Partida Rol por web

El laberinto del bufón

III - Hacia La Vieja Senda

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02/01/2017, 03:04
Freya

Las cosas no estaban saliendo según había sido mi intención, ya no sólo porque Aldar hubiera decidido sentarse tras de mí, sino porque en lugar de relajarse parecía más cansado a medida que le hablaba de los asuntos pendientes. Aun así, era algo ineludible, así que continué hablándole mientras dejaba que soltara mi armadura; abriendo los brazos ligeramente y dejando las manos reposar sobre mis rodillas.

- Contar… Quizás no he escogido la mejor de las palabras. Aunque creo que no está mal para alguien que no sabe ni leer y escribir. – dije tratando de bromear, aunque un pequeño deje de pesar podía atisbarse en mi voz.

Nunca había confesado aquello abiertamente a Aldar, aunque siempre supuse que lo sospechaba; de todos modos, no me importaba que supiera aquel tipo de cosas sobre mí, mis limitaciones, pues jamás podría sentirle como una amenaza

- Me refería a que me pareció que dudaba cuando le hablé de ayudarnos con Heinrich. Pensaba que su lealtad era sobretodo por agradecimiento… Pero creo que puede más el temor que le tiene, esa vida a la que parece haberse obligado. Cree que si derrocamos a Heinrich, su lugar simplemente será ocupado por otro dictador. Parece creer que Heinrich impone un orden necesario, al menos así justifica sus actos. – continué explicándole a Aldar, estremeciéndome ante sus maniobras, pero tratando de no distraerme. – Piensa que para nosotros es sencillo pues nuestra vida no está junto a él, parece tener muy interiorizado que para ella es imposible dejar esa vida, o que la vida en ese lugar pueda cambiar… Igual es una locura, pero… - proseguí, comenzando a pensar en voz alta, pues a medida que recordaba aquella conversación con Asdra una idea surgía en mi mente. - ¿Y si no somos nosotros quienes le hablamos de lo que Heinrich hace? ¿Y si alguien más le hace ver que acabar con él es posible? ¿Que otro tipo de vida es posible? – me giré hacia atrás, buscando el rostro de Aldar, convencida de que ya sabría de qué le estaba hablando. – Puede que Zafira sea más convincente que nosotros.

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02/01/2017, 08:50
Aldar

La postura que había adoptado me resultaba algo incómoda, de modo que abandoné temporalmente mi tarea con los correajes de Freya y me liberé de mis botas, las cuales junté a un lado uniéndolas por el collar, uno dentro del otro, para evitar que nada pudiera acceder a su interior, ni siquiera la humedad. Entonces me arrodillé tras Freya y proseguí con mi tarea, atendiendo a sus palabras.

Bueno, puede que no sepas leer ni escribir... -Dije restando importancia a ese asunto- ...pero darle a la lengua se te da de vicio. -Añadí, sonriendo con picardía al acercarme más a ella por detrás e introducir mi rostro entre su espeso pelo rojo, acariciando su cuello- Y me refiero a hablar, aunque lo otro también lo haces maravillosamente bien. -Le susurré sugerente, dándole un suave beso y apartándome para proseguir con mi tarea.

Terminé de soltar las protecciones y desprendí a la bárbara de su armadura, doblándola y situándola bajo la cabecera del saco, de modo que sirviera para que, una vez acostada, mantuviera su cabeza ligeramente en alto. Entonces me senté a su lado, donde ella me había pedido en un principio.

Zafira... -Repetí, pensativo- Sí, esa elfa sabe cosas, podría ofrecer una nueva perspectiva de las cosas a Asdra. Parece que esa mujer se fíe del viejo refrán de "más vale malo conocido..." -Reconocí soltando un resoplido- Pero también es una jugada arriesgada. Sí, podría llegar a convencerla, unirla a nuestro plan, hasta lograr que ella evitase que Sully sea un problema. Parece que tienen una relación muy estrecha, esos dos... Pero, por otra parte, podría suceder lo contrario. Si no la convence, podría haber desvelado su relación con la disidencia de Saduj. No soy muy bueno jugando a las cartas, pero hasta yo se que no es bueno poner todas las cartas sobre la mesa demasiado pronto. -Argumenté- En cualquier caso, ahora mismo Zafira ni siquiera existe para ella, y así seguirá, al menos durante un tiempo. Como he dicho antes, el viaje proveerá, se irá viendo que posibilidades tenemos. Ahora hay que pensar en otros asuntos más urgentes. -Decidí cambiar de tema, sabiendo que era algo que debía dirimiese al día siguiente, ya que no contaríamos con otra oportunidad- Llevo carga de más. Con el equipo que me dio el hombre de Heinrich, me sobran cosas. Y creo que vamos justos de provisiones y de algunos útiles. Como en esas ruinas debamos explorar una maldita mazmorra para encontrar ese objeto, nos faltan antorchas y aceite en cantidad, como poco. Seguramente, más cosas. Mañana, cuando Asdra vaya a esa iglesia con quien quiera acompañarla, debería ir al mercado y cambiar algunas cosas. A primera hora de la mañana no debería haber mucha gente, posiblemente aún estén montando las carpas. Buen momento para hacer negocios rápidos discretamente.

