Partida Rol por web

Rivoel entró en la posada, cerca al ocaso, cuando el cielo ya empezaba a pasar de gris a púrpura. Para su sorpresa, ya estaban cómodos Codice, Liriam y Morgan bebiendo unas copas y jugando con cartas, mientras códice dirigía y explicaba el juego. Pero no eran los únicos del lugar que empezaba a atestarse de lugareños hoscos y reacios

Ni corto ni perezoso, Rivoel sonrió y saludó a los locales, pidió una bebida para si y se sentó con sus compañeros deseoso de contar lo que había averiguado y obtenido, cargaba una mochila vieja y desgastada, pero se veía pesada y con elementos metálicos dentro, Junto a la mochila, Rivoel había encontrado una nota:

Espero estos objetos te sirvan más a tí que a mi,
las armas se deberían usar contra aquellos que atentan contra la libertad,
espero utilices estas contra el puma.

Aunque no solo eran armas, se entendía el mensaje, ahora Rivoel había adquirido un compromiso con el alcalde de Qark.

Ladfiena y Fewyhn aún no llegaban, pero no era raro que ese par estuviera deambulando a las afueras del pueblo, descansando de las malas miradas, ambos sabían cuidarse en aquel entorno montañoso, así que eso los tranquilizaba un poco.

Era hora de compartir lo que habían descubierto!

Del arco de Fewyhn salió la primera flecha disparada en dirección a uno de los orcos matones que intentaba conciliar el sueño (CA=17 [14base-1Des+4en el suelo]), la flecha rozó la armadura de cuero tachonado pero no alcanzo a rasgar la piel del miserable orco, Fewyhn se lamentó y se escuchó el crepitar de sus dientes. Esa flecha había sido suficiente para que los orcos se percataran que estaban siendo atacados.

Sin embargo no tuvieron tiempo de levantarse cuando una pequeña flecha de ladfiena apuntaba a uno de los orcos de montaña (CA=17 [14base-1des+4en suelo], silbó por el aire y se clavó en la nalga derecha de un orco matón, haciéndolo rugir de dolor.

Los orcos alzaron la mirada en dirección al árbol donde se encontraban el par intrépido, con venganza en su mirada. La protección de colores que emanaba de Ladfiena parecía un engaño ocasionado por la fastidiosa luz del sol.

Aún con la ventaja de sorpresa, Fewyhn apuntó bien con su arco, teniendo en cuenta el viento que corría, disparó de nuevo contra uno de los matones y esta vez si dio en el blanco, la flecha se clavó en el hombro de la víctima, la sangre empezó a manar pero sus ojos empezaron a tornarse de un color rojizo mientras sus venas se brotaban e incrementaba de tamaño.

Sin esperar, los orcos se levantaron del suelo y tomaron sus armas, empezaron a tomar carrera en dirección al árbol, cuando Fewyhn y Lafienta ya tenían sus arcos listos para disparar de nuevo.
El vigía disparó su ballesta en dirección a Ladfiena, pero vaya a saber uno de los dioses donde fue a parar aquella saeta que jamás se enterarían terminó clavándose accidentalmente en una liebre de montaña que iba desprevenida, una buena cena desperdiciada!

Los orcos no tardarían en llegar a la base del árbol, pero aún tenían la distancia a su favor y un par de ataques más...... Es su turno. 

Parecía que la altura no le daba tanta ventaja como esperaba Fewyhn, sin embargo  aquello no desanimo a la pequeña que lanzo otra flecha certera tan rápido como se lo permitieron sus manos

No se preocupe señor, me retiraré enseguida y nunca antes nos habremos  visto... y justo antes de alejarse dijo - Y debería tener más cuidado con las cosas que  responde, no todos son tan discretos como yo.

Y con una ligera sonrisa, Rivoel emprendió el camino hacia el molino.

Fewyhn al ver como se levantaban y que su estrategia no salía como quería se puso nervioso y al intentar disparar una de sus flechas hizo que otra cayese. El elfo oscuro intentó relajarse...

A Ladfiena no le tembló el pulso al ver a los orcos aproximándose al árbol, ya no había marcha atrás y debían combatir hasta matarlos. La flecha salió disparada de su pequeño arco, pero penetró la carne del otro orco de montaña que avanzaba junto al resto, el bárbaro orco era como si no la hubiera sentido, apenas se mosqueó y gruño mientras seguía su camino.

