Partida Rol por web

Gracias.

Les digo, instantes antes de tomarle el segundito que les había pedido. Tenía el de ella, y de él también, ya me lo había dado anteriormente.

Es entonces cuando el tiempo parece ralentizarse un poco a nuestro alrededor, como si estuviésemos al margen del paso del tiempo. Miro a uno y a otro.

Tu padre, Inoa, tenía muchos amigos y enemigos. Muchos y poderosos. Y tú tienes algo que ellos quieren.

Están pasando cosas... cosas difíciles de explicar, pero algunas entidades cósmicas están involucradas y enfadadas y van a tomar, entre otras, esta ciudad como si fuese su tablero de ajedrez. Ya hay algunas piezas en movimiento... -miro y sonrío a Rick- Algunas no tenemos muchas piezas, pero Abuela siempre decía que era mejor pocos y bien avenidos. Y es una mujer muy sabia.

Asiento con firmeza para remarcar mis propias palabras.

Yo quiero protegerte, hasta que tomes la Decisión. No te olvides, por mucho que algunos intenten presionarte, que eres tú quien debe tomar la decisión final, mujer del ojo blanco.

El hechizo que te esconde se irá debilitando a medida que ganes poder y llegará un momento en el que no podrás evitar tu destino.

Dicho esto, un nuevo cruce de miradas con mi paladín. Estoy hablando de protegerla, pero quien lo hará de verdad será mi paladín, aunque sea con mi ayuda.

Finalmente, tras varias horas, ya es la tarde bien entrada.

Tenéis que poner vuestras investigaciones en común, buscar puntos de vista.

La visita a la morgue ha sido más productiva de lo que parecía en un principio, así como lo personal que puede llegar a ser para vosotros.

Por su lado, tras una frustrante investigación, al fin Seth ha podido encontrar respuestas.

Pero sólo hay una pregunta... ¿dónde?

Una larga hora entre preguntas y movimientos, con una Lindsey a la que se le notaba no demasiado cómoda en el lugar y lo que hizo que algún policía se acercase a preguntar por vete a saber qué. Por fortuna parece desenvolverse bien, mejor de lo que cabría esperar.

Es entonces cuando las chicas obtienen la información que buscaban: ataques de animales. Y no parecen demasiado frecuentes en la Ciudad, al menos en la superficie. Sin embargo sí que parecen bastante más frecuentes en la subciudad o en las afueras, en la parte del bosque.

Por su lado, Lindsey parece haber comprendido un poco cómo funciona esto y parece un poco aliviada por la información.

Estáis en algún bar cercano, tomando una cerveza.

Cada uno de vosotros tiene un problema grave entre manos, un mal presentimiento... y sin embargo, de algún modo, sentís que es posible que sean dos caminos separados, salvo que hagáis algo por ello.

El galán tenía una cita en unas horas. La voluntaria en poco más de una hora, y algo lejos.

Pero había cierta... conexión, inexplicable. Lo gritaba vuestro instinto, aquel que os había mantenido vivos en la ciudad: la otra persona estaba en un peligro similar al vuestro.

Ahora bien, el cómo afrontarlo, el cómo hablar de ello o no hacerlo, ya era cosa vuestra.

Se quedó petrificada con la demostración.

Si, desde luego ahora sí que necesitaría algo fuerte. Mira de reojo a Rick. Casi había deseado que hablase antes que ella, pero al parecer se lo tomaba con calma. Probablemente no era la primera vez que veía aquello.

Contiene la respiración mientras lo irreal se reía en su maldita cara. Un clavo ardiendo. Y un cuerno. Todo aquello era... una maldita locura, eso es lo que era. Y era real. Ciega. La gente está ciega. Ella también lo estaba ¿O había estado? Seguía, seguía estándolo. Sólo había atisbado una maldita rendija de realidad y ya estaba templando, con pensamientos que barrían todo el espectro de torres derrumbándose y hombrecillos verdes escondiendo oro a final de un apestoso arcoiris.

Cierra los puños con fuerza. Tanta, que las uñas se le clavaron en las palmas. Seguía allí. Y eso era real. No se había ido a ninguna parte. Necesitaba agarrarse a algo, y lo primero que le vino a lamente era ella misma. Le apetecía una bebida fuerte. Mira de reojo a la barra. Pero claro... Encerrados en aquel "segundito" eterno (jodido sentido del humor el de la chiquilla) sería difícil acercarse a la barra para pedir un ron blanco o un tequila.

- A ver que me aclare - Logra articular cuando el mareo remite.- Entidades cósmicas enfadadas, la ciudad como tablero de ajedrez y que yo tengo algo que ellos quieren. - Hace una pausa. - Y tu... Niña... eres una de esas entidades. - Mira a Rick - Y tu eres su pieza.