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04/01/2017, 16:28
Corum

Una vez Freya y Aldar hubieron dejado el reducido pero cálido cobijo que Corum les había ofrecido, el silencio, sólo roto por el pasar de las páginas del libro de Avlin y el rasgar de la pluma de Asdra sobre el pergamino, cayó como una pesada losa sobre la cabaña. Que tampoco se escuchasen las conversaciones entre sus dos compañeros ausentes sólo podía significar que estos se habían alejado lo suficiente de la estructura de madera. Así y todo, el gigantón de Corum se cuidó mucho de intervenir o hacer el menor comentario acerca de lo sucedido. Se había perdido la mitad de la riña entre los miembros del grupo pero sabía leer entre líneas perfectamente bien y las caras de los presentes eran un libro abierto con caracteres que cualquiera sabría descifrar. Meterse en asuntos ajenos hacía tiempo que había dejado de ser su trabajo y aquella noche no iba a ser menos.

Lentamente las brasas de la chimenea fueron consumiéndose y con ellas el sopor consecuencia de una opípara cena comenzó hacer efecto sobre los cansados viajeros. Nada interrumpió sus sueños durante las horas que transcurrieron hasta que el alba llamó a las ventanas de la cabaña, ni siquiera los pasos de su hospedador, quien a buen seguro había pasado en vela la mayor parte de la noche, pues no podía explicarse de otro modo el que para cuando Balakar abrió sus pesados ojos un caldo humeante borbotease en el caldero bajo la chimenea. Un nuevo día se levantaba tras el horizonte y los pájaros, con sus límpidos trinos, fueron los primeros en hacerse eco de él. Sin embargo, antes de que el primer miembro de grupo lograse despertar del todo, un nutrido grupo de cuervos pasó sobrevolando el claro, haciéndose notar con sus hondos graznidos.

Mala señal tenerlos por aquí ahora que pasó el invierno... -masculló entre dientes sin dejar de remover el caldo con un gran cucharón que bien podría haber servido como remo. Ya se ve ahí fuera... Yo de vosotros me iría poniendo en pie. No me gustaría que vuestro...guía - gruñó con un toque de sorna con su habitual vozarrón, consciente ahora de que sus huéspedes iban despertándose, , - os encuentre tumbados como cerdos en una zahúrda. - Dijo sin volverse.

Notas de juego

No añadáis ni a Aldar ni a Freya.

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04/01/2017, 17:10
Balakar

Habia terminado de rendirme al sueño a medida que las brasas perdian intensidad y los suaves rasgueos del cálamo sobre el pergamino me acunaban. Ni se me habia pasado por la cabeza afilar el hacha a aquellas horas y asi me dormí.

Hasta que el quedo vozarrón me despertó. El graznido de los cuervos sirvió como telón de fondo a sus palabras, que no pude por menos que agradecer y asentir a modo de muestra de conformidad. Hice crujir nudillos y codos a medida que me desplegaba, mascullando en silencio.

"La noche ha sido tranquila... Moradin quiera que las proximas lo sean..."

- Buenos días nos de Moradin.- Espeté a la concurrencia, antes de hincar la rodilla y dar las gracias como era debido al Padre de Todos.- <Moradin, Padre de Todos, te doy las gracias por este sueño reparador, que restituye la fuerza de mi brazo y abre el apetito. Tu hijo y sus aliados parten a territorio hostil, sin llevar con ellos la serenidad de espiritú que deberiamos. Guardanos y protegenos de nosotros mismos, que de nuestros enenmigos ya nos ocuparemos nosotros.>*

Cumplidas mis obligaciones, sabedor de que para volver de una pieza toda ayuda iba a ser poca, me puse a la tarea de vestirme y colocarme la armadura como era debido, sabedor de que una armadura mal colocada no solo era un engorro, si no que además no servia para nada.

