Partida Rol por web

El enano por fin sale del rio, aunque con frio escucha las palabras del que lo ayudo y se acerca inmediatamente a los dos tirados y examina rápidamente quien esta peor y a ese le da una rápida oración, sintiendo que Moradin lo escucha brindando una luz blanca divina a dicho compañero. 

Sin esperar ver que se levanta, se voltea y mira al Dragon con un odio en los ojos, la historia de enanos y dragones es legendaria. 

- Te mataremos y lo sabes - le comenta y luego de eso, pronuncia unas palabras y muestra su símbolo sagrado. Un doloroso sonido de una campana rompe en el ambiente, intentando que cause daño al dragón. 

Thardar lanzó un hechizo curativo sobre Giacomo haciendo que el bufón se despertara para verse cara a cara con un dragón. El sonido de una campana hace que el dragón suelte un rugido molesto por aquel ruido.

Nube crea un nuevo Eco que empieza a golpear al dragón hiriéndolo, el dragón ruge enfadado, pues lo que debería haber sido una fácil victoria no lo está siendo tanto

Gracias a que Thardar había curado a Giacomo éste pudo atacar con una ráfagas de golpes al dragón y dejarlo bastante tocado, las heridas comenzaban a ser evidentes en el cuerpo del dragón.

El dragón intentó morder sin éxito a Giacomo clavando sus dientes en el suelo y mellando uno de sus colmillos. Con una de sus garras golpeó al monje dejándolo de nuevo inconsciente, con su para trasera dio un golpe al Eco de Nube haciendo que éste desapareciera

Esto se estaba alargando demasiado, pero de momento seguían aguantando a trancas y barrancas. Estaba siendo una guerra de desgaste en la que estaban haciendo avances contra el dragón, pero sus amigos no dejaban de caer en cuanto se levantaban.

- Creo que el centauro necesita ayuda – le dijo al extraño enano que estaba resultando ser una ayuda caída del cielo.

Nube se movió 10’ al norte antes de invocar de nuevo a su Eco lo más lejos de sí mismo que pudo para lanzar dos nuevos ataques con su espada corta que se clavó profundamente en su estómago antes de girarla y sacarla de nuevo. Él mientras se movía un poco más atrás alejándose del dragón.

Aunque el enano no conocía a los combatientes, saber que peleaban contra un dragón le bastaba para ayudarlos. Tal vez esta fue mi visión quien sabe, llega a pensar. 

Sin embargo un segundo después, ve como al que acababa de de levantar volvía a caer. Diablos, que hago este golpeo muy bien al Dragon, pero tiene razón, el otro necesita mas mi ayuda.

Luego vuelve a coger su símbolo sagrado. - Oh Moradin, padre y maestro de todos nosotros, por favor, requiero nuevamente de tu favor, dirige tu luz a través mío y revitaliza a mis aliados - Mientras señala al centauro caído. Todos pueden apreciar, una luz lo ilumina mientras sus heridas mas graves se sanan y como el centauro reacciona luego de esta luz. 

- Genial, gracias Padre - dice Thardar. Luego mirando nuevamente al dragón sonríe. - Seguiremos bailando tu y yo - luego pronuncia nuevamente unas palabras en otro idioma, señalado al dragón con su símbolo sagrado. Haciendo que nuevamente el sonido de una campana inunde el área.

El enano clérigo volvió a usar sus hechizos curativos, en esta ocasión sobre el centauro, en ese momento una nueva campana suena haciendo que el dragón ruja molesto.

Nube en ese momento crea de nuevo su Eco y golpea al dragón que ya está gravemente herido, con sus golpes consigue matar al dragón. Contra todo pronóstico, los aventureros había conseguido derrotar al dragón que moraba en aquél lugar.

Nube no podía dar crédito a que hubieran acabado con la gran bestia negra. Pensando que podría ser un ardid de la bestia lanzó a su Eco contra ella clavando su espada en la garganta, por la parte baja de su enorme boca, para rajarla tanto como pudiera y asegurarse de su muerte.

Cuando se hubo cerciorado de su muerte se acercó cojeando al extraño enano que había sido clave en su victoria.*

- Estamos en deuda contigo, enano. Tu llegada ha sido providencial y me hace tener fe en que un ser superior nos vigila y os envió a nosotros para evitar nuestro fin en las garras de esa bestia. – le dijo con solemnidad – Mi nombre es Nube y ellos son Ilvor y Giacomo – señalando al centauro y al bufón – y creo que todos podríamos aprovechar un breve descanso para revisar nuestras heridas. Mientras podéis contarnos vuestra historia y nosotros la nuestra.