Tiembla - ¿Qué es lo que no me estás contando? ¿Qué hechizo me esconde? ¡Pero si ya ni sé cuantas veces he podido morir solo en dos días! ¿Y qué demonios sacas tú de todo esto?

Pero por encima de todo... ¡¿Qué maldita decisión tengo que tomar?!

La visita de la morgue había sido negativa y positiva en partes iguales. Por un lado habíamos descubierto más de lo que pensábamos, siendo productivo ver el cadáver y descubriendo un lado ciertamente morboso que desconocía, sin embargo el hecho de saber que de algún modo podría estar inmiscuida con todo el caso sólo habían escrito más preguntas a la larga lista.

Por eso propuse mi casa como punto de encuentro, esperando descansar en un lugar tranquilo donde estuviera a gusto, comprobar que todo estaba tal y como lo dejé y, por qué desmentirlo, quitarme los malditos tacones.

Le di mi dirección a Frank para que pudiera mandársela a Seth mientras le guiaba por las calles, conduciendo él. Al vivir en el centro el aparcamiento costó un poco más de la cuenta, varias vueltas al mismo lado con ojo avizor de cualquier movimiento dentro de los vehículos hasta que, por fin, pudimos encontrar uno medianamente cerca.

- ¿Le pusiste bien la dirección? Puedo ir a recogerle.- Sonreí mientras me paraba frente al portal, rebuscando en el bolso las llaves con el tacto y sacando al rato una bolsita con chuches, el bloc de notas y por fin las llaves.

Dejé que entrara primero, subiendo los escalones y deteniéndome antes en el casillero de las cartas, cogiendo las que correspondían a mi vivienda sin comprobar de qué eran, dejándolas en la mano mientras le conducía al ascensor.

- Vivo arriba. Buhardilla.- Cerré la puerta del ascensor y pulsé el botón cuando me di cuenta de lo incómodo de la situación. Me daba vergüenza mirarle en ese espacio tan reducido lleno de espejos, obligándome a mantener la vista al frente y pegándome al lado contrario donde estuviera él, notando que la diablesa que había en mí me gritaba que parara el ascensor y le besara ahí mismo. Apreté las cartas, más para controlar las manos que para evitar que se cayeran.

Incontables segundos donde carraspeaba la garganta, me rascaba el cuello o repasaba los números de los pisos con la mirada hasta que se detuvo en mi planta, saliendo prácticamente disparada del ascensor y la erótica tentación.

- Es aquí.- Prácticamente corrí hacia la puerta, una repentina prisa por alejarme de esa caldera y entrar en casa.

Entreabrí un poco para poder ojear levemente y ver que todo estaba igual de impoluto que lo dejé, respirando aliviada antes de entrar del todo. El piso era pequeño, lo suficiente para poder vivir sola y tener todo lo necesario. Además, era artista, no podía permitirme algo de más calibre en el centro sin hipotecar mi cuerpo. Uhm, tentador.

Me coloqué en el centro y empecé a señalar después de dejar el bolso sobre el sofá y las cartas sobre la mesa.

- No es gran cosa, pero tiene mucha luz natural.- Señalé las ventanas, rodeando casi toda la habitación.- Ahí está la cocina, sírvete lo que quieras.- Señalé a un rincón, donde podía verse la encimera un bote rojo con dibujos de gatitos persas que contenía varios tipos de chuches, los mismos que había comido un par de veces a lo largo de la mañana a modo aperitivo.- Esa habitación es mi estudio de dibujo, al lado el baño, y arriba mi habitación.- Miré las escaleras y al piso de arriba, donde una especie de mampara semi transparente dejaba entrever la cama.- Ahora si me permites me gustaría cambiarme, esto de llevar tacones es agotador.- Una broma señalando los zapatos mientras subía un par de escaleras y escuchaba, a la vez, el timbre sonar.- Debe ser Seth, ¿abres tú? ¡Gracias! – Terminé de subir un par de escalones dejando que Frank se las apañara unos minutos como anfitrión provisional mientras me cambiaba, queriendo despojarme de la incomodidad del vestido y los zapatos. Aunque eran monos, no iban para nada conmigo.

Al quitarme los zapatos, como si estuviera sola en casa, solté un gritito casi orgásmico sin darme cuenta del volumen, apartándolos a un lado de la habitación, para comenzar a desvestirme y cambiarme.

-No hay nada - Dije apesadumbrada mientras estabamos sentados en un bar de la zona - Los ataques más frecuentes son cerca del bosque pero... ¿Las direcciones que tenemos donde están? - Saqué el movil, el único aparato que tenía encima con mapa para comprobar con Lindsey las direcciones. Por un momento incluso se me olvidó Anthony.

