Partida Rol por web

Mientras revisas los muebles, escuchas un grito ronco y grave que procede de algún punto a la izquierda de tu habitación. Pasa un breve lapso mientras terminas de examinar el lugar, y de pronto llaman a tu puerta:

- Perdon ¿se encuentra usted bien? , hemos oido un grito y nos ha parecido que provenia de aqui , podemos ayudarle ¿?...

Es una voz educada y elegante de hombre que podría ser la que ha gritado hace no mucho.

Vas arreglado al estilo de principios de siglo. Un negro abrigo \"Chesterfield\" cubre tus hombros, abriéndose a los lados para mostrar un apagado traje de cachemir, del que asoma una blanca camisa de vestir de popelín. Una ambigua corbata de seda oscura ciñe tu cuello, en contraste con un blanco pañuelo que pugna por respirar fuera del bolsillo del pectoral de la chaqueta. Un par de calcetines negros enfundan tus pies en unos zapatos de vestir \"Oxford\"

Al darte cuenta de ello, echas un vistazo a los detalles, con lo que notas el inconfundible contacto de unos calzones largos bajo los pantalones. en el bolsillo interior de la chaqueta sientes el familiar peso de una cartera de cuero, en la que puedes encontrar 500 dólares y una tarjeta que reza:

También hay un resguardo sellado por la policiá de Arkham y el rector de la Universidad Miskatonic, acreditando la pérdida de documentación por parte del portador, y su consiguiente "legalidad temporal hasta que todo se aclare", con la restricción de no poder salir del estado de Massachussets (extrañamente no hay nombres, pero sí huellas dactilares). Comparte el bolsillo con esta una pequeña llave de corte antiguo, de hierro colado, que parece adecuada para la llave del armario. Echas un vistazo y cuadra.

El armario se abre con un chirrido siniestro, y en el puedes observar un par de zapatos de vestir "Oxford", un traje oscuro de cachemir, una camisa de vestir de popelín, una corbata de seda oscura, un sombrero de copa de fieltro y un maletín abierto en el que asoma una libreta de apuntes (sin apuntes), una pluma estilográfica, una lupa y un abrecartas de acero.

Dios... mío, ¿qué... me está ocurriendo? Aaaaaah Apenas me siento capaz de gritar para pedir ayuda, dejando escapar sólo ese leve jadeo, aunque al ver la terrible deformación ósea surgiendo de mi mano pierdo las ganas de hacerlo.
Miro aterrado mi mano en mi improvisado escondite, mientras las preguntas sin respuesta se agolpan en mi mente. Intento calmarme, no pensar en ello. Intento pensar en una solución. Saco el pañuelo de mi bolsillo y desenvuelvo el abrecartas, atándolo alrededor de mi mano. El abrecartas vuelvo a guardarlo en mi bolsillo. No quiero que nadie lo vea. Diré que me he tropezado y me he raspado en la mano. Eso me ayudará a ocultarlo, pero no explica nada, no me da respuestas, y tampoco calma mi dolor. Tal vez... tal vez debería ver a ese médico, ese Jones... quizá el sepa algo... haré que me lo cuente todo.
Durante un tiempo indefinido, permanezco sentado, sujetando mi mano derecha con la izquierda, y dando vueltas a todos esos pensamientos en mi aturdida cabeza.

Con lo de los buhos me he colado: creía que en las puertas de la biblioteca había dos grandes buhos, pero no es así; donde dije buho digo columna.

Un instante después ves salir a Davourier. No parece haberte visto.

No acabas de saber exactamente qué podría ser el extraño y preocupante líquido, pero sabe absolutamente a basura amarga y pasada de fechas. Empiezas a arrepentirte de tu decisión, y si te quedaban gachas en el estómago, ya no. El fluído huele considerablemente a sudor agrio, y mancha mucho.

Nada parece haber cambiado en el tatuaje, y de vez en cuando parece seguir pulsando, pero bien podría ser que el líquido del interior estuviera brotando por la herida.

Ves salir de la biblioteca a ambos gemelos, momentos después de haberte vuelto a cubrir el tatuaje. Te das cuenta con tiempo casi insuficiente para retirarte, pero no parecen advertir tu presencia, ensimismados como están en sus conversaciones particulares, y te retiras a la oscuridad justo antes de que sea demasiado tarde.

Nervioso echas un vistazo al interior del edificio y te das cuenta de que gran parte de las personas restantes en el interior, tus supuestos compañeros, se disponen a salir.

- ¡Dios bendito! ¡¿Pero qué demonios le ha ocurrido?! - el color escapa de las mejillas del doctor, y por un momento el color huye de sus mejillas.

Alarmada la enfermera entra y sufre un vahído, como de vértigo, que por poco la manda al suelo. Mira asustada al doctor.

- Suzanne, llame a Helmer Watts ; tendré que realizarle unas pruebas al sr. Vanzetti. - luego se vuelve hacia ti - Esto es de lo más irregular. Sus quemaduras son terribles, pero han curado bien. Estaban ya sanadas hacía tiempo, cuando usted llegó aquí. El tatuaje es en verdad preocupante, pero ninguno me ha permitido estudiarlo más a fondo hasta ahora. A la profundidad a la que está, un corte dejaría marcas permanentes. Se ha comprobado con superficiales, y no llegan a alcanzar la superficie del tatuaje. - vuelve a fijarse en tu mano y procura no poner cara de asco - Pero esto va totalmente contra natura. Tendré que hacerle varias pruebas, antes de saber nada concluyente. ¿Cuantos días lleva aguantando dolores? Esa deformidad no brota de un día para otro. Además parece infectado. Espero que hayamos llegado antes de la gangrena... ¡Sr. Vanzetti, tendría usted que haber acudido a mí mucho antes!