Por fin, parece que lo hemos vencido. Piensa Thardar al ver caer al dragón. Mientras se acerca al compañero en el suelo para curarlo ve como el que ha estado peleando con él dragón lo sigue rematando.

- Muy bien, mejor nos aseguramos - cuando llega vuelve a pronunciar unas palabras y se aprecia como una luz emana de sus manos y cae en el cuerpo del caído. - Levántate compañero que hoy no toca que cruces al mas allá. - 

Luego de eso se acerca a uno de ellos que le habla.

- Hola, muchas gracias a ti por ayudarme a salir del rio. Mucho gusto Nube, Ilvor y Giacomo, mi nombre es Thardar, clérigo de la luz de Moradin. Creo que por la hora nos convendría mas que un breve descanso. Pero no se si esta sea una zona segura. Tal vez movernos, armar un campamento y descansar. Mañana podremos conversar durante el desayuno, que les parece. No es que no quiera hablar, pero tus amigos necesitan un descanso definitivamente. 

- No sé si podremos permitirnos el lujo de un buen descanso, aunque buena falta nos hace. Esta parece la parte más profunda de la guarida del dragón. Deberíamos retirarnos y escondernos lo antes posible, pues es posible que sus acólitos hayan oído la batalla con el dragón y vengan a ver cual ha sido el resultado tras el silencio. – les apremió Nube – Si Tymora realmente nos sonríe no habrán escuchado nada y nos permitirán ese descanso largo que proponéis. Necesitaremos de todas nuestras fuerzas para salir de aquí con vida luchando contra los acólitos del dragón que queden en el lugar.

- ¡AAARGH! - Ilvor se levantó de golpe al recobrar la consciencia, hacha en mano y con los ojos inyectados en sangre. Sin embargo, la escena que vislumbró fue completamente diferente a lo que recordaba. Se encontraban sus compañeros Nube y Giacommo en pie, hablando tranquilamente con un barbudo enano que desconocía. En la otra orilla se encontraba el cuerpo ahora muerto del dragón, lo cual le desconcertó completamente. Su furia disminuyó, ya que comenzó a comprender lo que había sucedido.

- ¿Otra vez he caído? - se dijo a sí mismo mientras enfundaba su hacha y se acercaba al grupo.

- ¿Ha sido usted, enano, quien me ha devuelto la consciencia? Le doy las gracias... ejem... - agradeció algo avergonzado de haber caído dos veces en la misma batalla. Continuaron su conversación, se presentó y escuchó la presentación de sus compañeros y el que parecía que iba a ser el nuevo integrante del equipo.

- ¿Qué hay de Maechen? deberíamos encontrarlo antes de descansar... si nosotros ya nos encontrábamos en problemas, estando él solo puede que necesite nuestra ayuda. Por otra parte... ¿Creéis que se vendería bien alguna parte del dragón?

El corazón de GioGio latía tan fuerte que el bufón juraría que se le iba a salir por la boca. ¡Que se estaban enfrentando a un dragón! ¡Y aún seguían vivos! ¿Qué clase de milagro era ese? Por supuesto los pensamientos positivos no le duraron demasiado cuando cayó de nuevo por culpa del ataque de la bestia, pero el Viejo Dios que Ríe aún no tenía planeado llevárselo consigo.

Giacomo despertó de nuevo gracias a la magia de su nuevo compañero. Abrió los ojos y vio que la pelea, por algún motivo, había terminado. Con ellos victoriosos.

 -Vale, estamos muertos y esto es el más allá, ¿verdad?

Sus compañeros rápidamente le confirmaron que no, que el dragón era el muerto y ellos los supervivientes. Tuvo que pellizcarse para asegurarse de que decían la verdad.

 -¡Nube el Matadragones! Cuando volvamos a la civlización me encargaré de pagar a unos cuantos juglares para que canten tu hazaña, amigo mío. ¡Un dragón negro!

El bufón se rió con ganas mientras se levantaba. Le dolía todo el cuerpo, pero si tenían en cuenta que acababa de salir con vida de una pelea contra un dragón... Pues la verdad, era genial estar sólo dolorido y no algo peor.

 -Creo que antes de ponernos a buscar a nadie, deberíamos descansar. Lo más que podamos. Luego ya pensaremos en despedazar al dragón y llevarnos partes de su cuerpo y en buscar a Maechen.

Por su parte se quería llevar al menos un colmillo o una garra del dragón, a modo de recuerdo. PEro antes de eso, había que buscar un lugar mínimamente resguardado para evitar lo que decía Nube: los furiosos acólitos del dragón que porían estar rondando cerca.

