Partida Rol por web

Atento a cualquier otra araña que pudiera saltarles encima el norteño corrio tras el elfo riendo - ¡Ja ja ja! ¡Asi me gusta vayamos a por ellas! -

- ¡Eh! ¡Esperadme! - exclamó el gnomo cuando vio que todos corrían hacia el interior del bosque.- Que mis piernas son cortas, no puedo correr tan rápido - pero no le hicieron mucho caso.- ¡Bah! A la porra...

Y con la ballesta aún entre las manos salió corriendo detrás del bárbaro a toda la velocidad que le daban sus piernecillas.

Parecía que el grupo estaba totalmente decidido a seguir a las arañas, así que se puso a correr tras ellos. A pesar de haber salido el último, pronto se puso a la altura de Gerbo. Dado que era el miembro más frágil, a priori, del grupo, Gael decidió reducir el ritmo e ir a su par. Los conjuros del Gnomo marcarían la diferencia para el grupo, eso lo sabía bien el clérigo, por lo que en caso de ataque, sería mejor estar a su lado para poder defenderle.

Perseguís a la araña siguiendo los ruidos de las ramas al quebrarse y partirse debido a su peso y prisa. Cada vez se adentra mas en el bosque y cada vez el sol ilumina menos esa zona prohibida, hasta que, en un momento dado, la entrada de una caverna se alza a unos dos metros por encima del suelo sobre un promontorio de rocas. La araña se escurre por el agujero por donde posiblemente un hombre tenga que pasar agachado.

Gerbo llegó junto a Gael a la cavidad por la que la araña se había colado. El gnomo había corrido a toda la velocidad que le habían permitido sus piernas y ahora apoyaba las manos en las rodillas tratando de recuperar el aliento.

- Ufff... madre mía... como corría ese bicho - dijo el gnomo jadeando.- ¡No me digáis que se ha colado por ahí! - señaló el agujero.- Parece muy pequeño para que los secuestrados estén ahí dentro... ¡Ahí va! Pero si esto está más oscuro que el corazón de un demonio... eso lo solucionó yo en un santiamén.

Se metió las manos en los múltiples bolsillos de su indumentaria, sacó todo tipo de objetos que luego volvió a guardar en otro bolsillo distinto hasta que por fin encontró lo que buscaba. De su mochila extrajo una antorcha que ya estaba encendida, iluminando la zona en la que estaban.

- Pues ya está - dijo sonriente.- Mucho mejor ¿eh?

Y como tenía una de las manos ocupadas con la antorcha decidió guardar de nuevo la ballesta y desenvainar su fiel cuchillo que tan bien le había servido antes, y nada tenía que ver con las tendencias homicidas que el médico de su aldea natal le había diagnosticado... err, no... claro que no...

El brillo de la luz ilumina las rocas y los árboles oscuros emitiendo sombras danzantes. La noche ha caído y os sorprendeis por el tiempo que habeis estado siguiendo a la araña. Al parecer, deben desplazarse bastante distancia ya  que la comida por este lugar debe escasear. 

Con cara de pocos amigos Xiombarg mira el agujero - Yo no me meto ahi en ese agujero ni por todas las monedas del mundo. Pero podriamos hacer una hoguera y meter el humo para dentro a ver que pasa -

Tras la larga caminata que me pege, en parte para seguir al bicho repugnante y horripilante del tamaño de un hombre que, como no, tenia que ser una maldita araña, y por otra parte por no quedarme solo por si venian mas como el llegamos a la entrada de la cueva donde habitaban las dichosas arañas.

Yo opino como el barbaro, seria una locura entrar en la cueva de las malditas arañas, ademas que yo no entro ahi de noche ni loco, y menos aun con el panico que les tengo

Jajaja, el pequeño Gerbo quiere ir tras las arañas y los grandes guerreros no se atreven - pero algo interrumpió su burla, algo que parecía haber visto - En fin, - susurró, - quizá no sea valentía sino sentido común, es una locura entrar al cubil  y vernos rodeados. - Trataba de discernir qué era aquello que había visto.

La hoquedad en la pared era estrecha y apenas dejaba que la luz entrase, aún así, el Aasimar forzó su vista intentando dilucidar qué demonios podrían hacer para terminar con las arañas. Las cosas no estaban nada fáciles.

- Pero ¿Cómo vamos a hacer eso, cabeza de buque? - le dijo Gerbo al bárbaro cuando sugirió que ahumasen a las arañas.- ¿Y si la gente secuestrada está dentro? Morirían todos asfixiados y, lo que es más importante, ¡Ya podríamos despedirnos de cobrar! Piensa un poco, hombre... No, eso está descartado.

