Se quedaron todos allí, pensativos, viendo como el variopinto grupo de sintecho se subían en el tren de mercancías que comenzaba a arrancar. Más que una respuesta lo que habían encontrado eran sin duda otras preguntas. Muchas preguntas. Y advertencias... Secretos y misterios.
El reloj de la estación marcaba las 19:13.
Cuando el mercancías hubo desaparecido entre los túneles de Atocha la Maca miró el destartalado reloj. Marcaba las 19:13 y había visto tiempos mejores. Por un instante la Maca se preguntó que hora sería buena para visitar a un brujo mafioso, ¿cenaban pronto?
La conversación con Tolito no había aclarado demasiadas dudas, pero ahora estaba segura de que tenía que llegar al fondo de ese asunto, todo era demasiado raro como para olvidarlo.
-Bueno- dijo mirando a su primo y al argentino- ¿Y ahora que? ¿Pedimos audiencia con el Portugués?
- El Portugués no es un camellito de a pie,- dijo Richi - pero podría intentar contactar con él. Yo, eh... tengo mis contactos en ese ambiente. ¿Queréis que lo intente?
Miró cómo el Tolito desaparecía de escena sin demasiado misterio, desde la altura del vagón, y, cuando partió el tren de mercancías, se escurrió en su interior de nuevo para echar un vistazo: no se le escapaba que aquel vagón debía ser un refugio provisional para Tolito, y sin embargo… Se sentía frustrado ante la falta de respuestas y la determinación de los muchachos le hacía apretar las mandíbulas. Apartaba con desidia e irritación los cachivaches más próximos, mientras mascullaba para sus adentros: “Saber, creer… Confundes los términos, maldito mercachifle del demonio”.
Me gustaría husmear un poco en el vagón antes de saltar del vagón.
También me gustaría saber si sería posible acudir a una biblioteca próxima: con que tenga la Espasa Calpe, la de los 72 volúmenes e incontables apéndices, me conformo: ¡ahí viene todo, y además, con una prosa muy cuidada!
Elías revisaba concienzudamente aquel vagón mientras la pregunta del Chapas quedaba en el aire. ¿Habría dejado Tolito algo interesante allí? No era la primera vez que se encontraban las pistas más interesantes en los lugares más extraños. Algo llamó la atención del mago: una foto. Una vieja foto en blanco y negro. Allí estaba el Gallego con otros tres tipos posando ante la estatua del Angel Caído que había en el retiro. El Gallego estaba en el centro y sonreía desde la distancia del tiempo. Quizás habrían pasado veinte años desde que se tomara esa foto. A Elías le costó reconocer a Tolito en el individuo que estaba a su izquiera. Diantres, vestido como un chulapa madrileño y con la barba recortada parecía casi un señor. ¿Qué habría pasado durante ese tiempo? El tercer hombre era un muchacho de cara aniñada, pelo rubio pajizo y mirada de ojos claros. Un bello mozalbete de unos veinte años escasos. Era el único de los tres que miraba serio hacia el objetivo. Por la vuelta la foto tenía tres firmas y una fecha: 1961. Las firmas eran las de Exiquio Rial, Tomas Pérez y Jan Reve.
Mientras sostenía la foto Elías pensaba en otro objetivo: buscar una biblioteca. Si se daba prisa igual podía pasar al menos una hora en alguna biblioteca pública cercana antes de que cerrase.
Motivo de la tirada: Buscar
Puntuación de habilidad: 18
Resultado del dado: 8
Efecto: Normal (10)
-Deberías intentar que nos vea, sí. A menos que el argentino tenga mejor posición que tu.- dijo mirando dentro del vagón, a Elias.- ¡Eh! ¿Has encontrado algo interesante?- le dijo desde la entrada.
Se frena en seco y voltea al grupo, se agacha para tomar una piedra y comienza a arrojarla al aire y tomarla nuevamente con la mano
-Antes de ir a hablar con el Portuges creo que habría que ponernos de acuerdo que decirle... no creo que nos ayude mucho si llegamos y le contamos todo lo que sabemos, dejemos que el de algunas cosas por echo y hable...
El Chapas se sentó en el borde del vagón.
- Esa es otra... Realmente a mi con que me dijera quienes fueron los hijoputa que le hicieron eso al abuelo me llegaba. El por qué ya me la suda... El yayo está siendo una puta caja de sorpresas y no me entero de nada.
Sostuvo la fotografía ante sí. Sonrió con fiereza. Pensó: “Tomás Perez, ya te conozco.” Pero, ¿qué clase de nombre era Jan Reve?
Macarena lo sobresaltó. “No se le escapa detalle a esta chica”, refunfuñó mentalmente. Descendió con cuidado del vagón y le ofreció lo que había encontrado. Dejó que examinasen la instantánea, al tiempo que comunicaba:
- No sé, muchachos, no sé… No estoy seguro de querer encontrarme con el Portugués. Dices, Richi, que sólo quieres saber quiénes le picaron billete a tu abuelo, pero, ¿y si fue él mismo? ¿Qué harás entonces? –Sacudió la cabeza. - No, nos abriría en canal como a reses. Por otro lado, si esa carta es tan valiosa, tampoco estoy seguro de querer desprenderme de ella, no sé si me entendéis… En todo caso –echó un vistazo al reloj de la estación- aún queda tiempo para consultar unos datos en una biblioteca de por aquí cerca. Acompañadme hasta ella mientras charlamos sobre el asunto.
La Maca cogió la foto y la observó mientras Elías hablaba.
-¿Qué? Claro que tenemos que ir a hablar con el portugués, no tenemos nada más- dijo, mirando a la foto- A menos... Supongo que Tomas es Tolito, ¿quien creéis que es Jan Reve? Suena a francés... Y esto ¿no es el ángel caído? ¿Donde hemos oído hablar de eso antes?
