Partida Rol por web

Ladfiena sentía el palpitar de su corazón tan fuerte como una trompa de gigantes cargando para salir de su pecho, cargó una flecha más en su pequeño arco, pero la flecha se estrelló en la hombrera del orco y no fue suficiente para penetrarla.

Fewyhn por su parte lanzó un par de flechas a un orco que lo miraba como un puma hambriento mira a su presa antes de saltarle al cuello, una de ellas rozó el antebrazo de aquel sujeto y solo logró enfurecerlo más.

Como cuervos hambrientos, los orcos se apilaron en la base del árbol como aves de rapiña, y poca gracia les causaba que les estuvieran arrojando flechas. La musculatura y los ojos empezaron a cambiar, de repente parecían bestias salvajes banadas con fuerza sobrenatural a la espera de una presa. Todos intentaban subir al árbol frenéticamente, pero solo un trío pudo lograrlo.

Mientras tanto, su líder gritaba órdenes en su propio idioma, prometiendo azotes si no traían rápidamente a aquella infeliz pareja.

Los pocos que respondieron a Rivoel con más que un bufido, no dieron indicios de haber visto aquella extraña pareja deambular por Qark, tampoco es que fueran a decir mucho así lo hubieran hecho!

Las palabras de Códice y Lirian amainaron la preocupación del bardo quien aún intranquilo, se sentó en la mesa a jugar.

Un par de lugareños curiosos se acercaron para aprender el modo 'códice' de jugar, y luego otro par, hasta que la mesa se convirtió en el epicentro de la taberna en aquella fría noche.

Pero el tiempo pasó y ni Fewyhn ni Ladfiena regresaban aún, ya era momento de preocuparse, salvo que hubieran elegido descansar lejos de aquella atestada ciudad. ¿Esperarán por noticias hasta la mañana siguiente? ¿Saldrán como madres desesperadas con rulos y chanqletas en busca de sus hijos perdidos?¿Por donde empiezan a buscar si la gente no ayuda mucho?..... Es su turno!

Rivoel empezó a jugar a las cartas, pero perdía mano tras mano. No estaba atento al juego. Estaba más pendiente de la ausencia de la mediana y el elfo oscuro. Se preguntaba donde se habrían metido. El tiempo pasó más de lo deseable sin que aparecieran y el bardo empezaba a impacientarse. Se levantó de la silla de golpe...

bueno, creo que ya hemos esperado demasiado. Está claro que algo ha pasado con nuestros amigos. Debemos ir a buscarlos.

Con cierta premura se dirigió hacia la habitación, se dirigió directo hacia la mochila y mientras se la echaba a la espalda dijo: Morgan, Few y Laf siguen sin aparecer. Creo que debemos salir en su busca. Sin dinero y sin conocer el pueblo no tiene sentido que no pasen la noche a la posada. Sospecho que algo les ha sucedido. Yo he estado por el centro del pueblo y no los he visto ni nadie de los que ha entrado en la posada.Sospecho que hayan podido salir de Qark, quizás se hayan dirigido hacia las minas. ¿Vosotros por donde fuisteis?

Morgan se quedó en la habitación ordenando sus pertenencias y sus pensamientos, le gustaba la soledad para hacerlo, siempre había estado sola para hacerlo. Mientras sus pensamientos se iban hilando sus dedos comenzaron a deshacer la larga trenza y a pasar entre la crespa melena para desenredar los nudos, cuando creyó que el pelo ya estaba bien volvió a hacer el peinado que le permitía moverse con soltura y sin molestarla. Alguna vez había pensado en cortarse la melena pero cada vez que lo hacía deshechaba la idea de inmediato, era de las pocas cosas que le quedaban como recuerdo de su madre y aunque sabía que volvería a crecer, a su madre le gustaba que fuese con el pelo largo y trenzado.

De repente la puerta de la habitación se abrió y Morgan se levantó en un acto reflejo, se relajó cuando vió que quien había entrado era el bardo y escuchó sus palabras con creciente preocupación -Ha pasado mas tiempo del que me ha parecido-. Asintió a sus palabras, se aseguró de llevar todo en su sitio y comenzó a seguirlo.

- Por la zona alta, al templo de los enanos. Pero estuvimos la mayor parte del tiempo en el interior. ¿Llevas algo mas ahí dentro que pueda ser de ayuda?

