Partida Rol por web

Nada más levantarse se dio cuenta de que había dormido muy bien, normalmente no estaba acostumbrado a emociones tan fuertes como las del día anterior, nunca una araña había intentando comerle.

Inmediatamente intentó despertar a Treecko:

Vamos pequeño, tenemos que movernos, espero que hayas dormido tan bien como yo - le dije a su nuevo amigo que le había salvado el día anterior.

En el momento de marchar, sigue a Sylveon sin mencionar ninguna palabra, ya que todos habían sido capaces de realizar sus cometidos, con más o menos problemas excepto ellos, pero son las palabras de Sylveon las que finalmente le hacen hablar.

¿Spinarak? ¿Qué es eso? Simplemente puedo decir que tras subirme al árbol para coger alguno de los frutos, de pronto me vi envuelto en telarañas y una araña gigante sobre mí, mi compañero estuvo despistando a la araña hasta que finalmente llegaron Álex y Fletchmon, pero no había forma, seguía siendo más fuerte que nosotros, de pronto algo se iluminó y lo siguiente que recuerdo es ver ya a Treeckymon cambiado y luchando mano a mano. Eso sí, finalmente fuimos atacados por muchas de ellas que aparecieron de la nada y tuvimos que salir corriendo, así que deberíamos tener cuidado.

Nada más terminar, vio como la chica del pelo azul se golpeaba contra el árbol.

Mi madre, que golpe - dice acercándose rápidamente hacia donde se encuentra.

Vamos a apartara un poco, por si acaso, no queremos que sea un blanco fácil.

-Yo dormi de maravilla, gracias mi pequeña lindura.

Respondia así Elen a la pregunta de su compañera y amiga Flabébé. Mientras tocaba caminar con los demas en busca de ese arbol frutal que encontraron en la expedición fallida de viveres, el camino fue dificil, Sylveon iba como bólido y la escritora apenas si podia seguirle la marcha,-Los digimon's son criaturas sorprendentes, se mueve tan rapido despues de estar herida así el dia de ayer ¡¡¡¡No me lo puedo creer!!!!-Por supuesto Elen no podia sino maravillarse ante estos asombrosos seres, si esto la llenaba de asombro no queria pensar en las posibilidades que habia mas alla, sentia que su cabeza explotaba.

Ya enfrente del arbol frutal su compañera uso sus lianas para tratar de recoger algo de fruta, Elen tenia sus dudas, Sylveon habia dicho que el grupo expedicionario tuvo problemas con algo llamado "Spinarak" que parecia ser una especie de araña debido a las telarañas que cubrian el arbol. Preocupada se acerco a su Flabébé y le susurro:

-Por favor ten cuidado, no vayas a depertar a esos Spinarak.

El excavador iba contento con su querida compañera, solo desearia que Elhen no fuera tan rapida con sus largas piernas, a Trampich le costaba seguirle el paso y el hecho de tener patas cortas y hambre no le ayudaba.

Ya enfrente del arbol con la fruta Trapinch iba a decirle a su querida Elhen que se encargaria de los Spinarak que menciono Sylveon para que pudieran recoger la fruta que quisiera pero no se esperaba que su compañera se lanzara contra el arbol perdiendo el conocimiento, Trapinch corrio hacia ella muy asustado gritando aterrado su nombre, pero al verla inconciente se tranquilizo, no teniendo mas que hacer el excavador arrastro a su querida Elhen a un sitio mas seguro, ese golpe en el arbol podria alertar a los Spinarak y no queria que su compañera estuviera cerca cuando ellos atacaran, ya puesta en seguridad se acerco a Sylveon y le hablo en un tono que pudieran escuchar todos los presentes:

-Creo que deberiamos alejarnos Sylveon, el golpe que mi compañera le dio al arbol podria alertar a los Spinarak, si son muchos podria ser peligroso aún para mi.

Hecha la advertencia Trapinch esperaba la respuesta de Sylveon. En el peor escenario los Spinarak los atacarian y todos lo pasarian mal, pero Trapinch no tenia miedo, si habia que pelear el lo haria, de paso podria comerse a alguno, habia oido de otros digimon's que los Spinarak eran muy jugosos pero algo duros de la coraza, solo habia un modo de saberlo.

