00:01 am

La noche se presenta tranquila, incluso el tiempo parece acompañar a pesar de que las temperaturas son todavía muy bajas. Un día perfecto para salir y disfrutar un poco de la ciudad; o permanecer en casa cerquita de una estufa y ver una película hasta que el cuerpo comience a pedir marcharse a la cama. 

Estás contenta por tu trabajo, María López Montalbo no es mala jefa y  el horario es muy bueno al estar a media jornada. Además es una buena forma de promocionar ya que su compañía es una de las más punteras a nivel nacional. 

Enciendes un momento la televisión y ves que en varias cadenas hacen referencia al incendio del edificio Windsor, un incendio que parece estar a punto de ser incontrolable. En las noticias se escuchan comentarios acerca de que el incendio parece tener vida ya que se anticipa a los planes de actuación de los bomberos. Hacen mencionar a que los aspersores no han funcionado ya que no había presión de agua suficiente debido a las obras que se estaban haciendo en todo el complejo.

Te preocupas ya que en ese edificio la Corporación Montalbo tiene unas oficinas dedicadas a la atención telefónica al cliente y puede que a la hora del incendio aún hubiera gente en dichas oficinas. Como secretaria personal de la señorita Montalbo tienes que enterarte si esas personas están bien y sobre todo si necesitan algo además de informar a María porque si aún no te llamó es posible que no esté enterada de este suceso...

El tiempo invitaba aquella noche a dar una vuelta, pero estando sola en casa, preferí aprovechar para pasar un rato tranquilo en esta. Desde que Frédéric me pusiera entre la espada y la pared, permanecer en casa se había vuelto insoportable, todavía más; así que no quise desaprovechar la oportunidad.

Tras una cena ligera, me recosté en el sofá a leer, hasta que cansada de ello opté por encender la televisión. Era un poco tarde, pero con un poco de suerte, quizás pillara alguna película interesante con la que entretenerme hasta quedarme dormida.

Encendí la televisión y al hacer zapping me di cuenta de que algunas imágenes se repetían en distintos canales, así que finalmente me detuve en uno de ellos. El edificio Windsor estaba incendiándose, de una forma incontrolable por lo que decían en las noticias. Aquello me pareció algo terrible, pero mi alarma se debía también a que en el lugar se encontraban algunas oficinas de la Corporación Montalbo. Al darme cuenta de ello me puse inmediatamente en pie, tirando la manta a un lado del sofá, para buscar mi teléfono móvil. Para mi sorpresa, no tenía ninguna llamada ni mensaje de la Señorita Montalbo.

¿Significa que aún no sabe nada?

Me apresuré en cambiarme y prepararme para salir. En televisión no habían dicho gran cosa, y debía averiguar qué había pasado con los trabajadores y prestarles la ayuda necesaria. Al encontrarme lista me dirigí a la calle y subí al coche, activando el manos libres antes de arrancar y poner rumbo al Edificio Windsor.

- María Montalbo. – dije en voz alta, queriendo ponerme en contacto con mi jefa.

Entonces el dispositivo llamó, y comencé a escuchar los tonos del teléfono, esperando que la Señorita Montalbo atendiera mi llamada mientras trataba de llegar al lugar de la catástrofe.

Hoy es día de descanso, he estado en el taller trabajando en un par de aparatos nuevos que puede que saquemos en próximos meses al mercado en cuanto pasen las pruebas de calidad. Aunque algo me dice que terminarán en otro lugar bastante menos lógico para algunos. Subo en el ascensor y me despido de Miguel, el guardia de seguridad de noche, le quedan dos meses para jubilarse. Siempre le he dicho que le prejubilaba, pero dice que se aburriría en casa y ha aguantado hasta el final, siempre mostrando las fotos de sus nietos gemelos. 

Cada uno de los empleados de la empresa son parte de mi familia, me lo enseñó mi padre y a él se lo enseñó su padre, mi abuelo. Todos somos parte de esta gran familia, los engranajes de un reloj.

