00:17 am

Caminas por la calle en dirección al bar 'Refugio'. Uno de tus contactos en la capital, un viejo amigo del profesor Baskerville que está al tanto de tu cruzada, te indicó que que en ese bar podrías encontrar la pista de un viejo códex que te ayudaría en tus objetivos. Es el 'Códex Umbra', un antiguo compendio nigromántico que te sería de mucha utilidad. El problema es que según su información está en manos de una secta dirigida por una enigmática dama de la que sólo se conoce su nombre: Monique Lemort. Nada hay sobre ella, ni antiguo ni pasado...sobre ella y la secta...ni la policía sabía de su existencia por lo que intuyes que hay gente con algo de cerebro entre ellos o con poder para tapar los errores.

Entras en el local, es un bar gótico. Ya sabes, de esos en la que las personas que lo visitan interpretan el papel de señores de la oscuridad, vampiros, súcubos...y todas esas fantasías sexuales que tienen los fanáticos de las novelas de Anne Rice.

Al entrar en el bar ves que la decoración está cargado de parafernalia de series como Buffy Cazavampiros o Ángel. La mitad de las personas que está allí son simples adolescentes o veinteañeros que quieren pasar un rato agradable o vivir alguna emocionante aventura...pero otros buscan otras cosas. Y a esos son a los que debes encontrar...

Cuando entras en el bar notas que tu mechero se calienta y vibra...hay algo mágico en el ambiente.

El lugar es un asco, y la gente que lo frecuenta es patética.

Quizás soy demasiado duro. A fin de cuenta, no son más que unos jóvenes atolondrados a los que el mundo tal y como es no les parece suficiente, y se han aficionado a un mundo de fantasía que les resulta más estimulante, exótico y seductor. Yo fui uno de ellos, en realidad. Un gilipollas. Sólo que ahora ya conozco el mundo, el verdadero mundo, uno que no es tan vacío e insípido como el que creía real. Ni tan hermoso y fascinante como el que ellos creen. Es oscuro, siniestro, peligroso y cruel. Es sádico, disfruta con tu sufrimiento, y no es un sufrimiento nada sensual.

Bah, qué más da. Sólo es un garito más, da lo mismo un local gótico con ínfulas de elegancia que la tasca de la esquina con pinchos de jamón ibérico en la barra. He venido a lo que he venido, y mientras haya alcohol...

Nada más entrar, trato de fijarme en todos los presentes que no sean putos adolescentes o veinteañeros. Esos no me interesan, no forman parte de lo que he venido a hacer aquí. Y, con un poco de suerte, dejarán en paz a un tipo como yo. Lo último que necesito es que una idiota de diecisiete años venga con la cara pintada de blanco y los morros perfilados de negro a tratar de hacerse la sugerente.

Que podría ser vuestro... ehm... hermano muy mayor, joder.

Aún no he llegado a la barra, cuando mi mechero comienza a vibrar y calentarse. Apresuradamente, lo saco del bolsillo y lo enciendo, observando la llama con estupor. Hay mucha magia en este mundo, demasiada, pero el miedo que anida en mi corazón y lo infecta desde dentro hace que la presencia de la esencia mágica siempre me lleve a pensar en ella, a asumir que puede estar cerca. No tengo poder suficiente para hacerla frente. Y no llevo suficientes copas encima como para soportarla. De modo que me dirijo a la barra y llamo al camarero, o camarera, a quien sea que ande por ahí y se acerque a servirme.

Claro que podría no ser ella. He venido a este local buscando un códice arcano, ¿por qué no iba a haber energía mágica aquí, procedente de ese u otros objetos mágicos, o de quienes son capaces de emplearlos?