-Oh perdon. Muchas gracias por ayudarnos. A esta invitamos nosotras. - Le tocaba a Lindsey, yo ya pagué las pizzas. - Aunque no nos ha aclarado nada de lo que queriamos averiguar... - Miré entonces a Lindsey preguntando con la mirada si podía decirselo para que pudiera tratar de ayudarnos. ¿Quién sabe? Igual necesitamos la vista de alguien más

Ni siquiera tenía muy claro porqué había accedido a ayudarlas. ¿Qué pintaba yo volviendo a entrar en la comisaría?

Pero lo hice. Y me quedé mientras les daban la información. E incluso les ofrecí tomar algo cuando terminamos

"Vale, si hasta ahora no creían que quisiera ligar, me temo que ya deben estar pensándolo" pienso sentado en el bar donde estamos ahora tomando algo

Aprovecho para mis reflexiones mientras ellas comprueban direcciones en el móvil.

"Todo el día, he perdido todo el día. ¡Maldita Erika Mattesen!"

Saco el móvil y compruebo que no tengo llamadas de Kendal. "¡Joder! Normalmente los clientes a los que dejas plantado o te dejan plantado, al menos escriben para pedir perdón o llamarte hijoputa" Empiezo a estar preocupado por esa chica. Le escribo un mensaje puesto que tengo su número. Algo sencillo, sólo por salir de la duda

¿Todo bien? Te fuiste justo antes de que llegase

-De nada, ha sido un placer- le respondo a Melisa alzando la mirada -Entiendo que a la gente no le guste un sitio como una comisaría, así que...- Me encojo de hombros como dando a entender que el resto de la frase es obvio -Bueno, no sé qué necesitabais pero si es un tema de ataques de animales igual podeis probar en algún sitio más que ne la Comisaría. Es decir, supongo que denuncias hay cuando se puede conseguir algo pero si te muerde un perro y le pegas un tiro o lo mueles a golpes con un bate ¿irías a denunciar? Quizás podrías preguntar en la consejería de Salud por solicitudes de retirada de animales muertos- Les propongo aún sin tener muy claro qué es lo que buscan.

Mas o menos -río tras el resumen-. Pero yo no soy una entidad cósmica enfada. Sólo soy... Niña.

Le sonrío dulcemente. Miro a mi caballero, quien está callado y entonces vuelvo a mirar a la mujer del ojo blanco, en verdad quiere respuestas y resoplo por la nariz.

No tengo todas las respuestas... y no puedo darte todas las que tengo, o puede que alguna de esos amigos de tu padre se enfade conmigo -niego con la cabeza, dándole énfasis a mis palabras mientras el cabello vuela de lado a lado-. Alguien, diría que un demonio a judgar por el olor, te puso un hechizo para ocultarte. Ese hechizo se alimenta de tu incredulidad. ¿Acaso no ha sido desde que tu ojo ha despertado que la situación se ha vuelto más... complicada?

Pregunto, tratando explicar la situación en la que se encuentra. No es agradable, pero no siempre tenemos lo que deseamos.

No sé bien de qué consta la decisión, pero sé que está relacionada con los amigos y enemigos de tu padre, y sus deudas.

Al ver cómo está temblando, le acerco mi chocolate.

Toma un poco.

Sonrío con dulzura.

Areitz sigue limpiando algún vaso tras la barra, como si esto no fuese con él en absoluto. Ni siquiera ese segundillo eterno. Aunque en algún momento jurarías que lanza una mirada en vuestra dirección. ¿Quizá se haya dado cuenta?

Además... hay algo. Tal vez, si te esforzases... podrías Verlo. Pero ¿quieres? ¿crees que puedes?

Sientes un frío atenazador.

¿Quién es ella? ¿Por qué tú?

¿Y qué tiene que ver tu hermana en todo esto?

Mierda...

Subes arriba y te libras de los tacones. La sensación es casi orgásmica. No llega a compararse con comer chuches, pero se queda cerca.

Hay una carta, entre las que te han mandado, que tiene una esquina manchada de rojo. Un rojo carmesí muy marcado. Un rojo que no te habías dado cuenta hasta ahora, más calmada, pero aún parece húmedo.

Has ido a la casa de Bree.

Su gritito te hace plantearte girarte a mirarte, pues el cristal permite ver bastante de su habitación desde el exterior.

Pero cuando estás descolgando lo notas: te está temblando la mano. Tienes el pulso acelerado y casi te falta la respiración. Tienes un mal presentimiento.

Te han dado una dirección.

Has tenido que salir de tu casa.

Algo te aprieta en el pecho cuando llegas. Tienes una sensación extraña, la sensación de que alguien te vigila. Has tocado ya el piso pero tu sensación sigue acechando desde tu nuca, soplándote un aliento gélido.

