Partida Rol por web

Movimiento al sur. Paul, siguiendo su natural inclinación a buscar el mejor lugar para disparar sobre el grupo de enemigos que sin duda se acercaban, atravesó a toda velocidad la calzada hasta pegar su espalda al muro del edificio reducido a escombros al otro lado de la calle.

Al llegar, se dejó caer pesadamente teniendo buen cuidado de permanecer fuera de la vista del final de la calle más al sur. Luego miró al otro lado y se llevó la mano a la sien, saludando de manera informal al miliciano y su compatriota.

-Enemigos al sur. Preparad vuestras armas se escuchó como un susurró su voz ronca tras el filtro de la máscara de gas.

Parecía que por fin la suerte les sonreía. Llegaban aliados, ahora era el momento de alzar el lanzallamas juntarse a los demás y continuar con la estrategia de avanzar tras los pasos del caballero imperial. EL grupo de recién llegados era variopinto pero es lo que tenía la guerra.

-Allen parece que ya tenemos más voluntarios para poner el nombre en nuestras tumbas si fuese necesario.

La alegría en el campo de batalla duraba poco pero ahora sus posibilidades de supervivencia habían aumentado considerablemente.

- Vale, pues avanzamos- respondió Arthur, sin más. Echó a correr seguido de Pipeboy hasta quedar cerca de un par de tipos vivos y un montón de cadáveres. Lo bueno de enferntarse a los ex de Moopsie es que, al menos, quedaba claro quien estaba del lado de quien.

Avanzaron por las ruinosas calles del pueblo, llena de cascotes y cadáveres. Buena parte de ellos putrefactos. Antiguos excompañeros de armas, caídos bajo algún tipo de contagiosa maldición propia del caos. Ahora tenían que limpiar el pueblo de ellos y recuperar todo el material posible ante posibles nuevas adversidades. Y sin contagiarse por el camino.

Pronto se oyeron disparos, evidenciando que los combates no habían terminado, ni mucho menos. Frente a ellos, en un callejón, encontraron a un par de supervivientes. Cuantos más fueran mejor. Pero a la par, en una calle que recién se abría a sur, se indicó de inmediato alerta con avistamiento de enemigos.

Fedor amartilló la corredera de su recortada y corrió junto a un fezzornita, ¡quien se lo iba a decir!, de una esquina de esa calle a la otra, donde asomaban los supervivientes, tomando cobertura total y preparándose para asomarse y disparar en cuanto todos estuvieran en posición.

Que el emperador nos favorezca y a esas cosas desaparezcan.

El combate había sido feroz, marcas de este se podían observar por todas las calles que pasábamos. Al principio solo podíamos ver los efectos de municiones de bajo calibre, y algunas granadas, ahora cuanto mas nos acercábamos a ese caballero imperial, podíamos ver la capacidad de destrucción con que contaba ... solo decir que las casas otorgaban poca cobertura contra sus acometidas. 

Avanzo tras de mis compañeros, convencidos de haber visto al enemigo y poder por fin vengarnos de las afrentas que nos habían causado, entre ellas el abandono a nuestros compañeros de armas.

El grupo de refuerzo avanzó con decisión, teniendo una visión privilegiada del coloso carmesí, que parecía estar disfrutando reduciendo otro puñado de zombies a picadillo con esa terriblemente gigantesca espada-brazo sierra que tenía. Por lo demás, parecía que en el taller lograban aguantar, solo era cuestión de avanzar y limpiar hasta reunirse con ellos. 

Sí, si la cosa no cambiaba, ahora la victoria solo era una cuestión de tiempo. La única nota negativa es que la aeronave que les había prestado apoyo empezó a retirarse, presumiblemente hacia las líneas aliadas.

Varias señales se cruzaron y distorsionaron un poco, prueba de que había varias personas intentando comunicarse a la vez, siendo tú una de ellas con seguridad.

La primera fue la voz del piloto.

-De nada, fuerzas de tierra... Parece que nos reclaman en otro lado, suerte.

La otra, una voz femenina con acento extramundano.

-A las unidades de la milicia, aquí la sargento Katrin Schenkopp del 303º, tenemos contacto visual. El pueblo sigue estando lleno de esas cosas, vayan con cuidado ¿Conocen el estado de otras unidades?

La masa de enemigos se acercaba pero lo peor de todo eran los lamentos que se scuchaban del tumulto. Debían dejarlos en silencio. Mientras tanto las pisadas de la máquina retumbaban cerca. Era difícil concentrarse con tamaña bestia . El ruido del brazo sierra sonaba de forma ligeramente diferente cuando se usaba para el control de masas.

La horda se dejó mostrar lo suficiente como para intentar apuntarles, pero mis disparos se perdieron contra el muro sin dar en ninguno de los cuerpos que avanzan contra nosotros. Sin dudarlo un instante, apunto nuevamente y mantengo el fuego a medida que les veo mejor conforme su lenta pero implacable marcha continúa.

