Partida Rol por web

Oiga, doctor,
a ver si tengo cura,
solo quiero ser yo
y ahora parezco mi caricatura.

J. Sabina - Oiga Doctor.

El despertador salvó a Domingo de su extraño sueño. Se sentía incómodo y sudoroso. Miró la hora: casi las 8:00. Por un momento pensó en darse la vuelta y volver a dormir pero, aunque no quería reconocerlo, aquel sueño le había dejado una incómoda sensación de miedo. No quería seguir durmiendo...

Se levantó de la cama y fue al baño. Aquel rostro que se reflejaba en el espejo le invitaba a volver a la cama y dormir pero, por alguna razón, no quería seguir durmiendo.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza, demasiadas preocupaciones como para andar perdiendo el tiempo en la cama. Un nombre sobrevolaba sus pensamientos: Jan Reve.

El grifo empezó a escupir agua, al principio fría y poco después tibia. Domingo se lavó la cara y arregló su barba como cada mañana. Poco después calentó un poco de café y desayunó tranquilamente con la cabeza en quién sabe que sitio.

Tenía la mañana libre, quizá lo mejor fuera ir a la comisaría e informarse sobre el tal Reve, o quizá hablar con homicidios y ver cómo llevaban el caso del gallego. Cada idea que engendraba la imaginación de Domingo tenía rápidamente su réplica formando una asombrosa encrucijada de pensamientos. Cada elección, un dilema.

Una vez desayunado, bajó a la calle a por el Seat Malaga estacionado cerca de casa. Subió, cerró la puerta con delicadeza. Su rostro se reflejaba en el retrovisor central.

- Un día más lucen las ojeras - pensó.

El motor del vehículo rugió y, como por instinto, recorrió el camino a la comisaría.

Aparcó el coche en la puerta de la comisaría. Justo en el momento que iba a entrar se encontró con Velez en el umbral. El comisario lo saludó amistosamente:

- Domingo, por el amor de dios. ¿Qué haces aquí de mañana? ¿Es que no te llega con tu horario normal?- su rostro se volvió un tanto más serio - Me imagino que ayer hablarías con el Toro ¿no? ¿Va todo bien?

"¿Va todo bien?" Se atrevió a preguntar Velez. Evidentemente que no iba nada bien, no podía dormir, la cabeza le daba vueltas continuamente y, desde que murió el gallego, casi se pasaba más tiempo en la comisaría que fuera de ella.

Domingo cogió del brazo a Velez y se acercó a él hablandole al oido.

- Pues no, señor, no va todo bien. ¿Podemos hablar un poco más... en privado? - dijo a su superior entre susurros.

Parecía que Velez estaba muy al tanto de por donde andaban esos narcotraficantes, quizá pudiera ayudar. Dio un par de pasos hacia el interior de la comisaría y dirigió una mirada seria al sargento Velez.

Velez sonrió apartando un poco la mano de Domingo:

- Tranquilo hombre, que a estas alturas del partido no vas a perder los nervios.

Miró alrededor para constatar que nadie se había dado cuenta de la tensión. Luego le dio una palmada en el hombro al viejo policía:

- Venga, vamos a mi despacho que te doy esos papeles del asunto de ayer.- dijo lo suficientemente alto como para que lo oyeran un par de policías que entraban.

Domingo siguió con semblante serio a su superior hasta el despacho acristalado. Al entrar Velez cerró la puerta. En su rostro no había perdido la sonrisa afable, pero su mirada era dura como el acero.

- ¿Qué pasa Domingo? ¿A que vienen estos nervios de principiante? ¿No fue bien ayer la reunión con el Toro?

Domingo se sentó en la silla frente a la mesa de Velez, relajó un poco la expresión y se dispusi a hablar.

- ¿La reunión con el Toro? ¡Ah! Sí, muy bien pero, ¿supongo que ya sabías de que quería hablarme no? - preguntó.

- Velez, ¿cual es nuestra relación con "esos"?

El rostro del viejo policía se torció durante unos instantes. Estaba buscando la manera más correcta de decir lo que quería.