Si era verdad que se habían metido en problemas iban a necesitar toda la ayuda posible, sólo esperaba que no hubiese sido con los hombres del Puma.

Códice había agradecido a Lirian su ofrecimiento y, de hecho, le había tomado la palabra. Mientras jugaban las primeras manos, el clérigo había tenido un ojo sobre Rivoel, quien por su parte no había tenido suerte en sus pesquisas. En un momento en que le había visto muy agobiado, el semiorco había llamado al bardo a su lado y le había convencido para que jugara con ellos un rato, para hacer tiempo. Sin embargo, el tiempo había pasado y sus dos compañeros seguían sin aparecer. Cuando Rivoel se levantó de golpe y manifestó su preocupación, Códice tuvo que darle la razón. “Tiene que haberles pasado algo: no creo que se hayan largado sin nosotros”, razonó.

—Te sigo —respondió. A continuación se volvió hacia Lirian y le dijo con cierto humor:— Parece que vas a tener la oportunidad de apoyar con hechos tus palabras.

Cuando llegó a la habitación, Rivoel y Morgan ya estaban hablando. Ambos estaban preparados para salir en busca del drow y la mediana, así que Códice cogió la ballesta, el escudo y la jabalina (las únicas cosas que no llevaba encima).

—Esos dos locos seguro que han ido a las minas —coincidió preocupado, cargando un virote en la ballesta—. Eso o tras el alguacil Kraum.

Era una idea que había tenido por la tarde: si Kraum era un miembro de los Pumas Negros y había tenido que posponer su reunión con ellos por otros “asuntos”, era muy probable que esos asuntos fueran una reunión de la banda. Seguir a Kraum y espiar la reunión habría sido una manera de descubrir algo sobre el libro de los Bosquelado. Quizás Ladfiena o Fewynh habían tenido la misma idea. Si era así, ¿cómo saber dónde era la reunión? No había manera de hacerlo en un tiempo razonable: tendrían que jugárselo todo a inspeccionar los alrededores de la mina.

Fewyhn vio como uno de los matones subía con muy mala uva. Queriendo descuartizar la negra piel del Drow... una flecha le hizo caer desde lo alto del árbol. Unas palabras en la lengua negra del drow hicieron dar coraje a su compañera.

Otra flecha voló en busca del matón orco, que había conseguido escalar...

Asintiendo con semblante serio y decidido, el norteño se levantó de la mesa tras los aventureros y se dirigió con paso raudo hacia su habitación. Por suerte las pocas pertenencias que guardaba se encontraban todas dentro de su mochila por lo que para cuando los aventureros bajaron de nuevo en compañía de Morgan, Lirian los esperaba junto a la puerta de la posada.

Tran...tran...tranquilos. Los encontraremos...remos. - Afirmó convencido. Individuos tan peculiares como esos dos no podían esfumarse sin más. Alguien tendría que haber visto algo forzosamente y si no era así, al menos tenían un indicio de dónde podían hallarse ambos. Uuustedes dirán. - Comentó abriendo la puerta para que los tres compañeros pudiesen salir al exterior sin detenerse en el salón. Te...tengo un muuulo. ¿Lo...lo dejo aquí? - Preguntó antes de alejarse demasiado, no porque le importase que Orejudo lo echara de menos, si no porque a lo mejor podía servir para algo.

La cara contorsionada del orco asomo por las ramas con un grito Ladfiena solto una flecha

Dos flechas salieron disparadas del arco de Fewyhn, una por designios de Beshaba se estrelló contra el tronco del árbol a escasos centímetros del orco matón que subía con sed de sangre, sin embargo la otra se estrelló contra el cuello del orco, la flecha se clavó profundamente y penetró su columna vertebral. El orco cayó del árbol pesadamente y e estrelló contra el suelo, inherte.
Ladfiena observó como las garras de uno de los orcos de montaña se acercaban, el orco ya tenía una herida suya, y con otra de sus pequeñas flechas la clavó en el pecho de la criatura, pero en su estado, ni siquiera la sintió.

