Partida Rol por web

Los dos matasietes te observan pasar, pero no te detienen. El olor a humanidad del lugar es asfixiante para alguien que no está acostumbrada mas que al aire puro del monte. Intentas hacerte entender con las camareras para buscar al dueño. Tras unas cuantas negaciones con la cabeza y algún encogimiento de hombros, das con una que parece hablar catalán. Con amabilidad, seguramente contenta de ayudar a una compatriota, te lleva hasta la mujer del dueño e intenta hacer de intermediaria.

La madrileña de hombros anchos y manos grasientas no parece conocer a ningún Ortiga, pero por suerte, su marido que parece escuchar la conversación se acerca. Se muestra incómodo por vuestra charla en voz alta, y haciendo un gesto de que bajéis la voz, te coge por el brazo y te lleva escaleras arriba.

Ves que la segunda planta presenta un aspecto distinto, allí la aglomeración es menor y la gente que la frecuenta parece adinerada. Sin mucho miramiento y ninguna delicadeza te lleva hasta una puerta. Hace girar una llave y la abre. Prácticamente te empuja dentro y cierra tras de si. Escuchas la llave volver a girar. En ella, ves un grupo de personas reunidas, y todos te miran extraño cuando entras. Un hombre de ropaje negro te mira con especial desconfianza.