Nadaba, disfrutaba del silencio que ofrecían las profundidades marinas, mientras avistaba aquí o allá la diversa fauna y flora del lugar.
De pronto su pie quedo enredado en alguna  alga marina, ciertamente el alga mas filosa que hubiera visto en su vida, pues la tenue alarma de los nervios avizores que circundaban su tobillo le informaban al cerebro que rayos, la  condenada matita pinchaba.
Las laceraciones no eran cosa preocupante, pero si la súbita agitación  resultante, provocando que la boquilla del aparato de respiración escapara de su boca viéndose de pronto envuelta en un gorgojeo incesante de agua agolpada en su rostro y boca.
Coño, me voy a ahogar!
Pensó mientras abría los ojos y para su sorpresa ver que el azul del mar disminuia ante sus ojos tomando al forma de un cocodrilo que se alejaba dando brincos.
Face palm!.. Literalmente.
-Era un sueño. Murmuro Nagisa ya despierta algo aliviada incorporándose, de pronto al intentar apoyar el pie recordó el alga marina en su tobillo, no, huellas de dientecitos levemente marcando su piel.
-¿Tendré una evolución sadista entre manos? Se pregunto parpadeando algo estupefacta, pues ciertamente el antiguo Totomon no se comportaba así.
No quedaba de otra que seguir al grupo, a su paso, mientras Totodile la había dejado rezagada yendo a cubrir la avanzada.
Llegando casi de ultima adonde unos árboles enormes entorno sus ojos rasgados, prestando atención  a lo que se decía, unos querían alejarse tras el golpazo de una chica contra el tronco del árbol, otros insistían en la comida, la verdad no los culpaba su propio estomago rugía hambriento.

Ya iba a preguntar que eran esos Spinarax, sonaban peligrosos, pero pudo escuchar la informacion de Miguel.
-Pues si es comida agarremos lo que podamos pronto, necesitamos alimentarnos antes que lleguen esos Spinarax de los que hablan.

-Dormi lo mejor que pude Miguel gracias, para la proxima me colgare de un arbol, creo que estare mucho mas comodo.

Treecko estiro su cuerpecito, justamente como los gatos suelen hacerlo tras una siesta, asintiendo a las palabras de su compañero se puso de pie y se unió a la caravana tras Sylveon.
Siendo un digimon de pocas palabras se limitaba a observar los árboles, disfrutando de la compañia de su adorado Miguel. 
Callado continuaba hasta que llegaron al lugar donde el día anterior salvara la vida de su amigo, pero fallara en proveer comida para el resto de la compañía, y eso para Treecko era algo que debía remediar.
Dando algunos pasos hasta donde la chica peliazul se estampara contra el árbol acorta la distancia, pero pasa de la joven ignorándola completamente, simplemente extiende su bracito acariciando el tronco del árbol, como si fuera precisamente el árbol el que hubiera sufrido el mayor daño.
De reojo observa a la mujer en el suelo, mas vuelve a centrar su atención en el tronco, de alguna manera al acercarse mas al árbol y subir una patica, después la otra termina caminando en el tronco, verticalmente. Literalmente con la misma gracia que las lagartijas, pero en dos patas, cosa que a ciencia cierta no le era nada dificil en su nueva evolucion.
-Voy a buscar el desayuno. Sentencia al resto del grupo.
-Por favor estar atentos no sea que los Spinarax hayan sido alertados con el golpe o las voces. 

El chico de la chaqueta verde, demasiado absorto en sus pensamientos para percibir de forma clara todas los intercambios de palabras e ideas del grupo. Además, prefirió mantenerse un poco al margen, no se sentía del todo cómodo. ¿Y quién lo estaría después de despertar en un mundo completamente absurdo? Si hubiese tenido reservas ya se disiparon completamente. El escepticismo tenía un límite.

Parecía que todos, o prácticamente la mayoría se encontraba más que dispuesta a moverse, él no sería la excepción. - Lo del desayuno es buena idea, ¿pero qué hacemos después? - Con voz baja preguntó el joven con evidentes dudas.

¿Spinarak? ¿Cómo son? ¿Son agresivos? - Preguntó curioso, y poco después dedicó una mirada molesta a la computadora que con total posibilidad le faltaría más de un tornillo. Literalmente hablando. Una auténtica pena que no pudiese comprobar qué eran esas criaturas que habían mencionado.

Luego observó a su metálico amigo, o compañero, no lo sabía con certeza. - Vamos Magemite, no te alejes mucho. - Quería tenerlo cerca por diversas razones que no pensaba exponer. Klaus bostezó de forma perezosa, y siguió al resto de sus compañeros de dos piernas, o mejor dicho, "humanos".

