Partida Rol por web

Algo raro sucede. Aún no sabes lo que es, pero llevas un par de días durmiendo a duras penas por la intriga. El ambiente está raro. Sabes que hay algo anormal en las calles, pero por más que miras no sabes de qué demonios se trata. Esto te está matando. Es como si tuvieras frente a ti un diseño elaborado y completo, y de repente faltara una pieza, o hubiera una repetida, y jodiera todo el maldito esquema. Pero no logras ver el fallo.

Has decidido observarlo todo desde las alturas. En forma de cuervo, observas las calles desde un tejado. Ves a la gente caminar, siempre con prisas, siempre nerviosos. No como es habitual. Las calles están relativamente limpias, no ves ratas ni restos de comida tirados por la calle. No es habitual. Sucede algo, pero no es algo físico. Eso lo verías desde aquí. En la esquina, un par de hombres pelean por algo que uno de ellos ha dicho del otro. En el edificio de enfrente, una pareja discute por una infidelidad. Sabes que tiene relación, pero no sabes cómo.

Finalmente, decides dar una vuelta por la Penumbra, para ver como se encuentras los espíritus, ver si también a ellos les está afectando este... lo que sea. Cruzas del otro lado, y lo que ves te desconcierta. Te encuentras sobre una pequeña aldea, mucho más pequeña que la ciudad que habitas, poblada solamente por unos pocos edificios. Es el reflejo de la ciudad, que te muestra solo la contrapartida espiritual de aquellos edificios lo bastante antiguos como para dejar su impronta en el mundo de los espíritus. Sobre uno de los edificios, un hombre completamente vestido de negro observa el cielo nublado. Levantas la mirada y los ves. Decenas, cientos, miles de cuervos arremolinados en una asombrosa bandada, como un torbellino vivo de cuerpos que aletean al compás. Son espíritus cuervo, sobrevolando la ciudad, buscando alimento para su espíritu, ahuyentando a los espíritus de las ratas y la carroña, cuchicheando secretos a los oídos del mundo entero.

Todos los secretos, menos el motivo por el que todos han acudido a la ciudad al mismo tiempo.

No soy ningún imbécil, mi cerebro bombea sangre tan rápido y fuerte que casi me mareo, me sugiere que acercarme más podría causar en mí una de esas muertes estúpidas que salen en la televisión, de esas que no puedes evitar reírte.

Mi sentido común me manda un mensaje alto y claro en un intento desesperado “Si te acercas a ese tipo, que parece que quiere retorcerte el cuello como a un pollo, van a retorcerte el cuello como a un pollo”, por desgracia tiene en contra al resto de mi ser, a mi propia naturaleza…la mayoría de las veces mi sentido común tiene la batalla perdida antes de que empezar.

Aleteo un par de veces más y aprovecho el impulso para acercarme al siniestro personaje, planeando en silencio, seré gilipollas, un tipo capaz de organizar todo esto lleva meses sabiendo que estoy aquí, es evidente que sabe muchas cosas, si tan solo pudiese robarle unas cuantas, o compartirlas…o lo que sea…tengo que intentarlo….”yo lo intente”…buen epitafio para mi jodida tumba.

Cuanto más me acerco, más lejos queda el eco de mis pensamientos racionales, ocultos por la emoción, por el ansia de resolver el enigma, de conseguir una pieza nueva que me sirva para descifrar las reglas de esta mierda de juego.

“Cuando la ruleta del destino gira, un extraño juego comienza…” hombre de negro, supongo que tu trabajas para la banca de este jodido casino, pues apuesto mi vida contra todo lo demás a que puedo sacar algo de ti…

Tu vuelo te acerca al desconocido de negro, al tipo que representa en si mismo un misterio. Asumes que es el causante de todo esto, pero no sabes como lo hace y, lo más importante: Por qué.

El caso es que no puedes evitar acercarte a él, aún a sabiendas de lo mucho que expones. Sin embargo, el tipo parece más centrado en el cielo. Se cruza de brazos, luego los pone en sus cadera, como una jarra. Vuelve a cruzarlos, nervioso, y pone una de sus manos en la barbilla. Parece que esté devanándose los sesos.