Estoy en el coche arrancando, hoy haré la cena aunque es muy tarde. Mañana no me levantare, le dejaré un mensaje a Adele que no iré a trabajar y lo que sea me lo lleve a casa.

Suena el teléfono, parece que me ha leído el pensamiento, es buena, si trabajara a jornada completa. De todas es mi mano derecha.

-Dime Adele- miro mi reloj estará dormido- iba a llamarte, mañana no iba a ir al trabajo. Tengo que probar un par de cosas en el taller y....

Mientras escuchaba el tono del teléfono, comencé a ponerme algo nerviosa, pensando en cómo se tomaría la Señorita Montalbo la noticia y en qué tendría que hacer ante tan terrible situación. María Montalbo era una buena jefa y no me cabía la menor duda de que lo que le iba a contar la alarmaría, así como de que querría ayudar a sus empleados.

No tuve que esperar apenas para oír la voz de mi jefa al otro lado del teléfono. Por sus palabras, parecía que no sabía nada de lo que sucedía.

- Señorita Montalbo, ¿N-no sabe lo que ha pasado? – le pregunté algo nerviosa, queriendo asegurarme de si era conocedora de la noticia, aunque tenía bastante clara la respuesta. – El edificio Windsor está en llamas, se trata de un incendio fuera de control… - comencé a explicarle. - Ahora me dirigía hacia allí para saber cómo están las cosas, qué ha pasado con los trabajadores. ¿Quiere que me encargue de algo en particular? – le pregunté, mientras frenaba momentáneamente en un semáforo en rojo.

El tono de voz, me preocupa y me pongo pálida cuando me cuenta lo que esta pasando. Aprieto la mano en el volante poniendo blancos los nudillos.
Respiro hondo un par de veces, hondo. Si hubiera alguien dentro es mi maldita responsabilidad.
No llegaría a tiempo aunque fuera a toda prisa.

- Adele, ocúpate de que todos estén bien. Si hubiera algún herido avísame, quiero que los mejores médicos se ocupen. Dile al jefe de bomberos o al que este a cargo que quiero hablar con él, quiero saber donde empezó el maldito incendio. Tendré el teléfono a mano, llámame con lo que sea y...ten cuidado.

Me tiembla la mano al colgar y golpeo el volante con fuerza.

El breve silencio que se hizo tras mi respuesta provocó que imaginara como se podía sentir mi jefa. Ni siquiera titubeó al hablarme, dándome instrucciones clarar y concisas, con aquella característica firmeza en su voz; pero en el tiempo que llevaba trabajando con ella había aprendido algunas cosas de la Señorita Montalbo, y una de ellas era lo que le preocupaba la compañía y sus trabajadores.

- Descuide, yo me ocupo de todo. Y tendré cuidado, no se preocupe. Le mantendré informada, hasta luego. – le dije a mi jefa y me despedí, antes de que esta colgara.

El semáforo ya se había puesto en verde, y continué conduciendo rumbo al edificio, que iba quedando cada vez más cercano; cosa que también se apreciaba en el ambiente de la calle. En otra obligada parada de semáforo, cogí mi teléfono, entrando a las bases de datos de la compañía. Necesitaba un listado de los trabajadores de las oficinas del Windsor.

A la mierda la cena y todo lo que pudiera tener preparado, de todas maneras con las pastillas que tenia que tomar ni se enteraría que no estaba hasta que se despertara. Salí del coche, mientras marcaba el numero de casa y volvía dentro. 

Cariño, soy yo. Hay un problema, esta ardiendo la torre Windsor. Tengo una oficina allí y ya sabes como va esto, intentaré estar pronto en casa, recuerda que el fin de semana  es nuestro. Te quiero Cuelgo casi conteniendo las lagrimas, con todo lo que hemos pasado y estamos pasando esto no era lo mejor.

Vuelvo a saludar a Miguel que me abre la puerta, ni pregunta sabe que a veces se olvidan las cosas o que pasan, en la radio están hablando del incendio. Solo entro en el ascensor y pongo mi pulgar en un lateral. La luz invisible recorre las crestas y comienza a bajar al subnivel en el que tengo la armadura, tendré que pensar en llevarla a otro sitio, tal vez a casa. 

