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El agreste valle

Aventura | 8. Epílogos

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07/12/2018, 02:01
Montañas de Qark

Mucho más tarde, nos detuvimos a hacer noche. Tras una intensa jornada poniendo tierra de por medio -en dirección a Qark, pero dando un importante rodeo para despistar a nuestros perseguidores, siguiendo arroyos y cubriendo nuestro rastro de otras mil maneras-, necesitábamos descansar. Tampoco habría sido prudente seguir: a la luz de Selûne y las estrellas, avanzando entre pedregales y despeñaderos, Rivoel, Lirian y la mujer -Linay- habrían acabado por matarse. Además, incluso a buen ritmo aún faltaba mucho para llegar al pueblo. Allí Enethek o Almadura quizás podrían escondernos, o darnos provisiones, o ambas cosas. El camino a las montañas de la Boca del Desierto era largo y peligroso, y no nos quedaban raciones. Llegaríamos famélicos a Qark. Por egoísmo y por piedad, recé para que los hombres del Puma no visitaran el lugar antes.

Un ridículo fuego ardía en la esquina de la covacha. Había sido una suerte encontrar este escondrijo. Abrahel y Rivoel se disponían para la primera guardia. Yo estaba arrebujado en mi capa.

Cuando todo esto haya terminado… cuando ese Vazhror haya sido derrotado... —comenté en voz alta, los ojos clavados en las llamas— ...voy a levantar en Cataratas la capilla más hermosa que se haya visto en el Valle... Bueno: la más hermosa que me permita mi tesoro, claro.

No quería gafarlo, pero estaba esperanzado y meditabundo. Todos los cabos sueltos de aquella larga historia se agolpaban en mi cabeza. Sok Ul-Makum, sus secuaces, sus esclavos. El cuerpo profanado del elfo Beleg. La muchacha Sanara, a la que habíamos salvado de los orcos en las cuevas y que nos aguardaba en la gruta de Shaibar Trahel para que la ayudásemos a volver a Hondonada. ¡Klain! ¿Estaría bien? ¿Habría llegado salvo y sano con Lord Randall? La familia que nos había acogido en aquel molino. Gódin... La voz de Abrahel me sacó de esos pensamientos.

En cuanto el Libro sea destruido, daré caza y ajusticiaré a los orcos a los que dejamos huir —respondió, poniéndose muy seria pero con calma, sin mirar a nadie, a sus cosas. Lamenté haber sacado el tema. Para mi sorpresa, continuó, suavizando el tono y relajando el rostro.— Luego, volveré ante mi superior en CataratasDonaré mi parte a la Orden.

Sabía que no iba a asentarse en la villa, pero por un momento deseé que así fuera. Mi atención pasó entonces a mis otros compañeros. Tuve la impresión de que aquel podía ser un momento de confidencias, de esperanzas y anhelos.

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29/12/2018, 11:19
Dorn Palabrasagrada

-por los escudo que no irás sola- Dorn respondió sin alzar la vista de la hoguera, en su mano el odre con la sangre del dragón con la que esperaba salvar a su amigo y mentor, el poderoso martillo descansaba en el suelo a su lado resplandeciendo a la luz de las llamas.

Algo pasaba por la cabeza del enano mientras descansaban ¿que harían ahora los hombres del puma? ¿se alzaría alguien con el poder? ¿proseguirían sus fechorías?

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31/01/2019, 23:27
Lirian Ventormenta

A pesar de no sentirse completamente a salvo, pues la montaña se levantaba aún amenazante tras sus espaldas y de ella podían descender los secuaces para vengar a su difunto líder, Lirian se mostraba por primera vez optimista en cuanto a sus posibilidades de regresar a salvo al Valle del Viento Helado. Había pasado tiempo, tal vez demasiado, y con ello esperaba que las aguas hubiesen vuelto a su cauce tras la desafortunada muerte de aquel muchacho. No esperaba encontrar el perdón, ni tampoco lo buscaba, pero sí que anhelaba volver a saber de sus padres. ¿Seguirían vivos?

La conversación entre Dorn y la paladina lo sacó por un momento de sus nostálgicos pensamientos. Ambos eran buenos combatientes, de lo mejor que había conocido en sus años como espada contratada, pero su férrea moral en determinados momentos, sobre todo después del episodio con los orcos tras la muerte de Escamanegra, hicieron que tuviese pocas ganas de compartir más tiempo con ellos del estrictamente necesario. — No, ellos solos se bastan para acabar con esos tres orcos. — Se dijo a sí mismo para justificar su decisión de no ir con ellos.