- No tengo muy claro como nos distribuirá Aldar.- Deje caer, como por descuido, sin mirar a nadie en particular.- Pero a menos que diga otra cosa, os quiero a mi vera, pequeñines.- Indiqué, lanzando una elocuente mirada a Avlin y a Asdra.- Si la cosa se pone fea, mi cadaver os proporcionará unos momentos que os pueden salvar la vida, ¿entendido?

Mientras les daba unos momentos para asimilar mis palabras, recogí mis magras posesiones y las distribuí como mejor pude en el petate que hacia las veces de mochila, dejando lo que iba a desayuna junto al escudo y al hacha para cuando nos pusiesemos en marcha.

- ¿Os parece que desayunemos algo antes de ponernos en marcha?- Pregunte, no muy esperanzado.- Sully, ¿podrias avisar a los demás para que se unan al desayuno?- Mi tono era tranquilo, aunque desesperanzado. No era la primera vez que comia sobre la marcha pero, dado que la marcha la hariamos montados, preferia comer sobre un banco en lugar de sobre los lomos de un caballo.

 

Notas de juego

*En enano en el original.

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04/01/2017, 17:32
Freya

La picardía en el habla era algo habitual en Aldar, pero aquella vez incluso consiguió sorprenderme, haciendo que hasta las mejillas de esta bárbara se encendieran al escuchar aquel comentario sobre el uso de mi lengua. Me debatía entre golpearle o hacerle una nueva demostración, cuando sentí como tras las caricias me propinaba aquel beso en el cuello, para después abandonar despacio mi cabello.

Maldito hombrecillo…

Pensé aguantando un suspiro, antes de responderle.

- Y eso que aún te queda por ver. – respondí segura de mi misma, sin valerme del susurro como había hecho él, mientras notaba como continuaba deshaciéndose de mi armadura.

Una vez despojada de esta se sentó a mi lado, sopesando lo que le había comentado, incluido lo referido a Zafira. Contempló los pros y contras de aquello, pero no parecía muy dispuesto a arriesgar. Continuaba pensando que el tiempo nos diría como actuar, sin plantearse ni siquiera tratar de contactar con Zafira.

Resignada, callé, pues el explorador creía de urgencia tratar otros asuntos. El equipo… Ni siquiera se me había ocurrido pensar en este, suponía que Heinrich nos había dado lo suficiente para la misión, pero por las palabras de Aldar esto no parecía ser así. Sugirió entonces que tratáramos de vender los sobrantes y conseguir lo que nos faltaba mientras Asdra y quien fuera acudían a la iglesia.

- Me parece buena opción. – respondí. – Aunque negociar no se me da demasiado bien. – reconocí acariciando mi barbilla, mirando hacia arriba pensativa. – A veces creo que me dedico más a intimidar que a negociar, otras veces intimido sin proponérmelo siquiera. – volví a mirarle, con cara de circunstancias. - Por no hablar de quien se dedica a mirar otra cosa en lugar de la mercancía... Aunque esas veces acabo ganando, jaja. – añadí riendo, agarrándole de los hombros para moverle, queriendo que estuviera sentado frente a mí, dándome la espalda; mientras yo también me movía para colocarme tras él con mis piernas abiertas a ambos lados de su cuerpo. – Así mejor…

Llevé entonces mis grandes manos a sus hombros, queriendo masajear estos y que de verdad terminara por relajarse. Había tenido que encargarse del trabajo mientras los demás esperábamos y al llegar además se había encontrado con todo aquello… Y todavía faltaba algo, aunque no tenía ni idea de cómo se lo iba a tomar.

- Hay algo más. – dije sin detener el masaje. - ¿Recuerdas esas chanzas sobre mi y el enano? Parece que no eran broma del todo… - solté sin más, esperando ver cómo se lo tomaba; aunque para mi aquello no era lo peor de todo el asunto.

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04/01/2017, 17:35
Asdra

Asdra a punto había estado de quedarse dormida encima de la mesa y despertarse al día siguiente dolorida, con el cuello tieso, y las vetas de la madera marcadas en su rostro cansado. Pero Corum había tocado su hombro delicadamente y ella había reunido fuerzas para recoger sus instrumentos de escritura y tumbarse cerca del fuego para descansar como estaba mandado. Fue de nuevo su viejo amigo quien les levantó a la mañana. Asdra se incorporó apoyando el codo en el ya frío suelo y se frotó la cara y ojos con la mano libre.

- Mmmm, ¿ya es hora?- Dijo perezosa más para sí misma que para poner en duda que había amanecido. Miró alrededor y vio las siluetas y bultos que eran sus compañeros también despertándose. Por supuesto faltaban dos y esperaba que hubieran pasado también buena noche. Quizá la luz de un nuevo día hubiera calmado los ánimos.