Fewyhm, por su parte parecía menos calmado, alistó sus dos flechas en la mano y fue a disparar la primera, pero sus dedos de la mano de la cuerda resbalaron y soltaron el arco tenso, ambas flechas cayeron al suelo y por poco fewyhn también se va de bruces contra el suelo. Debía reponerse y seguir con sus ataques, o seguro no saldría de esta!

Los orcos avanzaron en tromba y juntos, incluso el vigía había soltado su ballesta y se había unido a la refriega con su hacha de batalla. Naturalmente el primero en llegar fue aquel matón herido que ahora se encontraba encolerizado, su intención era clara: Escalar y llegar a saborear la sangre de mediana y Elfo oscuro, los otros llegaron casi al instante, uno de los orcos de montaña también se alistó para escalar.
Los demás, pensaron un instante, no sabían que hacer, no se les veía armas que pudieran arrojar!

Los orcos estaban muy cerca tan solo un par de metros abajo, pero aún tenían opciones, solo debían concentrarse y atinar con sus ataques...... Su turno!

Ladfiena vio como Fewyhn se liaba y perdía dos flechas en lugar de lanzarlas ¿que le pasará? pensó apunto a uno de los orcos que por algún motivo parecía mas peligroso que el resto bajo el arco con prisa para dispararle, demasiada prisa, la punta del arco golpeo su bota haciéndole errar el tiro.

Cuando Rivoel llegó a la posada y se sentó con ellos, Códice le explicó cómo Morgan, Lirian y él se habían entrevistado con el amable sacerdote de Dumathoin, un enano llamado Enethek. Este enano resultó no tener ningún libro antiguo, le dijo Códice evitando en todo momento mencionar el libro de los Bosquelado y su búsqueda, pero sí sabía de un grupo de individuos que contrabandeaba con objetos procedentes de las minas de Tethyamar.

—El sacerdote me ha dicho que intentará conseguirme una cita mañana con el líder de la banda —dijo el semiorco haciendo hincapié en la palabra “líder”, para que el bardo se imaginase sus sospechas—. Si todo va bien, tendré noticias suyas mañana.

Eso era todo lo que habían conseguido sobre el libro, así que volvió a cambiar de tema, no fuera que el guerrero notase algo. Por suerte, también habían conseguido algo de información sobre la mina, que Códice procedió a compartir. Según les había contado el sacerdote enano, en el pueblo conocían la existencia de la “bestia negra” porque un grupo de mineros había sido atacado por ella en las montañas. Según las descripciones de los supervivientes, la criatura tenía toda la pinta de una cría de dragón negro del tamaño de un caballo o un poni, nada más y nada menos.

—La gente se refiere a ella como "Escamanegra" —explicó.

Algunos aventureros y mercenarios ya habían intentado acabar con el dragón, pero no habían logrado pasar siquiera las puertas del antiguo fortín enano, ahora tomado por los orcos. La bestia, en cambio, sí podía entrar y salir de la mina.

—De lo contrario, ¿cómo iba a saber de ella la gente del pueblo? —indicó Códice.

Cómo lo hacía, sin embargo, era un misterio: tal vez cruzaba el fortín orco sin problema, aprovechándose del dominio que debía de ejercer sobre ellos; o tal vez conocía un acceso secreto a las profundidades de la mina. El enano no lo sabía. Respecto a la posibilidad de una ruta desconocida al interior de la mina, no era algo que Códice se hubiera sacado de la manga: hombres de Qark habían rastreado al dragón hasta un lago que emergía de la montaña.

—De existir, puede que este acceso se salte el territorio orco, quién sabe —añadió, encogiéndose de hombros—. O puede que dé todo igual: quizás se trate de un canal subterráneo por el que sólo una criatura como esa puede avanzar... En todo caso, poco nos importa, ¿no? —se preguntó en voz alta—. Nuestro objetivo en primer lugar son los orcos.

Todo aquello era una postura, por supuesto: en realidad, a Códice no se le pasaba por la cabeza ni la idea de entrar en la mina. Y esperaba que a sus compañeros, salvo al bendito de Lirian, tampoco.

—Por cierto... —dijo tras unos instantes—. ¿Dónde estarán el señor Drazth y la señorita Correestepa? Están tardando bastante, ¿no?

