Partida Rol por web

Aprovechando la retirada de los orcos, Duncan dio un sablazo que casi parte en dos la cabeza de uno de ellos, que cayó al suelo. Apartó con el pie el cuerpo, sacando la espada, y miró como empezaba a retirarse el resto. Podrían matarlos ahora que estaban en desbandada y tan frágiles...

-¡Si alguien coge las antorchas para iluminar el camino, podremos masacarlos!
-dijo, apartando la hoja- ¡Tienen miedo y están en desbandada, estos bandidos piojosos!

Gerbo vio como los orcos huían como ratas a esconderse en alguna oscura y húmeda (y por supuesto, maloliente) cueva en alguna parte. Aquellos mindundis poco podían hacer contra el Inenarrable grupo de Gerbo, de modo que no merecía la pena malgastar recursos para darles una rápida muerte que seguramente encontrarían ellos por si solos.

- ¡Ale! Pues esto ya está - dijo guardándose la ballesta y sacudiéndose el polvo de las ropas.- Creo que es tiempo para el cambio de guardia.

-Dejadles marchar, es posible que nos separemos en la oscuridad y no es difícil perderse en el bosque.-Praixa miró de reojo el orco que Duncan había abatido, el cual todavía respiraba y a los otros cuatro muertos, uno de ellos con una hoja en la espalda que comenzó a desmaterializarse. Una media sonrisa asomaba en su boca.-Será mejor que apartemos a los muertos del campamento, pueden venir bestias carroñeras y no me apetece darles otra zurra. Buen trabajo.-

-Magnífico, simplemente magnífico.-El mercader asomaba desde detrás de uno de los carros envainando la daga.-Nunca había presenciado nada igual. En una desventaja de dos contra uno y no solo les habéis echo huir, si no que han perdido a la mitad de su grupo.

Al acabar con los orcos, veo que Duncan quiere seguir a los orcos restantes pero la pelirroja y el gnomo no quieren arriesgarse, a lo que yo asiento con la cabeza y añado - Lleva razón la guerrera, mejor no perseguirlos, además como sean todos igual de débiles que estos pueden venir cuantos quieran, les daremos caza como ahora. Y cambiando de tema, ¿cuando hacemos el cambio de guardia?.

Al acabar esta frase me dirijo hacia el mercader y le digo - Contrató usted a los mejores, señor, y no somos los mejores por que si. 

Duncan asintió, aunque algo a regañadientes. Al viajero de caminos que era tener que dejarmacrhar a los enemigos aún en una proporción 1:1 para que puedan volver a atacarte cuando estés vulnerable no le hacía gracia.

-Supongo que sí.

Miró al orco que estaba gimiendo en el suelo. No quesaba para él otra solución que la paz del cuchillo. Y sin embargo nunca era una tarea agradable, contra alguien indefenso... incluso si era para su bien.

Los gargados duraron poco, y murió.

-Es nuestro trabajo -dijo, encogiéndose de hombros y acercándose al carro- Si me permite un momento, voy a mirar que no se hayan colado sorpresas mientras estábamos combatiendo...

-De acuerdo caballero, pero deberíais dormir un poco.-Praixa se giró hacia los guardianes.-La próxima vez gritad bien alto para que os oigamos, podeis ir a dormir. El bárbaro y yo haremos la guardia mientras Diana le cura esa fea herida.-La guerrera  se acercó a su lecho y se enfundó la armadura de escamas, sujetó su espada bastarda al cinto y recogió su escudo.

Diana se coloca junto al bárbaro, el cual le saca casi dos cabezas. La chica sujeta entre sus manos la herida.-Mielikki, diosa piadosa, fortalece al hombre que daña el mal de la tierra y los viajeros.-Una pequeña luminosidad se extiende por la herida durante unos segundos.

Notas calidez y alivio en la herida, la piel se cierra y aunque el color rojizo de la herida perdura te sientes mucho mejor.  