La muchacha aprovechó el agua fresca de una tinaja para lavarse la cara y ponerse en movimiento. Las tareas de la vida cotidiana ayudaban a la mujer a concentrarse.

- Mmm, huele de maravilla Corum.- Se inclinó sobre el puchero y se deleitó con los vapores que de él emanaban. Felicitó al hombre por su caldo que le abría el apetito y le acarició el brazo con cariño.- Déjame que te ayude.- Ya desperezada se puso manos a la obra para servir la mesa y a los comensales. Sería su última comida caliente en condiciones alrededor de una mesa y no quería desaprovecharla.

- Buenos días Balakar.- Respondió al enano que parecía levantarse de buen humor y con una gran determinación por ponerse en camino.- Ehm...entendido.-  No iba a llevar la contraria a aquella compacta mole que, a pesar de su pequeño tamaño, podría ser su mejor defensa.- Pero no vas a caer.- Trató de reconfortarlo. Si ella podía hacer algo por evitarlo lo haría. Se puso de rodillas detrás del enano para ayudarle a ajustar las correas de la armadura.- Descuida, sé como se ponen todas estas.- Los dedos de Asdra se movían rápidos, como acariciando el cuero, pero sabían lo que se hacían. Si el enano iba a protegerlos ella también podría ayudarlo a ponerse con rapidez la armadura en caso de una emboscada o similar. Sería como su escudero. Así ayudaría al grupo pues, en combate, poco creía Asdra que pudiera hacer si no era con algo de magia. Tras acabar de ayudar a Bakalar con su armadura preparó sus cosas también para ir cómoda. Se ató los crótalos en las muñecas y, con una mirada pícara, los hizo sonar en la estancia para acabar de despertar a los demás.

¡Ting!¡Ting!¡Ting!

- A desayunar, gandules.- Los crótalos no eran más que dos finos platillos que, atados con un lazo alrededor de las finas muñecas de la mujer, quedaban fijos en ellas. Al juntar los brazos chocaban el uno contra el otro, y su tintineo, agudo y vibrante, se extendía en el aire y reverberaba en el cuerpo y alma de los presentes.

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04/01/2017, 17:52
Aldar

La forma en que Freya me agarró hizo que me sintiera como un juguete. Sólo había sentido algo parecido una vez, cuando en los primeros viajes que hiciera con Talaren un jabalí me sorprendiera arrojándome por los aires como si pesara menos de una pluma. Sin embargo, el resultado no tuvo nada que ver. En esta ocasión no terminé en el suelo con una fea herida abierta en la pierna y numerosas contusiones, sino de espaldas a mi amada, rodeado por sus musculosas piernas y siendo masajeado a conciencia en los hombros.

Hmmmm... Creo que podría acostumbrarme a esto... -Murmuré cerrando los ojos y disfrutando de la agradable sensación. Hasta que dijo aquello- ¿Q-qué? -Me aparté de pronto, echándome hacia delante y girándome para encarar a Freya- ¿Quieres decir que Balakar...? ¿Te lo ha dicho él? -Aparté la mirada, turbado por esa visión del enano deseando a Freya, pero también por mis propias sensaciones. Nunca había sentido celos, nunca había tenido motivos para ello. ¿Los tenía ahora? La mera idea de que Balakar pretendiera a Freya me hacía arder por dentro- Tú... ¿estás bien? -Me sorprendí preguntándole aquello. Debía haber sido una situación muy incómoda para ella, y ella me preocupaba más que yo mismo.

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04/01/2017, 21:43
Freya

Sonreía satisfecha al escuchar a Aldar dejar claro que disfrutaba de aquel masaje, sin detener mis dedos ni un momento. Sin embargo, cuando le conté aquello, mis manos se vieron obligadas a abandonar su espalda. Aldar se echó repentinamente hacia delante, preguntando qué sucedía para acto seguido girarse, buscando más información.

Me quedé mirándole unos segundos en silencio, muy sorprendida, mientras mis manos se cerraban y dejaba que reposaran sobre mis muslos. Había contemplado que esas palabras no le sentaran bien o que simplemente se echara a reír por ello, pero no pensé que aquello le fuera a sorprender tanto después de las bromas que me había hecho sobre el tema.

Volvió a sorprenderme al preguntarme como estaba yo, haciéndome reír de forma inevitable.

- ¿Yo? Ahora eres tu el que importa. – le dije con una sonrisa, esperando que me mirara para explicarme de forma serena. – Fue antes de que te marcharas incluso. Me lo dejó caer antes de dar su bendición a nuestra relación, confesó haberse hecho ilusiones… Fue como si me hubieran dado en un mazazo en la cabeza, no me lo esperaba para nada, estaba aturdida… Pero ya lo he asimilado. – le expliqué, temiendo lo que saber eso hubiera provocado en el. – ¿Tú estás bien? – le devolví la pregunta.