Volvió la vista hacia sus otros compañeros. ¡Por los Dioses, qué diferentes eran todos y cada uno de ellos! Sabedor de que Códice tenía decidido establecerse en Cataratas, directamente optó por dirigirse a Morgan y Rivoel. — ¿Y…y vosotros? ¿Q...q….qué… haréis? — Pensó de nuevo el tesoro que le aguardaba una vez hubiesen terminado con el dichoso libro. — Yo… yo… creo que…que volveré al nor…al nor… norte. — No tenía que ser Bryn Shander, podría establecerse en cualquier otra de las nueve ciudades y montar una modesta flotilla pesquera. — Con la de tiempo que ha pasado, dudo que se acuerden de mí, pero es mejor prevenir que curar.

Siempre se…se nece…necesitan brazos fu…fu…fuertes en el norrrte. — Dejó caer mientras sus ojos se cruzaban con los de Morgan. Sonrió. — Y es un lar…lar…largo vi…viaje ha…ha…ha…hasta allá… — Comentó poniendo una mano sobre el hombro de Rivoel.

Pero había alguien más sentado frente a la modesta hoguera. — ¿Tienes dó…dó…dónde volver? — Preguntó a Linay. ¿Sería bien recibida la muchacha en el pueblo después de saber que había compartido lecho con el tirano que los había esquilmado durante tanto tiempo?

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01/02/2019, 00:04
Montañas de Qark

Asentí con aprobación hacia Dorn, y noté que Snarruk se acercaba a él y agitaba la cabeza, como queriendo expresar algún tipo de emoción. ¿Era un animal común o el espíritu de un enano en el cuerpo de una cabra? Las palabras de Lirian me llamaron también la atención, pues había pasado bastante tiempo desde la última vez que le había visto sonreir. Me alegré por él. Respecto a su propuesta a Morgan y Rivoel, se quedó sin respuesta, pues la mujer -Linay-, ante la pregunta del norteño, rompió a llorar y a balbucear sus temores. En cuanto nuestro tartamudo amigo se puso a consolarla, Morgan aprovechó para acostarse y Rivoel -con Abrahel- se dirigió a hacer la primera de las guardias.

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01/02/2019, 00:04
Qark

Esa noche transcurrió sin ataques ni sobresaltos y a la mañana siguiente reanudamos la marcha. Nuestro trayecto hasta Qark tampoco fue memorable, salvo por algunos comentarios de Morgan -que en ese momento no comprendí- acerca de visitar Fuertenuevo antes de llevarle el libro a Shaibar. En cuanto le hicimos ver que era un rodeo no sólo innecesario, sino peligroso, no volvió a mencionarlo, aunque supe ver que no había dicho la última palabra.

Cuando al final del día avistamos Qark desde una loma cercana, hallamos algo que no esperábamos ver: en un prado, en el límite oeste del pueblo, habían sido levantadas una docena de tiendas de campaña entre las que pastaban caballos de guerra. En la cúspide de la mayor y más ornamentada, ondeaba una banderola, cuyos colores y blasón reconocimos al momento: era la daga sobre púrpura de la Casa Alba. De un recio árbol en la plaza principal colgaban tres siluetas. Había cuervos sobre ellos. Como supimos luego, eran bandidos. Pumas Negros.

Con todas las precauciones, entramos en el pueblo, y unos hombres nos condujeron hasta la casa del alcalde. Antes de que un sonriente Almadura nos presentara al líder de la comitiva -un caballero varonil, de pelo corto y rubio-, Abrahel se acercó hasta el desconocido y se arrodilló ante él. Ella fue quien nos presentó a sir Marcus Ladmes, el miembro de más alto rango de los paladines de Torm en el Valle, al servicio de lord Alba. Mientras nos presentábamos, dos personas más entraron en el salón de Almadura. Solo Abrahel y yo conocíamos al primero: era Mirt, el explorador de la hueste de lord Randal que nos había guiado hasta las Colinas. El otro era…

¡KLAIN! —saludé, emocionado al reconocer al apestoso enano.

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01/02/2019, 01:03
Klain Robleoro

¡CÓDICE! —exclamó con una amplia sonrisa—. ¡Yo alegrar! ¡Yo no dudar que tú vivo!