- Gracias muchacha. Seguramente con tu conjuro me has librado de unas cuantas noches de malos humores o algo peor, que las armas de los orcos suelen estar envenenadas -

El resto de la noche transcurre sin incidentes. Al alba los restos del guiso que preparó Diana por la noche son calentados de inmediato y servidos de desayuno. Poco después continuáis la marcha ascendiendo por el paso del trueno, un camino de tierra y hierba seca, donde los árboles dejan paso a los arbustos y las rocas. El clima se vuelve mas frío.

Un gruñido de satisfacción salió al cabo de unos diez minutos cuando hubo comprobado concienzudamente que ninguna sorpresa se hubiera infiltrado en la caravana. Cualquiera se fiaba.

El sueño fue tranquilo y sin incidentes, y para cuando se levantaron hubo restos de potaje recalentados, lo que comparado con pescado seco y almendras le supo a gloria, y confortó su estómago... y viendo cómo atenazaba el clima por allí, lo iba a necesitar. Daba gracias de no ser exactamente un caballero nobel o que nunca hubiera visto las armas de verdad en su vida o no se habría puesto nada bajo la cota, disfrutando del contacto del frío hierro mordiéndole el torso entero.

Avanza la mañana mientras continuáis ascendiendo por el camino, con la vista fija en las montañas. Son unos picos impresionantes cubiertos de nieve y se oye el retumbar de los truenos sobre la fría roca. Eolsen observa vuestras caras al ver las montañas.-No os preocupéis, no llegaremos tan alto. El paso está a mitad de montaña, por debajo de la zona de nieve, aunque si es verdad que seguramente tengamos tormenta.-

- Esto me recuerda a mi hogar y alli las tormentas invernales no eran nada agradabables. Pero bueno supongo que si conoceis la ruta sabreis de un refugio seguro, o por lo menos de un lugar donde resguardarse -

El gnomo empezaba a notar el frío según avanzaban, aunque por el momento no era nada alarmante. Maldijo su suerte por no acordarse de traer ropa más abrigada pero es que hasta el momento no la había necesitado, la caravana de su tío se había movido principalmente por zonas cálidas.

- Oye, Eolsen, y digo yo... ¿No tendrás algo por ahí para taparme? Ahora no es que tenga frío pero me da en la nariz que igual la cosa se pone peor - le dijo al mercader.- Y si no podemos cazar un animalito con una piel sueve y cálida... eso estaría bien...

Como en respuesta al Gnomo una criatura peluda salta desde lo alto de las rocas cayendo a un lado de la caravana. Praixa, Duncan, Gerbo y Diana sufren los ataques de una maraña de patas de pelo azul que golpean desde una distancia de 6 metros.

Los fuertes brazos sujetan a Duncan y a la hija de Eolsen, lanzándolos al aire unos metros arriba para aterrizar de manera poco grata mas allá. 

- ¡Maldita sea Gerbo la proxima vez manten tu boca cerrada! - grito Xiombar mientras desenvainaba su mandoble y atacaba a la bola de pelo invocada por el gnomo y lo golpeaba violentamente estropeando lo que probablemente dentro de poco fuese un bonito abrigo.

"Uhhhhh..."

Cuesta por unos momentos aclararse con lo que ha pasado. Había intentado moverse cuando había visto algo, y entonces una especie de blarblarblarblarblar gruñones habían surgido de aquella boca... no, eso había sido durante. Ni siquiera había tenido tiempo de moverla para apartarla, en cuanto se había dado cuenta lo habían agarrado esos dedarros sin ceremonias. Al parecer había aterrrizado de cabeza pero no había habido daños seberos... escuchó la voz del viejo recordándole lo dura que era su cabeza mientras se levantaba un poco a trompicones y comprobaba cómo se encontraba la chica.

Iba a tener que atraer la atención de la criatura, esa herida parecía fea.