Rivoel se acercó discretamente  hacia la mesa de sus compañeros e hizo un parco saludo a Lirian mientras mostraba una leve sonrisa. Dejó hablar a Códice y tan solo añadió alguna cosa más a lo que éste decía.
Cierto es , yo he escuchado la misma historia. La bestia además de escamas tiene cuernos y escupe ácido. En mi opinión, lo más probable es que esa entrada sea el mismo lago, que conectará con el interior de la montaña a través de algún acuífero subterráneo. Y allí  habitan los orcos desde hace varios años, comandados por un tal Ulfe.
Rivoel esperó a que Códice terminara de contar todo lo que sabía hasta que preguntó por Ladfiena y Fewyhn.
La verdad es que es deberían estar aquí ya. Yo esperaré descansando en la habitación. Por cierto amigos ( dijo el semielfo dirigéndose claramente a Códice y Morgan ) Me gustaría enseñaros unas cosas que he conseguido. Lirian ¿ Nos harías el favor de indicar a los 2 que faltan que estamos esperándolos en la habitación?....  Y tras eso Rivoel se levanta de la silla y se dirige hacia el interior de la posada.
Una vez allí muestra a sus compañeros la nota y los objetos que el alcalde les dejó en el molino. Tras hacer recuento de todo Rivoel entrega una poción de las pequeñas de curación a cada uno y una de las grandes a Morgan, así como una de las de fuerza. Tomad, por si pasa algo inesperado. El resto lo deja de nuevo en la mochila.
Poco más os puedo contar. Tan solo he podido confirmar que la daga dorada pertenecía a uno de los secuaces del Puma, un humano no muy alto de hombros anchos y que la perdió en el asalto a la caravana. Le vendió las telas robadas a un sastre local, pero ni rastro del libro.
En ese tiempo seguían sin saber nada del elfo oscuro y la mediana.
Estoy empezando a preocuparme por Laf y Few. Últimamente el oscuro tiene reacciones muy impulsivas y habla sin pensar en lo que pueda pasar. Mira que les dije que no se movieran de aquí…estoy seguro de que no habrá sido bien visto por el pueblo y si alguien le ha insultado, cosa que doy casi por hecho… puede que se hayan metido en problemas.
Rivoel salió de nuevo al comedor y preguntó al posadero por la mediana y el elfo oscuro (Cuándo se habían ido, si habían pasado por aquí en algún momento...) Y luego empezó a indagar, con la sutileza que le caracterizaba,  entre los recién llegados a la posada, intentando averiguar algo sobre sus compañeros de la blanca pluma.
 

Rivoel se acercó discretamente  hacia la mesa de sus compañeros e hizo un parco saludo a Lirian mientras mostraba una leve sonrisa. Dejó hablar a Códice y tan solo añadió alguna cosa más a lo que éste decía.
Cierto es , yo he escuchado la misma historia. La bestia además de escamas tiene cuernos y escupe ácido. En mi opinión, lo más probable es que esa entrada sea el mismo lago, que conectará con el interior de la montaña a través de algún acuífero subterráneo. Y allí  habitan los orcos desde hace varios años, comandados por un tal Ulfe.
 Rivoel esperó a que Códice terminara de contar todo lo que sabía hasta que preguntó por Ladfiena y Fewyhn.
La verdad es que es deberían estar aquí ya. Yo esperaré descansando en la habitación. Por cierto amigos ( dijo el semielfo dirigéndose claramente a Códice y Morgan ) Me gustaría enseñaros unas cosas que he conseguido. Lirian ¿ Nos harías el favor de indicar a los 2 que faltan que estamos esperándolos en la habitación?....  Y tras eso Rivoel se levanta de la silla y se dirige hacia el interior de la posada.

A los pocos minutos Rivoel salió de nuevo al comedor y preguntó al posadero por la mediana y el elfo oscuro (Cuándo se habían ido, si habían pasado por aquí en algún momento...) Y luego empezó a indagar, con la sutileza que le caracterizaba,  entre los recién llegados a la posada, intentando averiguar algo sobre sus compañeros de la blanca pluma.
 

Cuando Morgan encajó todas las piezas de la criatura que describía el clérigo enano, abrió los ojos un poco mas de lo normal y su mirada se encontró con la de Códice. No tenía ganas de verse cara a cara con un dragón, aunque fuese uno tan 'pequeño' como un poni, lo que había oído de ellos no era muy alagüeño -Aunque si fuese lo suficientemente pequeño quizás podría amaestrarlo- pensó por un instante para acto seguido reprenderse sacudiendo levemente la cabeza -Ya comienzo a pensar como la mediana, como se entere Ladfi no habrá quien la convenza de no bajar-.