También saludó a Rivoel y a Abrahel, pues Klain y yo habíamos formado con la paladina -y los difuntos Ladfiena y Fewhyn- aquella primera partida a la caza del chamán orco Sok Ul-Makum, con ambos habíamos sufrido en las celdas de ese brujo, y con Rivoel habíamos vagado semidesnudos por el subsuelo del valle, habíamos conocido a nuestra patrona, Shaibar Trahel, y habìamos alcanzado Fuertenuevo. No sabíamos nada de Klain desde que nuestros caminos se separaron en aquel pueblo, ni él había podido saber de nosotros. La noticia de la muerte de nuestros amigos sin duda le afectaría. No se la dimos en ese momento.

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01/02/2019, 01:04
Qark

El encuentro fue emotivo y ruidoso, pero la urgencia nos obligó a centrarnos. Con la ayuda de Klain -siempre parco en palabras-, sir Marcus nos explicó la situación del momento: tras ciertas desventuras, en las que había sido testigo de más movimientos orcos, Klain y el señor de Fuertenuevo, Escudodecuervo, habían conseguido llegar a Cataratas y habían informado a lord Randal del peligro que se cernía sobre el valle. Sin dudar ni un segundo de sus antiguo camaradas de armas, lord Randal había comenzado los preparativos para la guerra contra Vazhror. De hecho, en aquellos momentos todos los barones y las villas del Valle habían recibido la llamada de su señor. Pero Randal Alba, espoleado por el enano, no pensaba descuidar ningún frente: ese era el motivo de que Klain, Ladmes y Mirt estuvieran en Qark. ¡Venían a ayudarnos en nuestra misión! Terminada la exposición, Rivoel también se apresuró a contar nuestras aventuras una vez dejamos Fuertenuevo: el carromato, la daga dorada, la cita con Almadura, la muerte de nuestros compañeros, el engaño a los orcos y los Pumas Negros, la audiencia con el Puma, la infiltración en el Colmillo de Piedra, la exploración de las minas, la lucha a muerte contra Escamanegra, los tres orcos, la infiltración en el Cubil, y la muerte del Puma, todo, con su verbo florido pero en un tiempo mínimo, e incluso incitó a sir Marcus y Almadura a atacar a los Pumas Negros ahora que habían sido privados de su cerebro.

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01/02/2019, 01:05
Marcus Ladmes

¡Bravo, valientes! —prorrumpió Ladmes cuando hubo escuchado la historia—. ¡Y por Torm que al alba iremos a por esos bandidos! Esta vergüenza acaba aquí —añadió, con una vehemencia que me recordó a Abrahel—. Pero no dejaré que viajéis solos a las montañas: es un viaje demasiado peligroso.

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01/02/2019, 01:21
Qark

En menos de una hora, teníamos un plan detallado sobre la mesa. Nos esperaba un largo viaje al día siguiente, todos estábamos cansados y había preparativos que hacer, así que nos pusimos en marcha, cada uno por su lado.

Dorn y yo, por ejemplo, nada más salir de la casa de Almadura, nos dirigimos al templo de Dumathoin, donde Enethek cuidaba a su primo. El paladín y yo encontramos a sus congéneres juntos y les dimos el anuncio: traíamos la sangre de dragón.

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01/02/2019, 01:23
Padre Enethek

¡Que la bendición de Dumathoin tarde muchos años en alcanzaros, hermanos! —soltó Enethek, sorprendido y esperanzado, cuando Dorn colocó el bulto sobre la gran mesa. Enethek me miró.— He estado leyendo en mis libros sobre lo que dijiste y... Creo que sí podremos usar la sangre para salvar a Gódin. ¡Tengamos fe! —Al instante, el clérigo comenzó a sacar frascos de sus estantes y a colocarlos en el mesado.— ¡Aprisa, padre: alcánzame esos frascos con hierbas de colores! ¡Y tú, paladín, trae dos cubos de agua del pozo! ¿Has oído, Gódin? —gritó hacia la estancia contigua—. ¡Debes aguantar!

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03/02/2019, 13:39
Qark'

Esa noche, Dorn y yo la pasamos en compañía de los otros dos enanos. Para cuando dejamos hecho todo lo que se podía hacer, era bien entrada la noche. Yo recé a mi diosa con el corazón en llamas, dándole las gracias por toda la ayuda que nos había prestado y pidiéndole que mantuviera su maternal mano sobre nosotros un poco más, y después me acosté. Dorn no durmió mucho, sentado junto al lecho de su primo, pero al día siguiente, por un momento, le vi sonreir.

