Partida Rol por web

En la pequeña explanada dentro de la entrada secreta al castillo, Ashlyn y Urik se tomaron un respiro para rezar bajo la luz del amanecer. Aguantaron en ayunas con intención de desayunar gratis en la posada de la Viña de Sangre, a pesar de que Elyzabeth quería estrenar las buenas bayas de la mano de madera. Sin embargo, todas las plantas que crecían alrededor del acantilado eran malas hierbas, como si estuviesen afectadas y contaminadas por un Sumidero del Mal como era aquel castillo de los horrores. No había ningún arbusto con bayas. Los que había estaban casi deshojados y con las ramas ennegrecidas y retorcidas.

Al emprender la marcha, se dieron cuenta de que Ulrika seguía con su manía de arrastrar los pies al caminar. Las huellas que dejaba la escudera de Ulrik eran mucho más llamativas que las que habían encontrado anoche en torno a la entrada secreta del arquitecto del castillo.

Llegaron a Barovia atravesando el cementerio y pasando al lado de la iglesia. Volvía a estar cerrada desde que el grupo del elfo vampiro perdiera a Varikov y a Trina, cuando Jander y Rafael se refugiaron en el castillo con su amo. Los niños se les acercaban entre risas, atraídos por la belleza del pegaso de Ashlyn. Los aventureros no eran conscientes de lo mucho que habían avanzado para devolver la región a la paz y a la normalidad.

A pesar de todo se encontraron con la primera vicisitud: la herrería de Dallebert seguía cerrada, y no pudieron recoger las lanzas de Elyzabeth ni las flechas y virotes de plata. Un poco más adelante llegaron a la plaza central del pueblo, con el pozo, los Ultramarinos de Bildrath y, sobre todo, el olorcillo a huevos fritos y bacon que emanaba de la Viña de Sangre.

La posada estaba casi vacía, salvo por una mesa con cinco vistani. Llevaban la capucha subida a pesar de que estaban en interior, y seguían teniendo las mismas costumbres huidizas, de bajar la vista y evitar el contacto visual, que se había forjado tras años de persecuciones y odio.

¡Bray! ¡Chicos! ¡Qué alegría veros! Sentaos, os traeré el desayuno.

Se acercó para estrechar la mano a Bray y aprovechó el movimiento para inclinarse y darles un soplo en voz baja.

Algo raro ocurrió ayer con Dallebert, el herrero. Cerró y se fue apresuradamente sin mediar palabra con nadie.

Ely trató de adecentar el disfraz de Ulrika antes de partir a Barovia. La máscara de cuero le evitaba mucho trabajo de masilla y maquillaje, pero no renunció a su pasatiempo favorito cuando tuviera más tiempo.

-Esto es lo que yo llamo un peso muerto- Dijo subiendo a Ulrika a lomos del ciervo espectral como si fuera un fardo. A cambio, la nigromante tuvo que caminar para no sobrecargar a la montura, que flotaba a escasos centímetros del suelo sin dejar huella. -Nuestro paso por la cripta no pasará desapercibido, pero no vamos a ponérselo más fácil a Strhad.- Murmuró mientras miraba a un lado y otro del camino en busca de una mísera baya.

Ely se detuvo un momento para cotillear en la iglesia. –¿Hola pequeñines? ¿Queréis jugar con la ballesta de Urik? ¿Quién guarda ahora el santuario en lugar de Danovich?- Preguntó a los niños y otros lugareños de la plaza.  A Beth no le importaba el culto, tan solo los cuerpos que a buen seguro habrían enterrado, complicando su “recolección de materia prima”.

Lo de que los niños jugasen con una ballesta no tuvo mucha aceptación, y la clériga la guardó en la mochila para su propia desilusión y la de los chiquillos. Aquello no fue nada comparado con encontrar la herrería cerrada. -¿Dónde demonios se ha metido Dallbert?- La clériga repitió aquella pregunta a cada persona conocida, incluido el desagradable Bildrath.

