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Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

Las puertas de Vault City se cerraron detrás de vosotros, una voz de buena suerte de Brenda os despidió mientras dabais los primeros pasos en aquellos alrededores familiares. No había que destacara por encima de lo normal, salvo la densa columna de humo negro que escalaba al cielo al noreste de vuestra posición. En dirección a las Rocosas, y concretamente la Zona Muerta, no se apreciaba ninguna actividad salvo la perezosa estela del misil que había nacido en aquellas montañas preñadas de radiación.

Al suroeste, a varias millas de distancia, se podía ver el contorno del cráter de la arrasada ciudad de Colorado Springs, hoy conocido como el Abismo, en su peculiar muro de ruinas que rodeaba todo su perímetro. Aunque Puertabismo no se veía por la distancia y el polvo suspendido en el aire, los que la conocían sabían que el asentamiento de los Cancerberos se encontraba en esa dirección.

Decididos a no perder tiempo, empezasteis a caminar hacia el vertibird estrellado. Quizá aun quedaba algo que salvar.

Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

-Pues lo cierto es que intento ser como los cerebritos de Vault City; estoy estudiando con el doctor Mitchels, y …-Maddy iba caminando con todos los bártulos a cuestas hasta que Nyx se ofreció. Le endosó a la mujer la caja de herramientas.

-Si me puedes llevar esto, tengo ahí cosas que podrían ser útiles. Hemos salido muy rápido de Vault City, pero aun os puedo hacer algún apaño en las armas. Le compré una guía a un tipo una vez, se llama “guía de sup---nosequé del yermo” Creo que usaron parte de la portada para limpiarse el culo una vez. Ah bueno lo del truco de la cinta es de una historia de gangsters, lo usa un tipo llamado McAulister que es el antagonista principal.-Mientras iba dando palique, la muchacha no perdió el tiempo y empalmo dos cargadores de su rifle de caza con un trozo de cinta americana, para que tan solo sacándolo y girándolo pudiera tener otras 5 balas listas.

-Y si Davo, me acabo de hacer un rifle to guapo con un tubo en el torno de casa, y había conseguido rellenar unas cuantas balas del 38, pero luego me he acordado que las clases de tiro de Brenda la Prenda me las salté y…Bueno, y que pesa como un brahmán preñao, el rifle de tubo digo, no Brenda. Brenda parece estar bien. El rifle de mi viejo chuta mejor, eso sí. Es por el calibre, ¿sabes?, la bala estándar del 38 tiene unas dimensiones de…- Se dio cuenta de que quizá estaba hablando de mas y pecando otra vez de sabelotodo, y decidió callarse de golpe y porrazo.

-¿Os habéis acordado de traer algo de comer y beber?.- Preguntó, así de repente.

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—Eso resulta interesante... —comentó con cierta timidez a Maddy cuando la escuchó hablar de sus aptitudes a la hora de modificar armas— ...a mí se me dan bien los cerrojos, además de las reparaciones en general. —explicó por lo bajo, mirando con interés el peculiar empalme entre cargadores. En otras circunstancias habría cuestionado su funcionalidad pero la mujer parecía confiada con ello, por lo que asintió ligeramente.

No pasó por alto el armamento de algunos de sus compañeros, e inconscientemente bajó la vista hacia su improvisada pistola de tubo. Se sintió algo vulnerable en aquellas circunstancias, pero terminó por encogerse de hombros.

—Podré aguantar un día de viaje, no llevo demasiado encima. Pero espero que podamos resolver este asunto rápido. —expresó a modo de respuesta ante la última pregunta.

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Una vez en el exterior Kath respiró el aire del yermo, sonrió y se subió un pañuelo para taparse la boca y se bajó las gafas para protegerse de la arena del yermo.

Ahora podía verse con más detalle que la mujer llevaba un rifle de caza, así como un mazo y una armadura de saqueadora, unas botas estilo militar y diversos correajes que parecían más de adorno que funcionales. Aunque, si algo llamaba la atención en la mujer era que le faltaba la mitad del brazo y que su brazo había sido sustituido por uno mecánico.

Miró al resto, observando como intercambiaban funcionalidades o habilidades, así que simplemente esperó a que terminaran de hablar para hacerlo ella. 

- Si necesitáis que le vuele la cabeza a algo o alguien, soy vuestra mujer. También puedo hacer que sobreviváis al yermo y hacer que los animales nos echen una mano y tranquilos, de mi brazo me encargo yo. 

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Habían pasado la frontera, y estaban fuera de la ciudad. No conocía a la mitad del grupo pero tampoco era la primera vez que se reunía con desconocidos para saquear y desengranar algún tipo de chatarra, ya fuera vehículo u armas. Gafes del oficio, en ese caso Nyx pensaba lo justo y se dejaba llevar. Además estaba con Kath y sus perros, tenía buenos presentimientos.

La chachara de Maddy la mantuvo con el oído puesto en todo lo que decía mientras sus ojos se fijaban en el paisaje y sus pies se movían con calma. La camarera había aceptado que la ayudase con la caja de herramientas, cosa que no le molestó y la ayudó con gusto. A su espalda colgaba un mazo aparentemente pesado, a ojos de cualquiera de ellos. La forma que Maddy tenía de expresarse le causaba mucha gracia, y la hacía estar de buen humor. Sobre todo por lo resolutiva y autosuficiente que parecía ser... con el tema de las armas concretamente.

Eso sí, la pregunta de Maddy sobre la comida, hizo que Nyx estrechara la mirada y por fin la desviara del objetivo para mirarla. - Algo. - Contestó limitadamente, porque si que llevaba... algo, pero no suficiente quizá, para más de aquel día y mas allá de su propia necesidad de la ingesta de alimento individual.