Cuando las puertas se abren la voz de mi padre me saluda como siempre, no sé ni que murmuro. Solo me quito la chaqueta y la tiro mientras camino hacia donde esta la armadura. Dejo que se ajuste sobre mi cuerpo antes de sellar el casco asiento mientras los propulsores se encienden y me elevo para ir a ver si puedo ayudar o si puedo averiguar algo.

Revisas desde tu teléfono móvil los datos de los trabajadores, puedes ver que en esa oficina sólo tenéis a doce trabajadores por lo que no deberías tener problema en localizarlos ya que tienes sus teléfonos y direcciones.

En la radio indican que hay un par de heridos pero sólo son miembros del cuerpo de bomberos que han quedado atrapados en una de las plantas del edificio debido al humo. No revisten gravedad pero aún así te preocupa que algún trabajador pudiera estar en el momento del desalojo y que no se hayan dado cuenta o esté inconsciente...mil formas de fallecer te vienen a la mente...

Tras unos minutos conduciendo que te parecen eternos llegas a las inmediaciones del edificio, las calles están cortadas por lo que los policías te indican que debes dar media vuelta.

- Por favor señorita, no se puede pasar. Dé media vuelta si hace el favor...

Tendrás que convencerlo para que te permita pasar...y deberás ser muy buena...

Tras comprobar la información sobre los trabajadores, continué con mi camino, escuchando la información sobre el incendio que iban ofreciendo en la radio. Al parecer, de momento sólo había habido dos heridos, bomberos que habían entrado a ejercer su labor; pero aun así temía por lo que hubiera podido sucederle a los trabajadores de la Señorita Montalbo, aunque esperaba que la catástrofe no hubiera atrapado a nadie dentro.

Seguí conduciendo durante unos largos minutos, pensando en todo lo que podía haber sucedido en aquel lugar, o podía estar sucediendo. Tenía que darme prisa en llegar al lugar y localizar a los trabajadores, si podía hacer algo por evitar una tragedia o ayudar a aquellas personas, tenía que hacerlo; ya no sólo porque fuera el encargo de mi jefa, sino porque así lo sentía.

Las calles alrededor del edificio en llamas estaban cortadas, y la policía no tardó en detener mi vehículo, instándome a que diera media vuelta.

- Disculpe, agente. Necesito aproximarme al lugar de los hechos, no demasiado, lo justo para hablar con algún responsable. Puede que haya personas a mi cargo ahí dentro… - dije con tono y rostro preocupado. - ¿Podría dejarme pasar? Saldré lo antes posible… - le pedí tratando de ocultar mi nerviosismo.

El policía no está para nada convencido, y niega con la cabeza a cada palabra de explicación que le estás dando.

- Lo siento señorita, no podemos hacer excepciones aunque tenga personas a su cargo en el incendio. Tiene que dar media vuelta e intentar aparcar su vehículo por ahí, luego podrá acceder andando. - te dice señalando la calle que se aleja del incendio. - Puede dirigirse al centro de mando móvil para saber si sus trabajadores están entre los desalojados - señala a una tienda de color blanco con las insignias del ayuntamiento de Madrid y del SAMUR.

No te queda más remedio que aceptar...o usar tus poderes para obtener ventaja, si es que deseas utilizarlo. No perderías demasiado tiempo en aparcar el vehículo y acceder caminando a la zona del incendio. Por lo menos así podrías pasar sin meterte en líos aunque perderías unos minutos.

Mis palabras no resultaron nada convincentes, y es que al ver mi fallido intento, no me costaba imaginar a una decena de vehículos o más habiendo intentado lo mismo antes.

El policía me dio instrucciones, dejando claro que la única opción era estacionar mi coche en una calle cercana y acceder andando. La información acerca del centro de mando móvil resultó bastante útil, así no perdería tiempo buscándolo.