Al llegar a la posada, reparó de inmediato en los vistani. Tampoco se fiaba de ellos, pero les pagó su consumición y una ronda más antes de preguntarles por el herrero.

-Pagaré por saber qué ha sido de él- Dijo con el aplomo del que hacía gala en las situaciones importantes. Y es que su lanza, y la paranoia de la traición, eran cosa seria para Elyzabeth...Y podían ir de la mano si el herrero resultaba ser también el espía.

La joven volvió junto al posadero para que le diera más detalles, pero hizo una mueca discreta para hablar de lo que fuera, lejos de miradas y oídos indiscretos. Aquello incluía bajar al sótano para reportar sus progresos a Keeva Sesentainviernos y pedirle remedios curativos para el grupo.

El fatalismo de Beth era inmune a los progresos que habían alcanzado y gruñó para sí: -Si hasta mis propios zombis me traicionan, es que este lugar está perdido- Se frotó la cara para después levantar la cabeza con una sonrisa tan radiante como forzada: -Que mañana tan maravillosa, ¿Tienes bayas frescas?, ponle algo de comer a Ulrika. Cualquier día de estos saldrá el sol, te lo digo yo, Arik-

Ese lunes Elyzabeth se había levantado con la capacidad de recavar información, el carisma y la perspicacia de una Ulrika. A pesar de todo, los niños le dijeron que el último que había oficiado misa en la iglesia del pueblo era su querido Jander, pero había desaparecido hacía unos días y no se le había vuelto a ver por el pueblo. Del herrero no se tenían noticias. Y en cuanto al doctor, el propio Arik les pudo decir que sí había pasado por la posada durante la noche, y se había reunido con Sesentainviernos, pero ya se había ido.

Quedaba como última y desesperada fuente de información el grupo de vistani. En cuanto Elyzabeth dejó tintinear una moneda sobre la mesa, una mano vieja y arrugada se lanzó sobre ella.

¡Mía!-dijo uno de los gitanos, a la vez que su capucha se le caía hacia atrás por el ímpetu, revelando su rostro.

Se trataba de Rodolfo, el viejo truhán. Mordió la moneda para asegurarse que era verdadero oro, pero con resignación tuvo que entregar la moneda a Arik para obtener a cambio más bebida para todos. Si se hubiese quedado con aquella limosna, seguramente sus compañeros le habrían acuchillado.

Uh, ¿la chismosa fisga-carros? Pero si viene acompañada de los de siempre... Tal vez nos vendría bien vuestra ayuda-bajó la voz, denotando que iba a tratar un tema delictivo e ilegal-. Los chicos y yo estamos preparando un golpe para esta noche. A partes iguales. ¿Queréis participar?

. Los chicos y yo estamos preparando un golpe para esta noche. A partes iguales. ¿Queréis participar?

    La propuesta del vistani la sorprendió por completo: -Esto…Eeee- Ely miró por encima del hombro a los paladines, bueno y a Lobo que, aunque tenía pinta de malote, había demostrado unos remilgos que habían permitido escapar al enano sádico que le había cosido la boca. Por otro lado, si esa gente no se fiaban de ellos mismos, parecía una temeridad que lo hicieran los aventureros.

-…Pues no sé que decir Rodolfo. Tu navaja y yo tenemos una historia “casi de amor”. No estoy segura de que a mis amigos les vaya “un afer como el nuestro”- Dijo cerrando el puño y guiñando un ojo a Richtenov. -¿Hasta dónde me puedes contar para seducirlos?-

Tras sentarme empiezo a dar buena cuenta del desayuno. Ni siquiera me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que he empezado a comer.

Mientras tanto observo como Ely va a hablar con los vistani. Miro al tabernero con curiosidad. ¿No habrás oído algún rumor de dónde puede haber ido el herrero, verdad? Lo cierto es que es un fastidio que no esté. Sobre todo para ella.