Busqué una de sus manos con la mía, no tardando en relatarle la otra parte tras sujetar esta.

- Eso no me preocupa, al principio sí, pero ahora… Ese enano está loco. – expliqué visiblemente molesta. – Nos encaramos por su revelación a Asdra, ¡Puso su mano sobre el arma incluso! ¿Te lo puedes creer? – relaté indignada. – ¿Qué clase de criatura insinúa tener sentimientos hacia ti y después hace eso? Está como una cabra, una cabra senil que confundiría el pasto con sus barbas si alcanzara a comérselas. – añadí con el ceño fruncido. - No quiero saber nada de él. Absolutamente NADA. - concluí contundente.

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04/01/2017, 22:00
Aldar

Freya estalló en carcajadas, haciendo que la mirase súbitamente con el ceño fruncido, sin comprender a qué le encontraba tanta gracia. No tardó, sin embargo, en explicarse, aunque alcé una ceja al oírla decir que era yo quien importaba. Sonriente y serena, me explicó los pormenores del asunto, cómo había sucedido antes de mi partida. Rememoré la situación, aquella desagradable sensación que percibí sin comprender el motivo- De modo que a eso se debía... -Mascullé pensativo, antes de que se explicase mejor. Su bendición, ilusiones, todo sonaba extraño y molesto. Tanto, que cuando me preguntó si yo estaba bien, me quedé sin palabras- Yo... No lo se. -Respondí con sinceridad, confuso, dejando que siguiera hablando hasta que guardó silencio tras asegurar con contundencia que no quería saber nada de ese hombre- Me había dicho que eres una fuerza de la naturaleza, y que como tal te amaría sin arrebatarte tu libertad. Sin embargo, supongo que no puedo hacer eso. Esto lo demuestra, lo que siento al imaginar a otro pretendiéndote. Soy un lobo, supongo, y te amo como un lobo ama a su loba, egoístamente, sólo para mí. Es... -Guardé silencio un instante, agachando la mirada, pero en seguida volví a mirar a Freya a los ojos- ...natural, ¿no? -Pregunté, tratando saliva, antes de arrodillarme ante ella, lo que logró situar mi rostro por encima del suyo por una vez. Me acerqué y aparté su cabello cobrizo del rostro, dejando ambas manos en sus mejillas- Te amo, Freya. Supongo que habré de acostumbrarme a que otros hombres se fijen en ti... y asegurarme de darte motivos para no fijarte en ellos. -Afirmé, toda una declaración de intenciones, antes de besarla.

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04/01/2017, 22:57
Freya

Visiblemente confuso, habiendo admitido además no saber cómo se encontraba, Aldar dejó que terminara de explicarme. Me preocupaba qué le pudiera parecer mi enfado con el hijo de Moradin, que pudiera temer por la misión a causa de ello, pero su mayor preocupación era otra bien distinta.

Se abrió a mí, contándome el modo en que veía lo nuestro y lo que aquella nueva información le había hecho sentir. Ello había provocado que se planteara las cosas de otro modo, dejando a un lado aquel concepto de amarme en libertad para confesar quererme para él sólo, temiendo que aquello no fuera natural.

- Es natural dependiendo de los ojos que lo observen. – dije sonriéndole con ternura, cuando pudo al fin volver a alzar la vista para terminar aquella pregunta. - ¿Sabías que hay una tribu donde las mujeres tienen más de un marido? Para ellos no sería natural. Pero eso no importa, ¿Cuándo nos ha importado lo que piensen los demás? Sólo importa esto. – añadí, clavando mi dedo índice en su pecho con cuidado, apuntando al corazón. – Además… Yo no tenía intención de amarte en libertad, eres MI hombrecillo del bosque. – volví a reír, queriendo restarle tensión a la situación.

Fue entonces cuando Aldar se puso de rodillas, acercándose a mí para mirarme desde lo alto, hablándome con seriedad. Apartó el cabello de mi rostro y sujetó suavemente mi cara entre sus manos, diciéndome que me amaba. Aquello provocó que mis mejillas se acaloraran; las mejillas, y puede que algo más que estas.

Concluyó que habría de acostumbrarse a que otros pudieran fijarse en mí, así como asegurarse de darme motivos para seguir siendo sólo suya. Tras aquella rotundidad no esperó más y me besó, dejándome guiar por sus labios para acariciar yo también los suyos. Mantuve mis manos quietas a duras penas, hasta que al separar nuestras bocas tras unas intensas caricias, comencé a rodearle con mis piernas.