En cuanto a Rivoel -según supe más tarde-, tras dar por finalizados los planes el alcalde Almadura le pidió que se quedase un poco más. Cuando ambos estuvieron solos en el salón, el anciano indicó al bardo que se sirviera lo que quisiera -había una jarra de vino y una botella de aguardiente sobre la mesa-, se dejó caer con cuidado en una silla cubierta de pieles y soltó un profundo suspiro.

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03/02/2019, 13:40
Bontier Almadura

Hijo… No puedo expresar lo mucho que este pueblo os debe —comenzó, con los ojos cerrados. Luego los abrió para mirar a Rivoel. Sonreía cansadamente.— Se avecinan tiempos inciertos, pero la muerte de ese perro zhent… Nunca podremos pagároslo. —Por unos segundos, enmudeció emocionado.— Este pueblo será siempre vuestro hogar, maese Docanto. —Suspiró.— Y ahora, sírvame una copa. Brindemos por nuestros amigos ausentes. Por los suyos. —La humedad afloró a sus ojos.— Y por el buen Jorick.

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03/02/2019, 13:43
Qark'

Ignoro lo que hizo Lirian esa noche, pero puedo imaginar que Abrahel sólo durmió tras departir largamente con su amigo y camarada, el señor Ladmes, pues muchas -y terribles- cosas habían pasado desde la última vez que se habían visto, al comienzo de todo, en Cataratas.

Por lo que a Morgan respecta, esa noche, en la posada, alguien la vio arrojando unos cuantos papeles al fuego de la chimenea. Ella me lo confesó mucho después: eran páginas del libro de los Bosquelado. Según me dijo, las páginas ardieron con normalidad, consumiéndose en cuestión de instantes. Estaba satisfecha. Planeando como destruir el libro por completo, mi camarada se fue a dormir. Cuál fue su sorpresa cuando, al día siguiente, al comprobar el libro… ¡Las páginas volvían a estar allí! Así fue como comprendió que una extraña magia protegía aquel volumen.

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03/02/2019, 13:45
Qark

Sin embargo, ella seguía decidida a destruirlo antes de llegar a las montañas: secretamente, desconfiaba de Shaibar Trahel, nuestra alada hechicera, pues había escuchado rumores de un paladín helmita en Fuertenuevo que tenía visiones sobre un gran peligro para el valle vinculado a las Montañas Boca del Desierto. Pero esa misma mañana, los temores se disiparon, pues conoció a ese mismo paladín. Era parte de la partida de sir Marcus.

Sí, ese era yo —le explicó el hombre, un cormyriense llamado Christos Arnaud. A ella se lo habían descrito como un borracho desaliñado y sucio, pero en aquel momento casi resplandecía. Estaba enbridando a su caballo.— Había perdido mi llama y era incapaz de entender el mensaje de mi dios. Pero cuando conocí a vuestro amigo, Klain, y escuché su historia, todo cobró sentido para mí: Helm me estaba indicando que debía ir a las montañas para salvar al valle. Desde que me uní a él y partimos, las visiones han cambiado. —Terminada la tarea, alzó los ojos cerrados al cielo encapotado y una sonrisa se dibujó en su rostro.— Ahora veo una cueva en las montañas, y en ella un ángel que espera con los brazos abiertos, y a cada día que pasa el cielo en las visiones es más limpio y luminoso. —Posó su mano sobre el hombro de Morgan y la miró directa a los ojos.— ¡Este es el buen camino, lo sé!

La excitación nos hizo amanecer temprano esa mañana. Almadura, Ladmes y varios hombres y mujeres, de Qark y de los recién llegados, nos despidieron al alba en los lindes del pueblo: mientras él y el grueso de sus fuerzas se ocupaban de los bandidos, Klain, el paladín Christos y Mirt nos acompañarían hasta las montañas. Para tristeza de Lirian, la mujer Linay no apareció para despedirse. No volví a saber de ella.

Antes de irnos, y por insistencia de Morgan, visitamos a Fewynh y Ladfiena por última vez -quizás la última de todas-. Seis figuras ante dos tumbas: cada una, una simple sepultura con una cartela; cada cartela, adornada con un nombre y una larga pluma blanca colgando. Dorn, que no había conocido a la pareja, nos acompañó brevemente y luego fue a despedirse de su primo. Antes de irnos, Morgan hizo un donativo al templo. Para cuando partimos, cada tumba tenía un nuevo ornamento: las escamas de dragón que Morgan había tallado para ellos.