Un chupito de whisky, uno de tequila, uno de vodka y otro de absenta. -Le indico a quien se acerca a servir, sin apenas mirarle a la cara, mirando alrededor por todo el local- Y no dejes muy lejos esas botellas, la noche es joven... -Dejo un billete sobre la barra, mientras continúo buscando esos rostros disonantes, los malditos adultos, deseando no encontrar en el proceso el hermoso y demoníaco rostro de una "vieja amiga"...

El camarero te mira extrañado pero ya que ve un billete sobre la mesa cumple con tus deseos y te pone los cuatro chupitos. Luego te dice:

- ¿Una noche dura? - te pregunta asumiendo el rol de 'psicólogo de barra' - No me suena verlo por aquí, ¿busca a alguien?

Que te pregunte a quién buscas es algo que te hace sonreír porque no tienes ni puta idea de a quién buscas. Examinas el local de nuevo, hasta ahora sólo has visto a adolescentes o veinteañeros. Sólo el personal del local supera esa edad. Te fijas en todos ellos, visten de la misma manera como si fueran 'camareros vampíricos' con chalecos negros sobre camisas rojo sangre. La verdad es que ninguno de ellos tienen pinta de ser un cultista.

Te tomas los chupitos y con un gesto haces que te sirvan otra ronda. El local parece que no va a llenarse más de lo que está, en una mesa situada en una esquina ves a un grupo de jóvenes que a la sombra de una velas que tintinean juegan a un juego de rol, puedes ver el libro que usan es verde jade como vetas negras y una rosa en la portada. En otra mesa unos cuantos están jugando al duro mientras beben una bebida alcohólica con color rojo sangre. En la pista de baile al ritmo de Darling Violetta algunos bailan mientras algunos chicas fichan con la mirada a las féminas que van más ligeras de ropa.

En ese momento te percatas de que hay reservados tras la pista de baile, a la izquierda de la cabina del pinchadiscos, el cual tiene una pinta de flipado que te haría vomitar en otras circunstancias.

Pero hay algo en él que no te cuadra, no casa con el resto de los trabajadores del local...aunque eso no es un motivo para sospechar de él. Lo examinas más a fondo desde la distancia y te fija en que bajo esa cazadora lleva seguramente una pistolera. Tras un par de minutos ves que además de 'pinchar' está vigilando la gente que va a los reservados. Parece que algo se está cociendo en ellos y desde la barra no vas a enterarte de lo que se cuece allí... 

¿Alguna no lo es? -Replico al camarero, aún observando alrededor, temeroso de ver un rostro conocido. Pero no está, no la veo, no aparece al menos. Podría ser buena señal, pero ya no creo en las buenas señales. Creo en ella. En que siempre vuelve para hacerme la vida imposible, en que no cejará en su empeño de hacerme caer- Sí... busco a alguien, pero aún no se a quién... -Sonrío sin ganas al aprendiz de psicólogo, dejando que su mente acostumbrada a la vida nocturna asuma que me refiero a que estoy en busca de compañía para terminar bien la noche. Es lo que cabría pensar.

Mejor eso que pensar que busco a una ex loca y demoníaca que sólo busca destruir todo lo que de bonito o agradable pueda haber en mi vida. O que busco a la líder de una secta que oculta un códice que necesito para acabar con esa bruja. Maldito mundo de locos, todo esto suena mejor con unas cuantas rondas más.

En en la segunda ronda cuando me fijo en el pinchadiscos de las gafas "focales". Joder, eso habría sido un buen chiste en otro tiempo. Puede que llegue a serlo igualmente cuando me funda esas botellas. Pero el tío lleva pipa, y eso no tiene ni puta gracia. Aunque sus gafas si la tienen, y el modo en que esos pequeños focos iluminan cada poco tiempo una puerta concreta, la que parece dar a unos reservados.

Bingo...

Ahí es a donde debo ir. Claro que el pistolas no querrá que entre, pero eso no debería ser problema siempre que no haya otro igual en el interior. Un portal y "ongi etorri", bienvenido.

