Partida Rol por web

Con Lirian y Rivoel empoderados por la luz, y tras los golpes de Morgan y -especialmente- de Dorn, las tornas habían cambiado repentinamente a nuestro favor: de ser emboscados, pasamos a dominar la situación. Incluso Abrahel parecía tener controlado a su enemigo. ¿Y esos eran los campeones de Ulfe? Aquellos pobres diablos no tenían nada que hacer contra mis compañeros... Empecé a pensar que la tribu en conjunto no debía de suponer demasiada amenaza para Qark. De hecho, empecé a preguntarme cómo habían podido sobrevivir a Escamanegra. Mientras Rivoel les metía el miedo en el cuerpo, me envalentoné y avancé unos pasos, hasta casi alumbrar a los orcos que veía. «¿Cómo es posible que esto esté dando tan poca luz?», me fijé, extrañado. Probé a darle un par de golpetazos a la linterna, que parpadeó un par de veces y de repente empezó a iluminar con mucha más fuerza. «Ah, mucho mejor». No era la primera vez que me pasaba.

Pese a su ímpetu y a su destreza con el mangual, el ataque de Morgan dirigido al orco de las dos armas fue un despropósito, con el peso volando de aquí para allá, y a punto estuvo de darse así misma, e incluso de caer al suelo. Pudo evitarlo, pero quedando con las guardia baja. Dorn, en cambio, mostraba una confianza y una osadía inauditas, paseándose por la gruta como si fuera su casa, dejando que los orcos vieran las alas de dragón plegadas que había atado a su mochila. A la vez, las potente voz de barítono de Rivoel se imponía sobre los gruñidos de la paladina.

Los tres orcos del dormitorio -incluso el que acababa de acercarse-, escucharon las palabras de Rivoel en guardia, balanceándose y agarrando firmemente sus armas, preparándose para atacar; pero también mirándose unos a otros, nerviosos, preguntándose qué hacer, dudando, sopesando lo que se les decía en su lengua. ¡El bardo sabía cómo hablarles a esos orcos! Y nosotros casi podíamos oir los pensamientos de los tres pieles verdes: «Si nos rendimos, ¡nos pasarán a cuchillo!», «¡Maldito traidor, Colmillo Podrido! ¡Eternamente sufras las torturas de Gruumsh!», «¿Sigue Knorgh vivo?», «¿A qué esperas para atacar, Duluk? ¡Tienes a la sangresucia a tu alcance!», «Si han podido hacerle eso a él, qué no me harán a mí», «¿De verdad han acabado con la Bestia?», «¡Un tesoro!»… El de las dos espadas incluso retrocedió unos pasos para alejarse de Morgan. Finalmente, el del tridente habló, sin bajar la guardia.

—Хорошо. —Miró a sus compañeros.— Выходим идти. —Abrahel y el orco del túnel aún combatían.— ВАМВАЯ! СТОП, ГЛУПО! —gritó. Luego, nos miró, deteniéndose especialmente en Dorn. Los sonidos de pelea se acallaron.— Можете ли вы уйти. Но вы должны сделать это через переднюю дверь: мы перерезали веревку вы использовали для входа.

A continuación, el villano hizo sendas a sus dos compañeros gestos, que tuvo que repetir para que, acobardados y temerosos, los otros dos orcos le obedecieran. El de las dos armas se pegó a la pared, siempre con la guardia en alto, y corrió hacia las cocinas. El otro le siguió, pero se detuvo junto al orco caído y comenzó a atenderlo. Al poco, vemos volver corriendo al primero con nuestra cuerda, la de los nudos.

Abrahel dejó de pelear cuando su contrincante lo hizo, pero no bajó la guardia ni retrocedió un paso: tenía al orco justo donde lo quería tener.

-Tengo a este controlado -nos gritó desde el túnel-. Si se mueve un pelo, le envío al más allá. -Luego añadió, hablando para el orco.- Eso lo has entendido, ¿a que sí, maldito? Дайте мне повод и я буду платить за все, что вы сделали для меня.

En cuanto a Kraum, tampoco se movió del sitio ni descuidó su defensa. Goterones de sudor le caían por el rostro, indicando el enorme estrés que aquella situación le producía.