- Verás, Pablo, voy a serte sincero. En los últimos días ando liado con el asunto de la reciente muerte de mi amigo, el Gallego. Ya se que de ese tema se encargan los de homicidios pero me prometí a mi mismo que llegaría hasta el final de esto.

Hizo una pausa antes de continuar.

- Además, ya sabes como acaba todo esto. Si no eres importante acaban diciendo que te muriste de viejo y asunto cerrado - dijo arqueando las cejas.

- Supongo que sabes para quien trabaja el Toro, ¿verdad? Pues me temo que el asunto del Gallego está relacionado con ese tio; el portugués. Creo que tengo moneda de cambio para negociar por información pero no vendría nada mal saber con quien me estoy viendo de antemano, ¿no crees?

Se había liberado. Ya lo había dicho. Quizá había echo lo peor que pudiera hacer pero pensó que nadie mejor que Velez conocería a esa gente.

- ¡Ah! Por cierto, tengo otro nombre, Jan Reve, ¿te suena?

Velez escuchaba pacientemente a su hombre. Al final, al mencionar la relación del Portugués con lo del Gallego, no pudo evitar un resoplido de molestia:

- Jodidas andan las cosas para que tú la líes más Domingo. Joder.- guardó silencio un rato - Mirá, no sé como decir esto suavamente joder, sé que el Gallego era amigo tuyo... Pero no era nadie ¿comprendes? Era un ratero venido a menos al que le quedaban dos noches para irse sin armar ruido, con un paro cardíaco o algo así... La putada es que a algún cabrón pasado de anfetas, coca o cualquier otra mierda se le dio por jugar al psicópata satanista con él. Y los dos sabemos que el Portugués, aparte de mover mucha pasta y mucha mierda, anda metido en esos rollos esotéricos. No quiero que lo salpiques con toda esa basura del asesinato de Exiquio.

Se recostó en su sillón. Por primera vez en varios años Domingo veía incómodo a su jefe. Este hombre no había pestañeado cuando se trataba de sacar del medio a algún soplón o camello que se había pasado de listo. Ambos habían cruzado la línea muchas veces por motivos que no tenían nada de digno, pero Domingo también sabía algo de Velez: nunca había dejado a uno de los suyos colgado, desprotegido. En un mundo lleno de basura y en el que cualquiera te podía clavar una navaja en un callejón oscuro para ajustar unas cuentas, en un mundo podrido hasta la médula, Velez era el canalla justo, el villano fiel a los suyos. A su manera tenía un poso de nobleza que todavía se resistía a perder.

- Espero por tu bien que los que hayan matado a Exiquio no tengan nada que ver con el Portugués. No me parece un tipo que vaya por ahí matando viejos y colgándolos de la pared de un cementerio. Es un canalla que vendería a su madre por dos duros, y anda muy colgado por las movidas del más allá, pero no es un imbécil, no ha llegado hasta donde está haciendo gilipolladas como matar viejos. Pero no descarto que alguno de sus hombres, algún tarado con un tiro de más le haya hecho esa puñeta al viejo. Anda con cuidado y si descubres algo cuídate mucho de acusar al Portugués,porque Mauricio no es un tipo transigente y no se toma a bien que lo tuteen. ¿Has visto la peli esa del Padrino? Pues el muy capullo se debe creer Corleone o algo así... Solo que Corleone no desayunaba con farlopa. ¿Me sigues? Tú has tratado con el Toro y con algunos parecidos, con sus ayudantes de campo... el Portugués es un cabrón de armas tomar. Cuídate de no cruzarte en su camino y, si lo haces, trátalo con respeto aunque sea un mierda. He visto a muchos como él antes. Aldecoa era un ejemplo y alguien le dio un pasaporte, porque esta gente no dura eternamente, siempre tiene un tiburón dispuesto a comérselos. Nosotros, si somos listos, los sobreviviremos a todos y tendremos una buena jubilación. La culpa, al final, es de la mierda del dinero. Si el Estado nos pagase lo que debiera no estaríamos tú yo hablando de esto.

Después miró su reloj, como si recordase una cita:

- ¿Jan Reve? Ni idea. ¿Debería sonarme?

