La División Azul, enviada para apoyar a Hitler, había recibido la orden de regresar a casa. Algunos de sus hombres (2000) se habían negado a regresar. Don Ramírez bramaba fuera de si en noches anteriores, mencionando la situación indignado. Falta de patriotismo lo llamaba. Traición lo llamaba.
Finalmente tuvo a bien convocaros en uno de los salones de su residencia habitual, donde os reuníais periódicamente para decidir sobre el siguiente movimiento "para la grandeza de España y los españoles".
Importante leer la sección NOTAS de vuestra hoja de personaje. Gracias.
El príncipe esperaba "pacientemente" en el salón, sentado en uno de los butacones individuales y dando suaves taconazos de zapato en el suelo a ritmo incesante y molesto.
- ¿No es ya la hora?
- Seguro que no tardarán, majestad
Su sonrisa felina se le podía notar en la voz, aunque se estuviera escuchando al otro lado de la puerta. Una sonrisa que predecía una noche agradable. En ese mismo momento Elena abandonaba la estancia por la puerta principal, con la silenciosa promesa de regresar pronto.
El Nosferatu casi se cruzó con Elena. Quizás esperaba simplemente a que saliese, aunque su andar recio y tosco, de gran zancada, parecía decir lo contrario. Sus ropas, siempre raidas y viejas, presentaban esta vez una inusual limpieza, acorde a la categoría de la persona a visitar. Siempre había dicho que la mejor manera de saber lo que hacen los ricos era mezclarse con los pobres. Así era más fácil controlar a ambos. Y él lo hacía con frecuencia.
Se detuvo en el quicio de la puerta. "Buenas noches mi Príncipe. ¿Da su alteza permiso?" Preguntó con energía, esperando sin atravesar la puerta, esperando el visto bueno.
- Pasa, ¡pasa! - un gesto de mano acompañaba sus palabras reafirmándolas
Su angustia, su inquietud, era tan palpable que casi hubieras jurado que acababa de escapar de la mismísima muerte definitiva.
Llegó. Paró el coche y lanzó la colilla por la ventanilla. El edificio se veia imponente.
La guerra en Europa no marchaba bien los sovieticos avanzaban por Polonia, Africa se habia ido al carajo y la guerra parecia que salvo un cambio radical se iba a perder. Se encendió otro cigarrillo. En ese momento salia Elena de la casa. Un gruñido grave salió de su boca y entró.
Entregó el abrigo al servicio y pasó al salón, conocia el camino.
-Buenas noches Don Juan Miguel, veo que ha tenido compañia.
- Veo que no perdéis oportunidad de manteneros bien informado, de cada detalle... - sin llegar todavía a desviar la mirada hacia el recién llegado
Termina alzando la mirada hacia Rodrigo, tras una breve pausa
- Buenas noches y bienvenido, Don Rodrigo - casi agradable, como si no acabara de decir lo anterior
"Don Rodrigo..." dijo el nosferatu con un ligero balanceo de cabeza a modo de saludo. Luego desvió su mirada hacia el Príncipe. "Así es Alteza. Los avances rusos y el resquemor que queda después de la guerra pueden avivar las ascuas del comunismo. Sobre todo en las clases más bajas, como es de esperar... y el hambre es buena paja para hacerlo arder. Mejor estar atentos."
- Luscano- dijo Alvarez entre el humo.- Si estan hablando sobre el frente europeo, mi principe, creo que seria momento de cambiar de estrategia o de aliados.
- Y, dime, ¿que sugieres?
Te invita a adentrarte en la sala y tomar asiento, con un elegante gesto de mano de los que acostumbra.
Arturo llegó dispuesto a atender la llamada de su príncipe, no le gustaba llegar el primero para evitar los arranques iniciales de ira de Ramírez
Las cosas no iban por el buen camino para España. ¿Tal vez el retorno de la División Azul indicaba una pérdida de influencia de Juan Miguel? Habría que estar atento a los siguientes acontecimientos...
Entró en la sala y saludó a los que se encontraban allí con un gesto mientras me quito el sombrero:
- Buenas noches caballeros, veo que han empezado a tratar el tema. Señores Ramírez y Álvarez, pido disculpas por el retraso.
- Entrando en la ala con paso elegante pero tranquilo, aunque para nada insinuante e inclinando la cabeza primeramente al príncipe y después al resto de los presentes - Buenas noches, disculpen mi ligero retraso, espero no haberme perdido nada interesante
Demetrio miró a Arturo, consciente de que en las disculpas de éste, no estaba incluido. Una mirada dura como el granito, pero que duró tan solo hasta que Sofía hizo acto de presencia, a la cual devolvió el saludo de la misma manera. Luego su atención volvió a centrarse en el Príncipe.
- Tomad asiento, todos - su tono era a menudo más autoritario de lo necesario - hoy no os he convocado tan solo para tratar asuntos de la sociedad mortal.
Espera a que toméis asiento antes de continuar
- La falta de patriotismo en estos últimos años, me preocupa. La posibilidad de que alguien vea en esta dictadura algo diferente al necesario bien de España, me preocupa. Y que se ponga en duda mi capacidad para obrar, también. La unidad es necesaria.
Os mira de uno en uno durante su discurso, con dureza
- Y la sinceridad... y el arrepentimiento.
Guarda silencio, dejando que seáis vosotros quienes intervengáis.
-Por favor, ¿quien te ha metido esas ideas en la cabeza? ¿Esa zorra malkavian?
- Arremeter contra los fieles a este principado no habla en tu favor, Rodrigo - en tono de advertencia es claro - no es el momento de desacreditarla, aunque sea mujer. Siempre ha apoyado mis decisiones.
"¿Quién ha puesto en duda su capacidad, Príncipe?" Preguntó con un tono serio. "¿Cree que alguno de los que estamos aquí? El nosferatu era un trabajador nato. Se tomaba muy en serio todos los encargos y cometidos que le correspondían, de ahí, posiblemente, su cara de asombro, y quizás cierta molestia por estar, o pensar que estaba, dentro de las sospechas del Príncipe.
Arturo escuchó las amenazas veladas del príncipe, parecía sospechar de todos menos de la malkavian. Aquella convocatoria parecía que comenzaba más con un interrogatorio:
- ¿Quien de nosotros no ha aceptado sus decisiones? El futuro de España es el que usted decida y nosotros le ayudaremos en lo que nos pida o acaso no ha sido hasta ahora así. Hemos acudido todos a su llamada, si a lo que venimos es a escuchar acusaciones, lo mejor sería que fuera más claro no cree?
Para defenderse lo primero era conocer las acusaciones
- Y se pronuncia... el vástago que hace que mis ghouls se le confiesen para supervisarme y el que en su propia intervención pone en duda mis métodos. Quizá lo que fuera mejor es mataros a todos - ofendido, profundamente - ¿Acaso creéis que podéis actuar impunemente a mis espaldas?
- Mirando al príncipe con cara seria y en tono frío - ¿Perdón? No se si he escuchado bien... ¿Por ser mujer? No creo que sea un comentario apropiado de un príncipe - Relajando el tono de voz y la mirada - Aunque entiendo que tal y como están las cosas se puedan decir cosas de las que se pueda uno arrepentir luego. - Y volviendo la mirada a Rodrigo - Espero que el día que tengais una opinión sobre mi me lo digais a la cara y con pruebas querido...