Pero no quiero sorpresas, de modo que me termino la ronda de chupitos y camino tambaleándome más de la cuenta en dirección a esa puerta. Un borracho equivocándose camino del baño, adoro los clásicos. Al menos, debería darme tiempo a ver qué hay al otro lado, antes de que me echen...

Caminas hacia el reservado tambaleándote, nadie te presta demasiada atención y cruzas la pista sin ningún problema. Tienes suerte porque el reservado queda en el camino de los baños así que eso respalda tu 'coartada'. El DJ sigue a los suyo flipándolo él solo y pone algo de tecno vampírico, como no un clásico sacado de la banda sonora de Blade...

Un pequeño grupo salta a la pista de baile a saltar un poco y eso te ayuda a acercarte más a tu objetivo. Puedes ver que el acceso a los reservados es un pasillo oscuro, no es una sala por lo que puede haber más de un reservado o acceso a alguna sala más suculenta para tus intereses.

Sigues avanzando y antes de entrar echas un vistazo al DJ, está buscando algún disco así que puedes colarte sin que se dé cuenta. El pasillo tiene unos diez metros de largo y hace una L. Ves tres reservados iluminados con una tenue luz roja y 'cerrados' con una cortinilla opaca de color negro. Escuchas voces en los reservados pero tendrás que echar un vistazo para ver quién o qué está en ellos...¿Qué habrá en el reservado número 1? ¿Qué te encontrarás al fondo del pasillo? 

Maldición...

Esto está siendo demasiado fácil. No debería ser algo malo, salvo por el hecho de que cada vez que las cosas parecen irme medianamente bien, es decir, regular, pasa algo y todo se va a la mierda. Esa es mi vida, joder. A veces creo que esa puta me ha echado una maldición más allá de su presencia cuando me visita. Así que, en este pasillo, con tantas opciones a mi disposición, comienzo a estar convencido de que, abra la puerta que abra, será la peor de las opciones posible.

A la mierda, me acerco al primer reservado, escuchando un instante hasta asegurarme de que llegan voces de su interior. Del mismo modo, repito la operación en los otros dos reservados, comprobando si todos están ocupados, y antes de arriesgarme a asomarme a ninguno de ellos, me acerco a la esquina de la L del pasillo, para comprobar qué hay más allá.

En el primer reservado escuchas a una pareja darse el lote claramente, y parece que la chica no lo está pasando mal. Reservado descartado...

El segundo está vacío o no escuchas absolutamente nada, esperas unos segundos para confirmarlo y también puedes reservarlo.

El tercer reservado es el más interesante, escuchas a varias personas hablar entre susurros. Entre las palabras que logras entender al acercarte una se repite: Monique. ¡Bingo! Ese es el nombre que andabas buscando.

Pero antes de hacer una entrada espectacular decides echar un vistazo al pasillo. Llegas a la L y echas un vistazo, a un par de metros comienzan unas escaleras y al fondo una puerta de la que se escapa por la parte inferior una luz de tono rojizo. Es una luz igual a la de los reservados. Desde donde estás no escuchas nada en esa dirección, aunque intuyes que hay gente porque a veces se proyectan sombras en esa luz que se escapa por la parte inferior de la puerta.

Ahhhhg, maldición, opciones y más opciones... Odio estas situaciones, cuando tienes que elegir y terminas convencido de que da lo mismo lo que elijas. No será la puerta correcta.

En fin, así es mi vida...

Saco una cajetilla de tabaco y me llevo un pitillo a los labios, canjeando la cajetilla por mi zippo. Al encenderlo, veo la llama titilar, recordándome la presencia de magia en la zona. Mierda, cago en su puta madre. Como si no fuera esto ya muy complicado de por sí. Le doy una buena calada al cigarro, y al guardar el zippo dejo la mano dentro del bolsillo.

Ala, valor y al toro. Y que Dios, ese grandísimo hijo de puta, reparta suerte.