La explicación de Enethek ante las palabras de Lirian, no fué de mucha ayuda pero ya de mucho se habían enterado. Escuchó, o al menos eso aparentó, el resto de conversación intrascendente y al fin se despidió del clérigo con unas palabras en su idioma, tal y como se había presentado. Volvieron a la posada sin ningún incidente y el mestizo se empeñó en pasar el rato enseñándoles a jugar a cartas, Morgan aceptó con un encogimiento de hombros y una mueca que podría llamarse media sonrisa.

Cerca del ocaso la puerta se abrió por enésima vez y, por enésima vez, Morgan elevó su mirada para ver quién entraba por ella. Llevaba desde que se habían sentado haciéndolo, tenía un mal presentimiento con respecto a sus nuevos compañeros, o a lo mejor era que no estaba acontumbrada a tener compañeros. El elfo se acercó a ellos y se sentó dejando a un lado una vieja mochila cargada que no llevaba al salir. De inmediato Códice le relató todo lo que habían averiguado en el templo de Dumathoin y también puso en su conocimiento algunas de sus sospechas.

Rivoel confirmó la información con la que él había encontrado, al final todos se preguntaron lo mismo ¿dónde estarían los dos que faltaban? El bardo le restó importancia y los invitó a subir a la habitación para enseñarles lo que portaba en la mochila. Morgan se levantó dejando su jarra casi intacta y le dió una palmada en el hombro al guerrero a modo de despedida mientras murmuraba un "Nos vemos luego".

Leer la nota y ver los preciados objetos del alcalde en esa mochila, hizo que Morgan tomase conciencia de que haberlos aceptado los 'obligaba' en cierto modo a cumplir con su parte del trato. Cuando Rivoel le ofreció varias redomas no alargó la mano inmediatamente pero al final las cogió, no obstante no hizo ademán de guardarlas si no que las mantuvo entre sus grandes manos mientras escuchaba al bardo acabar de compartir lo que había descubierto.

Cuando el elfo marchó no hizo ademán de seguirlo, se quedó sentada en su cama.

-¡Qué diablos!- pensó cuando el elfo al fin salió por la puerta para volver a bajar a preguntar por la 'pareja de exploradores' -se hará lo que se pueda-. Abrió la bolsa que pendía de su cinturón y metió en ella la de curación grande, las otras dos las puso en los huecos de su bandolera.

Cuando terminaron de compartir la información que habían reunido y el bardo indicó a Códice y Morgan que le siguieran a la habitación, el clérigo-de-incógnito se despidió del norteño para tranquilizarle.

—Volvemos ahora, amigo —le dijo, para que no pensara que le dejaban solo.

Códice leyó en un parpadeo la nota del alcalde y luego se quedó absorto mirando lo que traía Rivoel. "Esto... esto... ¡Esto es el rescate de un príncipe!", pensó: armas mágicas, pociones, amuletos de poder... Sin embargo, había algo que no le gustaba: por lo que daba a entender el alcalde en la nota, y lo que se podía extraer del "obsequio", aquel hombre al que no conocía daba ya por hecho que aceptarían el encargo. "¿Qué le habrá dicho este?", pensó mirando con suspicacia a su compañero bardo. Con recelo, Códice aceptó la poción que le entregaban. Al fin y al cabo, podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte.

Para entonces, Rivoel ya estaba explicando lo de la daga dorada: había confirmado que los Pumas Negros eran los asaltadores que buscábamos, pero nada del libro. A continuación, expresó su preocupación por los dos miembros desaparecidos del grupo. Antes de que se marchara de nuevo para preguntar por ellos, Códice le dijo:

—¡Espera, compañero! No sé si me hice entender ahí abajo, pero puede que haya conseguido una cita mañana con alguien que probablemente sea el gran felino en persona —explicó, refiriéndose al Puma—. Y la cita es para hablar de libros antiguos... ¿Qué deberíamos con eso? —Códice no sabía que hacer, ¡necesitaba hablarlo!— ¿Voy sólo? ¿Acompañado? ¿No voy? Además —prosiguió, algo incómodo—, todo lo de la mina, los orcos, ese dragón, el lago... No estaremos barajando en serio aceptar el trabajo, ¿verdad?