Finalmente, se gira hacia ti, sorprendido. Pero más te sorprendes tú cuando el tipo te hace gestos con la mano. Te invita a acercarte a él, incluso se hace a un lado para dejarte espacio en el tejado, y lo hace con toda la calma del mundo, aunque mientras espera que llegues desvía de cuando en cuando su mirada hacia el cielo.

En momentos así me gustaría poder tener alguna clase de “sentido arácnido”, algo que resonase fuerte en mi cabeza y me hiciese pensar en las tonterías que voy a cometer.

Por desgracia mi “sentido córvido” funciona justo a la inversa, cuanto más peligroso parece más me incita a acercarme, soy bombardeado por un millón de preguntas y siento como si la mayor parte de las respuestas estuviesen ahí abajo, definitivamente no tengo salvación.

Me acerco al individuo, dubitativo al principio, pero en un momento dado me sorprendo acelerando el vuelo…”no sé lo que vendes, pero lo quiero”, aunque parece imposible incluso creo que se dibuja una sonrisa en mi pico.

Grazno un par de veces, ni siquiera sé por qué lo hago, no me intento comunicar ni significa nada especial, tal vez solo ansiedad. No tardare demasiado en volverme adicto a estas situaciones…poco a poco entiendo por qué cada vez quedan menos de los nuestros, y sin embargo sigo acelerando hacia aquel tejado, junto al hombre de negro.

Dibujo un par de círculos, sobre el punto que he elegido para aterrizar, sin embargo estoy demasiado ansioso para concentrarme, para buscar el truco, la trampa.

Me poso con una precisión casi quirúrgica, cerca muy cerca…quizás demasiado, de aquel misterioso hombre, le observo girando mi cabeza, enfocando mis ojos…nervioso, excitado; no puedo evitarlo y grazno una vez más.

El desconocido espera paciente mientras te tomas tu tiempo para posarte a su lado. Después deja que te tomes tu tiempo para observarle con nerviosismo. Bajo las sombras de su capucha adivinas una sonrisa, y temes que esté disfrutando de tu ignorancia, divirtiéndose a tu costa. Por eso, casi das un respingo y agitas tus alas cuando le oyes hablar, finalmente.

¿Los ves? No saben a donde ir. Es casi milagroso que no choquen entre ellos, algo solo posible debido a su esencia espiritual. Si fueran cuervos de verdad, se cruzarían en pleno vuelo y caerían. Ni siquiera forman pautas para volar al unísono, unificando movimientos y coordinando acciones. No, cada uno va en la dirección que quiere, y sin embargo, ninguno se aleja. No es normal...

Los pensamientos del desconocido te descolocan. Son detalles que no habías intuido aún, despistado por su presencia hasta el punto de no poder concentrarte en los espíritus-cuervo. Ahora los miras mejor, con tus ojos córvidos, analizando las direcciones de vuelo, su comportamiento. En efecto, no parece una bandada organizada, ni siquiera un conjunto de ellas. Cada ejemplar va a su aire, volando en una dirección para luego girar y volar en otra diferente. Y son muchos, demasiados para ser soportados por una ciudad como esta. Por eso están afectando al ecosistema del lugar y a los sentimientos de la gente.

Nunca me he considerado un genio, aunque seguramente lo sea, pero no hace falta serlo para saber que la cosa pinta bastante mal. Debería salir pitando a informar al resto, sin embargo algo me dice que tal vez pueda obtener mucho más aquí.

El colega de la capucha, parece tener la situación bajo control, al menos más de lo que la tengo yo, eso me irrita…y de un modo perverso, tal vez me excite un poquito…solo tal vez…

Miro dentro de su capucha, intentando vencer las sombras, buscando la más mínima pista que revela la identidad de mi interlocutor…no puedo resistir más, y le hablo.

Mi voz resuena chirriante, grave…inhumana:

-Bueno amigo, parece que sabes de que va todo esto, que eres un tipo listo salta a la vista…además de tu exquisito gusto por la moda retro, espero que desinfectases la capa después de cogerla de la basura.

