Partida Rol por web

Gabrielle sintió un alivio que iba más allá de la sensación que la había embargado antes.

«¿Cómo has hecho eso? Me encuentro fenomenal de repente. No sabía que podías curar.»

Astucia parecía un poco dubitativo al principio, como si no estuviera seguro de haberse metido donde no le llamaban o algo así, aunque en cuanto te sentiste más aliviada pareció notarlo puesto que el atisbo de duda disminuyó.

«Al igual que... la presencia del aura de un demonio provoca miedo, dolor y desesperación. La de un espíritu provoca justo lo contrario»

Te habías sentido más tranquila, el malestar se había esfumado y tus nervios también. Era una descripción exacta, de hecho, parecía que hasta afectaba a Lynn porque la clériga también parecía menos inquieta.

Caiste también en la cuenta de una cosa: Para que el aura de una entidad del Velo se manifestara, tenía que estar muy cerca del mundo material. En el caso de Astucia, debía haberse "asomado" como las anteriores veces. Solo que esta era la primera que lo hacía sin que lo llamase antes.

«¿Has... venido a verme?» le preguntó Gabby, engolosinada como una niña que pillara a sus padres observándola coser cuando ya le había cogido el tranquillo.

«Es el vínculo» respondió el espíritu en algo que no estaba muy claro si era una disculpa o una explicación natural «Puedo saber lo que tú sientes, y te estabas sintiendo tan mal que... »

Gabrielle pareció repentinamente remitir en malestar tras las primeras arcadas, como si tras ello se sintiera mejor. Lynn se percató y le dió unas palmaditas suaves en la espalda, inclinándose ligeramente puesto que ella estaba de pie.

—¿Te encuentras mejor, Gabby?

«Gracias» contestó Gabby antes de volver al "mundo real".

—Sí —suspiró Gabby—, me siento mucho mejor.

Al menos hasta que hablase con su hermano. Podía oler la tormenta en el aire.

Derek esperó hasta que Lynn los dejó solos para acercarse de nuevo a su hermana. La miró disgustado y meneó la cabeza.

-Tenías razón. Se podía hacer algo bueno y lo has hecho. Eso... eso está muy bien, Gabrielle. No esperaba menos de ti. -Derek suspiró, triste-. Pero no puedes hacer siempre lo que creas que es correcto, por muy bonito que sea. Esos qunari podrían haberte... -Arrancado la cabeza, retorcido su columna, violado su cuerpo estertóreo- ...matado... Yo sólo me preocupo por ti y por tu bien. Lo sabes, ¿verdad?

Lynn había esperado a que le confirmases que podía antes de irse. Cuando lo hiciste, la clériga asintió no con mucho entusiasmo y volvió a la carreta.

Astucia se quedó en silencio y sentiste que su presencia se atenuaba, como quien se apretuja contra una pared ante la perspectiva de que otra persona que viene de frente pase por su mismo camino o algo así. No obstante, no llegó a desaparecer.

Por lo visto la presencia de Lynn no lo incomodaba, pero la de Derek todavía le debía resultar extraña.

El Tal'vashoth miró a Dreren como si no supiera en qué idioma acababa de hablarle.

—¿Qué clase de bárbaro descerebrado aparento ser?

Lejos de parecer ofendida, su voz sonó totalmente neutra. Ignoró la charla con los guardias y sin agradecer, preguntar o decir nada más, simplemente empezó a caminar en dirección a Lothering. Sin prisa pero sin pausa, como si ya todo estuviese hablado o simplemente no hubiera estado a punto de morir.

—No todos, por suerte... —suspiró el guardia del bigote mientras su compañero veía largarse al gigante entre curioso y perplejo—. Aunque tampoco hay tiempo de aburrirse.

Ambos entonces hicieron un saludo entre formal y militar, ajustándose la visera del casco.

—Agradecemos de nuevo su ayuda, messeres. Si no desean nada más, nosotros debemos continuar nuestra guardia. Viajen con cuidado y que el Hacedor les sonría.

Si nadie les solicitaba nada más, marcharían por la dirección por la que la carreta había venido.

En ese momento también Lynn apareció de la linde el camino. Se había marchado con Gabrielle hacia una zona de matorrales que crecían en torno a un roble seco pero venía sola, de modo que debía haber dejado a los hermanos juntos.

Llegó junto a la carreta y se apoyó en ella de espaldas, soltando un suspiro algo fastidiado.

Gabby se quedó un momento en silencio.

—Lo sé, y te lo agradezco. Pero... ¿sabes que es lo más maravilloso de los milagros? —le preguntó a su hermano, pero no le dejó tiempo para contestar, porque añadió con una sonrisa—: ¡que ocurren! A veces no es el desafío lo que define quienes somos ni qué somos capaces de ser, sino la forma cómo afrontamos ese desafío.

Se colgó de su brazo alegremente.

—¡Soy una maga, Derek! Y tú, un templario. Somos individuos excepcionales y tenemos la responsabilidad moral de hacer de Thedas un mundo mejor. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?

- ¡Eh, eh, espera! ¿Dónde vas? - Dreren solía ser más calmado, calculador, metódico, pero la marcha del qunari le hizo plantearse la cuestión que había dirigido a los guardias. Era evidente que los qunari eran algo más observadores de lo que aparentaban...

 El comentario sobre su arma y su actitud no fue muy acertado, pero quizás pudiese ayudarle para comprender a la mayoría de personas que caminaban sobre el esqueleto que había dejado la Ruina, sobre Ferelden.