- Podrías empezar ahora a darme algunos de esos motivos… ¿No? – dije sugerente, echándome hacia atrás y cerrando mis piernas alrededor de él, hasta que conseguí literalmente tirarle encima de mí. – Ya sabes que no soy la más sutil ni delicada de las mujeres, pero… - dije medio riendo, antes de tornarme seria. – Yo también te amo, Aldar. – le dije con una avergonzada sonrisa, antes de agarrarle por la pechera y atraerlo nuevamente hasta mis labios.

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05/01/2017, 00:44
Cabaña de Corum

Una vez Freya y Aldar hubieron dejado el reducido pero cálido cobijo que Corum les había ofrecido, ambos amantes se establecieron por su cuenta con sus respectivos sacos de dormir bajo las tupidas ramas de un gigantesco álamo negro que se erguía en el flanco norte del claro donde descansaba la cabaña de Corum. Allí, lejos del resto de miembros del desunido grupo, ambos compañeros dispusieron de la ansiada y tan necesaria calma que sus cuerpos y mentes necesitaban, dedicándose a conversar y a las caricias hasta altas horas de la madrugada. Justo allí, arropados bajo una bóveda adornada con una miríada de estrellas a cada cual más brillante, Aldar y Freya yacieron durante el poco tiempo que el sol les dio de tregua para que ambos disfrutasen el uno del otro.

La noche, al haber dejado atrás el invierno hacía tan sólo tres semanas, fue todo lo fresca que podía esperarse pero, a pesar de lo despejado del cielo, no llegó a helar. Nada perturbó su descanso, pues no había peligros en las cercanías por ser ésta una zona bien patrullada por las milicias apostadas en Venatus y por la presencia de numerosos granjeros que, como Corum, se apresuraban en avisar de los peligros que rondaban sus propiedades a las autoridades si es que no podían encargarse ellos mismos de resolverlos.

Así, en los que pareció una pequeña cabezada, llegó un nuevo día. Éste se levantó tras el horizonte de forma lenta, casi imperceptible, con timidez, y los pájaros, con sus límpidos trinos, fueron los primeros en hacerse eco de él antes incluso de que el primer rayo de luz se vislumbrase por encima de las copas de los árboles. La hierba fresca que rodeaba la cabaña se había convertido durante la noche en un manto verde de destellos cristalinos gracias al agua condensada sobre su superficie. Todo habría sido idílico de no ser porque  antes de que el siempre madrugador Aldar lograse despertar del todo, un nutrido grupo de cuervos pasó sobrevolando el claro en dirección norte haciéndose notar con sus hondos y cortantes graznidos. Tal fue la algarabía que las aves provocaron que no hizo falta siquiera el despertar a su compañera.

La claridad que se había instalado sobre el claro permitió a ambos amantes, incluso con los ojos aún nublados por el espeso velo del sueño, distinguir luz filtrándose por entre los postigos de las ventanas de la cabaña del rudo leñador. Dada la carencia de la más mínima brisa, una pomposa y nutrida columna de humo blanco se elevaba recta e imperturbable sobre la primitiva chimenea de la edificación de madera, señales inequívocas de actividad en su interior. Puede que de esa forma el ahora guía de la expedición pudiese ahorrarse el despertar a Jake y al resto, ahorrándose de esa forma posibles encontronazos con cualquiera de ellos.

La primera parada de ese día, si todo se ajustaba a lo planeado, sería la villa comercial de Venatus, a poco más de una hora de allí. Allí no tendrían problema alguno para pertrecharse con el equipo necesario para abordar la siguiente etapa del viaje, con seguridad mucho más exigente para sus cuerpos que el viaje desde Saduj.

 

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05/01/2017, 01:01
Cabaña de Corum

Notas de juego

Deja una tirada de saber naturaleza en oculto.

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05/01/2017, 01:08
Aldar
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Notas de juego

Te dejo ya la tirada, postearé mañana y ya de paso trasladaré los cambios en la ficha que no los tenía. Mierda, no le he dado a oculto... Repito y coge la que quieras, total he sacado una m...

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05/01/2017, 01:23
Cabaña de Corum

Poco tiempo pasó desde que Amaranta lograra acomodarse en la gruesa rama del roble centenario hasta que la elfa cayó sumida en un ligero trance que la transportaría a un estado onírico en comunión con la naturaleza que la rodeaba. Allí arriba, a salvo de cualquier depredador, la joven druida se sintió a salvo, libre para poder solicitar los poderes de la propia tierra que tanta falta le harían en la jornada venidera.