Mi lengua se mueve mucho más rápido de lo que lo hace mi cabeza, y sin embargo eso me hace sentirme mucho más cómodo, doy un par de saltos hacia el misterioso personaje, para continuar la conversación.

-Solo por romper el hielo, no es que me interese demasiado realmente…¿Quién o que se supone que eres?...¿Una especie de chamán? De ser así, te comunico que soy tu espíritu guía, y que para completar tu búsqueda debes depositar unos cuantos cientos de miles de pavos en mi cuenta de Suiza…mi cuenta Suiza mística y toda esa mierda…

-Quizás eres otro cambiante, en ese caso, tío me lo podías haber dicho antes y así habríamos evitado que me cagase todo el camino hasta aquí, te aseguro que el sistema digestivo de un pájaro no es algo envidiable…

-También se me ocurre, que puedes ser el espíritu de las navidades futuras, en ese caso prometo cambiar, ser un buen cuervo y dejar una buena propina a la pequeña Mai Shun cuando haga aquello de las bolas de ping pong, que sé que tanto te gusta…viejo verde.

Mis palabras me emborrachan, me provocan un placer indescriptible, la situación comienza a gustarme, quizás demasiado…

Tu continuo parlotear no parece afectar al extraño, o al menos no le molesta. Te deja hablar solo un rato, hasta que te detienes para tomar aliento, y en ese instante aprovecha para tomar la palabra, no sin antes dejar escapar una risita amable.

Muchacho, tu pico es más veloz que muchos gorriones que he conocido, jeje. Deja que me presente, mi nombre es Envuelto-en-sombras, y no soy ni un chamán ni un espíritu, jeje, solo un cuervo cambiante como tú. Solo que un poco más viejo y quizás, solo quizás, más sabio.

Nuevamente te señala a la inmensa bandada de cuervos-espíritu, y algo te dice que el tipo tiene una sonrisa de oreja a oreja bajo la capucha.

Pero ahora dime, muchacho ¿has comprendido lo que te he dicho? ¿Entiendes lo que significa todo esto?

No puedo evitar sonreír, el juego empieza a ser muy divertido, ahora el único miedo que tengo es que acabe demasiado pronto y no pueda disfrutar el tiempo suficiente.

Escucho al extraño tipejo, ¿uno de los nuestros? Demasiado raro para ser verdad…bueno tampoco se conocen tipos muy normales en este trabajo, y por fin el momento deseado una pregunta…ummmm que sensación tan placentera…

-¡¡¡Vaya!!! Estas de suerte, las preguntas metafísicas con matices sobrenaturales, y concretamente del campo espiritual son mi especialidad…bueno una de mis especialidades…no tampoco, la verdad es que este tema lo aprobé por los pelos.

Me ladeo levemente, intentando mirar dentro de la capucha, buscando el rostro del extraño, analizar sus gestos ante mi exquisito monologo.

-Sin embargo, me he visto todas las temporadas de “Perdidos”, y seguro que esto salía en algún episodio…déjame pensar, el gordo encuentra el oso polar…

Observas de nuevo las aves en sus movimientos. De eso te hablaba ¿no? De su forma de moverse. Sin separarse, manteniendo una formación, tan compactos, tan unidos... Hace que pienses en las grandes bandadas del mundo físico ¿Cuando se unen más? Sí, y también sucede con las manadas de mamíferos... Se unen en busca de protección.

Cuando hay un enemigo al que temer. 

Ding, ding, ding…escucho la campanita y casi veo encenderse la bombilla sobre mi plumosa cabeza. Esto no es ninguna broma, por divertido que pueda parecer, aquí está pasando algo gordo.

¿De quién, o de qué demonios huyen todos estos espíritus?...solo de pensar en las posibilidades se me erizan las plumas del cogote, cuanto más descubro más perdido me encuentro y eso me produce un placer indescriptible.

Giro hacia la figura envuelta en sombras, y ladeo la cabeza con ostensible orgullo, haciendo evidente que en su juego mental, logro seguirle el paso sin mucha dificultad.

-Puede que sea mucho más joven y atractivo que tú, pero he hecho los deberes. Resulta bastante obvio de lo que están huyendo esos pobrecillos…
Castañeo el pico un par de veces, en un tono burlón y sarcástico.