Ni idea, señorita Ashlyn. No dijo nada a nadie sobre a dónde se dirigía ni porqué. Pero nuestra... "amiga común" va a intentar algo con sus "habilidades especiales" para averiguarlo.

Pssst...

Rodolfo hizo un gesto para que se acercara. El vistana habló en voz baja solo para Elyzabeth...

Los chicos y yo hemos visto a Dallebert pasar por la encrucijada, por el camino viejo de Svalich.

Elyzabeth se hizo una imagen mental de la situación. El Herrero no había ido ni al pantano, ni al campamento gitano, ni a la entrada secreta del arquitecto. Por ese camino, bien podría dirigirse al monasterio de los Frutos Rojos, a la guarida del enano Varikov, al castillo de Strahd o al pueblo más cercano (Vallaki). Si fue a Vallaki iba a tardar varios días en volver, si es que volvía.

Ese ya no vuelve. Esta noche nos vamos a colar en la herrería a robar chatarra.

La sacerdotisa empezó a preocuparse por su lanza. Como no se uniera al buitrón de Rodolfo o se metiera a plena luz del día, su lanza iba a quedar en manos de los vistani.

Rodolfo hizo un gesto para que se acercara. El vistana habló en voz baja solo para Elyzabeth...

-¿QUEE?- Beth levantó la vista hacia el techo de la posada y maldijo en voz baja. -¡M´cagüen-la-maza-de-St. Cuthbert!-

La joven se sitió tentada de montar en su ciervo y galopar por el camino hasta dar caza al herrero, pero una lanza pesada no era algo que se podía llevar sin ser visto, además de un legado, era el eje de su capacidad marcial, de modo que no tuvo otra que asentir al plan de aquellos malnacidos. Después volvió la mirada hacia sus compañeros cruzándose con los firmes ojos de Ashlyn. La paladina tenía muchas virtudes, pero la flexibilidad moral no era una de ellas. La joven se apartó el flequillo de la cara con nerviosismo buscando una solución imposible.

-Sea lo que sea, que “NO vamos a hacer tú y yo”, mis amigos se quedarán vigilando o se darán un paseo por el camino de Svalich. Yo me encargo de tantearlos- Respondió a Rodolfo. –En cuanto al reparto, lo haré yo, quiero recuperar lo que es mío, y eso no es negociable- Dijo envarándose.

Una vocecilla que recordaba a eso llamado conciencia la aguijoneó desde dentro. Volvió a tener la visión de sí misma atada sobre una pira de leña seca. En esta ocasión tenía las manos amputadas. -¿¿Arik, No tienes unas bayas??- Espetó al posadero de pronto. Su tono airado mostraba su enfado consigomisma. Sacudió la cabeza para librarse de aquella sensación y recordó el camino que Morrigan la había enseñado para sobrevivir. Sus labios se tornaron en una sonrisa vacía y susurró a Rodolfo: -Dime cuando, y allí estaré-

Finalmente se acercó Ash y el posadero. –No te preocupes por las bayas querido, me vale con una manzana- Se apoyó en la barra y añadió relajada: -Después de hablar con nuestra amiga, tengo que contaros algo-

Con cierta paz en su interior debido a los rezos que había podido efectuar y a estar un paso más cerca de estar en comunión total con el medallón de su orden, siguió a sus compañeros hacia el pueblo, aprobando la acción de Beth de subir a Ulrika al ciervo, pues a él se le había ocurrido lo mismo sólo que la clériga había estado más viva. - Viva...je. - pensó Don Urik con una sonrisa. Hasta a un cejijunto como él no se le escapaba la ironía del pensamiento y captó la gracia intrínseca. 