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03/02/2019, 14:22
Boca del Desierto

Gracias a los caballos que Ladmes había dispuesto para nosotros, el viaje hacia el sur no nos llevó muchos días. En cuanto al rumbo, pese a que ninguno -ni Rivoel, ni Klain, ni yo- sabíamos cómo llegar a la morada de Shaibar, los vastos conocimientos regionales de Mirt nos permitieron usar nuestros vagos recuerdos para llegar hasta la zona.

Un mediodía, Rivoel se percató de que reconocía el lugar en el que estábamos. Nada más comunicárnoslo, una voz familiar nos interpeló a nuestras espaldas:

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03/02/2019, 14:26
Rakatal Kalintar

Se han tomado su tiempo, ¿eh? —Nos giramos: ¡Rakatal Kalintar! O Rakatar, o como se llamase. Sus alitas de murciélago, claramente demasiado pequeñas para su cuerpo, se agitaban frenéticamente y mantenían su cuerpecillo deforme en el aire. Por supuesto, bajo ese disfraz de diablillo que le resultaba tan útil estaba la lechuza familiar de Shaibar. Su tono de sutil altivez era inconfundible.— ¡Acompáñenme! Les guiaré. Mi señora les está esperando. El ritual está listo para comenzar.

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04/02/2019, 11:53
Morada de Shaibar Trahel

Poco después, llegamos al mismo puente de cuerda que habíamos cruzado tiempo atrás y dejamos las monturas donde Rakatal nos indicó, a salvo de las fieras de la montaña. Shaibar Trahel nos esperaba en el umbral de su cueva, junto a la chica pelirroja a la que salvamos de los orcos, Sarana. La belleza de la elfa alada -eoshee- era tan deslumbrante como la recordaba: su cabellos rubios y sedosos, su piel de bronce, su figura delicada y esbelta cubierta por una sencilla túnica larga del color de la noche… Y aquellas alas níveas, de cisne, recogidas a sus espaldas, cuyos contornos etéreos las hacían parecer hechas de gasa, o de luz. A su lado, Sarana, que realmente era una doncella de cierto atractivo, parecía un adefesio.

Bienvenidos —nos recibió. Su voz era como el eco de un tañir de campanas más allá de este mundo. Christos cayó sobre sus rodillas, los ojos inundados de lágrimas ante esa belleza. Abrahel y Mirt estaban boquiabiertos.— Mi corazón se ensancha al veros. Ojalá estuvierais todos los que marchasteis. —Rivoel hincó una rodilla y comenzó a dar una tartamuda explicación sobre Ladfiena y Fewynh, pero Shaibar le detuvo.— Lo sé, Rivoel. Levantaos. Dejemos los lamentos para luego. Ahora no hay tiempo que perder.

En la cámara principal de la caverna, Shaibar y su familiar habían formado, con polvo de diferentes tonos de plata, un intrincado círculo ritual lleno de símbolos arcanos. En el medio, se alzaba un atril plano hecho en hierro. Morgan, aún algo recelosa, entregó el libro, que Sarana colocó en la peana. Intuitivamente, todos nos mantuvimos fuera del círculo, a la luz de las lámparas de velas, atentos a Shaibar, quien, tras advertirnos que no hiciéramos nada hasta que nos avisase, cerró los ojos, abrió los brazos, y comenzó a cantar. Cantó en una extraña lengua teñida de bondad, pero su efecto no pudo ser más siniestro: primero poco a poco, y luego cada vez con más fuerza, hasta volverse un espectáculo de enorme violencia, una maraña de manos deformes y tentáculos espectrales brotó del libro, como intentando arrastrarse hacia el exterior, retorciéndose de dolor, como si la canción les dañara. En el momento de mayor virulencia, con un fogonazo, las manos fueron arrastradas al interior del libro y Shaibar cesó su canto. Las manos habían desaparecido.

Todo ha acabado —nos anunció finalmente, recuperándose del esfuerzo—. El libro no volverá a ser un peligro para nadie.

Cuando Abrahel cruzó el círculo e intentó cogerlo, el libro se desmenuzó en sus manos.

