te vale dejar de lado las cartitas y rascarte el bolsillo para hacerte con unos cuántos de éstos útiles objetos... Ummm... ¿Kormack? Enséñaselo, la cosa esa de plumas con un pájaro... Ésa, sí. Con ella puede enviar un mensaje que llegará más veloz que con cualquier otro método, necesita conocer al que quiere enviárselo, pero eso no será un problema para ti. Lo único con lo que debe tener cuidado es en elegir a la persona correcta, este ataque ha sido planeado durante años, tiempo más que suficiente como para infiltrar varios topos en cada una de las ciudades clave más importantes. Si es posible, debería comunicárselo a dirigentes en los que confíe y lleven mas de ocho o diez años en sus cargos. De no ser así, puede que los mensajes no sirvan para nada. Espero que el precio a pagar no sea problema para ti, además de que si no ganamos ésta guerra no podrás volver a gastar dinero nunca más, si ayudas a ganarla no tendrás problema para recuperar lo invertido y cobrar una recompensa en oro y fama al pasar a la historia como una de las personas clave para la victoria.- Añadió Davros tras escuchar la conversación entre el joven Tugman y el hechicero. - Con respecto a los mercaderes, y el resto de habitantes, debería comunicárselo mañana por la mañana, con la primera luz, nosotros partiremos poco más tarde hacia el Paso. Si algún loco más quiere intentar cruzarlo, con el consiguiente riesgo de perder la vida, que quede bien claro, puede hacerlo siguiéndonos.- Puede que el antiguo guardián de caravanas volviese a ejercer su vieja profesión.

Confiaba en que Zanc y Losse apareciesen antes del amanecer, no quería pensar en que era posible que no volviesen a verlos. Cuinthere estaba feliz de ver al grupo, Davros apreciaba cada día un poco más a aquella pequeña y extraña criatura, una de las más inocentes que había conocido. - Me alegra verte, Cunta, buen trabajo con las mulas. - Le dijo sinceramente mientras le rascaba su áspera cabeza.

El pequeño Gnomo se acercó jugueteando con la daga entre sus dedos hacia el derrotado Goblin. -Será mejor que tengas algo que quiera oír, quizás así considere dejar que sigas con tu mísera existencia...- Comenzó diciendo mientras caminaba alrededor de su víctima.-¿Que sabes de los derrumbes que bloquean el camino del comercio?... ¿Porque se preparan para la guerra?... ¿Que sabes de la fortaleza de la Montaña?... ¿Quien es Vazkal?...; habla de una buena vez!- indagaba al moribundo con claras amenazas. Quizás no sea el mejor ni el más intimidante en los interrogatorios, pero tenía la ventaja de que su víctima ya conocía cuán peligroso podía llegar a ser, a pesar de ser un pequeño Gnomo.