La noche, al haber dejado atrás el invierno hacía tan sólo tres semanas, fue todo lo fresca que podía esperarse pero, a pesar de lo despejado del cielo, no llegó a helar. Nada perturbó su descanso, pues supuestamente no había peligros en las cercanías por ser ésta una zona bien patrullada por las milicias apostadas en Venatus y por la presencia de numerosos granjeros que, como Corum, se apresuraban en avisar de los peligros que rondaban sus propiedades a las autoridades si es que no podían encargarse ellos mismos de resolverlos. Sin embargo, Amaranta sentía en su seno que no toda calma era sinónimo de seguridad.

Así, en los que pareció un abrir y cerrar de ojos pero completamente reparador, llegó un nuevo día. Éste se levantó tras el horizonte de forma lenta, casi imperceptible, con timidez, y los pájaros, con sus límpidos trinos, fueron los primeros en hacerse eco de él antes incluso de que el primer rayo de luz se vislumbrase por encima de las copas de los árboles. La hierba fresca que rodeaba la cabaña se había convertido durante la noche en un manto verde de destellos cristalinos gracias al agua condensada sobre su superficie. Todo habría sido idílico de no ser porque una nutrida y escandalosa bandada de cuervos pasó sobrevolando el claro en dirección norte haciéndose notar con sus hondos y cortantes graznidos. Tal fue la algarabía que las aves provocaron que la druida se vio obligada a dedicarles más atención de lo que se hubiese merecido de ser en otra estación del año. Y es que la druida tenía sus dudas de que aquella congregación de aves fuese común fuera de los límites del invierno.

La claridad que se había instalado sobre el claro permitió también a la elfa, incluso con los ojos aún nublados por el espeso velo del recién despertar, distinguir luz filtrándose por entre los postigos de las ventanas de la cabaña del rudo leñador. Dada la carencia de la más mínima brisa, una pomposa y nutrida columna de humo blanco se elevaba recta e imperturbable sobre la primitiva chimenea de la edificación de madera, señales inequívocas de actividad en su interior. Pero había más sorpresas. En un límite del claro, no muy lejos de la cabaña, sobresalían sobre la hierba dos bultos. No le costó demasiado a Amaranta apreciar que se trataba de dos personas envueltas en sacos de dormir. Tampoco tuvo problemas la elfa para reconocer quienes se ocultaban bajo las pesadas coberturas, pues en cuanto vio la cabellera pelirroja y luego otra de color castaño, ambas completamente despeinadas, tuvo claro que se trataba de Aldar y su compañera Freya. Al parecer habían preferido abandonar el cobijo de la cabaña para pasar la noche en el exterior de la misma, algo muy normal en Amaranta pero muy lejos del comportamiento habitual de los humanos. 

Notas de juego

Deja una tirada de Saber naturaleza en oculto.


Aldar y Freya aún siguen tumbados sobre sus sacos de dormir. Están en la parte norte del claro, a poco más de trecientos pies de tu posición.

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05/01/2017, 01:23
Bandada de cuervos

Notas de juego

Resultado Saber Naturaleza:

No habría sido extraño ver tales bandadas de córvidos por esas latitudes de haber sido invierno, pues es durante esa época cuando esas aves suelen formar grupos grandes para buscar alimento. Sin embargo, en primavera, momento propicio para la reproducción, éstas suelen preferir la soledad hasta que consiguen encontrar pareja. Es por ello que para Aldar resulte tan chocante y poco común el que a esas alturas de la primavera aún siga habiendo bandadas como aquellas.

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05/01/2017, 07:56
Zafira 'Ithildin
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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05/01/2017, 08:21
Bandada de cuervos

Notas de juego

Resultado Saber Naturaleza:

No habría sido extraño ver tales bandadas de córvidos por esas latitudes de haber sido invierno, pues es durante esa época cuando esas aves suelen formar grupos grandes para buscar alimento. Sin embargo, en primavera, momento propicio para la reproducción, éstas suelen preferir la soledad hasta que consiguen encontrar pareja. Es por ello que para Amaranta resulte tan chocante y poco común el que a esas alturas de la primavera aún siga habiendo bandadas como aquellas.

