Partida Rol por web

Bronco arrojó su mochila junto a Boris. El muchacho rápidamente cogió uno de los pesados objetos y lo plantó delante suyo agachándose detrás.
Aprovechando que era el que más cerca se encontraba del dichoso pilar, Boris pretendía utilizar el escudo de pantalla contra una hipotética reactivación de la trampa.

De pronto, un pensamiento aterrador cruzó por la mente del joven: ¿Y si la trampa ya se había descargado? O peor aún, ¿Y si venían más proyectiles procedentes de otro lugar?
Estaban en una situación realmente delicada. Recordó la inscripción de la pared y dedujo que lo obvio era que se refiriera al lugar en el que estaba grabado el mensaje, pero ya no tenía nada claro.
Se limitó a sujetar el escudo con el hombro y a desear que ese lóbrego lugar no se convirtiese también en su tumba.

Jalles apenas notó el impacto, pero otros de sus compañeros no salieron tan bien parados. El joven Smalholder cayó inconsciente víctima de unos dardos que procedían del extraño pilar que había en el centro de la sala. Otro artilugio infernal.

El joven Oldshield se adelantó rápidamente para ocupar una sitio junto a Boris. Recogió el otro de los escudos para anteponerlo entre el horrible pilar y los peregrinos.

Vayamos hacia esa puerta, si es posible....

Bronco se apresuró a buscar uno de los viales de sanación que el clérigo de Erastil llevaba en su bolsa para hacerselo ingerir inmediatamente después a que cayera aturdido por el virote que impactó en su cabeza. Al mismo tiempo, Boris y Jalles tomaban ambos cada uno de los escudos paveses y formaron una línea defensiva frente a los demás, protegiendoles y dandoles cobertura respecto al mortífero pilar de piedra.

El grupo había quedado apelotonado en uno de los extremos de la sala oval, protegidos por los enormes escudos paveses  gracias a la rápida intuición del pícaro en descifrar el sentido del mensaje del pilar. Una nueva lluvía de saetas salió disparada en todas direcciones del pilar con un sonido agudo y silbante. Los virotes impactaron sobre los escudos paveses haciendolos resonar con un sonoro golpe metálico que retumbó en toda la sala. 

De nuevo volvió la calma hasta la siguiente ronda de saetas.

Bronco extrajo la poción de su zurrón y tras abrir la comisura oral de Paul, se la hizo ingerir. Al principio el líquido rebosaba por la boca del sacerdote, pero a medida que el remedio mágico fue haciendo efecto, el muchacho fue recuperando el color y la consciencia. Mientras eso sucedía, el semiorco intentaba mantener cerca de él a Haggar. El osezno continuaba nervioso en aquella cámara infernal, pero la simple voz autoritaria del druida, era suficiente para que el animal se calmara.

- Cuando Paul se recupere, intentaremos avanzar hasta la siguiente puerta... Primero vosotros y nosotros detrás vuestro...- explicó Bronco tras la andanada de astillas.

El sacerdote del viejo certero se incorporó tras su estado de inconsciencia aún algo aturdido. Lo primero que vió fue el poco agraciado rostro del semiorco, quien le había hecho ingerir el vial de sanación, seguido del ruido metálico que producieron los virotes en golpear los escudos paveses que sus compañeros sostenían con firmeza para protegerles.

Bronco dejó caer el vial vacío. Ya habían perdido demasiado tiempo allí. Paul parecía estar algo ausente. Era normal. Sólo hacía unos segundos que había recuperado la consciencia. Sin pensarlo, el druida cogió al sacerdote como si fuera una oveja y se lo colgó sobre sus anchas espaldas. Tenían que huir de allí.

- ¡¡Vosotros dos cubrid nuestra retirada!!- ordenó a Boris y Jalles, aunque no era algo que soliera hacer habitualmente. Bronco era un alma solitaria y poco social, pero en aquella sala deberían actuar de forma coordinada si querían salir de allí.

El osezno garra de runa estaba acostumbrado a golpear la madera. Solía afilar sus largas y gruesas uñas con la corteza de los árboles más duros y compacto, y eso le había conferido cierto grado de capacidad para destruir la madera. Cuando Haggar llegóa hasta la puerta que les barraba el paso, lanzó una nueva andanada de golpes capaces de partir aun lobo adulto en dos...

Una nueva descarga de proyectiles había impactado contra la protección de madera. Esta vez, sin embargo, nadie había salido herido.
Boris vio cómo Jalles recogía el otro escudo mientras Bronco conseguía estabilizar a Paul.
El grandullón se dirigió a los dos que salvaguardaban al grupo para que tomasen posiciones defensivas mientras el resto avanzaba.
- ¡Entendido! Vamos, Jalles.

El joven arquero avanzó unos metros y plantó de nuevo el escudo en el suelo esperando otra andanada.

El grupo empezó a coordinarse para poder salvar la situación. Con el escudo embrazado, el joven aprendiz de herrero se movió junto a Boris en la dirección que les había... sugerido? el semiorco. La voz autoritaria del siempre hosco Bronco resonó por toda la sala.