Podría haber hecho un nuevo intento, o quizás pensar otro modo de acercarme en coche, pero optar por aparcar este me pareció la mejor opción. Tardaría unos pocos minutos en llegar al lugar a pie, pero de aquel modo no despertaría sospechas, ni me arriesgaba a que finalmente el tratar de ahorrar tiempo se convirtiera en todo lo contrario.

- Gracias, agente. – le dije al policía, a modo de despedida.

Di media vuelta, conduciendo hasta la calle que me habían indicado, donde no tardé en encontrar estacionamiento y aparcar. Bajé del coche a la mayor brevedad posible, encaminándome de inmediato al lugar donde se encontraba el mencionado centro de mando.

Tras caminar unos pocos minutos, alcancé la tienda de color blanco, donde supuse que habría gente del SAMUR haciéndose cargo de la situación.

- Disculpen… - interrumpí. – Necesito hablar con alguien que me pueda ayudar. En el edificio hay unas oficinas de la empresa a la que represento, y puede que hubiera aún trabajadores dentro, ¿Podría informarme alguien sobre si estos han sido desalojados? – pregunté a alguien en cuanto tuve ocasión.

Un oficial del equipo de emergencias de la ciudad se acerca a ti y con amabilidad y paciencia te informa.

- Señorita, no se preocupe. El edificio fue desalojado al cien por cien. Los bomberos y la seguridad propia del edificio hicieron varias comprobaciones antes de que el incendio se descontrolase. Se han revisado todas las plantas y actualmente sólo queda en el Windsor hombres del cuerpo de bomberos intentando asegurar que el incendio no se descontrole.

Parece que la situación está prácticamente controlada por las autoridades. No te sorprende ya que normalmente en estas situaciones es cuando los cuerpos de seguridad dan lo mejor de sí.

Quedándote más tranquila abandonas el puesto de mando improvisado. En ese momento tu telepatía se conecta de repente, a veces te sucede desde que tu mutación se manifestó, es algo que no te gusta pero no puedes evitarlo. La voz la escuchas lejana como con eco...como si esa mente estuviera lejos y cerca a la vez...

Te dije que tenías que haberlas movido hace tiempo...ahora con tanta pasma tendremos que deshacernos de ellas...joder...mucho dinero invertido en traer a estas putas para nada...

Suspiré aliviada cuando aquel oficial me explicó cómo se encontraban las cosas. No sólo no habían desalojado el edificio por completo, sino que habían comprobado esto varias veces, con lo que no cabía la menor duda de que ninguno de los trabajadores de la Señorita Montalbo se encontraba dentro.

- Muchas gracias, lo comunicaré tal cual. Hacen un gran trabajo. – le dije al hombre, esbozando una agradecida sonrisa, antes de abandonar el puesto de mando.

Salí de allí pensando en hacer una llamada a la Señorita Montalbo, tras la cual seguramente convendría que me pusiera en contacto con los trabajadores, para comunicarles qué sucedería ahora con su puesto de trabajo y asegurarme de que todo estaba bien. Sin embargo, no tuve tiempo ni de sacar el teléfono cuando un pensamiento invadió mi mente.

No, otra vez…

Desde que mis poderes se manifestaran, me había sucedido en algunas ocasiones. No era mucho el tiempo que llevaba haciendo uso de estas nuevas habilidades, que aún no comprendía de dónde venían, y aún no las controlaba del todo.

Mi rostro se llenó de espanto al oír aquellas palabras. No sabía quién, pero alguien se estaba planteando deshacerse de unas mujeres que al parecer había traído hasta aquí quién sabía con qué mala intención.

¿Deshacerse? ¿Putas? ¿Pero qué…?

Miré a un lado y otro, tratando de localizar de dónde provenían aquellos pensamientos, pero a simple vista era realmente complicado. No sabía cuán lejos podría encontrarse el emisor, pero tenía que encontrarlo. Tenía que hacerlo yo misma, pues acudir a la policía sin darles una información clara, de nada me iba a servir.