 - ¿Tu has visto a alguien así? - Se señaló la capucha - Ya sabes, con aspecto de mago, pelirroja, una mujer humana.

 Dreren movía las manos para expresarse y wish comenzaba a marearse de tanto movimiento, además sentía el corazón de Dreren latiendo a un ritmo poco habitual, la ranita sabía bien porqué, aunque podría achacarse a la presencia del qunari, siempre imponente.

 Para el mago no pasó desapercivida la presencia de Lynn, no la dejaría a solas mucho tiempo.

El Tal'vashoth se detuvo y observó a Dreren largamente.

—Voy adonde me conduzcan mis pasos—respondió encogiéndose de hombros tan ligeramente que cualquiera diría que tenía los brazos de plomo. Su voz sonaba como si el mago acabase de preguntarle una cosa que le resultara evidente o algo así—. Allí estará mi destino.

Frunció entonces el ceño con gesto meditativo cuando le hizo la pregunta, realmente los qunari debían ser observadores... o al menos para las cosas que consideraban susceptibles de ser observadas. Ya fuera por interés o peligrosidad.

—Hace unas lunas mi Karasaad estuvo en un pueblo destruido cerca de aquí—meditó—. Vi a una Bas Serabaas con el cabello rojo. Era llamativa, siempre lo sois.

Gruñó bufando ligeramente por la nariz.

—Pero no sé más. Luego nos fuimos.

- ¿Te refieres a Lothering?

 No conocía muchas más poblaciones, aunque si tenían que guiarse porque estaba arrasada, simplemente el cometido era demasiado amplio como para encontrar un nombre, una ubicación sin más indicaciones.

 Dreren sacudió la cabeza ante su primera respuesta, no era una pregunta que mereciese respuesta, sólo quería llamar su atención. Eran criaturas ingenuas los qunari, a su manera...o quizás sólo aparentaban serlo y ese era el peligro del contacto entre sus culturas. La literalidad.

 - Está bien, amigo.

 Que el camino te sea propicio. - Asintió pero...no estaba contento, más bien serio y frustrado.

 Miró a Sion un instante, sin expresión alguna, sin mensaje en su mirada o su semblante y caminó dandole la espalda al qunari, que ya se alejaba, para acercarse a la hermana de la capilla.

Demasiada ventaja...

 Pensaba, castigandose.

- ¿Va todo bien?

 Preguntó, armónico, Dreren dirigiendose al lugar en el que se encontraba Lynn, se apoyaría como ella, a su lado, cruzandose de brazos.

 Wish dedicaría un saludo con un parpadeo largo, esperando quizás que la clériga llevase su mano hasta el cuello de Dreren con la excusa de acariciarle la cabecita. Sino, tendría que ingeniarselas. Había olvidado por completo que keefles rondaba cerca.

 - Hiciste un buen trabajo hoy.

 Es un alivio tener a alguien sensato cerca.

 Hizo una mueca mirando a su alrededor. Sin duda se refería al templario y a Sion, había sido una locura ser tan....sinceros con los qunari, y más, delante de Gabrielle y Lynn. Por lo menos, no usaban aquella hipocresía tan típica, esa de tener una moral superior, de ser perfectos.

 Era el primer momento para relajarse en muchas horas, y Dreren parecía hasta dispuesto a aprovecharlo a pesar de la ventaja que les llevaban.

 No quería parecer inhumano haciendo que Gabrielle comenzase a viajar aún con el estómago revuelto, si se trataba de eso y no de una excusa de niña pequeña...

Derek apretó los labios.

-Gabby, mi única responsabilidad es para contigo. Lo he dejado por ti. Sin mirar atrás, sin dudar. Y no me importa. Si pudiera ser mago, lo sería, daría lo que fuese por poder acompañarte a la Torre y hacer lo mismo que tú. Pero no puedo. Lo único que sé hacer es defender a los magos. -Al menos tal y como él lo había querido entender-. Lo único que quiero hacer es defenderte, y haré eso el resto de mi vida porque es lo que deseo. Lo que estoy pidiendo es que tengas cuidado. Si a ti te pasara algo... Sólo piensa antes de actuar. Tú eres la razón por la que el Hacedor me puso en esta tierra y te protegeré con mi vida, pero procura evitar el peligro. Por muy bonitos que sean los milagros.

Gabby parpadeó confusa y durante unos momentos no fue capaz de responder.

—¡Anda ya! No digas eso —la rotundidad con que había hablado Derek la había aturrullado, y en parte, asustado—. Yo no quiero que renuncies a nada por mi. Quiero que tengas tu propia vida y que seas feliz. 

Gabby se colocó un mechón rebelde tras la oreja.

—Ya no soy una cría. No me vas a poder proteger siempre.

-Podré -insistió Derek-. Es para lo que me he entrenado todos estos años. Pero no te preocupes, Gabby, soy feliz. Seré feliz si tú eres feliz y estás bien, y eso será sólo si tienes más cuidado, ¿entendido? No hagas que todo lo que he hecho sea en vano.

El tono del templario era afectuoso y suave, el tipo de miel que sabía derramar cuando lo necesitaba. Manipular a Gabrielle no le agradaba, pero sabía que su hermana a veces se pasaba de soñadora y no se paraba a pensar en las consecuencias de sus actos. Todo lo que hacía era por ella. Igual que con ese Medwin...