Aparto la cortina con la mano en que sostengo el cigarro, desvelando el interior del reservado donde espero encontrar a esa Monique. No se lo que andan haciendo, aparte de charlar, pero me importa un comino. Me temo que los voy a interrumpir igual...

¡Buenas noches! -Digo en cuanto desvelo mi presencia, con aire teatral, antes de adoptar una pose desganada- Lamento interrumpir, aunque me importaría menos si se tratase de una timba de streap poker... -Bromeo, en tornando los ojos- Ando buscando a la señora, o señorita, Monique Lemort. Tengo... negocios que tratar. -Mis ojos se desplazan por el reservado, en busca de una fémina entre los presentes- Ah, pero puedo esperar, hay un reservado libre, aquí al lado. Con una copa, y teniendo toda la noche libre...

Tu aparición sorprende a los cuatro hombres presentes y a la fémina que parece estar sentada la más alejada de la puerta. Uno de ellos derrama su copa sobre la mesa y puedes ver que claramente en sangre...puede que estos sí que sean vampiros realmente.

La chica sonríe y te mira a los ojos, notas en ella cierto magnetismo animal.

- No estaría mal rubito...pero creo que no acabaría bien...me gusta matar a mis amantes y tengo la extraña sensación de que eres de los que no les gusta morir...aunque en tus ojos veo que a veces lo deseas...

De momento parece que la cosa no te ha salido mal del todo, la chica se levanta cogiendo su bolso. Los hombres le permiten pasar con cierta incredulidad.  Pasa por tu lado mientras te mira seductoramente. Te sonríe mientras te acaricia el brazo con cierta lujuria y dice:

- Voy a empolvarme la nariz. Si cuando regrese aún sigues vivo...puede que te presente a Monique... - luego comienza a andar hacia la salida de los reservados seguramente camino al baño, su cuerpo parece desvanecerse en una fina niebla pero antes de desaparecer completamente escuchas una frase - Matadlo.

Los cuatro hombres sonríen al escuchar esa orden y puedes ver que quieren ganas de pelea...

Frunzo el ceño al ver la copa, consciente de lo que eso significa, de que me acabo de colar en la liga de los mayores. Aún así, me presento igualmente, sólo que recordando mentalmente ciertas palabras que no acostumbro a pronunciar habitualmente, palabras en idiomas tan antiguos que la inmensa mayoría de la humanidad ni conoce su existencia. Mucho menos el poder que encierran.

La mujer sonríe, y en su preciosa mirada veo algo que me atrae y me hace tener al mismo tiempo. La sinceridad de sus palabras me hace sonreír, evitando la carcajada fácil, y decido corresponderla con idéntica sinceridad.

Bueno, ya tenemos algo en común. -Le digo con ironía- A mí no me gusta, pero es lo que acaba pasando, así que...

Debo reconocer que su apreciación acerca de mis ganas de morir me molesta. Sin embargo, me hago a un lado para dejarla salir, sosteniendo la cortina mientras pasa a mi lado de ese modo tan seductor...

...Y amargamente familiar.

Suspiro, dándome cuenta de lo mucho que me recuerda a Zorgina. Sin embargo, su promesa me decepciona aún más, al prometer presentarme a la mujer que busco. Ah, una vida de decepciones, pensé que la gabacha era ella...

Sin embargo, aún quedan más malos tragos. Peores. Lo veo en los ojos de estos seres de ultratumba, deseosos de montarse una fiesta de las suyas a mi costa.

Joder, ¿cómo eran esas palabras...?

Los cuatro rivales que tienes enfrente sonríen y puedes ver sus colmillos brillando bajo la tenue luz. Pero sólo uno de ellos parece estar preparado para el combate.

Este se lanza hacia ti con intención de agarrarte:

- ¡Eres mío! - grita mientras se lanza a tu cuello.