Jalles se arrebujó tras su parapeto....

¿Cómo estás, Paul?- a pesar de que los proyectiles no parecían ser muy dañinos, el devoto de Erastil había caído víctima de ellos en un santiamén. Sería mejor no subestimar su potencia...

El grupo se coordino como pudo bajo las rafagas de virotes. Aquella sala oval era casi tan dificultosa como la del pasillo de espadas o incluso más, ya que ya se había cobrado una primera víctima sobre el torpe sacerdote de Erastil. Si Boris no hubiera descifrado el enigma inscrito a tiempo, con los pocos minutos de margen que este dejaba para ser interpretado, probablemente el grupo estaría sufriendo las duras consecuencias.

Cuando llegaron a la altura de la puerta del sur, que parecía la via de escape más cercana, Haggar descargó toda su furia animal sobre la puerta, que no estaba en el mejor de los estados,  logrando romperla en dos y flanqueando el paso a los demás al tiempo que una nueva rafaga de proyectiles se clavaban con fuerza en los escudos paveses de madera.

Todos atravesaron la puerta sin más demora siendo Jalles y Boris quienes ocuparon la retaguardia para proteger a los demás con los enormes escudos. Bronco sudaba sin cesar, cargando con el peso extra del aturdido clérigo. Una vez dentro atravesaron un corto pasillo y entraron en una nueva sala ornamentada con columnas y nuevas estatuas de Ekat. Al fondo, una escalera parecía descender a un nivel más profundo de la cripta. Charcos de sangre seca de origen desconocido teñían de rojo oscuro gran parte de la superfície de piedra, como si en aquel lugar se hubieran desangrado varios animales de granja.

Entre sudores y respiraciones agitadas el grupo se tomó un instante para recomponerse pero aquel fue todo el descanso del que pudieron disfrutar pues unos gemidos siniestros empezaron a sonar alrededor de la sala y de detrás de las columnas dos figuras esqueleticas de rostro diabolico y cubiertas de sangre alargaron sus garras en cuanto se percataron de la presencia de los peregrinos.

Si el infierno existía, estaba en aquella cripta.

Paul parecía como ausente después del duro impacto recibido en la cabeza. Bronco lo había sacado de la sala oval para evitar que volviese a caer víctima de la lluvia de flechas del pilar central. Pero habían salido de una sala, para entrar en otra con otro peligro, esta vez más "ultraterreno" ...

Aquellos esqueletos estaban cubiertos por una resbaladiza capa de sangre y vísceras, su aspecto parecía más peligroso que el de los otros no-muertos con los que se habían topado al entrar en la cripta.

Uno de aquellos no muertos , rezumando una sangre que parecía fresca, se abalanzó sobre Haggar alargando sus garras como si de una criatura hambrienta de carne se tratara y le asestó un golpe con su afilada garra que el feroz oso esquivó con facilidad.

Habían conseguido atravesar la sala del pilar sin volver a sufrir el daño de los proyectiles que aquel ingenio les lanzaba sin compasión. Otro espectáculo dantesco les esperaba al otro lado de la puerta. Sangre y vísceras manchaban toda la superficie de aquella estancia. Cuando se giró para ver que había descubrió que no estaban solos.... Dos criaturas asquerosas les dieron la bienvenida...Jalles reaccionó rápido y buscó la mejor opción.

Con la cadena girando a su alrededor avanzó hacia el enemigo que estaba más alejado, pasando peligrosamente cerca del engendro que se enfrentaba a Haggar. Con un brusco giro trató de evitar aquella proximidad. El movimiento le llevó delante de su objetivo. La cadena chascó y se enrolló en las piernas del esqueleto descarnado, que a buen seguro daría con sus huesos en el machado suelo....

Tras abandonar la infernal sala del pilar, accedieron a otra estancia donde pudieron respirar tranquilos y aliviados... aunque poco les duró la paz.
Un dúo de esqueletos cubiertos de sangre les atacó de repente. Boris asió con firmeza el arco que era obsequio de su mentora y escogió una flecha tanteando el penacho; escogió una de las que carecían de filo.
Para su sorpresa Boris descubrió que esta vez no le temblaba el pulso por el terror, sino por la excitación. Estaba furioso e impaciente por acabar con esas criaturas.
El joven tensó el arco y liberó una saeta cargada con su ardiente odio.

Paul se quedó un momento observando los esqueletos bañados en sangre, y una reminiscencia acudió a su mente: un día, dentro de los muchos, en que su mentor, el padre Prasst, pasó instruyéndolo contra los oscuros designios de la no muerte:

- ¡Vigilad! Recuerdo las enseñanzas de mi mentor, sobre conjuros nigrománticos capaces de imbuir energía negativa a los no-muertos a modo de embrujo, otorgándoles la capacidad de absorver la sangre y vísceras de sus víctimas para regenerarse constantemente. - Paul hizo una pequeña pausa y añadió - Hay que intentar acabar con ellos cuanto antes, ..., antes de que se conviertan en una pesadilla recurrente.