La flecha aún colgaba del pecho de aquel imponente orco, cuando una de sus garras agarró a Ladfiena del pecho y la apretó con una fuerza bestial. La haló e hizo que perdiera el equilibrio y se cayera de la rama, la pequeña mediana ahora estaba a postre en el suelo.
El otro orco de montaña aplicó la misma estrategia con el Elfo oscuro, Fewyhn también fue a parar de bruces contra el suelo. 

Ambos conservaban sus arcos en las manos, pero estaban a merced de las grandes armas y de la furia de sus contrincantes, ya no tenían la ventaja inicial.

El sargento se relamió al ver a sus dos presas caer del árbol y apretó la empuñadura de su Alfajón, observó lascivamente a Fewyhn quien parecía el más peligroso y lanzó un ataque con todas sus fuerzas. El impacto fue brutal, el Alfajón entró en la clavícula del Drow y se deslizó varios centímetros hasta casi demembrarle el brazo entero, Fewyhn se encontraba en shock y aún no sentía la magnitud de herida que ese orco le había causado....

El auge y la atención apenas duró un par de horas, cuando el cielo ya estaba teñido de negro, fue cuando el intranquilo Rivoel no aguantó más y expresó su preocupación ante la ausencia de sus compañeros, los otros opinaban lo mismo, incluso el recién conocido Lirian. Aburrido o de buen corazón (acaso importaba en esta situación?), el norteño decidió acompañar al grupo  buscar a sus compañeros extraviados.

El razonamiento de códice era lógico, ambos inquietos y curiosos no se iban a quedar en la posada todo un día sin hacer nada, quizá decidieron seguir a Kraum, Fewyhn había expresado algo por el estilo un día atrás.

El frío nocturno de la montaña descendió hasta golpear la cara del cuarteto de aventureros que salía de la posada cálida y cogedora, la luna llena y las estrellas iluminaban sobre los enormes picos y montañas que ascendían hasta tocar el cielo. Allá se dirigían, a buscar a sus compañeros, dar un rodeo en las montañas, lo más probable era pasar la noche allá y volver de nuevo con Ladfiena y Fewyhn, o al menos, volver con la esperanza de que hubieran regresado a la posada para cuando el sol hubiera salido.

Suspiraron antes de salir a las calles, subir a las montañas sin un explorador o conocedor era peligroso, sin embargo empezaron a salir del pueblo, cuando una figura familiar les llamó la atención.

Vizko, era Vizco Kraum, montado en un caballo junto a dos de sus guardaespaldas. Esperaban intranquilos justo en la salida del pueblo, con su vista clavada en el camino que se alejaba de Qark. Aún no se habían percatado de la presencia de los cuatro y parecían esperando por algo.... o alguien.

Se ocultarán y verán que trama la ley del pueblo? los abordarán directamente para preguntar por sus compañeros perdidos?, subirán a las montañas sin alertar a Vizko Kraum y su séquito?.... Es su decisión. 

Ladfiena sintió la enorme mano del orco arrancarla de la rama, por unos instantes pareció que volaba y poco después el suelo acudía a su encuentro, el golpe la dejo sin aire pero se las apaño para mantener el arco en sus manos cuando rodo un poco hacia atrás y levantó la cabeza alcanzó a ver el espadón del sargento hendir la carne de Fewyhn el tiempo parecía pasar mas lentamente en un instante recordó otro momento en que sus compañeros caían unos tras otros también a manos de unos orcos, luego el encierro, el bloqueo que en su momento la diosa puso en su cabeza se rompió de repente y con él otro mas ancestral, mas antiguo y mas peligroso, por primera vez en su vida Ladfiena odio, aquel orco iba a arrebatarle a su amigo o algo peor, junto al odio llego la furia y desde algún lugar muy adentro de la mediana surgió un fuego tan intenso que parecía querer calcinarlo todo, su cuerpo se tenso con fuerza, las mandibulas apretadas, sabía que tenía que coger el arco quería matar a aquel orco, matarlos a todos y luego a sus primos, sus hermanos y toda su raza hasta que no quedara ni uno solo que pudiera herir a sus amigos pero cuando Ladfiena levanto la mano vio que de esta surgía una neblina purpurea, esta parecía salir de los arañazos causados en la caída de las mismas venas junto a la sangre no sabía lo que era aquello, tampoco le importaba, fuera lo que fuese por alguna razón tenia la certeza de que aquella neblina hacia daño y ella quería hacerle daño a aquel orco, mucho daño apunto al orco pero nada sucedió, abrió y cerro la mano, apunto con un dedo, nada entonces grito de rabia y frustración ¡funciona! en respuesta al grito, a su propio deseo de matar o alguna oscura razón la neblina tomo consistencia y como un relámpago impacto contra el sargento. 