- Tranquilícese, sr. Vanzetti. Está usted pasando por un ataque de ansiedad. Es normal que la realidad se desdibuje en esas situaciones. - el doctor se acerca a ti lentamente, como intentando tranquilizarte - Una deformación osea de ese calibre es médicamente imposible que se produzca en una sola noche. Se que comprende que es razonable dentro de usted. Solo necesita relajarse un poco.

La puerta se abre y un fornido joven vestido de blanco entra en la habitación. La enfermera lo sigue por detrás, con cara de miedo.

El doctor aprovecha la ocasión para agarrarte el brazo izquierdo con fuerza, cogiéndote desprevenido.

Cuando adviertes lo que está ocurriendo, zafas tu brazo de un rápido tirón, de la presa de Jones.

Tu amenaza con las puas de tu puño surte efecto con Helmer, y se refrena, colocándose para cubrir la puerta (no perece aterrado por el ominoso miembro, como la enfermera). La enfermera busca como una histérica el bote de eter en el maletín.

Consigues acercarte a una buena posición ante la ventana, mientras distráes su atención con tu cháchara y los mantienes a raya con la lámpara de aceite y tus garras.

La ventana es una típica ventana de gillotina, que no podrías abrir sin usar ambas manos (y bajar toda tu guardia). las buenas noticias son que el cristal, por tanto, es una sola pieza sin maderas de separación.

Entre tanto, la nerviosa enfermera termina por encontrar el eter, lo echa sobre una venda, y se la tiende al enfermero. Un fuerte olor llena toda la sala.

En breve se darán cuenta de que estás demasiado cerca de la ventana y que podrías escapar. Puedes hacer otra acción antes de que eso ocurra.

Casi a la desesperada, hago un ademán de saltar por la ventana, y acto seguido le lanzo la lámpara a Helmer a la cabeza.
Con un poco de suerte le dejo atontado, o la lámpara prende su bata.
Aprovechando el despiste del enfermero hago una esquiva dirigiéndome hacia la puerta, blandiendo las púas hacia la enfermera y apartándola de un empujón si fuese necesario.

Lanzas la lámpara hacia Helmer que se aparta con gran habilidad, cubriéndote el paso con inusitada efectividad. La lámpara golpea contra el marco de la puerta, haciéndose añicos y soltando una lluvia de cristales sobre Suzanne, que se echa al suelo protegiéndose con los brazos. Helmer mantiene una considerable sangre fría, y trata de agarrarte cuando intentas pasar a través de él, pero te zafas con facilidad. El Dr. Jones te hecha mano, pero esquivas en el último momento apoyándote contra el marco, afianzas los pies impulsándote contra Helmer, y lo derribas al pasillo mientras franqueas la puerta como una exhalación.

Al instante el camino por el que llegaste aquí aparece en tu mente y echas a correr mientras los demás salen al pasillo a por tí.

Te encuentras el comedor totalmente vacío y recogido. Parece que todo el mundo ha terminado de desayunar, mientras estabas fuera. De la cocina te llega el olor a gachas cocinándose. Te adentras en el comedor con menos precauciones, por tanto, y oyes pasar de largo al personal médico, mientras te ocultas allí. Crees que les habrás dado esquinazo.

- E... esas quemaduras... ¿le duelen? Tuvo que ser terrible. Como para afectar a cualquiera. Sigue alguna recuperación, o toma algo. Tal vez debería de ir a ver al Dr. Jones. Podría bu... buscarle algún sitio donde descansar. No tiene usted buen aspecto. - la mujer te tiende un bol de gachas templadas y vuelve a sus cacharros, como evitando tu mirada.

La mujer da un respingo, como si la sobresaltara tu repentino nerviosismo.

- Yo... este... eh... no sé... - parece a punto de echarse a llorar, mientras se manosea repetidamente- Deje que le recoja el bol... - dice acercándose, intentando cambiar de tema; pero de repente se pone lívida y su cara se tuerce en una mueca de terror, mientras retrocede hacia el fregadero - ¡Oh, Dios Mío! Por favor, no me haga daño. Tengo hijos y... - finalmente rompe en sollozos, mientras observa tu grotesca mano, que habías descuidado con los nervios.

De la cocina hay una sola salida, a parte de la del comedor, que parece dar a algún tipo de despensa. Recuerdas haber visto la noche anterior, cuando venías a este lugar, que había una puerta lateral en esa dirección; pero no sabes si estará abierta o no (la que da a la cocina lo está). También hay una ventana detrás del fregadero (de las de gillotina, y medio abierta ahora mismo).

La mujer tiembla visiblemente cuando te acercas; de repente rebusca detrás y oyes el característico ¡jjjiiiinn! cuando extrae un enorme cuchillo de cocina sucio del fregadero.

-¡No! ¡Atras!. Si se acerca más gritaré. Váyase de mi cocina, monstruo. - dice blandiendo su improvisada arma ominosamente.

Dejas a la mujer sola, que parece abandonar la cocina con presteza en cuanto saltas.

En la lejanía de la biblioteca ves que Kurt sale al exterior y parece meditar por unos instantes hacia dónde ir. No crees que te haya visto, y no parece haber ni rastro de los médicos en la vecindad.