Partida Rol por web

oh!

Deehater, protegiéndose con su escudo, logra dispersar las flores que le acosaban dando mazazos a diestro y siniestro.

Kurt lanza tajos al aire pero tropieza, doblándose el brazo en la caída. A duras penas consigue levantarse y lanzar nuevas estocadas a las flores. Un buen montón caen a sus pies y el resto se dispersa hacia la extraña vegetación de la que vinieron

Nafglar acude en ayuda del enano, lanzando garrotazos contra la plaga de flores. Al cabo de unos segundos las flores comienzan a caer a sus pies y consigue liberar a Zenos de la presión. Ya sólo queda el mago Deeanchor, luchando junto a su perro...

Vuestros compañeros ya se han librado de las flores que les acosaban y acuden en vuestra ayuda. Vermis lanza una fuerte ráfaga de aire que dispersa las flores por la caverna, mientras Jatembe extiende sus manos de las que surgen pequeños rayos que electrocutan a un buen número de vuestros atacantes.

Exhaustos, os recostáis en la extraña vegetación de la caverna, reflexionando sobre lo lejos que habéis llegado y los compañeros que se han quedado en el camino. Orianna y Zecke han sido los últimos en caer, junto a los destrozados restos del cazador de Wyverns.

En el accidente también se ha echado a perder el carro con la balista y la carroza de los enanos. Con los dos carros de equipo y pertrechos reanudáis la marcha por la carretera que cruza la caverna con vegetación, en busca de algún punto para volver a montar el campamento y descansar. Apenas a unos cinco kilometros, encontráis lo que parece ser un antiguo asentamiento. Son los restos unas cinco o séis casas de madera, seguramente de los granjeros que trabajaban las plantas, aventura Oro-naru. Registráis las cabañas, para evitar sorpresas y asegurar la zona. Cuando todo está controlado os tumbáis a recuperaros del viaje y de vuestras heridas.

Endrin parece que ha encontrado más textos de la Liga de los Arqueólogos Extraordinarios y pasa casi toda la noche en vela, examinándolos. Os levantáis, recuperados, a la mañana siguiente. Os encontráis empaquetando los bártulos para continuar la marcha cuando la figura de Endrin os llama la atención. El enano está lívido, podría parecer de cansancio pero...hay algo más.

"Los últimos textos de los arqueólogos son...esclarecedores" os cuenta Endrin "Relatan los últimos días del reino de Piedrantigua. Parece que su caída fue debida a un ataque de la raza de enanos a la que llamaban "los Antiguos". Durante siglos crecieron, mezclándose en la sociedad enana, en todos sus estratos, manteniéndose como raza diferenciada, en secreto. Al final, sin previo aviso, lanzaron un ataque masivo con la finalidad de hacerse con la Piedra-Corazón. De alguna manera, la Piedra fue sustraída del templo y su energía, que alimentaba a todo el reino, se extinguió. Todos los accesos, basados en la magia de la Piedra se cerraron, nadie más volvió a entrar o salir del reino enano. Fue la tumba de una raza entera." 

Endrin se detiene un momento, ajustándose las gafas. "Los escritores no alcanzan a adivinar el motivo del ataque de los Antiguos pero yo...yo creo que ahora lo entiendo..." un gran cansancio se apodera de él obligándolo a sentarse un momento "...toda la energía venía del corazón...los antiguos yacimientos...las voces preguntándose ¿quien soy?...Piedrantigua que también se traduce como primera piedra...oh! la misma forma del reino...es como un cuerpo...ahora estaríamos en los pulmones, avanzando hacia el corazón!" Os mira a todos y cada uno antes de formular sus siguientes palabras "Estamos en el cuerpo de un Dios muerto! Eso es lo que buscaban los Antiguos...despertar a su Dios! No sabemos con que fin, si liberarlo o utilizarlo...De todas maneras, parece que fracasaron...y condenaron a todo un reino!"

Meditando sobre las palabras de Endrin, reemprendéis el viaje hasta el corazón de un Dios.

La revelación me abruma. Durante el camino permanezco en silencio, ponderando las palabras de Endrin. Perro, a mi lado, parece haberse contagiado de mi ánimo. Mantiene las orejas gachas y cojea levemente por las heridas recientes.