Logra ponerte las zarpas encima, pero no logra agarrarte del todo todavía...aún tienes una oportunidad para zafarte de sus garras y evitar un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

El primero de esos tipos se abalanza sobre mí a toda velocidad, tan velozmente que no tengo tiempo ni para reaccionar. Trato de zafarme de su presa, pero demasiado tarde. Me agarra con fuerza, al mismo tiempo que contemplo a sus amigos prepararse para saltar sobre mí tras sus pasos, como una ola de destrucción de la que no podré librarme.

¡Cabrón de m...!

Odio esta sensación, ser arrollado por las circunstancias, la impotencia... Es como cuando me caía de la tabla, haciendo surf, y la corriente me arrastraba hacia el fondo.

Solo que este fondo es aún más oscuro...

Arrastrado por el primero de mis agresores, trastabillo hacia atrás, mientras hago un gesto con mi única mano libre y murmuro de mala gana unas palabras incomprensibles. Para todos, menos para los que nos hemos sumergido en un mundo diferente. El suelo bajo nuestros pies tiembla, como si no fuera sólido sino formado por una superficie acuosa en la que las ondas se agitan esperando a que me zambulla en su interior.

Un portal hasta el tejado del edificio, donde combatir a este hijo de puta en solitario, y no con el abrumador apoyo de sus colegas.

La situación cambia de muy peligrosa a simplemente peligrosa en un abrir y cerrar de ojos (o de portales). Logras apartarlo de tu cuello y sobre todo separarlo de sus tres compañeros. Minipunto para el mago. Al verse sólo en la azotea parece llegar a la conclusión de que no eres un rival sencillo, o por lo menos un un contrincante cualquiera. Se separa de ti unos metros de un salto y te observa desde la distancia.

- Así que eres un mago...pensaba que eras un gilipollas más...Te mataré rápido para que Tamara me lo agradezca como ella sabe...

Se prepara para atacar pero ahora estás en igualdad numérica y todo comienza de nuevo...

El portal nos engulle, arrastrándonos por los confines del espacio hasta un nuevo punto de los pliegues de la realidad. El trayecto no existe, no hay nada entre medias, tan sólo la nada más absoluta, ni espacio ni tiempo. Un parpadeo, y estamos en otro lugar.

El vampiro me suelta, aprovechando como puedo su desconcierto. La azotea nos recibe como nuevo ring para comenzar otro asalto, pero en esta ocasión es un uno contra uno. Sigo sin verlo claro, mientras trastabillo al cruzar el portal a la azotea, pero siempre me repito lo mismo en situaciones así.

Hay cosas peores que la muerte.

No te confundas, amigo, SOY un gilipollas más. -Le digo mientras trato de ponerme en pie, aunque al parecer demasiado tarde.

Sonríe al escucharte decir eso, en su cara ves que parece disfrutar de esto. Es posible que sea un sádico si le va la sangre...

- Te mataré rápido... - dice mientras se prepara para atacar.

En ese momento y sin apenas darte tiempo te lanza un puñetazo que te golpea de refilón en la cara aunque rompiéndote el labio aunque realmente pudo ser peor.

Su puño impacta en mi rostro, haciéndome girar hasta darle la espalda, mientras trastabillo varios pasos. Me vuelvo hacia él, sujetándome la mandíbula, comprobando que sangro del labio, pero aún así sonriendo.

Joooooder... -Le provoco, casi riendo, antes de pronunciar un par de palabras en un lenguaje desconocido- ¡Si pegas como una nena!

A mi alrededor se alza inmediatamente un tenue resplandor que va difuminándose lentamente, una esfera casi invisible de energía mística que me protege de los ataques exteriores. Me paso la lengua por el labio, encogiéndome de hombros. Matarme rápido, dice... Parece que no va a poder ser.