-Aunque no estoy muy seguro de que tú lo sepas, y eso que presumes bastante...solo por confirmar datos…¿De qué crees que se trata? ¿Quién puede ser tan terrible, como para organizar este alboroto?

Envuelto-en-sombras te mira durante un instante con el asombro al descubierto. Después comienza a reír a sonoras carcajadas. No esperabas que alguien rodeado de tal misterio pudiera reír tan estrepitosamente.

Jajaja, muchacho, ésta sí que es buena. Yo volviéndome loco para encontrar una explicación, y resulta que tú tienes todas las respuestas ¿no? -Estás a punto de responder algo ingenioso, pero parece que el tipo no tiene intención siquiera de dejar que te justifiques. Deja bien claro que no cree ni por asomo que sepas lo que él no sabe- Bah, ya lo averiguaremos. Siempre lo averiguamos todo ¿no? Yo me voy a dirigir al sur, por la Umbra. Conozco algunos caminos y atajos, para recorrer el máximo camino en el menor tiempo. Puede que me pierda, ya ha pasado antes. Esos senderos son traicioneros. Pero creo que es mejor que alguien les cuente a los demás lo que está pasando, por si acaso. -Envuelto-en-sombras te mira, descubriendo en tu rostro lo que ya debería saber, que no sabes a quién se está refiriendo- Los demás, chico, ya sabes. Los otros Cambiantes. Nosotros nos enteramos de las cosas, pero luego son ellos los que tienen que hacer su parte. Garous, Ajabas, Mokolés, incluso esos odiosos Bastet. Alguien debe avisar a la cúpula del Ahadi, se que se reunirán en pocos días en Cocodrilópolis, ese antiguo nido Mokolé que hay cerca de El Cairo. ¿Qué me dices? ¿Irás?

Aleteo agitado, mientras grazno con evidentes signos de indignación.

-¿Por quién me has tomado?...no, no me respondas, a lo mejor no has tomado plena conciencia de la situación, así que me veo en la obligación de replanteártela, muy a mi pesar…
Agito la cabeza, mientras voy inclinándola levemente, intentando expresar mi confuso estado de ánimo.

-Viajo al reino espiritual, un lugar maravilloso…pero también lleno de frikis y tipos de una moralidad cuanto menos…dudosa…

Suelto un par de sonoros graznidos, en un intento de aclarar mi garganta, para proseguir con el alegato.

-Allí me encuentro a un desconocido, disfrazado de villano de opereta…ummmm…tras unos minutos de conversación, ese completo desconocido me da unas vaguísimas explicaciones sobre la situación y me pide que haga cientos de kilómetros y me meta en un nido de cocodrilos, a informar de esas especulaciones. Por si fuera poco, allí habrá toda una exhibición canina y puede que unas docenas de gatos gigantes que traten de hacerse una parrillada con mi culo.
Dirijo mi mirada al rostro de mi interlocutor, buscando un descarado contacto ocular.

-¡¡¡Mierda amigo!!! La respuesta es un rotundo ¡¡¡Siiii!!!, no me perdería esto por nada del mundo, empaqueto mis cuatro cosas y antes de que puedas decir “Me confundí de camino en la Umbra profunda y un Umbrole me ha comido al chilindrón” estoy en el Cario, si tuviese brazos y una clara inclinación homosexual ,hasta te daría un abrazo.

¡¡Ese es el espíritu, muchacho!!

El Corax se despide de ti mostrando un entusiasmo que había mantenido oculto hasta el momento. Sus ropas se funden en una sombra de la que surge un mar de plumas brillantes, y una gran rara avis remonta el vuelo alejándose mientras mengua de tamaño hasta convertirse en un hermoso ejemplar de cuervo que se mezcla con la marabunta de espíritus-cuervo del lugar.

Varios días han pasado desde entonces, durante los cuales has estado viajando hacia el norte en tu forma córvida. Es, sin duda, la mejor manera de hacerlo, dejarse llevar por las corrientes de aire y alimentarse de vez en cuando con algo de carroña que divises desde los cielos. Pero el viaje está siendo largo, y ya te has perdido unas cuantas veces. Hoy aún no has dormido, y ya ha anochecido. Estás planeando sobre un desierto de arena que se sumerge en las sombras, y desde los cielos contemplas un par de puntos de luz algo distantes. Parecen hogueras, sendos campamentos en medio del desierto. Quizás la oportunidad de abusar de la hospitalidad de alguien...