Comencé a caminar por la zona, sin alejarme, cerrando mis ojos un instante para concentrarme; tratando de contactar otra vez con aquellos pensamientos y poder así dar con aquel hombre.

El hombre al que has escuchado pensar está cerca. Miras los edificios cercanos y te fijas en un edificio de oficinas que no tiene pinta de estar en uso. Recuerdas que hace poco tenían pensado derribar un par de edificios de la zona porque ya eran viejos y su terrero bastante valioso (mucho más que la propia estructura) pero que de momento no lo hacían al tener alquileres en activo algunas empresas.

Te fijas en que en el sótano hay un taller de confección chino. Tu mente empieza a vislumbrar imágenes de mujeres asustadas, ella tienen miedo...mucho miedo. No puedes ver si hay alguien con ellas en tus imágenes, lo que vislumbras son sensaciones...es algo extraño todavía para ti pero estas las ves más claramente que otras. Deben ser bastantes mujeres las que están allí metidas ya que escuchas muchas voces en tu cabeza...

Te acercas al edificio, las ventanas del sótano tienen rejas. Podrías intentar buscar la puerta, pero tendrás que registrar el edificio para encontrar una puerta que acceda al sótano...o acceder por la ventana si logras sacar los barrotes.

Aquel hombre se encontraba cerca, o mejor dicho aquel tipo, pues por sus palabras ni siquiera merecía que me refiriera a él como un hombre. Al mirar alrededor pronto me di cuenta de un edificio de oficinas que ya no se utilizaba, recordando como había oido que por la zona habia algunas construcciones que se deseaba derruir, siendo mucho más valioso el terreno que el edificio; pero cómo esto no era posible de momento por haber aún empresas que mantenían sus alquileres.

Tiene que ser uno de esos...

Me aproximé un poco, viendo como en el sótano había un taller de confección chino, escuchando aquellas voces que se agolpaban en mi cabeza. Aún no me acostumbraba a aquella sensación, sintiéndome abrumada en muchas ocasiones, pero esta vez la sensación fue mucho más fuerte; y es que podía sentir a la perfección el miedo de aquellas mujeres. Eran muchas y no podía vislumbrar si estaban solas, pero debía hacer algo.

Me acerqué aún más, comprobando que el sótano tenía ventanas, aunque llenas de barrotes. Apreté los labios, pensando en mis distintas opciones, pero todas terminaban entrando en aquel lugar en el que no sabía lo que me encontraría, asi que me decidí por la opción más rápida.

Frente a una de esas ventana, miré los barrotes y moví mi mano frente a ellos, en un gesto que a pesar de no ser necesario, me ayudaba a canalizar aquella habilidad. De aquel modo pretendía librarme de los barrotes y entrar, esperando que las mujeres no tuvieran compañía, o al menos no demasiada...

Logras abrir los barrotes con facilidad. Accedes al interior del local, está oscuro pero ves algo de luz al fondo de lo que parece un largo pasillo. Caminas por éste en silencio y llegas hasta la puerta que da acceso a una sala amplia, a lo lejos se escucha un ruido de máquinas posiblemente lavadoras o secadoras industriales.

Echas un vistazo al interior y ves a muchas mujeres prácticamente desnudas atadas a unas mesas metálicas. En las mesas puedes ver que hay bolsas de plástico de pequeño tamaño y montoncitos de pastillas. Está claro a qué se dedican en este local.

Hay por lo menos cuatro hombres (podría haber más pero no los ves). Puedes ver que dos de ellos tienen un par de escopetas en sus manos, los otros dos seguramente vayan armados pero no llevan nada en las manos. Por su físico son europeos sin lugar a dudas, las chicas en su mayoría asiáticas aunque puedes ver a algunas latinas.

Una de las chicas tira pastillas al suelo sin querer y uno de los hombres la golpea con la mano abierta haciendo que su cara choque contra la mesa metálica. Puedes ver varias gotas de sangre manchando la mesa...

- Maldita puta...no nos hagas perder tiempo... - le espeta el hombre.