Entre unas cosas y otras, y después de alguna cómica escena. La chica del pelo azul salió con efusividad, pero hacia al árbol con un no un resultado digamos positivo. - Ey, con calma. ¿Te has hecho daño? - El chico levantó una ceja y no aparentaba muy preocupado que digamos, sin embargo preguntó.

Miró hacia arriba del árbol, buscando las tentadoras frutas. - ¿Cómo vamos a cogerlas? Veamos. - Y de nuevo empezó hablar solo, con una mano rozando su mentón escasamente poblado por un fina capa de vello de color claro. 

Unos segundos más tarde que para algunos podría resultar una eternidad, habló de nuevo para exponer sus pensamientos. - A. Usar un palo o algo similar y golpear las frutas hasta provocar que caigan. Aunque eso podría atraer fauna no grata. - Hizo una pausa para pasar al la siguiente idea.  -B. Lanzar piedras para provocar un caso parecido al anterior. - Y de nuevo otra pausa. Tenía más ideas, si eran más o menos factibles ya era otra historia.

-C. Totodile podría conseguir lo mismo si lanzase agua con una determinada presión. -  Y una vez más, esta vez la última, un breve silencio - D. Campo magnético de Magnemite. Podría funcionar. Manipula hasta cierto punto la gravedad. Aparentemente. - Era la idea que más le satisfacía, con diferencia pese a que la anterior no le disgustaba.

Y tras sus últimas palabras, se calló dando por concluida su particular intervención. Un chico extraño de todos modos. Aunque eso, no era del todo malo, ¿cierto?

Contento, o eso aparentaba, el pequeño y azulado Sphemon sonreía y observaba a Bran con ojos brillantes. - Claro. Fue tranquila. - Y para él, también agradable, ya que por primera vez había dormido con quién su sueño se convirtió en una realidad sin importar las circunstancias no muy favorables.

Dio unos cuantos brincos en el suelo. Parecía motivado por alguna razón. - Vamos Bran, tenemos cosas que hacer. - Eso creyó. Si habían venido hasta aquí, tendrían cosas que hacer pese a que tampoco quería pensar demasiado en ello. No lo entendía. Y además, le bastaba con estar cerca de su compañero.

Bran había tardado en dormirse, por lo que ese día estaba más perezoso que el resto de sus compañeros pero fue la alegría de Sphemon dando saltitos a su lado, el que hizo que finalmente terminara de levantarse:

Hola pequeño, buenos días.

Tomó a Sphemon entre sus manos y comenzó a seguir a Sylveon como el resto. Aunque se había pasado casi toda la noche pensando, cada palabra de Sylveon le era más misteriosa que la anterior, pero cada poco tiempo el rugir de su estómago hacía que volviera al mundo real. Así siguió hasta que vio la fruta colgada del árbol.

Me comería toda la fruta sin dudar, que hambre tengo.

Muchos fueron los que propusieron ideas, aunque no veía nada claro ninguna de ellas, principalmente por esos digimons llamados Spinaraks que al parecer se trataban de arañas.

Deberíamos lo más silenciosos posibles para no alertar al resto

Entonces... -concluyó Fennekin tras escuchar a su compañera- ¡Nosotros somos un átomo!

Afirmó con cierto orgullo en su voz. Estaba alegre por haber comprendido lo que decía. Y ahora que sabía cómo llamarlo se lo apropiaría como algo de ellas.

Frunció el ceño cuando hablaban de cómo conseguir la comida. Quizá en eso no podría ayudar pero...

Si aparecen Spinaraks puedo pasarlos por las Ascuas.

Comentó, deseando poder ser útil para su compañera. Se puso al lado de la misma, por si tenía algún problema mientras socorría a la peliazul.

Los frutos que yo encontré estaban un poco más a la derecha, pero si podemos tomar estos con cautela, podremos comer.

Dijo tras llegar al lugar de destino. Pero el golpetazo que resonó hizo que se preocupase por la chica y se acercase a ella.

El entusiasmo es bueno pero darle cabezazos a los árboles no.

Se permitió bromear, para saber si al menos la chica mantenía bien la coherencia tras el golpe o tendrían que esperar unos minutos. Miró hacia el árbol, atento a la posible aparición de Spinaraks.

Flotó al lado de su compañero con calma por todo el camino, sin mucho que añadir más allá de un sencillo bien o gracias a los comentarios de su compañero, se le veía realmente lento.

Podría cogerlozz pero quedan pocazz energíazz...

Zumbó algo lento. No obstante, se esforzaría al máximo por su compañero. Tan sólo añadió:

Creo recordar que lozz zzpinarakzz zzon nocturnozz...