Dorn miró la reacción de los orcos - supongo que eso es que han decidido salvar sus vidas, vamos, tenemos que pillar a ese Puma- abrió camino tarareando de nuevo en dirección a las grandes puertas pero sin ir demasiado rápido, tenía algo que decirle al clerigo

Esperad...!  Rivoel no las tenía todas consigo. Ya lo había dicho antes y lo seguía pensando. El puente era una trampa mortal. Si pasaban de uno en uno tendrían que separarse, siendo así muy vulnerables y si cruzaban todos a una se arriesgaban a que los orcos cortaran el puente y morir todos. El bardo intentó convencer a Dorn para seguir con el plan inicial. Aunque hubieran cortado la cuerda siempre podrían poner otra, entre los miembros del grupo había varios fuerte y ágiles que podrían subir a través de la chimenea y tender una nueva soga.

Rivoel pronunció en el idioma de los enanos - Maese Dorn. Etot podvesnoy most yavlyayetsya smertel'noy lovushkoy. Oni mogut izbavit'sya ot nas legko, kogda my peresecheniya. Idite nash put'. Ne pozvolyayte orki yavlyayutsya te, kto rukovodit nashi shagi, my khotim dlya nichego khoroshego.

Maese Dorn. Ese puente colgante es una trampa mortal. Pueden deshacerse de nosotros fácilmente cuando estemos cruzando. Sigamos nuestro camino. No dejemos que sean los orcos los que guien nuestros pasos, pues nada bueno nos desean.

No...no deberíamos fi...fiarnos de ellos. - Susurró a Códice cuando se colocó a su lado. - Que...que venga uno desa...desamardo con nosotros. - Colocó la mano derecha sobre el hombro de su amigo, y lo giró sutilmente hacia el orco que parecía llevar la voz cantante de la negociación. - Ese... que venga ese.

-Gracias por devolvernos la cuerda. -dijo extendiendo la mano.

-Ellos cuatro y tu arma en la celda encerrados, tú nos acompañas y cuando estemos a buena distancia de la fortaleza te damos la llave y vuelves.

¡Los cinco orcos se habían rendido! ¡Y no parecía haber más! ¡Los habíamos neutralizado sin sufrir un solo rasguño! Tenía mucha suerte de estar en compañía de guerreros tan capaces como mis compañeros. El Valle habría estado condenado de otro modo.

Sin embargo, aún debíamos salir de aquella fortaleza. Rivoel propuso que intentáramos salir por las cocinas, para evitar cualquier traición de los orcos en el puente. Kraum parecía apoyarle. En cambio, Morgan y Lirian sugirieron otra cosa: podíamos inmovilizar a los orcos y obligar al que más parecía ser el líder -caído el primero- a acompañarnos hasta el exterior. Abrahel secundó la idea al momento y yo no tardé en apoyarla también. Decidida la cuestión, Morgan se la explicó al orco del tridente, que se presentó como «Tres Testículos». (No, no preguntamos.) Muy en contra de su voluntad, y con algunas amenazas tácitas de Dorn y no-tan-tácitas de Abrahel por el medio, aceptó. Seguramente daba por hecho que pensábamos traicionarles.

No fue así: registramos a sus congéneres -no tenían nada de valor-, los encerramos en la celda donde había estado Abrahel usando un viejo candado -posiblemente la posesión más sofisticada de toda la tribu-, tomamos la llave con nosotros y, en compañía de un desarmado Tres Testículos, nos dirigimos al puente de cuerda. La experiencia fue tan horrible como me había imaginado. Sé que mi terror divirtió al orco, pero no intentó nada. En la repisa de roca del otro lado, encontramos otra puerta de doble hoja, flanqueada esta vez por dos túneles. A regañadientes, nuestro cautivo nos informó de la función de esos túneles, pero aún así los investigamos. Decía la verdad: daban a unas galerías que flanqueaban la caverna de entrada. Desde ellas, un puñado de tiradores podía defender fácilmente el fortín. «Sin duda», pensé, «Estas son las galerías de las que nos habló aquel orco». Me pregunté qué sería de él.

La caverna de entrada estaba pasada la doble puerta. En sus paredes pudimos ver las troneras de la galería. Más allá de esta amplia sala, de un túnel ancho, curvo y escalonado, nos llegaron los ruidos del exterior: grillos, viento, ululeos, aullidos lejanos… Era de noche. ¿Probablemente, de madrugada? Era difícil saberlo: habíamos perdido la noción del tiempo allí dentro. Al salir, nos encontramos en una pista -antaño de sillares, por entonces ya de tierra y cascotes- que descendía sinuosa por la ladera de la montaña hasta la arboleda donde habíamos tendido nuestra trampa. Estábamos en la entrada a la fortaleza que habíamos visto por la mañana, en la cara sureste de la montaña. Al oeste, el valle del río que descendía de la laguna, por el que habíamos venido. Al estre, otro valle.