La unión con aquel grupo tan variado le estaba afectando, Don Urik estaba madurando a marchas forzadas, llevando sus creencias y moralidad a límites no sospechados, a responder y adaptarse a circunstancias inusitadas. Sin duda, era un crecimiento personal, bueno o malo, el tiempo lo diría...pero Don Urik creía en él mismo y en las enseñanzas del Sagrado Cuervo. Tenía que seguir luchando contra el mal, contra Stradh y todo lo que él representaba, devolviendo la paz y la libertad al sufrido pueblo de Barovia. 

Dentro del pueblo, Don Urik pudo observar que de alguna forma, sus esfuerzos estaban empezando a dar sus frutos. Niños jugando libremente por la calle, algo que hasta ahora no había podido ver, quizá por casualidad, o simplemente que la gente comenzaba a sentirse más segura. Habló con algún vecino, preguntando por el herrero, en cuanto vieron que la herrería estaba cerrada. Beth era más brusca, sin embargo, Don Urik utilizaba maneras suaves pero firmes, y de vez en cuando, una sincera sonrisa de agradecimiento, todo ello unido al conocimiento de la gente de quién era él, un loco paladín que buscaba el bien de todos. Sin estar del todo convencido, pero con la llama del convencimiento en que su tarea era buena y justa reforzada, entraron en la posada de Arik. 

Su mirada se detuvo inmediatamente en el grupo de Vistanis. No se fiaba de ellos, y no dejó de observarlos de reojo incluso cuando se sentó al lado de Ashlyn y empezó a dar buena cuenta del desayuno que les sirvió Arik. - Todo se tuerce a pesar de los esfuerzos que vamos haciendo...pero no podrán con nosotros. - musitó negando con la cabeza al escuchar las noticias que el posadero les reveló. Tenían que encontrar al posadero y saber qué sucedía, quizá fuera el espía. 

Beth, con su estilo peculiar, revoloteaba de aquí allí, y Don Urik dejó que fuera ella la que llevara la voz cantante, a pesar de eso, saludó a Rodolfo cuando se le cayó la capucha. - Buen día, Rodolfo. Hoy los caminos son un poco más seguros gracias a vuestra información. - le agasajó para que todos le oyeran, con una inclinación de la cabeza en señal de respeto. 

Una vez recuperaran las fuerzas, tendrían que planificar su siguiente paso, pero al parecer Beth tenía noticias. El paladín la escuchó atentamente. 

Urik repasó mentalmente todas las conversaciones que había oído por el camino hasta la posada.

-¿Visteis el carro llegar anoche? Yo solo lo escuché, pero el novio de la sobrina de mi suegro dijo que era el carruaje dorado de un príncipe, tirado por ocho caballos blancos, y que terminó en la mansión del burgomaestre.

-A quién no se le ve el pelo es a Dallebert, el último gran soltero de Barovia. Mucho más guapo que el calvorota de Arik. Además, tiene un gato. Me gustan más los hombres con gato que los hombres con perro.

-Querida, quizás si sigue soltero es que está más interesado en los bigotes que en el pelo largo...

-Entonces el bigote de Gertruda le habrá enamorado. Jujujujuju...

-Gertruda solo tiene ojitos para Lobo.

-Se está poniendo de moda que los tenderos desaparezcan. Bildrath se ausenta de vez en cuando y deja al idiota de su sobrino a cargo del ultramarino. Al día siguiente siempre hay un montón de género nuevo en la tienda, cosas interesantes como pergaminos o pociones. ¿De dónde las sacará?

-Yo siempre pensé que se las fabricaba el difunto Párroco Danovich, pero la última vez fue hace un par de días. Ese viejo desagradable debe de obtener el género nuevo de algún otro sitio.

Ah, Urik... Por fin un giorgio que me cae bien. Elyzabeth me acaba de contar su plan para esta noche. Deberías venir. Deberíais venir todos. ¿Quedamos una hora antes de la hora bruja, Elyzabeth?-eso era las once de la noche.