No obstante no estaba muy seguro de si aquello era una realidad o un deseo.

Flabébé soltó su látigo cepa y tranquilamente fue soltando y bajando alguno de los frutos de aquel árbol, de hecho fue la única que pudo dar un bocado a algo antes de que su enredadera se quedara pegada a algo, como si algo invisible la hubiera atrapado. Sin duda la vibración que había provocado Elhena en el árbol tampoco iba a ser algo beneficioso para el grupo, pues tal y como había avisado Sylveon, ese lugar había estado plagado de Spinaraks la noche anterior. 

Trapinch avisó a Sylveon sobre lo peligroso que podía resultar todo aquello, y sin duda tenía razón. De repente, un montón de telarañas vinieron del árbol que habían golpeado. Chorros y chorros de seda fueron a parar directamente a Sylveon, sin duda aquellos insectos sabían cuál era el enemigo más grande y por tanto del que más partido sacarían. En un momento, el guía de los aventureros se había visto envuelto en un gigantesco capullo sin poder hacer nada por evitarlo. ¡Aquel digimon estaba gafado, siempre le pasaba de todo!

Cuando mirasteis hacia el árbol, al menos una docena de arañas de colores verdes, negros y amarillos e incluso otros digimons con aspecto de insectos habían hecho aparición. Sus cuerpos verdosos se habían camuflado con el entorno y ahora estaban preparando sus bocas para escupir de nuevo sus telarañas. ¡Volvían a estar en peligckoro!

Por suerte Treecko se había escondido en el mismo árbol y era el único que no estaba siendo atacado por aquellos digimons insectos.

Puede hacer redes muy difíciles de romper, lo que constituye su principal arma, ya que son pegajosas y a los Pokémon les resulta difícil salir de ellas, también puede ser considerado un canal directo a su sistema nervioso, debido a que puede determinar que tipo de presa esta en su telaraña solo por las vibraciones que siente a través de los hilos de su tejido, puede lanzar hilos desde su boca con gran puntería. También las usa como medio de transporte a modo de lianas y así pasar de árbol en árbol.

¡Aaah! gritó Totodile, abriendo sus fauces con furia. Los tenían rodeados y apunto de volver a atacar. Y, aunque ellos podían liberarse de las telas de araña de los spinarak, dudaba mucho que los humanos poseyeran dientes o garras suficientemente poderosas para soltarse.

¡Rodead a los humanos, no dejéis que se acerquen! ¡Atacad, atacad, atacad! gritó Totodile, dándo órdenes y colocándose delante de Nagisa. ¡No la tocarán! pensó, viendo a todos los enemigos que tenía frente a él.

¡VAMOS! gritó, dando un pequeño salto y tomando aire al mismo tiempo. Si las arañas querían chorros, tendrían chorros.

Cuando sintió algo pegajoso y algo mojado tocarle la cara, Elhena recuperó la conciencia. Un escalofrío le recorrió la espalda mientras se quitaba con la mano la tela de araña. Abrió la boca lentamiente mirando alrededor.

Arañas, arañas por todos lados. Y, de pronto, sintió la dificultad de la situación. Bueno, de pronto no, cuando vio cómo a Sylveon le envolvían.

¡Oh, Sylveon! gritó, y se lanzó corriendo a ayudarle. Intentó arrancarle la tela de araña con las manos, pero sólo conseguía pegarse más y más.

¡Trapinch! ¿Quién son? ¿Y por qué nos atacan?

Lo que Tapinch temia se habia vuelto verdad, los Spinarak reaccionaron a la invasión a su propiedad y temia que su compañera tuviera la culpa. Ante la subita reacción de su compañera Elhen el excavador la jalo de la ropa en un intento de alejarla del capullo que era Sylveon, luego le respondio:

-Esos son Spinarak's, son digimon's muy territoriales y parece que no les gusto que nos metieramos a sus dominios para tomar fruta de su arbol.-dicho esto alejo a su querida Elhen del capullo de Sylveon y le replico-Cubrete Elhen, ya podremos salvarlo cuando venzamos a estos bichos, hasta entonces mantente alejada de las telarañas.

Respondida la pregunta Trapich se puso adelante de Elhen y dijo a las arañas:

-No debieron hacer eso, ahora sabran lo que significa la palabra dolor.........