—¡Apaga esa luz, páter! —me chilló Kraum entre susurros, mientras se agazapaba en la entrada de la cueva—. ¡Pueden vernos!

Sin saber muy bien por qué, le hice caso. Volvimos a estar a oscuras, pero ya no era la oscuridad total del interior de la tierra: la luz plateada de la luna bañaba las montañas a nuestro alrededor. En comparación con lo que habíamos vivido, era como si el mundo resplandeciera.

Dorn continuó el camino a la salida bastante taciturno, sumido en sus pensamientos, de alguna manera la expedición a la fortaleza lo había cambiado sacudiendo sin remisión los cimientos de su educación, los orcos eran salvajes, malvados e incivilizados sin embargo los campeones de Ulfe tan pronto tuvieron ocasión atendieron al orco caído, aquello no era ni salvaje ni incivilizado, tampoco era por la fuerza ¿que mejor ocasión para deshacerse de un líder no deseado? y si esos eran los lacayos ¿como había sido realmente Ulfe? durante el camino observo a tres testículos y a Códice, el vivo ejemplo de que la maldad no estaba en la sangre, estaba seguro de que se tiraría años buscando maldad en el clérigo y la búsqueda sería tan infructuosa como plantar una semilla en medio de un volcán.

Antes de liberar al orco Dorn se acerco al orco, pudo ver el miedo en sus ojos mientras mantenía su propia mirada dura como el acero, aquel desgraciado solo había vivido una vida durá marcada por la violencia - Códice puedes traducir por favor - sin apartar la mirada recitó el credo de los paladines, defender la justicia, proteger al débil, seguir la senda de la verdad y el honor, no mentir, cumplir la palabra dada, siguió recitando los preceptos hasta terminar con un sencillo - no somos enemigos - saco la daga y liberó al orco, solo en ese momento dejo de mirarlo, Dorn no estaba seguro si en su incursión habían sido héroes, villanos o ambas cosas, mas tarde durante el descenso haría participes a sus compañeros de sus pensamientos, el por su parte seguía avergonzado.

También una pregunta que lo atormentaba, la maldad ¿se alimenta o se forja? porque una cosa estaba clara, no provenía de nacimiento.

Sus propios compañeros barajaban opciones nada aceptables solo para salvaguardar la vida ¿tan poderoso era el miedo? el enano hacía mucho que no lo sentía.

Después de una tensa negociación en la que a parte de las palabras hubo que enseñar armas y dientes, los orcos asumieron que no eran rivales para nosotros y aceptaron nuestras condiciones, de modo que una vez encerrados unos y desarmado otro comenzamos a cruzar el puente. El negocio tampoco era fácil, sobre todo para un Rivoel acostumbrado a los cálidos y sólidos suelos de las posadas y caminos. No sin congoja el bardo pasó lento y temeroso impresionado por la altura del lugar. Uno tras otro todos los miembros de la misión fueron llegando al otro lado hasta que por fin estaban todos sanos, salvos y sin un rasguño en la entrada de la fortaleza.

-Haced caso a Kraum ahora. Él conoce mejor que ninguno de nosotros las zona y lo que habrán tramado  para vigilarnos y recibirnos. Dinos Amigo Vizco, ¿ Por dónde debemos ir para esquivar a los esbirros de El Puma y poder llevar por sorpresa hasta su guarida? ¿ Hasta dónde piensas acompañarnos? ¿ Seguro que no quieres ganarte la fama y honor de haber sido uno de los que terminó con su hegemonía de terror ? Seguro que las autoridades de la ciudad lo tienen en cuenta y saben cómo recompensar ese valor. Yo podría interceder...

La advertencia de Kraum tampoco dejó indiferente a Lirian, pues de inmediato se detuvo y miró a ambos lados, temeroso de lo que pudiese asaltarles.

¿Qui...quién puede vernos? - Encogido sobre sí mismo, como un conejo que ha sentido la presencia de un depredador y se prepara para saltar e iniciar la carrera, el norteño se sentía abrumado por la inmensidad de aquella ilimitada bóveda celeste. No sabía cuántos días habían pasado desde que se adentraron en el corazón de la montaña, pero lo cierto es que habían sido suficientes como para sentirse extraño en un mundo cuyo límite superior se hallaba muy lejos del alcance de la mano. De pronto el lugar, sus pisadas, incluso las pesadas respiraciones de todos se le antojaron demasiado ruidosas, casi escandalosas.