 -Busquemos un buen lugar en el que montar ese campamento, amigos míos.

- Debemos buscar a Maechen. Bajó en el río conmigo, pero ella no salió del agua – entonces se le ocurrió que el dragón estaba en el agua y pudo habérsela comido como a un pescado cuando llegó al centro del lago, pero esa era la última opción a considerar – Exploremos las playas por si hubiera logrado llegar a otra orilla y si no me lanzaré un momento al agua con una cuerda que Ilvor puede sujetar. Si después de eso no la encontremos estaré de acuerdo en hacer el descanso, pero puede que aún estemos a tiempo de ayudarla. – aunque temía que si no había logrado salir del agua y se había ahogado ya fuera demasiado tarde para ella, pero se negaba a creer eso.

Mientras que se movía hacia la playa más alejada iba buscándola por tierra y por agua.

- No hay nada que agradecer - les comenta a sus compañeros - los ayudaré a buscar a quien les falta, no es bueno que este sola si hay mas posibles enemigos cerca. 

Luego de eso se acerca para ayudar con la soga o en lo que les pida

Saltas hacia donde está Ilvor, entonces observas las playas y el agua, pero no hay rastro de Maechen, aunque ves unas huellas mojadas que van desde la playa donde te encuentras hasta las escaleras. Ves desde la playa en la que has estado combatiendo con el dragón que oculto bajo el cuerpo del dragón hay unos cofres que antes no habíais visto, la fuerza de la caida del dragón parece que los ha desenterrado, cuentas hasta seis cofres.

Semienterrado en la playa en la que ahora estás puedes ver 12500 monedas de cobre, 5100 monedas de plata y 700 monedas de oro, así como una cota de escamas verde

- Grrrr… creo que se marchó por la escalera – indica Nube al cabo de poco tiempo – Mirad, ahí hay unas huellas mojadas. Si huyó o fue a encargarse de otro asunto personal me da igual, pero en estas condiciones no podemos seguirla.

Sin embargo, no es lo único que Nube vio. Se acercó de nuevo al cuerpo del dragón y comenzó a desenterrar lo que parecían unos cofres.

- Venid a ayudarme – les pidió.

Juntos desenterraron unos cofres que contenían 12500 monedas de cobre, 5100 monedas de plata, 700 monedas de oro y, lo más importante, una cota de escamas verde, que Nube le tendió a Ilvor.

- Espero que sea una cota de escamas de dragón. Toma. A ti te servirá mejor que a mí – dijo indicando su cuero tachonado, que el felino prefería las armaduras ligeras.

- Venga, vayamos al tesoro del dragón, revisémoslo y hagamos un descanso breve antes de seguir a Maechen.*

- Yo te ayudo, Nube - se ofreció el centauro a la búsqueda de la recompensa por su caída múltiple. Al ver aquella cota de escamas verdes, se le iluminaron los ojos. Con ella podría aguantar mejor los golpes, no como había demostrado en sus últimas batallas. Sin embargo no se pensaba merecedor de tal recompensa.

- ¿De veras crees que debiera ser yo quien se quedara con ello? No he podido participar como me hubiera gustado en la matanza de este lagarto... Estoy de acuerdo en tomar un pequeño descanso, de esta forma podemos repartirnos esto y debatir nuestro próximo movimiento.

Al incorporarse, notó varios pinchazos en varias zonas del cuerpo. Se percató de que no se encontraba al cien por cien de su condición física, pero lo ocultó a sus compañeros con un galante movimiento de pezuñas que siguió de un vistazo hacia el resto de playas, en busca del tesoro del dragón.

- ¿Qué buscamos concretamente, Nube? ¿Una especie de cámara o algo así? - recogió la cuerda que había utilizado para ayudar a Giacommo a salir del agua.

- Sí, quedatela tú. Llevas recibiendo golpes por nosotros desde que salimos del pueblo. – dijo con una media sonrisa que trataba de ser de camarería – Además, Giacomo no usa armadura y yo prefiero las armaduras más ligeras que me permiten seguir siendo sigiloso al moverme. – continuó terminando con un encogimiento de hombros – Y yo me quedé el escudo de la manzana mágica – le guiñó un ojo.

- Allí – dijo Nube señalando otra playa donde se veía un gran tesoro – Ese es el tesoro del dragón. No podremos llevárnoslo todo, pero quizás haya algo más de utilidad para los combates que nos esperan y podamos llenar nuestras mochilas con algo más de oro.