Todo lo que escuchó decir a Velez ya se lo había repetido a él mismo cientos de veces. Era cierto que meterse hasta esos niveles supondría sacar las cosas de quicio y sobre todo, cargarse esa supuesta estabilidad que Velez citaba. Si les jodemos, podemos darnos por jodidos, venía a rezar el dicho.

- No, no debería de sonarte - dijo pensativo.

Domingo permaneció cayado unos instantes recostado sobre el respaldo de la silla. Al fin, tras un largo minuto de silencio, se decidió a volver a hablar.

- Descuida Pablo. No tengo la más mínima intención de llevarles la contraria a esos y mucho menos después de lo que me dices. Además, después de la "reunión" con el Toro, se me quitan las ganas de entrar por esas sendas.

Se levantó lentamente de la silla, pensativo.

- No te quito más tiempo, Pablo.

Se giró hacia la puerta y dio un corto paso. Sabía que Velez tenía razón y además, él no quería meterse en esos rollos que movían tanta mierda.

Siguió andando hacia la puerta y cogió el pomo. Giró la cabeza y miró a Pablo Velez.

- Y... gracias.

Abrió la puerta y siguió su camino hacia la sección de homicidios.

Cuando salía del despacho el busca sonó en su cinturón. Domingo miró el número. No lo conocía, pero inmediatamente pensó en los chicos. Se acercó a la mesa de un compañero y, descolgando el teléfono, marcó el número indicado. La voz de la Maca salió al otro lado:

- Caramba, que rápido...

- Has tenido suerte que ando por la comisaría - dijo entre sonrisa y preocupación.

- ¿Algún problema, Macarena?

-Pues sí, y uno gordo- la voz de la Maca reflejaba su preocupación.- Mi primo el chapas se ha metido en un lio. Nos acaba de llamar un colega suyo diciendo que cree que darle la carta al Portugues es la única manera de sacarlos del lío. Nos ha dicho que nos encontremos en una hora en Atocha... y todavía no hemos avisado al argentino... se va a poner histérico...

- ¡¿Qué?! - tronó la voz de Domingo tras el aparato

- ¿Cómo que se ha metido en ...? - dejó la frase a medias pero se le notaba entre enfadado y preocupado.

- Bueno... esto... vamos a hacer una cosa. Ahora os vais a estar quietos donde estáis hasta que yo llegué y me vais a contar detenidamente lo que coño ha pasado, ¿estamos? - inquirió Domingo.

- Voy a buscaros con mi coche, ¿donde estáis? - preguntó el policía.

-Estamos en mi casa- la Maca le repitió la dirección a la que les habia llevado la noche anterior.- ¿Tu pudes contactar con Elías?

- Quizá, veré lo que puedo hacer - dijo.

- Esperadme allí, enseguida voy - exhortó antes de colgar el teléfono.

Domingo colgó el teléfono. La cosa se iba complicando de mala manera. Si lo que quería Velez era que se mantuviese al margen con el Portugués con este nuevo giro de los acontecimientos iba a ser complicado. Maldita la estampa del Gallego, que lo estaba liando de mala manera una vez muerto. ¿Cómo podía ser que un vejete inofensivo arrastrase historias tan sórdidas que parecían impensables?

Durante unos instantes hizo memoria. Seguro que alguna vez Elías había dicho donde encontrarle pero ahora no recordaba nada. Además, no tenía la cabeza para recordar nada en estos momentos.

Por un lado los muchachos no paraban de meterse en líos y le estaban arrastrando a él con todo lo que ello conllevaba. No era momento de buscar a nadie ahora y el policía salió rápido, casi sin pensar, en busca de su coche.

En poco tiempo estaba conduciendo hacia donde estaban los muchachos.

Cuando aparcó delante del portal los chicos ya estaban allí esperándolo. Le saludaron mientras se aproximaban al coche...

La Maca se subió al asiento delantero del coche y agarró su bolso con fuerza, parecía cabreada.

-El argentino va directamente a Atocha. Tu dirás que hacemos nosotros.- dijo, algo seca.