Aquello era una locura: ¡estaban allí para encontrar un libro que ahora sabían que había pasado por las manos del Puma! ¿Por qué diantres iban a meterse en aquel pozo de muerte? Y, sin embargo, tenía la impresión de que algunos miembros del grupo no compartían su opinión.

Cuando terminaran de tratar esos asuntos, Códice bajaría de nuevo con Lirian.

Momentos después, Códice volvía siguiendo a Rivoel, que se puso a hablar con el posadero. Códice, sin embargo, retomó su lugar junto a Lirian y cogió las cartas para barajarlas, explicando que Morgan no parece que vaya a bajar de nuevo.

—¡...pero podemos jugar a otra cosa! —Echó un vistazo hacia Rivoel—. Docanto está preocupado por Fewynh y Ladfiena. —Volvió la vista a la baraja y se concentró en la tarea.— La verdad es que saben cuidarse ellos sólos, pero son bastantes impredecibles y temerarios... Espero que no les haya pasado nada... Como si no fuera suficiente con todo lo demás... —Terminó de barajar.— ¿Te apetece echar una de juntahuesos*?

Esperaría a Ladfi y Fewynh jugando con Lirian. A no ser que Rivoel descubriera algo, claro.

Fewyhn esta vez si aprovechó que uno de los orcos se preparaba para arrojarle una flecha. La segunda no fue tan certera...

Lirian caminó pensativo y en silencio como de costumbre en su vuelta hasta la posada de la que había partido horas antes con dos compañeros que jamás habría pensado haber tenido. El asunto del dragón lo había dejado desconcertado ya que nunca había albergado deseo de ver alguno con lo que no digamos matarlo. Lirian Ventormenta era un joven modesto que por los azares y quiebros de la vida había tenido que dejar de lado su dura pero tranquila y placentera vida para deambular por caminos perdidos de la mano de los Dioses. De los tiempos de la invasión de las hordas de orcos y goblins sobre Diez Ciudades sólo conservaba vagos de su madre intentando que sus ojos no se fijaran en los heridos que llegaban empapados de sangre al interior de la ciudad. ¿A quién pretendía engañar? El no era de la misma clase de personas que los dos combatientes que lo acompañaban, aquella empresa le quedaba bastante grande pero ¿qué otra cosa podía hacer? Tenía menos dinero encima que la gente que se bañaba desnuda en el río, es más pronto ni el pobre Orejudo tendría para comer, con lo que me ahorraré hablar sobre las desgastadas herraduras de éste las cuales eran menos gruesas que las escamas de un perca de río.

Jugó a las cartas con Códice hasta que el semielfo entró en el local. Tras unas palabras los tres desaparecieron por la escaleras dejándolo allí de chico de los recados por si los otros dos aparecían. Con un asentimiento se despidió de Morgan y del resto un tanto escamado por lo que allí se cocía. ¿No iban a ir a por los orcos todos juntos?¿A qué se debía tanto secretismo?¿Sería porque era del norte? Lirian podía imaginárselos mofándose de su defecto en la habitación del piso superior. Olvídalo Lirian. - Susurró para sí mismo ahora que estaba sólo en la mesa.

No había terminado la jarra cuando de nuevo Códice volvió de las estancias superiores junto con el semielfo llamado Rivoel. Vaya, sí que ha sido rápido. - Pensó incómodo. 

En...entiendo. - Contestó en referencia a que la siempre seria Morgan hubiese decidido permanecer en su habitación y a que Rivoel estuviera preocupado. ¿Cómo demonios no iba a estarlo dejando a la mediana junto a un drow en un pueblo en que las ratas eran más simpáticas que sus gentes? - Segu...segu...seguro que están bien. - Comentó para tranquilizar al guerrero. Sí, sí, baraja. - Respondió al ofrecimiento del semiorco de jugar al Juntahuesos. Ya había jugado en alguna ocasión con los guardianes de la caravana que habían custodiado hasta Qark y no difería más que en el nombre del Juntaespinas que él jugaba con los pescadores después de la faena.

Si, si... - Ya empezamos - si ves que...si ves que...tardan mucho pode...pode...podemos buscarlos...carlos. - Ofreció al guerrero mientras se llevaba las cartas frente a la cara y las miraba con desgana para engañar a su rival.