Partida Rol por web

Tras la marcha del dolorido Boris, el grupo trató de recomponerse tras el hallazgo de dos vecinos más muertos en lo que se había convertido una horrible cripta y tras el combate con el siniestro fantasma formado a través del humo del brasero.

Bronco halló una llave ordinaria en uno de los bolsillos de Helmut mientras que Jalles tomó la daga que el carbonizado cuerpo del brasero tenía. La daga estaba enjoyada y parecía forjada con acero de muy buena calidad.

El druida extrajo una llave de los atuendos del finado Helmut. Todo parecía indicar que quizás aquella llave, fuera necesaria para abrir la puerta que hasta el momento no habían conseguido traspasar. Así que Bronco no se demoró en compartirlo con sus compañeros.

- ¡¡Creo que esta es la llave que estamos buscando!!...- exclamó el chamán mientras enseñaba el pequeño objeto a sus compañeros de peregrinación.

Bronco, Jalles, Paul y Haggar abandonaron la estancia del brasero a través de la ahora destrozada puerta de madera para reencontrarse con Boris, que se hallaba sentado recostado contra la piedra de la pared en cierto estado meditativo. El grupo estaba sufriendo mucho durante aquella expedición dado los horribles acontecimientos que allí se habían producido y la perdida del padre de Boris acababa por ennegrecer del todo aquella experiencia.

Los ánimos decaían a cada paso que el grupo daba por los pasillos de la cripta, de regreso a la Fuente de Zeldana donde tenían la esperanza de haber hallado la llave para continuar con el viaje. El druida semiorco lideraba la marcha, infundiendo fuerza y ánimo a su tosca manera mientras que Haggar le seguía a escasos metros, ajeno al sufrimiento de los demás y temeroso de volver a separarse de su amo en una situación de peligro. Los pasos del clérigo de Erastil fueron acompañados por murmuros de oraciones al viejo certero que hablaban de la importancia de mantenerse unidos y no desfallecer por díficil que fuese la caza. El guerrero del grupo balanceaba su cadena armada a medida que caminaban, distrayendose con ella con el fin de evadir el entorno lúgubre que se había formado. Por último, el pícaro arquero caminaba junto al semiorco con una flecha ya cargada sobre su nuevo arco corto, regalo de su mentora, con el rostro serio y con cierta furia contenida. Su expresión corporal hacía intuir que estaba preparado para disparar un flechazo a cualquiera que se entrometiera en su declarada venganza.

Cuando los peregrinos de la llama eterna llegaron a la fuente de zeldana utilizaron la llave hallada en el cadáver de Helmut y la puerta se abrió sin ningún contratiempo. Entraron en una pequeña sala en cuyo centro había un banco de piedra y en la pared oriental un gran recuadro a modo de mural donde se había retratado con gran detalle la montañosa entrada a la cripta, en cuyo centro se encontraba la figura de Ekat Kassen, representado como era habitual con su frondosa barba y armadura plateada, clavando una gran espada envuelta en llamas en otro guerrero cuya armadura se parecía bastante a la de Ekat pero con la diferencia de que esta era oscura. Rodeando a ambos combatientes había varios cadáveres facilmente distingibles como aldeanos y mercenarios que yacían alrededor de la entrada de la cripta junto a sus armas y charcos de sangre.

Al sur de la sala del gran mural, un pasillo cuyo final hacía esquina parecía conducir a alguna otra estancia.

El grupo caminaba por el interior de la cripta sumido en un triste silencio, sólo roto por el monótono cántico de Paul.
Boris avanzaba con todo el cuerpo en tensión y la mandíbula muy prieta, gesto que le confería a su rostro un aspecto áspero.

Al fin llegaron a la estancia en cuyo interior se hallaba la fuente. Utilizaron la llave para abrir la puerta y accedieron a una habitación presidida por un enorme mural.
Con cierta apatía en la voz, Boris les explicó a sus compañeros lo que sabía acerca del dibujo: - Ése de ahí es Ekat Kassen. Está luchando con Asar, su camarada que terminó por traicionarle; dicen que hubo discrepancias entre ellos acerca de la parte del botín que debían repartirse. Ese cabrón asaltó el pueblo y Ekat se enfrentó a él.