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05/01/2017, 11:19
Aldar

La noche pasó en un suspiro, como si no hubiera sido más que una corta siesta, de esas que uno se permite a veces tras una buena comida, descansando perezosamente a la sombra de un árbol en una cálida tarde de verano. No es que no hubiera descansado, que lo hice, pero me supo a poco tras lo vivido la noche anterior. Tras conversar un rato, compartiendo información, puntos de vista, planes y sentimientos, terminamos por abandonarnos a la pasión que nuestros cuerpos también necesitaban. Hicimos el amor salvaje y apasionadamente, el único modo que conocíamos, y extendimos esa pasión todo lo que pudimos, hasta quedar exhaustos. Lamenté tener que separarnos para descansar cada uno en su propio saco, pues deseaba hacerlo como en la noche anterior, abrazados, sintiendo su contacto y su calor en mi cuerpo, pero el cansancio hizo que el sueño me alcanzase rápidamente.

Curiosamente, fue su respiración, fuerte y profunda, lo primero que sentí al abandonar el reino onírico, lo que me arrancó una sonrisa aún con los ojos cerrados. Aún así, terminé por abrir los ojos e incorporarme, frotando mis ojos, mi rostro y pasando los dedos por mi largo cabello enmarañado. Observe la cabaña, que desprendía algo de luz de su interior, por lo que supuse que Corum era de despertar temprano. Eso me ahorraba el deber de despertar a los demás, rostros que cada vez me apetecía menos contemplar, mucho menos malhumorados a primera hora de la mañana. Miré a Freya, que aún descansaba, y pensé en dejarla dormir unos minutos más.

Hasta que aquellos cuervos salieron en desbandada.

Me incorporé de un salto, acuclillado sobre el propio saco, descalzo, observando atento aquellas aves, su dirección, su procedencia, su comportamiento. Había algo en ellas que no me gustaba, algo que erizaba el bello de mi nuca. Sentía que algo se me escapaba, algo importante.

Freya... -Miré de nuevo a mi compañera, que se había despertado por culpa de los graznidos, y mi gesto debió ser suficiente para hacerla ver que estaba preocupado- Vístete. Hay algo que no me gusta. -Le pedí, sentándome rápidamente y apresurándome a ponerme las botas. Acto seguido me colocaría la armadura de cuero y recogería el petate, todo ello lanzando rápidas miradas a nuestro alrededor. Seguía pensando en esos cuervos, no lo podía evitar. Mi primera reacción fue analizar de dónde procedían y preguntarme qué les había hecho salir volando. En demasiadas ocasiones, el aletear de un pájaro apresurado es indicio de un depredador que le ha hecho huir. Y eso suele significar alguien en la espesura que se acerca sin ser visto. ¿Alguien venía hacia nosotros a través del bosque? Era una opción. Pero pronto me di cuenta de qué era en realidad lo que más me extrañaba del asunto- Bandada... -Murmuré, pensativo, mirando acto seguido a Freya, con preocupación- Los cuervos no deberían ir en bandadas en esta época del año... -Comenté con el ceño fruncido, pero sin alcanzar a encontrar una explicación a ese suceso, que a buen seguro los demás tildarían sin importancia. Yo, en cambio, temía que fuera algo muy grave.

Muy grave.

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05/01/2017, 15:53
Zafira 'Ithildin

 

Zafira avanzó silenciosa hacia la bárbara y el montaraz.  En el camino se fue fijando en otros signos de la naturaleza que indicaran que el invierno se estuviera extendiendo en tiempo más allá de su curso natural.

¿Las hojas están susurrando retoños?  ¿Las semillas se mueven ya bajo la tierra con su inicio de raíz asomando?  ¿Las ardillas sacan semillas guardadas aún?  ¿Algún signo de que regresen las aves y otros migratorios?  

Llamó a un cuervo con la mano y un poco de pan.  Quería ver si podía saber más de lo que les pasaba.  

Y claro, debía encontrar una montura.  ¿Ciervos, donde estais? 

Se paró junto a un árbol viendo al montaraz y la bárbara, si no la notaban significa que eran de oído duro o descuidados en proteger sus campamentos y eso no les auguraba bien. 

 

- Tiradas (2)
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05/01/2017, 17:07
Cabaña de Corum

La rápida incorporación de Aldar de su lecho sirvió para que en menos de un parpadeo el explorador tuviese una amplia visión de lo que le rodeaba: árboles, arbustos, la cabaña y el mismo claro fueron barridos de una sola vez con un simple movimiento de cabeza. Entonces, a poco más de cien pies, moviéndose entre las sombras de una manera muy poco grácil para tratarse de una druida, distinguió la silueta de Zafira moviéndose medio agazapada entre los arbustos en dirección hacia ellos. Su paso acelerado, indicativo de que en ese momento primaba más la velocidad que el sigilo, valió a Aldar para confirmar que no había sido el único en alarmarse esa mañana.

Notas de juego

Veis como Zafira se mueve hacia vosotros. Podéis postear para ella.