La neblina seguía rodeando el brazo de Ladfiena y de alguna manera parecía que toda ella estaba envuelta  en un halo purpura, con los ojos llenos de ira sintió como la energía tomaba fuerza en su mano preparándose para ser lanzada de nuevo te matare, os matare a todos sus palabras no tenían ni un ápice de la alegría habitual de la mediana por el contrarío bien parecía que parte de la energía viajara con el sonido de su voz augurando una muerte terrible.

Morgan salió en pos del elfo, no tenía ni idea de cuánto iba a durar la búsqueda pero igualmente no podría conciliar el sueño pensando en que esos dos no habían regresado y les podía haber pasado algo. Antes de salir al exterior la guerrera llenó sus pulmones con el aire rancio y viciado pero también cálido de la posada, decididamente no le gustaba para nada el frío que hacía por esas latitudes.

Cuando enfilaban la última calle, la mestiza vió varias figuras justo en la salida. Estaba por decirlo a sus compañeros cuando el elfo confirmó que se trataba de Vizco y dos secuaces*, ellos no los habían visto y sería mejor que siguiese así. Morgan hizo señas a sus acompañantes para que se apartasen del camino y de la vista de los tres, parecía como si esperasen que algo o a alguien llegase al pueblo y sería bueno saber qué era.

- Mejor que no nos vean, no creo que a 'la Ley' le gustase saber que nuestros amigos están por ahí. - susurró la mujer a sus compañeros cuando estuvieron fuera de su visión - Parecen estar esperando algo...

La guerrera se debatía entre quedarse para saber qué tramaban esos tres o seguir inmediatamente con la búsqueda de sus amigos, aunque quién sabe a lo mejor con un poco de 'mala' suerte quienes aparecían eran Few y Ladfi.

Aunque Códice no estaba acostumbrado al frío de las montañas, agradeció salir de aquella taberna maloliente tanto como había agradecido entrar en ella cuando estaban empapados. Además, el clérigo interpretó la noche luminosa como un regalo y una señal propicia de su diosa. Ambas circunstancias animaron a Códice, que estaba convencido de que yendo por el camino de la mina tarde o temprano encontrarían una pista del paradero de sus compañeros, si no a sus compañeros mismamente.

La sorpresa de Códice fue mayúscula cuando se encontraron a Kraum y dos individuos a la salida del pueblo, pero rápidamente siguió a su compañera hacia las sombras de una casa desde donde podían seguir observando a las tres siniestras figuras sin ser vistos. No necesitó que Morgan le dijera nada para saber que era mala idea que les vieran. A todas luces, Kraum y sus dos secuaces estaban esperando algo, y Códice quería saber qué.

Rivoel avanzaba a paso vivo, instigado por la  intranquilidad que le producía  la ausencia de dos de los miembros de la pluma blanca. Pronto llegaron a las puertas de la ciudad, que casualmente estaban guardadas por Vizco. Esto no extrañó al bardo, pues ya les había dicho la primera vez que los vio que vigilaba la entrada a la ciudad. Sin embargo parecía esperar a alguien y eso despertó la curiosidad de Rivoel que no quiso ser visto para así poder descubrir qué personaje iba a verse con el semiorco.

Se ocultó junto a sus compañeros y tras coger algo de la mochila, se la tendió al resto para que pudieran hacer lo mismo. Dispuesto a entonar un tranquilo y relajante cántico para que Vizco y sus secuaces se adormilaran y no prestaran atención a lo que hacían. 

A Códice le habría gustado ponerse aquella magnífica y reluciente cota de malla, pero obviamente no era el mejor momento. En su lugar, Códice agarró cogió el colgante que parecía mágico y se lo puso alrededor del cuello antes de pasar la bolsa a los dos guerreros. A diferencia del clérigo, ellos podrían sacar partido a la poción de fuerza y a la espada, por ejemplo, así que no se sintió culpable de agenciarse aquella bagatela. Ya repartirían mejor más adelante.