Mientras Gerbo, Cyrus y el bárbaro intentan discurrir como sacar a las arañas veis como entre los árboles las líneas grises y blancas conforman algo extraño. Aguzando la vista veis como, colgados de las ramas mas altas (a unos 10 mts.) cuelgan cinco capullos de seda de la misma manera que colgaba el Kobold antes. 

Sir Duncan torció la boca ligeramente.

-Aparte de las... ehhh... debatibles prioridades del señor Gerbo, la cuestión está en qué hacer.

Desmontó del caballo y suspiró, tras darle un par de palmaditas en el flanco, que le fueron contestadas con un semirrelincho de entusiasmo. Garañón siempre estaba listo para la acción, pero entrar ahí dentro... en fin, si tenía que hacerse se hacía.

-Yo estaría dispuesto a entrar, por arriesgado que sea, si es que hay gente dentro; njo podríamos dejarlas ahí. Si es la decisión que tomamos, seré uno de los que entren.

Ectherios miraba a las copas de los árboles, y se percató que Gael estaba haciendo lo mismo, miró a éste fijamente y luego al grupo, señalando a los capullos que las arañas habían colgado en las copas. Colgados de las ramas mas altas (a unos 10 metros) cuelgan cinco capullos de seda de la misma manera que colgaba el Kobold antes. - Esta vez que suba otro, yo ya he trepado demasiado por hoy.

Al ver las señales que nos hace el elfo miro hacia arriba y veo unos cuantos capullos de seda como cuando el kobol fue atrapado por la araña esa repugnante y enorme y entonces comprendi que no hacia falta entrar en la dichosa cueva para, quizas, intentar rescatar a los supervivientes cobrar por el trabajo y largarme rapidamente de este infecto bosque y no volver nunca mas hasta que alguien se ocupe de este problema de "insectos".

Yo creo que tengo un metodo de bajar los capullos sin tener que subir, siempre y cuando Xiombarg o el caballero se preste a cogerlos al vuelo. -Digo al grupo y tras callarme convoco mi cuchilla verde en el dorso de mi mano como de costumbre.

No, animal, si quien haya dentro no muere, quien se preste a cogerlos se partirá los brazos, en éste caso tendríamos que subir y bajarlos de forma diferente, podrían subir tres personas dos veces y bajarlos uno a uno. Aunque el elfo insistía en que había que trepar, no parecía muy dispuesto a hacerlo, a menos que fuera necesario.

- ¡Ahí va! - exclamó el gnomo mirando a las copas de los árboles.- Esos podrían ser nuestros aldeanos secuestrados ¡No os preocupéis, yo les salvaré! - dijo levantando el dedo índice y adoptando la típica pose en la que los héroes son inmortalizados en las estatuas.- Pero antes ¡Tracemos un plan! ¡Ja! Me encanta esa frase.

A la luz de la mágica antorcha, Gerbo se acuclilló y con una ramita seca comenzó a hacer dibujos en el suelo que, aparentemente, no tenían ningún tipo de sentido. Tras un rato volvió a levantarse y les explicó a todos su plan infalible.

- Bien, escuchandme todos, esto es lo que vamos a hacer: yo escalaré a esos árboles y sujetaré uno a uno esos capullos con una cuerda, después pasaré la cuerda por una rama y desde abajo dos de vosotros bajaréis poco a poco el bulto - miró a todos y cada uno de sus compañeros por un instante hasta que decidió quién se ocuparía de aquel trabajo.- Necesitamos gente fuerte, que se ocupen Xiombarg y Cyrus... mientras tanto, para evitar que salgan más bichos del agujero, que alguien se coloque en la entrada, por ejemplo... Sir Genericus, eres el más indicado, si sale un bicho inmundo lo partes por la mitad - el gnomo sonrió ante la visión de una araña despatarrada.- Gael, tu puedes vigilar para que no venga ningún enemigo por sorpresa, y tú, Ect, cúbreme por si aparece alguna araña más en la copa de árbol ¿Está todo claro? Pues vamos a ello, mis valientes.

El gnomo miró una vez más a la copas de los árboles y se le ocurrió una última idea para mejorar el plan. Cerró los ojos un momento, se concentró y recitó otra de sus letanías:

La oscuridad es amenazante

¡Podría asaltarme cualquier mangante!

¡Venid a mi, luces danzantes!

Una serie de lucecitas aparecieron alrededor de los capullos, iluminando la zona perfectamente.

- Mucho mejor - dijo Gerbo, y comenzó a enfudarse su equipo de escalada para hacer un trabajo fino - Allá voy, estad atentos, muchachos.