Una vez más el buen Helios, me ofrece un regalo antes de irse a descansar, resulta muy obvio que soy uno de sus favoritos.

Mientras dirijo mi vuelo hacia las luces, trato de romper las sombras con mi poderosa vista, deseoso de devorar información sobre lo que me espera allí abajo, aun así poco a poco y casi sin darme cuenta…voy sucumbiendo a mi juguetona imaginación.

Parece que ya puedo saborear esos grasientos guisos de los lugareños, a base de oveja desnutrida y “mejor no preguntes que más” ummm…tras la cena les deleitare con mis ocurrentes historias y afilados comentarios, tal vez algún cotilleo inocente…quizás, solo quizás, el intercambio de oscuros, sucios y maravillosamente estimulantes secretos…mientras bailamos y cantamos al ritmo del fuego, rodeados de mujeres con caderas generosas.

Incluso puede que no sean nómadas, tal vez están rodando una película, la doceava parte de Indiana Jones; no improbable, los grandes espíritus no permitirían algo así sin luchar.

Ya lo tengo, ¡¡¡Turistas!!! Si por favor, que sean turistas, adoro a los turistas. Sus suaves fajos de billetes...sus collares, anillos, pendientes, todos de mercadillo sin ningún tipo de valor; aunque ellos los han pagado a precio de antigüedad de museo, aunque si lo piensas no es de extrañar que se dejen llevar, esa bisutería es tan brillante, al alcance de mi mano…mis tesoros…

En estos momentos de incertidumbre, justo antes de algo que puede cambiar tu vida o simplemente ser la velada más aburrida que recuerdes, es cuando viene a mi mente una frase que escuche en vete a saber dónde…”Cuando la rueda del destino gira, un extraño juego comienza…pero quien podría conocer sus retorcidas reglas, en un mundo lleno de ineptos…”

Pese al cansancio acumulado de estos días, hago un esfuerzo y aumento la velocidad para sobrevolar el “campamento”, lo suficientemente cerca como para aliviar mis dudas, esperando llegar a tiempo y no ser consumido por la ansiedad.

Sobrevuelas uno de los campamentos, seleccionado al azar. ¿O quizás no? En este tipo de situaciones, un Corax siempre tiene la impresión de que extrañas fuerzas luchan por decantar la decisión final hacia un sentido o el contrario... Quizás incluso Cuervo podría estar dejando caer su invisible sombra sobre ti, seleccionando tu camino, meciendo la corriente de aire que te acerca al campamento.

Y es un campamento pequeño, claramente despoblado de turistas. Ni tan siquiera hay tiendas de campaña, solamente una hoguera y unos camellos descansando en las cercanías, y tres personas alrededor del fuego. Las llamas iluminan a dos hombres adultos ataviados con ropajes bereberes, uno de ellos de avanzada edad y permanente sonrisa, el otro corpulento y con mirada fiera. También hay un chico joven, de raza negra y ataviado con ropas impropias de esta región. Dirías que son ropas masai, y el propios chaval es alto y delgado como acostumbran los hombres de esa tribu.

Pero lo que más te sorprende es el animal que descansa junto al fuego al lado del hombre robusto. En tu primera pasada sobre el campamento pensaste que era un perro, pero luego te diste cuenta de que no era así. Un nuevo vistazo te desvelan rasgos menos domésticos, más silvestres y salvajes.

Se trata de un lobo. ¿Qué hace un lobo en un campamento humano? A no ser que...

El corazón me late fuerte bajo las plumas, resonando rítmico en mi cabeza. Esto supera con creces todas mis expectativas y promete hacer la velada realmente entretenida.

En unos instantes analizo la información de que dispongo, la cercana reunión en el nido de los lagartos y esta gente de aspecto curioso, no debe ser casual.

Debo hacer un gran esfuerzo para no posarme y ponerme a parlotear, intentando descubrir todo cuanto pueda y aún más.