Cuando todos se habían ocultado, el elfo se descolgó la mochila y la abrió para coger uno de los frascos, cuando acabó les hizo señas para que se sirviesen. Códice miró en el interior, sacó un colgante que se puso rápidamente al cuello y pasó la bolsa que Morgan cogió.

La guerrera echó una mirada al interior, sus cejas se elevaron con la sorpresa pues había hasta una cota y una espada -Con mas tiempo quizás-; apartó su atención de ellas y vió que quedaban varias redomas con pociones. En un primer momento pensó en no coger nada pero al final cogió una de las redomas grandes. Miró la bandolera que le cruzaba el pecho y metió el frasco en el hueco que quedaba libre, así también la tendría a mano si la necesitaba.

- Coge la que queda de estas, es de bastante curación. - dijo en un susurro casi al oído de Lirian - Ésta otra - añadió señalando hacia su pecho un frasco del mismo color azulado pero de un tamaño un poco mas reducido - es de curación pequeña y ésta - señaló al otro frasco que quedaba de color rojizo añejo - es de fuerza.

Caminando en silencio tras los tres aventureros, el norteño permanecía sumido en sus propias cavilaciones acerca de lo que podría depararles las agrestes tierras que rodeaban al pueblo hostil. De pronto Morgan se detuvo de forma súbita y apunto estuvo de tropezar con ella. Por suerte consiguió recuperar el equilibrio y no hacer ningún movimiento extraño que hubiese puesto en duda su valía a ojos de sus compañeros. Iba a preguntar qué sucedía cuando el semielfo Rivoel lo sacó de dudas. Siguiendo las instrucciones de la veterana guerrera, Lirian se hizo a un lado del camino y colocó rodilla en tierra para observar a la Ley del pueblo, Vizko Kraum. Este hombre siempre escoge las mejores horas para aparecer... - Pensó recordando que también fue la noche anterior cuando el semiorco hizo su entrada amenazante en el interior de la poco amistosa posada. Intensivamente desenfundó su cimitarra lentamente como medida de precaución y la ocultó bajo su abrigo para evitar destellos.

No perdía ojo de las tres siluetas cuando de nuevo Morgan llamó su atención al colocar frente a él una bolsa con varias pociones, una espada y una armadura. Asintió tras cada palabra que salía por la boca de Morgan sin despegar la vista del fondo del saco. Aquello que había allí dentro era valía más que su casa en la lejana Diez Ciudades! Se vio tentado a introducir la mano para coger un par de pociones pero pareció pensárselo mejor y declinó. - ¿Eres tonto Lirian? Te están tratando como uno más! No puedes hacerles un feo así a un grupo de aventureros, pensarán que no sabes trabajar en equipo estúpido! - Gra... gra...gracias Morgan. - Atinó a decir por fin al extraer una poción de las que decía que servían para curar. Aunque él ya disponía de algunas no eran lo suficientemente potentes para cerrar sus heridas en situaciones delicadas donde un pestañeo podía significar la diferencia entre la vida y un montón de carroñeros limpiando sus huesos. Ya lo había comprobado en una de las refriegas con los elfos salvajes y no estaba dispuesto a volver a pasar por ello. Desde luego, si por él hubiese sido habría cogido más pero, pensándolo fríamente, rechazó tomarse más confianzas, ya habría tiempo de pedirlas si las suyas se agotaban.

El poderoso tajo dejó inmóvil al Elfo oscuro que respondía al nombre de Fewyhn, Fewyhn Drazth. Pero si enardeció a la pequeña amiga mediana que lo había acompañado desde hacía meses en un viaje que empezó como un encuentro casual y donde el semi-drow se convenció que aquella pequeña sería su guía. Un rayo desesperado salió de lo más intrincado de su ser y golpeó de lleno al comandante orco, abriéndole una fea herida en su pectoral derecho y dejando expuesta la carne que humeaba por el golpe certero. Un grito belicoso y ronco de dolor salió despedido de las feroces fauces de aquel despreciable ser.