Dicho esto Trapinch usando sus poderosas fauces ataco a uno de esos molestos Spinarak, ahora mismo no estaba de animos para soportarlos por lo que esta mordida iba a ser con todas sus fuerzas, ese arbusto con leanas deberia estar agradecido, no conocia lo terribles que podian ser las mordidas de un Trapinch, terriblemente trituradoras.

Elen al ver su pequeña amiga siendo pescada de su enredadera se asusto a horrores y lo peor era que los responsables eran un monton de arañas gigantes o Spinarak's según Sylveon. En un intento por ayudar a Flabébé la escritora fue hacia ella y jalo hacia atras en un intento de liberarla de esa pegasoja situación.

-¡¡¡No te preocupes, yo voy a sacarte de ahí, solo aguanta Flabébé!!!

Sin duda sabia de los riesgos, sabia que podia quedar atascada por la siguiente rafaga de telarañas pero no le importaba en absoluto, si algo que Elen no haria seria sin duda abandonar a una amiga y mas si esta es una hada digimon.

Ivan desperto con los primeros rayos del Sol, sin duda alguna madrugar era una de sus especialidades y tras la invitación de Sylveon a buscar comida su humor no podía estar mejor muy a pesar del hambre, se movió rápidamente para no perder el ritmo y así lograr alcanzar su merecido desayuno.

Luego aparecieron sin más ni más spinaracs de los arboles donde estaba nuestra comida, sin duda la mañana empezaba tan caliente como el mismo Sol...

Qué feliz se sentía la digimon, pues, poco a poco, iba cogiendo frutas por un lado, y por otro, dejándolas en el suelo con suavidad, para que no se estropearan, ni perdieran su forma tan suave.

A medida que iba bajando la fruta, sentía en su interior un vacío enorme, y el rugido de unas tripas hambrientas le hizo preguntarse si aquel ruido tan bestia lo producía algo tan pequeño.

Sin embargo, cuando ya pensaba en bajar las últimas frutas, se dio cuenta de que algo iba mal, pues no podía soltarse del árbol. Extrañada, miró a un lado y a otro, y miró a Elen, algo curiosa.

—Qué raro— dijo, sonriente, tratando de tirar fuerte, pero veía que no surtía efecto.

Siguió sonriendo hasta que su media luna se congeló en su boca: Sylveon estaba siendo atacado sin piedad. Y por más que Flabébé quisiera ayudarlo, su látigo cepa estaba enganchado, y apenas podía hacer nada más que agitarse como un pez fuera del agua.

—¡No, Elen!— gritó Flabébé al ver que su humana venía para ayudarla—. ¡No te arriesgues, es peligroso!

De nuevo, había resultado ser lastre. No podía ayudarla sin tener que poner a Elen en peligro. Se enfadó mucho consigo misma, y agitó su flor para hacer fuerza, y obligar a que la enredadera se cortara, o se despegara o lo que fuera con tal de salir de allí, y que Elen pudiera ponerse a cubierto.

—¡Elen!— gritó la digimon, algo asustada—. ¡Ten cuidado!

Comprobó que la chica de pelo azul estuviera bien, y sonrió al ver que podía moverse, y que el golpe no era tan grave como parecía en un primer momento.

Al ver que se acercaba más gente hacia ella, y preguntar si estaba bien, Fénix se levantó, mirando a Fennekin, divertida, y lo llamó:

—Ven, átomo— dijo, riendo, observando por el rabillo del ojo cómo el digimon posado sobre una flor cogía la fruta del árbol, y la iba posando en el suelo.

Hambrienta, se abalanzó sobre una pieza, y la mordió, cerrando los ojos, y notando el sabor dulzón. Realmente, parecía que allí todo sabía mucho mejor… O pudiera ser que, en realidad, el buen sabor se debiera a que hacía un día que no se llevaba nada al estómago. Fuera lo que fuese, la cuestión era que estaba delicioso.

Sin embargo, todo acabó rápido, pues aparecieron de la nada un montón de arañas digimons. Fénix se quedó congelada donde estaba, y vigiló que Fennekin estuviera cerca. Temiendo por él, trató de ponerse delante de él para que no se fijaran en el pequeño, y pudieran llegar a hacerle daño.

Cuando las telarañas salieron, y Slyveon se encontró metido en un capullo de seda, la muchacha gritó de manera ahogada sin poder creerse lo que estaba pasando.

—¡Cuidado!— gritó a todo el que estuviera dispuesto a escucharla—. ¡Van a volver a atacar!

No sabía dónde meterse, pues todos los árboles estaban infestados de aquellos bichos horribles.

Estaban totalmente rodeados.