Esa noche, Rakatal preparó un festín semejante al de la última vez y juntos celebramos nuestra pequeña gran victoria, permitiéndonos olvidar por un rato que aún quedaba una guerra por delante. En un momento de la fiesta, Rivoel proclamó en voz alta que, aunque de los presentes sólo Klain, él y yo hubiéramos estado en aquella cueva la primera vez, todos éramos ya Compañeros de la Pluma Blanca, y ninguno más que otro. Divertida, Shaibar intervino.

Así que "de la Pluma Blanca", ¿eh? —Rió, y su risa fue como un cascabeleo celestial y el rumor de una cascada saltarina, todo a la vez.— Pues entonces, no puedo permitir que os falte la insignia de vuestra causa.

Y siguiendo a las palabras con el gesto, se puso de pie y comenzó a pasear entre los presentes, extrayendo de sus luminosas alas, sin gesto de dolor ni disgusto, una pluma para cada uno: Morgan, Lirian, Dorn, Abrahel. Sin embargo, cuando llegó a Christos, el paladín se arrodilló frente a ella y la detuvo:

¡Lady Shaibar! Os ruego me perdonéis —parecía realmente azorado—, pero no puedo aceptarlo: nada me haría más feliz, pero son estas damas y varones quienes han arriesgado sus vidas por la empresa. Aceptar vuestro regalo sería restarle valor a su mérito. Vuestra compañía hoy es más que suficiente.

Todos miramos entonces a Mirt, que tampoco tenía aún pluma, y el explorador, nervioso, tartamudeó también una renuncia semejante, aunque menos solemne.

Muy bien —sentenció la mujer—. Pero no os dejaré sin una muestra de mi gratitud.

A un gesto de la eoshee, Rakatal apareció con unas finas tijeras de cobre y se las dio, y ella cortó dos mechones de sus dorados cabellos y se los dio a los dos hombres.

La celebración continuó hasta que todos caímos rendidos.

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04/02/2019, 13:01
Shaibar Trahel

En un momento de aquella noche, Morgan estaba sentada a la entrada de la cueva, observando la luna, cuando Shaibar apareció junto a ella. La elfa pareció quedarse abstraída mirando también al cielo. Entonces, con delicadeza, Shaibar alargó la mano hacia el exterior. Para espanto de Morgan, la piel de esa mano se arrugó, agrietó y palideció, ciñéndose a los huesos, como si fuera la mano de una persona tremendamente anciana. Tras contemplar el efecto, y con calma, Shaibar la retiró de nuevo y se la frotó. La mano volvía a tener la eterna belleza de antes. Miró a Morgan.

No tengo recuerdos de la primera vez que lo hice, y aún así, aún me sorprende... —Silencio pensativo.— Nadie te advierte de que una vida infinita no significa una memoria infinita, ¿sabes? —comentó, con una sonrisa triste. Miró al exterior.— Sé que desconfías de mí, pero mi compromiso con el valle es sincero: proteger el valle es mi forma de proteger este lugar de poder. No sólo porque sea mi vida, sino para que no caiga en manos de personas como Ighnomer. —Volvió a mirarse la mano, y luego al grupo en torno a la mesa.— Tuvieron suerte de encontrarte, Morgan, a la que llaman Shae —concluyó, sorprendiendo a la mestiza.

Á continuación, se apartó de la Morgan, volviendo con el grupo.

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05/02/2019, 17:55
Boca del Desierto

No nos quedamos más que aquella noche en el hogar de Shaibar: la tormenta de la guerra estaba a punto de estallar y todos teníamos deberes que afrontar. Pese a la soledad de aquellos parajes, nuestra anfitriona pareció bastante conforme con la pronta partida. Fue aquella luna la última que vio a los Compañeros de la Pluma Blanca reunidos. La despedida fue triste y dura, sabedores de que quizás también era la última vez que nos veíamos.

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05/02/2019, 17:57
...

Epílogo

Han pasado dos años desde esa última noche en las montañas, pero algunos días parece que han pasado cincuenta. Los hechos de estos últimos años son bien conocidos y ya hay quien lo ha relatado con más talento e inspiración que los que yo puedo reunir. El Cronicón de la Guerra de Lord Randal contra el Orco, del padre Vernym, es un buen ejemplo, como también lo es el bello Romance del Valle de la Guerra, una composición de mi amigo Rivoel (algunas de cuyas estrofas he oído ya en boca de algún juglar). Por lo que respecta a mi destino y el de mis compañeros, es poco lo que puedo decir, y de poca relevancia, pero, llegados a este punto, puede que el lector lo encuentre de interés.