El matón orco que quedaba a nivel del suelo intentó atacar con su hacha de batalla al sorprendido Elfo oscuro, sin embargo y paradójicamente, Fewyhn reaccionó con reflejos felinos y esquivó el ataque con facilidad. El otro matón que se hallaba escalando el árbol, saltó al suelo y antes que sentir miedo por aquel rayo que hirió a su sargento, desbocó su furia en un ataque que a pesar de la agilidad de Ladfiena, no pudo esquivar certeramente, un corte en su hombro de desgarraba la piel y empezaba a manchar su ropa de sangre.

Pero la agilidad del señor Drazt (como lo llamaba el buen códice), no era infinita, si bien logró esquivar un ataque, no se dio cuenta cuando uno de los orcos de montaña se lanzó desde el árbol y cayó con el hacha enfundada y se estrelló en el cráneo de su víctima. Nada pudo hacer el resistente hueso de su cabeza para contener la pesada hacha cayendo desde tan alto y de repente una piscina de sesos y sangre invadió los alrededores del inherte semidroy conocido como fewyhn; fewyhn drazt.

El otro orco de montaña imitó a su compañero en dirección a Ladfiena: También golpeó, pero no en el cráneo. El hacha aterrizó sobre la clavícula de la mediana y atravesó facilmente su cuerpo hasta estrellarse con los huesos de su pequeña cadera, partiendo su torso en dos pedazos. La sangre invadió el suelo y satisfizo a los orcos sedientos de sangre.

A veces, el destino era caprichoso: Juntaba a un par de desconocidos mediante intervención divina, prometiendo y augurando grandeza y éxito, y sin embargo, todo era arrebatado en un abrir y cerrar de ojos.

Ahí permanecieron los cuerpos sin vida de Fewyhn Drazt y de Ladfiena Correstepa, a merced de los orcos que habían sido los verdugos, para ellos, el final del camino había llegado y ahora les quedaba un encuentro con Kelemvor y esperar para ir a los jardines donde residían sus deidades, en un baile que duraría hasta la eternidad.......

.......

......

......

Esperaron unos instantes para saber que planeaba aquel semiorco que se autodenominaba 'la ley', pasaron apenas un par de minutos hasta que se escuchó el lejano sonido de unos cascos de caballo. Un gesto de Vizko a sus esbirros hizo saber que había llegado lo que estaban esperando.

5 figuras montaban 5 caballos, y un caballo adicional andaba sin jinete. Vestían largas capas negras hasta los pies y una capucha les cubría el rostro, como si quisieran permanecer en el anonimato en una noche donde hasta el más agudo ojo hubiera sido incapaz de percibir los rasgos faciales de cada uno. Eran bastante corpulentos y altos, pero el grupo tardó unos minutos en darse cuenta que eran orcos, cuando escucharon el saludo de Kraum y la respuesta de uno de los jinetes.

Intercambiaron palabras en voz baja, solo Chauntea sabe como el buen códice haya sido el único en escucharlos mientras Morgan y Lirian se esforzaban por escuchar murmullos indescifrables que se esparcían con el viento, más tarde códice les traduciría lo que hablaron.

- Estaban demorándose- saludó Kraum
- Y que te importa imbécil- Gruñó el jinete con su voz ronca -Tuvimos un percance- Se apartó la capa y le mostró a Vizko una herida de quemadura reciente en su pectoral derecho desnudo.
- Me tiene sin cuidado y no he estado esperando para escuchar historias de críos- Respondió Vizko antes de sorber sonoramente los mocos que pasaron  su garganta que después regurgitó y arrojó al suelo, cerca del jinete con el que hablaba. -Traes las monedas?- Añadió.
- Están en el caballo del difunto, ya no es seguro los alrededores del pueblo, pero me vale la mierda de un goblin  Respondió al escupitajo con otro igual. -Tienes el libro?
- No conmigo -Dijo Kraum impaciente -Pero lo tiene mi señor, a quien verán en un par de horas cuando subamos esas montañas. Muevan ese culo, andando.

Y sin más conversaciones, ni improperios ni insultos ni riñas (como cabría esperarse en un encuentro entre orcos desconocidos), avanzaron los 5 orcos recién llegados, siguiendo a Vizko Kraum y sus dos lacayos, salieron del pueblo por el camino y tomaron dirección al norte, donde cogerían rumbo a las montañas.

Los seguirán? los atacarán? pedirán ayuda? a la mierda todo y vamos por unas buenas cervezas y continuemos con el juego de cartas?.... Es su turno.