Deja en paz a mis clientes, Rodolfo. Elyzabeth, no tengo bayas, pero si te apetece tengo mermelada de frutos del bosque en la despensa. ¿Por qué no pasas a la cocina y te enseño mis mermeladas?-guiño, guiño, codazo-. Es más, ¿por qué no pasáis todos a mi cocina y veis si hay algo que os interesa?-guiño, guiño, codazo... otra vez.

Arik llevó a Ashlyn, Urik, Elyzabeth, Lobo, Reluë, Ulrika, Bray y el cuervo Hurn a la cocina. Después abrió la trampilla del suelo y les hizo un gesto con la mano para que fueran pasando. El sótano estaban como lo recordaban, menos para Lobo. Para Lobo era la primera vez que estaba allí. A lo largo de los travesaños de las vigas del sótano había un montón de cuervos. Se hizo una luz en la otra punta de la habitación, mostrando a una anciana menuda y frágil sentada en el centro de un gran nido de ramas.

Lobo, estás muy callado últimamente. Pero nunca fuiste muy hablador. Tú no me conoces, pero yo te he estado vigilando desde que eras un niño, a través de los ojos de mis cuervos. Mi nombre es Keeva Sesentainviernos, y ostento el cargo de Pluma Negra, la líder de los Guardianes de la Pluma Negra. Conocí muy bien a tu padre... Y a tu hermano Bray.

Keeva hizo una ligera reverencia con el mentón a Bray, y el joven le devolvió el gesto.

Sé que ya se han roto los tres sellos de los santuarios. Supongo que antes de hablar de trabajo, Lobo tendrá muchas preguntas que hacerme. De hecho, todos vosotros tenéis muchas preguntas que hacerme.

-Algunas, pero creo que pueden esperar. Salvo si tiene algo útil que decirnos para esta empresa. Es lo prioritario ahora.-Realmente el montaraz se moría por escuchar la historia completa. Conocer cuanto la anciana supiera de su familia, de sus padres biológicos... Todo. El ansia por saber se lo comía desde dentro como millares de hormigas dandole pequeños mordisquitos en el estómago. Había completado aquellas frases con un esfuerzo titánico por contenerse, pero creía haber sido capaz de mantenerlo en secreto.

-Hemos roto los tres sellos. ¿Ahora qué?-Pregunto.-¿Cuál es el próximo paso?

¿Quedamos una hora antes de la hora bruja, Elyzabeth?

-Es mi hora favorita- Sonrió aparentando más seguridad de la que realmente sentía.

Cedió el paso a Urik y bajó al sótano guiados por el posadero.

Keeva no recordaba haberse encontrado con Lobo. Era normal en alguien tan mayor, eso, o estaba perdiendo la cabeza igual que Beth.

-Hemos roto los tres sellos. ¿Ahora qué?-Pregunto.-¿Cuál es el próximo paso?

La anciana no dirigía a los aventureros de forma tan directa, con todo, le pareció buena idea escuchar sus sabios consejos, y asintió a las preguntas de Lobo.

El tráfico de información resultaba más eficiente con doña-cuervo, de modo que, tras aguardar su respuesta, Elyzabet sacó el mapa con anotaciones y se acercó al extraño nido para mostrárselo a Keeva, y de paso, saciar su infinita curiosidad sobre aquella extravagante morada.

-Ida se vaporizó en esta pirámide… El doctor Van Richten nos ayudó a destruir a Sasha Ivliskova aquí…Subimos por el paso del arquitecto acá…Jander parece que ha reabierto la iglesia-- Relató con detalle señalando cada ubicación.

Tras el toma, llegaba el daca y Ely preguntó por todo lo que alguien como Keeva, podría haber oído.