"¡Vuelvan a la muerte, como corresponde! ¡Vuelvan a morir de una vez!"

Mantengo mi fuego sobre esos zombies mientras Titus también lo hace. Entre ambos, vemos varias cabezas volar y cuerpos desplomarse por la potencia de la munición Bólter, que estalla una vez ensartada en el objetivo. Ese es nuestro precio, ese es el costo de quienes intentan matarnos y negar la luz del Emperador. No hay perdón, no hay piedad, solo fuego y muerte.

¡Fuego a discreción! - gritó tratando de hacerse oír llevando su arma al hombro, apuntó y abrió fuego junto al desgraciado de su ayudante. El sargento no logró inflamar a los hombres que lo rodeaban, pero le dio igual en ese momento, por primera vez en su vida estaba liderando un asalto, y la gente parecía estar dispuesta a obedecerle... un milagro del Emperador, pensó para si. 

Albius se posicionó y desplegó el arma cubriéndose con unos cascotes y la esquina. El arma le resbaló dos veces del lugar y le pegó un golpe a su pardillo para que prestara atención. - ¿Qué cojones haces Celonius? ¡Como la rayes, vas a tener que dar explicaciones al tecnosacerdote tú, ¿capisci?? - le dijo en tono malhumorado.

Una vez el arma posicionada, apuntó con la mira y comenzó a murmurar una plegaria al Sagrado Emperador de Terra.

Fedor, pegado de espaldas contra la pared de la esquina, observó a otros compañeros de la guardia imperial junto a él. Ninguno era lantanita. Todos de una madre distinta, de un mundo distinto. No conocía a ninguno de nada, pero allí estaban juntos para exterminar a los enemigos del imperio o morir en el intento. Se miraron unos a otros, tensos, esperando una señal para asomar por la esquina y escupir fuego con sus armas a la masa de infectados que subía por la calle. Y la señal llegó.

- El Emperador protege - murmuró mientras que oyó cómo otros muchos susurraban palabras similares. Exhaló aire por la boca y giró su cuerpo a su derecha, 180º, asomándose a la calle y viendo a la marabunta acercarse. Apuntó a una altura de las cabezas y apretando el gatillo la recortada escupió una lluvia de perdigones. Bombeó la corredera y disparó y disparó.

Podía ser cosa de mi imaginación, pero el olor de los cuerpos putrefactos inundaba mis fosas nasales, y ante el despliegue de fuego realizado por mis compañeros, no podía mas que unirme a sus disparos. Desenfundo el revolver, y hago fuego al igual que ellos, con suerte derribaría a un par de zombies antes de que nos alcanzasen.

- Por Selica.

Maldita sea, ¿dónde va ese loco? pensó al ver al otro fezzornita correr a través de las ruinas. Los especialistas con lanzallamas solían ser bastante peculiares en cuanto a lo psicológico, por no decir algo más fuerte, pero este parecía empeñado el llegar a primera línea para poder llevar la justicia del Emperador en forma de monopropelente. En fin, si de verdad iba a hacerlo, mejor que alguien le diese cobertura.

-¡¡Fezzorn y la Guardia!! susurró con voz ronca Paul mientras abría fuego. El M36 seguía en modo sobrecarga y Van Horst contempló complacido como varios de los ex-reclutas imperiales resultaban destrozados por la ráfaga de láser. Luego, siguiendo su plan, atravesó las ruinas de la casa para encontrar otro punto de disparo y dejar que los guardias que venían detrás alcanzasen la cobertura. Además, como siempre decían en el entrenamiento, quedarse quieto en una zona de fuego era morir a medias.

Arthur ignoró la horda y siguió avanzando. Habían ido a ayudar a la gente del taller, entretenerse haciendo turismo no iba a ayudar. Además tenía ordenes de conervar la munición. Se acercó al gigante de hierro.

Su intención había sido posicionarse con el resto de compañeros, pero la euforia junto a la inercia y la falta de acción durante bastante tiempo hizo que un instinto salvaje se hiciera cargo de sus movimientos, haciendo que tanto él como su ayudante corrieran como locos para tratar de acabar con la horda a base del fuego sagrado del emperador.

-Jajajaja vamos cabrones venid a mi!!

Por una vez la milicia demostró de lo que era capaz, al menos de cara a los extramundanos. Puede que los bólter pesados y las armas láser fueran muy impresionantes, pero pocas cosas podían compararse a una descarga de fusilería ejecutada por varias decenas de hombres, con fuego sostenido sobre un único objetivo. Por pura saturación de impactos, crearon un gran hueco en la horda, dejando solo unos pocos.

Tan pocos que el "peculiar" lanzallamas fezzornita no tuvo problemas en acercarse a ellos con paso tranquilo mientras los rociaba con promethium en llamas, acabando con lo que quedaba de aquel grupo.