Tras abrir los barrotes con facilidad, recorrí el oscuro pasillo sin detenerme, pero con la mayor precaución posible. Podía escuchar ruido de electrodomésticos de fondo, probablemente de alguna especie de lavadora industrial. Antes de terminar el recorrido, me concentré para protegerme ante lo que pudiera pasar. Aún no controlaba del todo aquel campo que me protegía, pero en esta ocasión logré que apareciera; lo cual resultó un alivio, pues no sabía con qué me podría encontrar en aquel lugar.

Al alcanzar la luz que salía de un cuarto, me asomé, viendo horrorizada como muchas mujeres semidesnudas estaban atadas a diversas mesas metálicas, en las cuales parecían estar empaquetando drogas; a juzgar por los montoncitos de pastillas y las bolsitas que había sobre las mesas.

Pero las mujeres no estaban solas. No sabía cuántos podían ser, pero al menos cuatro hombres las custodiaban, dos con sendas escopetas en sus manos. Probablemente los otros también estuvieran armados, pero no tuve tiempo para fijarme más en ello, pues uno de los hombres golpeó fuertemente a una mujer en ese preciso momento. La chica había dejado caer sin querer algunas de aquellas pastillas al suelo, y terminó con su cara chocando contra la mesa metálica, manchando esta de sangre...

Maldito hijo de…

Sin pensarlo, moví mi mano, haciendo que aquel repugnante desgraciado recibiera de su propia medicina; precipitándole contra la misma mesa metálica y provocando que su cabeza diera contra ella.

La cabeza del hombre choca contra la mesa metálica y produce un estruendo. Sus compañeros lo escuchan y le preguntan:

- ¿Qué coño ha pasado? 

En un primer momento piensan que ha sido una de las chicas que lo ha empujado o se ha vengado pero escuchas otra voz de alguien que no puedes ver.

- Hay alguien más tras la puerta...prepararos porque es una meta...

Los hombres amartillan sus armas y disparan sin preguntar vaciando los cargadores. Tu campo telequinético aguanta las balas pero debido a la intensidad y al número tienes miedo que tus poderes flaqueen pero por suerte no lo hacen y aguanta.

Cuando terminan de disparar, uno de ellos se acerca lentamente a revisar si sigues con vida. Escuchas como cargan de nuevo sus armas...

La cabeza de aquel tipo se golpeó contra la mesa, ante la notable confusión del resto. Sin embargo, no tardaron en darse cuenta de que me encontraba allí, no sabía cómo, pero sabían que era lo que llamaban un “meta”.

Sus armas se descargaron contra mí casi de inmediato, mientras el campo telequinético me protegía de sus balas. Por unos momentos temí que la protección fallara, pero por fortuna no fue así. Pero una nueva ráfaga se avecinaba, y no podía quedarme quieta una vez más, esperando que la suerte me acompañara.

Uno de aquellos hombres parecía acercarse para comprobar mi estado, y al verlo asomarse por la puerta moví mi brazo para lanzarlo al fondo del pasillo, queriendo dejarlo fuera de juego. Pero en el interior aún quedaban otros tres, y con otro gesto quise hacer que una de las escopetas se desprendiera de las manos de uno de aquellos miserables, golpeando a otro de ellos fuertemente en la cabeza.

El hombre apenas abre la puerta acercándote a ti nota como sus pies se despegan del suelo y sale volando hacia el fondo del pasillo chocando violentamente contra la pared. Notas que emite un quejido sordo y queda inconsciente en el suelo.

Luego con otro movimiento logras que la escopeta se escape de las manos de un malhechor y golpee en la cara de otro dejándolo también inconsciente con una fea brecha en la cabeza.

Los otros retroceden y escuchas la voz del mismo que descubrió que eres una metahumana:

- Bajad las armas chicos. Chica, acércate...no te haremos daño. Eres poderosa pero no lo suficiente todavía para pararnos...pero puedes ser problemática y realmente prefiero negociar una salida para ambas partes...