Mi turno... -Digo entrecerrando los ojos, pronunciando una larga palabra compuesta inidentificable, mientras alzo mi mano con la palma extendida en su dirección. Mi palma comienza a brillar, primero en un único punto, su centro, como una pequeña llama, para acto seguido extenderse el brillo en forma de diversos símbolos concéntricos dibujados en la misma realidad del mundo, formando sellos arcanos que concentran el poder místico en bruto, para descargarlo sobre mi objetivo en dos rayos de energía arcana.

El impacto de tu energía mística impacta en el pecho y lanza al vampiro un par de metros hacia atrás. En su rostro percibes terror, algo que no percibías hace sólo un instante.

El vampiro se levanta a trompicones y puedes ver como no se regenera el daño que le has causado. Escupe sangre al suelo de la azotea, se aleja unos pasos más de ti. Parece que ya no desea un combate a tumba abierta como hasta ahora.

- Mago del demonio... - masculla

A su espalda puedes ver llamas que se elevan al cielo, hay un edificio en la capital que arde pero ahora sólo puedes estar centrado en él y no despistarte ni un instante.

- Creo que no soy rival para ti...pero espero que mis compañeros hayan intuido donde estoy...y así te daremos lo tuyo...

Intenta ganar tiempo, pero por otra parte no teme morir si no ya debería de haber huido. Puede que tema más a la morena que a ti a pesar de que casi lo abrasaste vivo con tu energía mágica hace un segundo.

Los rayos brotan de mi mano como un chorro de pura energía. Siempre lo he sentido algo extraño, pues al no ser algo físico no llego a sentir nada. No hay retroceso, ni fuerza en sentido contrario, nada. Es como asistir a un espectáculo de luces, un engaño. Sólo se vuelve real cuando impacta, para el objetivo que sufre el daño de tan brutal despliegue místico.

¿Del dem...? -Me sorprendo por su curiosa elección de palabras, echándome a reír a carcajadas hasta que el dolor del golpe que me llevase en la boca me hace detenerme, renqueante- Joder, tío, no sabes hasta qué punto has dado en el clavo, joder...

Sin embargo, a pesar de lo divertida que me resulta la ironia, ese hijo de puta sigue siendo un jodido chupasangres que me quiere muerto, y...

¿Qué coño es eso? Un edificio parece que se está quemando. Eso es... Trato de orientarme en la oscuridad de la noche. Parece el centro, creo, alguno de los edificios de oficinas. Hostias, pues menuda barbacoa se ha montado, esta noche los bomberos van a ganarse bien el sueldo...

Devuelvo mi atención al vampiro, que se mantiene a distancia amenazando con la llegada de sus amigos. Siiiiii, sí, sí, la caballería en camino.

Ya, ya, me vais a dar lo mío y lo del inglés, ¿te importaría callar un momento? Estoy intentando disfrutar un bonito espectáculo de fuegos artificiales, ¿sabes? -Digo con sarcasmo, señalando el edificio incendiado a su espalda, mientras me meto la otra mano al bolsillo del pantalón- Aunque estamos muy lejos, igual prefieres verlo de más cerca...

Con la mano con que señalo el edificio, chasqueo los dedos, haciendo que salte una chispa frente al vampiro, en el suelo, prendiendo un combustible inexistente a través del cual el fuego se extiende alrededor del vampiro, un círculo de llamas que le rodea. Completamente falso, claro, pero eso es algo que no debería notar hasta tocar las llamas, algo que cualquiera con un mínimo de instinto de supervivencia debería luchar por evitar. Y si no quieres quemarte, no te muevas, cabrón. Sonríe y mira al pajarito, que te voy a sacar una foto con un buen flash...

El vampiro mira tu ilusión del círculo de llamas pero el maldito no resulta afectado, puede que su percepción sea más elevada o que simplemente haya tenido suerte y haya detectado el engaño.

Parece intuir tu plan y cuando le lanzas las dos proyecciones de energía mágica las esquiva con cierta gracilidad y facilidad. Parece que esquivar esos ataques hace que recupere un poco la autoestima dañada en tu anterior ataque, incluso ves una mueca burlona que se dibuja en tu cara.