Sin embargo hay otro punto de luz, otro lugar que podría ser al menos tan interesante como este, no observo en estos simplones la marca del Wyrm y tampoco resultan una amenaza evidente, suelo presentir esas cosas.

Tal vez en el otro lugar estén los que acechan a estos, o más viajeros extravagantes…ummmm…las posibilidades son casi infinitas, y todas ellas me agradan.

Dirijo mi vuelo hacia el otro punto de luz con fuerzas renovadas, la noche es joven y promete diversión sin fin.

Remontas el vuelo de nuevo, guiado por las corrientes de aire cálido que se forman al contacto con las arenas del desierto. Te das cuenta, satisfecho, de que el recorrido que apenas tardas unos pocos instantes en recorrer supondría una larga caminata a través de las dunas para quien lo hiciera a pie. Pero tales son los designios de Cuervo, que desea ver a sus hijos recorrer largas distancias en el menor tiempo posible.

Al planear sobre el otro campamento, ves una pequeña fogata medio consumida, alrededor de la cual hay varios seres de gran tamaño, cubiertos de espeso pelaje pintado con extrañas líneas rituales. Poseen lanzas y decoran sus cuerpos con pendientes de plumas, colgantes y brazaletes, además de con las propias pinturas, de un color blanquecino azulado. Los rostros de las bestias se asemejan bastante a los de las hienas que habitan las selvas y campos cercanos a tu ciudad.

Pertenecen al pueblo hiena, los Ajaba. Recolectores de la Cosecha, ejecutores de la Madre Gaia. Y parecen estar preparándose. ¿Para qué? Solo ves que cogen sus armas como si tuvieran intención de emplearlas pronto.

Tipos enormes, llenos de pelo…pinturas de guerra y lanzas, mala combinación si eres el centro de atención o no tienes alas, por suerte para mí y solo por esta vez, no estoy en ninguno de los dos grupos de riesgo.

Estos tipos no parecen querer una amigable charla junto al fuego, no creo que sepan apreciar a un hijo de Cuervo si no es a la parrilla.

Ahora la incógnita que se me plantea, es si los simplones del otro campamento tienen idea de que los sonrisitas han decido poner más carne en el menú, o se despertaran mañana siendo un adorno en algún collar.

No debo perder el tiempo barajando hipótesis vacías, retomo la dirección del otro campamento preparándome para mi aparición estelar, no tengo interés especial en salvar a esos tipos, pero de algún modo que escapa a mi casi infinita comprensión, esto podría salvarnos a todos…la información debe fluir.

Busco un lugar para aterrizar, arropado por las sombras intentando permanecer oculto y lo suficientemente lejos para hacer una “retirada estratégica” si estos tipos deciden ser hostiles.

Aun no sé si están con los sonrisas o contra ellos, ni que papel tendré que tomar en este asunto.

Me poso en la arena aún caliente, y aprovecho cada instante para recuperar el aliento, esta noche podría necesitarlo todo, tras unos segundos aclaro mi voz todo lo posible y comienzo el improvisado monologo.

-Ummm un lobo que no teme al fuego, ni a la mano del hombre…dos peregrinos que ocultan bajo sus ropajes azulados algo mucho más terrible, que una sonrisa forzada y un cazador de leones muy lejos de su tierra y sus costumbres.

Me siento satisfecho con la introducción, sutil, elegante y misteriosa esto engancharía a cualquiera.

-Me pregunto si serán conscientes del peligro que habita en estas arenas, lo cerca que están de la muerte, si no conocen un par de útiles secretos…yo estaría tan dispuesto a ayudarles, a ofrecerles historias que podrían entretenerlos, volverles más fuertes, más sabios…o tal vez, solo salvarles la vida.

Siento como un calor mucho mayor que el del desierto crece en mi interior, avisándome de que mi ego está llegando a cuotas históricas, me siento terriblemente bien.

-Es tanto lo que ofrezco y tan poco lo que pido a cambio…solo de las migajas de su comida, un hueco en su hoguera, la promesa de no recibir mal alguno de ellos y quizás la respuesta para un par de preguntas sin importancia…