El joven apartó la mirada de la pared, pero algo más llamó su atención: - Pues sí era verdad que eran amigos. Mirad, ambos llevan un colgante similar. - dijo, señalando con el dedo la cadena con el dorado amuleto que colgaba de sus cuellos.

Algo había oído Bronco de aquella historia, pero el druida no era un gran conocedor de los fundamentos de Kassen y sinceramente, le traían sin cuidado. Entró en la sala observando aquel mural y se sentó para tomar un respiro. Tenía heridas y lechugones por todo su cuerpo, pero a pesar de eso, seguía al pie del cañón... Olmira le había enseñado bien.

Haggar se acercó para recibir las caricias del semiorco. Si el osezno hubiera sido capaz, hubiera lanzado una carcajada ante los intentos del chamán de provocarle cosquillas...

Boris trató de examinar la estancia y el mural en busca de trampas sin embargo no encontró nada que le pareciera sospechoso. Todos contemplaron el gran mural con interés, sin duda una obra de arte que trataba de transmitir uno de los momentos históricos más importantes de Kassen, e incluso del resto de Nirmathas, pues mucha sangre y muerte se produjo en aquel tiempo entre aquellos que una vez se llegaron a llamar compañeros y amigos.

El grupo optó por seguir adelante, hacia el pasillo del sur, hasta que llegaron a una nueva puerta tras una esquina que Boris examinó sin hallar nada raro. El grupo la abrió y todos entraron en una gran sala oval en cuyo centro centro había un gran foso cuya profundidad no se alcanzaba a ver y en el centro, un gran pilar que se comunicaba con un estrecho puente parecía sostener de forma solitaria el techo de la sala oval.

Cuando todos entraron al interior oyeron el sonido de un mecanismo activarse y la puerta por la que habían entrado se cerró de golpe al tiempo que otro ruido de mecanismo parecía emanar del pilar central que empezó a dar vueltas sobre si mismo.

Los compañeros llegaron a la extraña sala.
Cuando la puerta se cerró a sus espaldas y el pilar comenzó a moverse, Boris se puso en tensión y no pudo reprimir un sobresalto.
- ¡Mierda! ¿Cuántas sorpresas quedan?
Nervioso, golpeó la puerta por la que habían entrado, pero instantes después consiguió serenarse. Necesitaba analizar la situación en la que se encontraban con calma.
Se aproximó con cuidado a la columna central para intentar adivinar su funcionamiento.

- Paul, por favor, acércame esa luz...

Siguieron explorando en pos del paradero de algún sobreviviente en aquel lugar sagrado convertido en una letal trampa llena de horrores y mecanismos diabólicos. Después de contemplar con respeto el tapiz que mostraba la historia de Ekat Kassen y su lucha contra su antiguo compañero, una triste manera de cimentar el origen de la aldea de la que eran oriundos.

El mutismo y el respeto dio paso a una nueva sala. Entraron sin parar mientes y la puerta se cerró a sus espaldas con un siniestro sonido que se burlaba de todos sus miedos. Al ver el pilar que se veía en el centro de la sala y la pasarela que surgía de él no pudo evitar preguntarse qué nuevo ingenio les deparaba aquella tumba. Boris se adelantó para inspeccionar la zona, esperaría su veredicto.

Las mentes más débiles del grupo comenzaban a dar muestras de agotamiento. Los jóvenes mozalbetes que parlanchineaban a las puertas de Kessen, se veían ahora sobrepasados por los peligros reales que allí se dirimían... y eso... había apagado gran parte de la llama que ardía con la fuerza de la juventud, en sus consternados compañeros. Algunos como Boris, habían perdido a seres queridos y eso había borrado de un plumazo la equívoca idea propia de la adolescencia de creerse intocable e inmutable. La vida seguía con tesón y no se detenía ante nada. Eso era lo que desde un principio Bronco había intentado hacerles ver, pero eran las celadas de aquel lugar las que estaban allanando su trabajo...

El druida contempló como todos el tapiz, pero no perdió mucho tiempo en esa "baratija". Tenía entendido que Ekat Kessen había sido un buen hombre, pero no compartía la irremediable costumbre de los humanos de galardonar todo aquello que consideraban importante. Kessen no fue el único en morir en aquella campaña...