Pero su actitud no cambia, se mantiene a distancia y sobre todo en una actitud defensiva para evitar ser alcanzado, se mueve continuamente con saltos de dos o tres metros cada pocos pasos. Es bastante rápido y ahora caes en que es posible que esté esperando el momento adecuado para atacarte; puede que espere en un momento en que des un mal paso o simplemente falles un ataque para abalanzarse sobre ti.

Una brisa gélida recorre en ese momento la azotea, produciéndote un escalofrío que te recorre toda la espalda...Y de pronto cambia de actitud, con un gran salto se planta en el borde de la azotea, está sobre una pared de un metro y medio de altura haciendo equilibrio aunque no parece costarle mucho.

Te mira y te dice:

- Ella quiere que sigas con vida así que tendré que irme...pero creo que nos volveremos a ver...sí...lo haremos dentro de poco...

Dicho esto último hace un gesto con la mano y salta de la azotea desapareciendo de tu vista. En ese momento te quedas sólo en la azotea, sólo con las llamas del edificio ardiendo a lo lejos como única compañía...

Otra ráfaga de la brisa golpea la azotea y en ese momento escuchas nítidamente una voz conocida para ti:

- Eres mío...sólo mío...

El maldito chupasangre descubre mi engaño, desbaratando mi estrategia. Completamente a la defensiva, concentrado exclusivamente en esquivar mis esfuerzos por combatirle, parece estar buscando el momento adecuado para contraatacar. Seguramente, cuando aparezcan sus colegas, si es que no se ha tirado un farol. Claro que esta situación también es temporal en lo que a mí respecta, si me veo superado en número tampoco tengo intención de quedarme a jugar según sus reglas.

Sin embargo, todo cambia cuando una súbita ráfaga de viento gélido sacude la azotea. Por un instante, creo que antecede a la llegada de sus amigos, pero todo lo contrario. Es él quien se sube a una cornisa, guardando el equilibrio, dispuesto a marcharse. Pero son sus palabras las que me dejan helado, con la mano en alto dispuesto a liberar otra descarga de energía mística.

Ella...

Pienso en su patrona, la mujer del reservado. ¿Que me quiere con vida? No lo deseaba cuando ordenó mi muerte. Puede que ahora haya descubierto mi conocimiento místico, lo que soy y puedo hacer, y haya cambiado de opinión. El vampiro desaparece lanzándose al vacío, pero yo me quedo petrificado al sentir una nueva ráfaga, en esta ocasión acompañada de una voz, una maldita voz que me causa un intenso escalofrío, tan familiar y odiada a la vez. Pues es una voz que una vez amé, y eso hace que la odie más todavía. Y la tema.

E-estás aquí...

Murmuro esa evidencia, la presencia de Sorgina. Ha vuelto, una vez más. Está aquí, en alguna parte, observando, burlándose de mí y de mis esfuerzos por librarme de esto, de ella. Justo ahora, cuando creo estar tan cerca. ¿Lo sabe? ¡Mierda, claro que lo sabe! ¿Por qué, si no, iba a aparecer justo ahora, cuando estoy tratando de conseguir ese códice?

Suspiro, cansado, y me enciendo un cigarro mientras contemplo el incendio a lo lejos. Esas magníficas llamas, un infierno en la tierra. La representación del infierno, engañosa, pues el verdadero infierno es esta vida que la bruja me obliga a vivir. Quizás debería largarme, desaparecer, crear un portal y olvidar ese códice. ¿De qué sirve buscarlo si Sorgina sabe que voy tras él? Sin embargo, no tengo a donde huir.

Mierda...

Creo un portal y regreso al pasillo de los reservados. Que la bruja me detenga si quiere, pero hasta que lo haga seguiré buscando la forma de detenerla a ella.