-¿Qué pasa con Dallbert? La última vez que lo vieron fue por el camino viejo de Salvivich pasada la encrucijada.-

- ¿Cuánto se puede fiar uno de Madame Eva y vistanis como Rodolfo?-

-¿Cómo va su producción de pergaminos? No parece que tenga mucha luz aquí abajo para esos menesteres, pero unas curaciones nos vendrían de perlas…¿No tendrá perlas también? – Aprovechó a preguntar. -El comercio está de capa caída en Barovia. ¿De dónde saca Bildrath sus provisiones? - Ely había cogido carrerilla y casi le cuenta que deseaba incendiarle la tienda, pero como no había otra y tenía que aguantarse, optó por callar ceder la palabra a otro de sus compañeros.

Qué guapo está Vero hacia la bodega dónde vive Keena con aire pensativo. No tenemos ya tiempo para andar haciendo otras cosas la verdad. No voy a decírselo a Beth, pues ella ya lo sabe, pero aún así la situación es preocupante. Seguramente Stradh realice la ceremonia esta noche, y ahora quiere ponerse a jugar con los vistani.

Miro a la anciana y escucho las explicaciones de preguntas de Beth y de Lobo. También tenemos algunos objetos de los que nos gustaría saber más digo mirando a los otros. ¿Puede ayudarnos en esto?*

Empecemos por los objetos...

Sacaron la armadura de hojas, la del zorro y la guadaña. Keeva fue tocando los objetos mientras percibía la esencia de las reliquias.

Mmmh... Veo esta armadura, la de hojas, en el pasado. Pueden llevarse mientras los druidas se transforman en animales. Los seguidores de un dios de la naturaleza también pueden usarlo para convertirse en una forma gaseosa. Esperad... También veo esta armadura en el futuro... La quemáis en un ritual...

Mmmh... La armadura de zorro es muy especial... sirve para ganar los sentidos del zorro: su sigilo, su astucia, su olfato y pasar sin dejar rastro... Pero salvo el sigilo, el resto de poderes se obtienen de manera temporal. Su futuro está oculto entre las nieblas, pero diría que también es serio candidato a arder en los rituales de la Espada Solar o el Símbolo del Cuervo.

Mmmh... Esta guadaña... Fue forjada en los fuegos de Elm en los confines de Raedorm por el mismísimo Harend Draal... Pero fue una de sus primeras armas, no se esmeró mucho. Es una guadaña mágica de hierro frío normal y corriente. Pero veo algo más... En el futuro usaréis este arma para luchar contra los demonios del sótano del castillo de Strahd...

Keeva dejó los objetos para que volvieran a guardarlos. Un par de cuervos graznaron con brevedad.

Hablemos del Síndrome de Strahd... Muchos aventureros se transforman al llegar aquí. Se desvían del camino recto. Las trampas, los espías... Cosas como la presunción de inocencia o el beneficio de la duda se quiebran según van recibiendo puñaladas por la espalda y se vuelven cínicos al ver la oscuridad de la naturaleza humana. Mi consejo es que desconfiéis. Desconfiad siempre. La misión que los Caballeros del Cuervo, los Iluminadores como Ashlyn o los Guardianes de la Pluma Negra llevan a cabo es lo suficientemente importante como para no temer errar al juzgar a la gente. Habrá inocentes que sufran, habrá discordia entre vosotros, pero cualquier precio es barato si se trata de derrotar a Strahd de una vez y para siempre.

El consejo era el contrario que habían escuchado hasta ahora, tal vez porque la adivina sabía que la desconfianza era inevitable.

Creo que la señorita Elyzabeth lleva una lista con las heroicidades que faltan por cumplir: licántropos del pantano para poder hacer el ritual de la Espada Solar, recuperar el Icono de Ravenloft de mi orden en la capilla del castillo, rescatar al burgomaestre Ismark, evitar la boda de Strahd con Irina Kolyana, destruir el Corazón del Día de la diablesa Khyristrix, matar a Khyristrix, recuperar el mechón de pelo de Santa Markovia, purificar las tres reliquias de los santos y matar a Strahd. Podéis hacer esas tareas en el orden en el que más gustéis.