¿Que...queréis ir direc...directos a la guarida del Pu..Pu..Puma? - Preguntó a los que tenía al lado mientras Kraum respondía a las preguntas del bardo. - Po...podíamos dejar to...todo esto a bu...bu...buen reca...recaudo, ¿no?¿no? - Se refería, como no podía ser de otra forma, al suculento botín que transportaban, ya que sólo pensar en la posibilidad de perderlo ante el Puma le provocaba una inmensa y onda presión en el pecho. Por otra parte, era evidente que caminar cargados como mulas, con aquellas ruidosas bolsas llenas de cachibaches, valiosos, pero extremadamente ruidosos, no le hacía sentirse especialmente tranquilo si como imaginaban trataban de asaltar la guarida del Puma de una forma sigilosa.

Para sorpresa de Morgan los orcos aceptaron su propuesta. La guerrera los tuvo vigilados durante todo el proceso por si intentaban alguna treta, no se fiaba de ellos, pero nada pasó. Desarmaron y encerraron a todos menos al nuevo jefe y lo siguieron hacia la salida, la travesía del puente fue lenta y la mujer no se separó de Tres Testículos dispuesta a poner el filo del arma en su gaznate a la menor señal de traición. La duda se instaló en la mente de la mestiza conforme avanzaban y oían al "prisionero", no vieron a nadie más en su camino y la actitud del orco daba a entender que iva a cumplir con su palabra. 

Por fin salieron al exterior y todos llenaron sus pulmones con el aire fresco, la guerrera miró la luna durante un instante hasta que oyó al paladín dirigirse al orco, se acercó y cuando códice acabó la traducción añadió unas palabras.

-¿Как он пришел к вам? ¿Кто вы несете ответственность за то, что произошло? -el enano podía pasar lo que le habían hecho a Abrahel por alto pero ella no, antes de oír la contestación siguió dejando claro de quién era la posición de poder -при Мятеж сохранились только Toветеос Туск чемпионов Oнeь.

La guerrera vio como en otro grupo Rivoel y Lirian trataban de conseguir la ayuda de Kraum, esperaba que lo convencieran así como esperaba que la respuesta de "Trestes" fuese satisfactoria.

¿Cómo llegó la mujer a vosotros? ¿Quién es responsable de lo que le ha sucedido? 

​Al motín de Colmillo Podrido sólo habéis sobrevivido los campeones de Ulfe.

Cuando Dorn, tras haber cruzado la fortaleza cavilando, se acercó al orco y me pidió que hiciera de intérprete, no supe qué esperarme. Traduje lo mejor que pude, y me costó: «verdad», «justicia» y «honor» no son palabras frecuentes en la lengua orca. Al escucharnos, Tres Testículos debió de pensar que iba a ser ajusticiado: miraba a los demás asustado, se orinó encima y, cuando Dorn sacó la daga… ¡Cerró los ojos y soltó un alarido! Cuando los volvió a abrir, miró incrédulo sus manos desatadas, y luego nos miró a nosotros. La alegría le duró el instante que Morgan tardó en hacer sus preguntas. El orco tragó saliva. Lirian, Kraum y Rivoel detuvieron su charla para escuchar.

—Morgan ha preguntado cómo llegó Abrahel a la fortaleza —le traduje a Dorn en voz baja—. Que quién responde por lo que le pasó. —Me callé para escuchar al orco, que contestó con un hilillo de voz tartamudeante.— Él dice que la trajo un grupo de guerreros... De las Colinas. Querían que Ulfe se uniera a su señor... Ulfe dijo que lo pensaría... La hembr… Abrahel fue… —Tragué saliva, estremecido, mirando a un lado.— ...un obsequio. —Volví a escuchar.— Los emisarios se fueron. Ulfe no volvió a mirarla, y ellos… Ellos…

El orco había comenzado a balbucear: Abrahel, que inicialmente había permanecido apartada, mirando a las montañas, se había acercado a él a medida que hablaba. Para cuando el orco llegó a ese punto, ella estaba pegada a él. Tenía la mano en la empuñadura de la espada. Sus ojos parecían dos finas ranuras. Estaba roja. Le temblaba la barbilla.

—A-apartaos —consiguió decir entre dientes—. Voy a... hacer justicia —añadió, con la voz atragantada de emoción. Y al orco le dijo:— На колени.

—De rodillas —traduje, mientras ella desenvainaba la espada.