Partida Rol por web

Preparo las armas y entorno los ojos para ver mejor, poso una mano en el hombro del enano.
-Tranquilo, no será nada malo...espero.- le sonrio.

 El humano se había mantenido en absoluto silencio durante la jornada de viaje, quizás demasiado cansado por tener que seguir la marcha a pie, aunque el calor no parecía hacer ninguna mella en él, pues iba preparado y rápidamente convirtió un largo pañuelo en un cómodo turbante que hacía mas llevadero el calor. Sonrió ante el comentario del enano sobre como proteger un buen tesoro y negó con la cabeza.

Je, teniendo que pagar a cien enanos para proteger tu tesoro, este te duraría tres días.

Antes de que pueda terminar la frase el temblor agita el suelo y le hace tambalearse algo confuso hasta que logra asimilar la situación, eso no era normal y algo malo estaba a punto de suceder. Su voz se tornó más seria olvidando las rencillas que solía lanzarle al elfo.

Cuidado.. algo no va bien

Ireth observó a Gueldar dar una frase más de instrucciones, a cuentagotas sin duda para que tuvieran que depender de él lo cuál demuestra que es lo suficientemente listo y podría urdir cualquier otra artimaña.

El avance por las áridas tierras resulta penoso y algo deprimente para la elfa, amante de la naturaleza viva y el verde de los frondosos bosques, pero aún así no emite quejas, sólo frunce el ceño y recoge su larga melena castaña en una apretada trenza.

Ireth rió ante la idea de Voiran, pero ése sonido enseguida fue sustituido por un grito ahogado al dar un traspiés ante el extraño movimiento sísmico.
-¿Podría ser un hechizo...?- preguntó a Dardh intuyendo que debería tener alguna explicación a eso, girando sobre sí misma para escudriñar las colinas y ruinas que le rodeaban. Al fin y al cabo si se las denominaba Tierras Salvajes por algo sería.

Observáis el horizonte mientras el sonido atronador parece acercarse cada vez más. Éste comienza a tomar forma justo cuando, por una colina elevada que hay encima de las ruinas, una enorme polvareda anuncia el inminente peligro.

- ESTAMPIDA !!!!! - grita Gueldar, ansioso y jadeante.

Instantes después, la polvareda se convierte en un enorme manada de antílopes corriendo desbocada hacia vosotros. La manada es bastante numerosa y ocupa un amplio abanico y no es posible escapar a ella. Estáis en PELIGRO !!!
Un rápido vistazo a vuestro alrededor os permite percibir un par de posibles escapatorias. Gueldar no pierde el tiempo y, tirando cual poseso de la terca mula Llamaradas, sale corriendo en dirección a las ruinas cercanas mientras grita: - A cubierto !!!!
La otra posibilidad de la que os percatáis se encuentra unos metros más atrás por donde habéis llegado. Un par de árboles solitarios en medio de la nada, sin apenas hojas pero con un tronco largo y unas ramas que os servirán para escapar durante la estampida.

Los árboles están más cerca de vuestra posición que las ruinas, que quedan a unos 50 metros.
Vosotros decidís, pero rápido que se acercan !!!

Cielos, van a hacer eneno pisoteado si no me doy mucha prisa.

- Rápido, a los árboles, por los bigotes de todos los dioses enanos

Corro como un loco hasta los árboles trepo como puedo (con bastante destreza creo). Desde arriba intento ayudar a mis compañeros a subir.

Una vez que todos estamos arriba intento localizar con la mirada a Gueldar para ver si solamente ha ido allí por salvar la mula o por alguna otra razón.

 Dardh observa alrededor alarmado buscando una escapatoria como el resto: correr a las ruinas era jugarsela demasiado pero por otro lado dudaba que aquellos arbolillos más secos que un ajo pudieran soportar el peso de un enano y un dracónido juntos, los elfos no serían mucho problema. A las malas tendría que usar su magia para defenderse de las bestias si alguno no lograba trepar a tiempo.

Observa como Voiran es el primero en subirse, para ser un enano trepaba como un babuino y se dirigió tras el.

Nekrach, tú sube al otro o esto se vendrá abajo!!

Se agarra con fuerza a la cuerda que le tiende el enano y trepa por ella hasta situarse en otra de las ramas y tendiendo una mano al siguiente en subir.

Rápido comehierbas!

Nekrach suelta un rugido gutural.

¡A los árboles, a los árboles! -brama con urgencia.

Sin pensárselo dos veces se dirige al otro árbol para no sobrecargarlo con su inmeso peso. A pesar de que el dracónido está en forma, trepa con bastante dificultad y aún rompe alguna pequeña rama baja en su búsqueda frenética por un asidero.

Al final, consigue situarse en las ramas altas con más prisa que rapidez o estilo.

Me subo al árbol junto a mis compañeros. me dejo ayudar y ayudo al siguiente, si queda alguien más.

Ireth se quedó un par de segundos petrificada ante lo que se les venía encima, y nunca mejor dicho, algo incrédula ante el hecho de que ésos animales decidieran estallar en estampida justo en ése momento... El lugar está realmente maldito o ha sido provocada, sea cómo fuere el resto de compañeros ya ha empezado a moverse y cuando sus gritos apremiantes la sacan de su propia estupefacción, parece que ya sólo queda ella por ponerse a salvo.

Duda por un instante más al ver los árboles tan concurridos, pero no parece haber muchas más opciones y no hay tiempo para dudas o elecciones así que sencillamente corre todo lo que puede para saltar sobre uno de los gruesos troncos y empezar a subir con una agilidad y rapidez tales que parece que sencillamente suponga el mismo esfuerzo para ella que caminar por un sendero bien pavimentado.

La elfa Ireth continúa a la carrera hacia los árboles secos donde el resto del grupo se haya lanzando sendas miradas de reojo hacia atrás. El suelo tiembla y una gran polvareda comienza a engullir lo que queda de las ruinas. Gueldar ha conseguido manejar a la terca Llamaradas bajo un pedazo de piedra, quizá el único saliente de más de metro y medio que quedaba en pie.
Ireth comienza a subir al árbol ayudada por Nekrach, que le tiende una cuerda por la que la elfa sube sin mayores problemas seguida por una cortina de polvareda creada por los cientos de animales que forman la estampida.
El ancho abanico pasa a través de vuestra posición salvajemente, la polvareda consume todo vuestro espacio y apenas podéis ver a quien tenéis a vuestro lado. Os sujetáis con fuerza, en ocasiones incluso cerrando los ojos y rezando a vuestra deidad entre murmuros, esperando que todo pase cuanto antes.
Los animales golpean con fiereza el par de secos árboles al pasar a través de ellos, desequilibrandoos, por lo que tenéis que hacer gala de destreza para no caer al vacío y ser horriblemente aplastado por la devastadora estampida.

La inmensa mole que es Nekrach apenas se mueve pese a las embestidas, permaneciendo impávido en las ramas.

Ireth consigue subir al árbol sin demasiados problemas, quedándose entre sus ramas con la respiración agitada y pronunciada mientras contempla la estampida y la enorme polvareda que ella provoca.
Después observa a lo lejos intentando distinguir a Gueldar y su peculiar mula, aunque apenas consigue distinguir algo y entonces su punto de apoyo se mueve de forma repentina y brusca cogiéndola bastante desprevenida.