Entró a desglosar lo que sabía de las distintas personas por las que fue preguntada.

Los vistani llegaron a estas tierras de la mano de Madame Eva hace cientos de años. Firmaron un pacto con Strahd, de modo que él los toleraba y ellos no se metían en sus asuntos. No creo que ese maldito vampiro les tema, pero en vida fue un gran general y ha aprendido que sellar pactos y alianzas es la mejor forma de disminuir el número de enemigos. Los gitanos como Madame Eva o Rodolfo mantendrán una apariencia de neutralidad en la medida de lo posible, así que la mayoría de las veces se limitan a ayudar o a poner zancadillas a los aventureros como vosotros, según crean que están siendo observados por Strahd o no. Las verdaderas intenciones de Madame Eva se me escapan hasta a mí. Ella también es adivina, mejor adivina que yo. Conoce los surcos de la Historia y es capaz de hacer pequeños actos que le beneficien siglos después. Si Strahd es el capitán del barco, los vistani son el océano encrespado en la tormenta.

De Bildrath poco os puedo contar que no sepáis ya. Su único dios es el dinero. En primavera, cuando llegan las caravanas para comerciar desde Vallaki, usa sus ahorros para acaparar toda la mercancía y venderla a lo largo del año. Hace tratos con todos por igual, mientras se le pague: ha aceptado dinero de los aventureros, ha comprado artículos robados a los bandidos y a los vistani, ha hecho favores al difunto burgomaestre y se pliega a Strahd en las pocas ocasiones en las que el Conde tiene a Bildrath entre sus planes. Si os vende un pergamino, tanto puede ser que lo haya robado de la mano de un muerto, como que haya sido escrito de la mano del mismísimo Strahd.

En cuanto a Dallebert... Me disponía a hacer una oración de comunión con los dioses para que me respondieran qué ha pasado con él. Podemos hacer doce preguntas, la mayoría de las cuales serán respondidas con sí, no o confuso. En casos excepcionales podrán responder con una frase corta de hasta cinco palabras, solo en caso de que los dioses consideren que una aclaración puede ayudar a sus divinos intereses.

Keeva Sesentainviernos hizo una pausa, para que los demás pudieran proponer sus preguntas a la deidad, o por si querían aclarar algún otro tema antes de empezar con la comunión.

La anciana se reveló una vez más como un valioso aliado, animando a Elyzabeth, pese a que las poderosas armaduras que identificó no se ajustaban al estilo de combate de los aventureros.

Más inquietante fue el consejo de desconfiar de todo el mundo, que amenazaba con desequilibrar del todo a la joven. –Qué bien viven los zombis- Murmuró para sí, aunque por definición, no tenía ningún sentido.

Comunicarse con los dioses sería un sueño hecho realidad para la clériga, incluso si no se trataba de los suyos. Elyzabeth reprimió las ganas de preguntar sobre su futuro más personal, especialmente sobre las pesadillas de su propia muerte en la hoguera y la oscuridad que venía detrás. Se centró en la misión y preguntó:

-¿Dallebert nos ha traicionado de algún modo?-

(en caso afirmativo)

-¿Lo ha hecho obligado?-

-¿Lograremos la paz dialogando con la Ninfa?-

Para no agotar sus opciones en la primera ronda, dejó que los demás preguntaran y que la anciana fuera contestando.

Me quedo pensando cuál podría ser una pregunta adecuada para lo que pretende hacer la anciana líder de la orden hermana ala de Urik. Finalmente tengo una idea.

¿Strahd se va a casar hoy?

¿Podemos detenerle?

Esas son a día de hoy las únicas preguntas que me interesa responder. El resto de cuestiones no nos llevan más que por caminos que nos alejan de nuestro objetivo. Así pues, Keeva, esas dos serían las preguntas que necesitarían respuesta.

¿Encontraremos al padre de Walt?

¿Debemos aliarnos con Lyssa Von Zarovich?