¿Qué podría ser?

Intento comprender, de modo que Si, por supuesto que quiero verlo.

A medias.

Medio protesto ante la insistencia de mi amiga de que invite yo. Una cosa era lo del medio día, y otra cosa esto. No obstante le sonrío, más aún cuando con la mirada me pide permiso. Es entonces cuando entrelazo los dedos y apoyo mi mentón sobre ellos para observar los ojos del hombre.

Habían varias cosas claras, y la principal es que este no era un viejo cualquiera.

Como quieras -concedo al final, pero en mis ojos un deje de advertencia antes de echarme hacia atrás en la silla apoyando toda la espalda-. Es algo complicado, pero seguro que Melisa lo explicará bien.

Media sonrisa, no muy segura de qué iba a pasar ahora.

Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

¿Cierto?

Tú sabías muchas cosas. Y sabías que en esta ciudad las cosas no pasaban por que sí. De algún modo lo que fuese que les pasaba a estas chicas estaba ligado a lo que te estaba pasando a tí.

¿Quizá también estaban siendo presas de la mujer? ¿Quizá tenían alguna pista?

No sabrías decirlo.

No tiene mucho sentido.

Hay algo más.

Pero parece que hay demasiadas cosas y tus sentidos están un poco embotados.

Huele demasiado a ¿mariposas? Es verdad. Llevas con ese olor detrás desde el metro. ¿De dónde viene?

Frank se adentró en el departamento y se vió sorprendido por un lugar de muy marcado orden, claramente no esperaba esa característica tratándose de una artista; pero le gusto, hasta sintió un poco de verguenza pensando en el estado en que se encontraba su casa.

Bree subió por la escalera a cambiarse mientras lo dejaba abajo, soltó un pequeño grito, y su imaginación no pudo mas que volver a irse por los caminos mas salvajes y placenteros, repitiendo lo que una y otra vez su cuerpo deseaba y su mente frenaba. Cuando estaba a punto de asomarse a la mampara de cristal algo lo trajo de vuelta.

El timbre había sonado, pero algo no le sentaba bien. Podría ser Seth pero, tambien podría ser alguien relacionado a las muertes . Bree era una posible víctima de quienquiera que estuviera detrás de aquellos asesinatos y no debía pasar eso por alto. Se acercó al contestador del timbre y levantó el tubo esperando escuchar a Seth, pero no se oía nada. Tal vez ya había entrado, pero eso lo dejaba mas intranquilo aún.

Sin dudar tomó su arma con una mano y se apresuró a enviar un mensaje a Seth

Donde estás?

Luego se acercó a la escalera que daba a la habitación ed Bree y se parapetó allí escudriñando la puerta de entrada.

Bree, apurate. Tengo un mal presentimiento

Susurró revisando que otra salida alternativa podría encontrar en caso de que fuera necesario.

Cuando Anthony tenía el movil entre sus manos, parecía algo entre preocupado y molesto - Oye ¿estas bien? No me digas que habias quedado con alguien y te estamos reteniendo por invitarnos. -me sorprendi un poco para luego decir - Se podria haber dejado para otro dia, para comer incluso... - es probable que mis palabras dieran a entender otra cosa, pero en ese momento no me daba cuenta de ello

Aunque a el le preocupaba mas nuestro asunto, incluso seguia ayudandonos a pesar de no pedirselo - Si que es una buena persona - sonrei para luego pasar a una expresion un tanto preocupada - Bu-bueno... Es que realmente... Lo que estamos investigando... No es con animales muertos. Es con humanos. - me detuve un momento pensando que podia ser muy siniestro lo que decia y asi aprovechar para ver su reacción

-A ver... Como te lo explico para que no pienses que estoy loca... Y muchas gracias Lind... En fin. Hay un coyote en nuestro refugio de animales, el cual no ha tenido muy buena suerte... Literalmente lleva saliendo del ultimo mes de cuatro lugares de acogida. Sabemos que hay gente que es mala y abandona a los animales y los odio bastante... Pero que de los cuatro hogares que ha tenido, en la mayoria haya habido victimas humanas... - ahora sonaba todavia mas siniestro pero habia dicho la verdad y tenia a Lindsey para confirmarlo

O tiene muy mala suerte Lony o...- mi frase se vio interrumpida por algo que me vino a la cabeza. Al mismo tiempor que me detuve mi nariz se movia con un movimiento similar al hocico de un animal cuando olfatea. Entonces gire la cabeza buscando el foco y volvi a Anthony y Lindsey - ¿M-me disculpais un segundo? - dije mientras me levantaba y alejaba sin dar ninguna explicacion mas.

Sigo el olor