La Maca le tendió la foto de nuevo a Elías y mientras caminaban fuera de la estación y camino a una biblioteca sacó la libreta de su bolso. La abrió y volvió a leer en alto el último párrafo.
Cita:
Elías no estaba muy convencido. Al terminó de la lectura, anunció:
-El lugar donde pedía que sepultarais ese diario no es fortuito, por tanto. Más allá de un significado simbólico, no se me ocurre cuál pueda ser el sentido de esa acción. Mira, Macarena, aceptaré ir a visitar al Portugués a condición de que me dejes ese diario para que pueda echarle un vistazo más detenido en casa. -Se detuvo y los miró a todos. - ¿Estáis de acuerdo?
Arroja la piedra contra uno de los vagones abandonados, produciendo un sonido metálico... y posiciona sus lentes al parecer mirando al rostro de Elias
-Creo que ese diario se debería quedar con Maca... si quieres estudiarlo, sera con todos nosotros a tu lado viendo que no hagas nada extraño con el... que desde hace tiempo que noto un interés muy extraño sobre el departe de ti
-Si... no se que piensan encontrar aquí, pero prefiero que le eches un vistazo conmigo delante. Podrás echarle un vistazo después de ir a la biblioteca. ¿Que es lo que esperas encontrar allí?- la Maca se encendió otro cigarrillo a la salida de la estación.- ¿Y dices que no quieres hablar con el Portugues? Pues a menos que podamos encontrar a ese Jan Reve es la única pista que tenemos. Por suerte Reve no es un apellido muy normal, si vive en Madrid igual podemos encontrarlo en un listín.
La Maca continuó caminando poniéndose el bolso bajo el brazo y agarrándolo fuertemente, como si quisiera asegurarse de que Elías no se lo arrancara de las manos.
Miró de reojo a Agustín, ese muchacho que se estaba mostrando tan displicente, y se quejó:
-¿A qué vienen esos recelos? Estoy tratando de ayudaros, chicos. ¿Cómo pensáis que voy a estudiar cómo se debe ese manuscrito si tengo a alguien respirándome en la nuca? – Sin embargo, un vistazo más detenido le permitió comprobar que los chicos no iban a dar su brazo a torcer. Resopló con decaimiento: - Oh, está bien, está bien. Lo haremos cómo decís.
Siguió caminando hasta la salida de la estación, murmurando, en busca de una biblioteca que sabía cercana.
Cuando estemos en la biblioteca, me gustaría buscar en el Espasa las palabras:
Ahasverus
Kobalah
Filacteria
Y si es posible, con el carnet de alguno de los acompañantes (si es que lo tuviesen), sacar un diccionario de esoterismo.
Un poco más tarde todos se reunían alrededor de una de las mesas de la biblioteca pública. No tenían gran cosa sobre esoterismo pero entre lo presente Elías escogió el que parecía contener más términos. Enciclopedia del Esoterismo y el Hermetismo rezaba en su rimbombante portada con letras góticas desgastadas. Lo sacaron con el carné de socia de la Macarena. En cuanto al diccionario común Elías probó suerte en un par de ellos antes del cierre de la biblioteca.
Cita:
Las otras dos palabras no figuraban en ningún diccionario. Aprovechando el tiempo Elías comenzó a revisar el viejo diccionario esotérico que habían tomado en préstamo con la esperanza de que por allí figurase algún dato. Los otros hacian bailar la mirada entre el reconcentrado rostro del argentino y el reloj que indicaba que quedaba poco para las 20:30, hora de cierre de la biblioteca. Finalmente Elías marcó con el dedo un párrafo en el que se mencionaba a Kobalah:
Cita:
La bibliotecaria pasó entonces para avisar que era la hora de cerrar.
Motivo de la tirada: Elías: Documentación
Puntuación de habilidad: 15
Resultado del dado: 1
Efecto: Muy bueno (24)
-Vaya- comentó Macarena después de que la bibliotecaria apuntara el libro en su cuenta de la biblioteca.- ¿Así que esa carta es un original de un conocido brujo? Debe costar una pasta.- le pasó el diccionario a Elías mientras lo miraba pensativa.- Puedes llevarte la libreta esta noche... - dijo encendiendo su cigarrillo.- pero yo me llevo la carta. Esa libreta es lo único que tengo de mi abuelo, y no quiero que desaparezcas con ella.
Dio una calada y soltó una bocanada de humo en la noche madrileña.
El argentino cedió finalmente.
- No haré nada malo con ella – le sonrió a Macarena, tratando de expresar inocencia. – Y bien, podemos terminar la velada en La Pérdida para que podáis exponer cuál es vuestro plan, ¿qué os parece?
Antes de salir a la calle, Elías puso mucho cuidado de asegurarse el fular en torno al cuello. La carta de Tarot, mientras tanto, seguía en su bolsillo.
-Yo no voy a entender nada de lo que pone, y con la carta me aseguro de que no va a hacer nada raro- dice la Maca mientras le ofrece la cajetilla a Agustín.
-Podemos ir a La Perdida y mirar en el listín del Braulio si viene el pavo ese. Si no... yo voto por ir a ver al Portugués- dice echándole una mirada a Elías, que en principio no quería ir a ver al mafioso.- ¿Al metro entonces?
Una hora más tarde el grupo se reunía alrededor de una de las mesas de la Pérdida. Eran las 21:30 y estaban cenando unos bocatas por gentileza de Braulio, que últimamente se tomaba a los nietos del Gallego como a unos chiquillos desamparados, pese a las protestas del Chapas. Al parecer Elías y Agustín, por cercanía, entraban también en la lista de protegidos del viejo camarero.