De repente llegaron hasta una sala circular y las puertas se cerraron. Parecía como si una nueva trampa estuviera a punto de dispararse, pero a simple vista no sucedió nada. Haggar comenzó a dar vueltas alrededor del semiorco claramente nervioso por lo que allí acontecía, pero Bronco no le prestó atención. Primero debía intentar detectar rastros o energías mágicas.

Ya habría tiempo de calmar al pequeño osezno más tarde...

Boris se acercó a través de la pasarela hasta el pilar y pudo percibir, muy claramente, que había una trampa formada con virotes instalada en ella bajo la siguiente inscripción esculpida en la piedra

"En los momentos difíciles, sólo la fe en la família y el hogar pueden ayudarte"

 El pícaro trató de desmontar la trampa instalada en el pilar, pero el mecanismo era demasiado complejo y escapaba a sus habilidades.

Los instantes que el grupo pasó en la cámara después de que la puerta de acceso se cerrara fue como la calma que precedió a la tempestad y la tensión podía palparse en el ambiente. Sólo Boris, empecinado en su venganza personal contra el causante de la corrupción de la cripta, se atrevió a acercarse al misterioso pilar que parecía sostener toda la bóveda.

Instantes después un nuevo ruido de mecanismo hizo girar la columna sobre sí misma a gran velocidad y a continuación decenas de pequeños proyectiles  emanaron del pilar a una velocidad vertiginosa, impactando a todo aquel que se encontrara en la camara. Todos los integrantes del grupo fueron golpeados por aquellos proyectiles que aunque no llegaban a herir de gravedad, podrian lograr derribar por completo al grupo.

Mientras Boris manipulaba el mecanismo para comprender su funcionamiento, un chasquido resonó en la sala y una multitud de flechas salió silbando en pos de los compañeros. Recibieron el impacto con gritos ahogados; por suerte para ellos, los proyectiles carecían de una punta aguda.
- ¡Mierda de sitio! ¿Estáis todos bien?

Ahora empezaban a encontrar las trampas a las que se referían las notas halladas en los cuerpos de la entrada. El caso era que aunque Boris había inspeccionado con muchísimo cuidado el pilar, había sido del todo incapaz de verlo venir. Las condenadas estaban bien ocultas...

- Escuchad, aquí hay algo escrito - Añadió cuando el grupo se repuso de la impresión y del daño recibido.
- "En los momentos difíciles, sólo la fe en la família y el hogar pueden ayudarte".

A su mente acudió la imagen de los escudos que habían arrebatado al lignario constructo.
- ¡Qué hijos de puta! Rápido, ¿Quién lleva los escudos? ¡Plantadlos frente al pilar!
Lo dijo sin pensar. Era algo absurdo, pues la trampa ya había sido activada. Pero aunque era muy posible que estuviese equivocado, no pensaba permitir que sus amigos volviesen a resultar heridos por una falta suya.
Quizá la trampa no volviese a activarse, pero prefería ser cauto.

La paciencia de Bronco comenzaba a menguar. El semiorco estaba saturado de trampas absurdas que lo único que hacían era entorpecer el avance del grupo, pero lo que más molestaba al druida, era la falta de concentración que desde hacía unos instantes, el grupo estaba padeciendo. Bronco estaba cansado de recibir golpes, flechazos, cortes y ataques de criaturas ultraterrenas mientras sus compañeros vagaban por la salas de aquella cripta con cierto grado de indolencia.

A pesar de eso, no dijo nada. Bastante tenían con intentar recomponerse y detener aquel pilar malévolo. Cuando Boris alzó la voz en busca de los escudos, el chamán los dejó caer al lado del pícaro. Desde que los hallaran, el duro semiorco los había transportado a su espalda.

Pero existía algo mucho más preocupante para Bronco que su propia integridad, y era Paul. El frágil sacerdote de Erastil, había caído inconsciente tras recibir un duro impacto en la frente. El druida corrió hasta la posición del clérigo y lo cubrió con su cuerpo mientras buscaba en su zurrón uno de los remedios que encontraran en la sala de Roldare...