Su mirada pasó a Katya, le alegraba saber al menos que ella también llevaba abastecimiento alimenticio para ella, por el momento. Luego sonrió de lado. - Así que eres buena con los pequeños engranajes... y las reparaciones son siempre útiles. - Asintió una vez con la cabeza, como gesto de aprobación. Luego miró a Kath y su sonrisa se ensanchó. Sabía que era una mujer hecha así misma. Aún le quedaba conocer a los demás, como Davo, y el misterioso y ermitaño J. Nyx no dijo nada, lo suyo era rapiñear y hacer algunas creaciones, además de la compra-venta. Ah sí... y romper huesos, pero eso ya lo había dicho y le pareció que repetirlo era innecesario. A no ser que alguien le preguntase.

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- No, Maddy- dijo con tono divertido Davo mientras tocaba la mochila y la cantimplora.- Ni llevo comida, ni agua. Como cada vez que salgo. Pero gracias por preocuparte. Y desgraciadamente no tengo balas. Prefiero confiar en las armas energéticas como esta preciosidad que llevo al hombro. Un buen rifle láser es todo lo que se necesita.

Tras responder a su compatriota escuchó como las mujeres del grupo (el tal "J" parecía ser de los callados, y no era algo que le molestara) hacían un pequeño listado de habilidades. No era una mala idea si iban a permanecer juntos.

- En mi caso... supongo que no soy el mejor en los combates. Se me da bien hablar, y dicen que no tengo mala mente táctica. También se algo de curar, algo de informática, de leyes, de comercio, de ver las cosas, y algo de disparar. Ya sabéis: aficionado de mucho, experto de nada.  

Era bastante evidente que Davo llevaba puesta una armadura de combate, más su rifle láser. Quizás no fuera lo suyo el combate, pero era bastante evidente que no tenía intención alguna de dejar que lo mataran.

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A medida que avanzaban hacia su destino, Jay se posicionaba en la parte de atrás del grupo, dejando que pasaran delante los demás. El reservado Correyermos prefería mantener las distancias y no congeniar mucho con la gente, ya que había aprendido por las malas que el ser humano es egoísta por naturaleza y la antigua sociedad que domaba sus instintos básicos se había despedido tras la gran guerra.

Intercambió su arma, colocando la escopeta en su bolsa de equipaje, cambiándola por un rifle de tubo, deseoso de llegar a su destino y descubrir que clase de tecnología habría en las entrañas de aquella maquina voladora, a su vez, el tipo de misil que impactó contra la aeronave podría contarle secretos sobre lo que aún habita en la desconocida zona muerta. Para él, el sentido de la vida se basaba en descubrir que fue lo que pasó para que todo acabara así de mal. Sus viajes eran – aparte de la supervivencia del día a día – pistas de teorías conspiranoicas que le llevaban a un nuevo destino. El este de esta parte del Yermo en Colorado aún albergaba cosas sin descubrir para él, pero estaba claro que lo jugoso estaba escondido al oeste, donde los robots - sobre todo los militares - eran los mayores chivatos de lo que queda sin descubrir del viejo mundo.

Las palabras de Maddy le inspiraban curiosidad, era una estudiante científica de los pocos grandes cerebros que quedaban en la tierra, así que tenerla a su lado en este momento podría facilitarle la decisión de tomar un nuevo camino. Por otro lado Katya era otra chica a la que mantener con un ojo encima, ya que sus descubrimientos mecánicos podrían contener secretos jugosos para su investigación personal.

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El grupo empezó a avanzar por el Yermo, normalmente estas exploraciones requerían un poco más de habilidad, pero la densa columna de humo que ascendía no aceptaba pérdida alguna. Los más duchos en esos viajes calcularon que no tardarían más de una hora en alcanzar la aeronave, quizá con un poco de suerte serian los primeros. Y, si bien, no iba a ser así, lo que el grupo encontró fue bastante peculiar.

El vertibird reposaba en un llano del Yermo vomitando humo negro del lugar del impacto, había piezas desperdigadas por toda la escena y un par de cuerpos carbonizados. En su fuselaje pudisteis apreciar el emblema de una espada alzada sobre tres engranajes rodeada por una corona de  laurel. Pero lo que más llamó su atención fueron las figuras en pie que se encontraban junto al vertibird estrellado: un enjuto y pulcro hombre de traje con maletín y sombrero, y dos sucios, desarrapados y violentos saqueadores.

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—Insisto, caballeros, que no tenemos porque ponernos violentos. Este VTOL no les pertenece, asi que ruego que desistan, ¿no les interesaría algo de lo que llevo en mi maletín? —sugirió el hombre trajeado ante la mirada atónita de los saqueadores. Obviamente uno de ellos se prestó a negociar bajo sus términos.

—¡Claro, idiota! Lo queremos todo —vociferó mientras sacaba su pistola de tubo apuntando a su cabeza, pero en el momento de apretar el gatillo, el arma no disparó —. Hostia puta, se ha vuelto a joder la pipa.

—Por favor, el lenguaje. Seamos civilizados.. —pidió el trajeado una vez más mientras el primer saqueador, en un alarde de inteligencia, puso el ojo en el cañón de la pistola. Como son de esperar en estas cosas, la pistola decidió dispararse volándole la cabeza en el acto —. Oh, cielos. Que desagradable..

El otro saqueador, alarmado por la muerte de su compañero, soltó una maldición sacando un cuchillo dispuesto a apuñalar al trajeado al grito de cabrón de mierda, ni que el trajeado hubiera sido el culpable del destino de su compañero. Se avanzó, pero cuando estaba a punto de alcanzarle, el segundo saqueador tropezó con una parte del fuselaje, cayó al suelo golpeándose la cabeza con una piedra y, por si fuera poco, el mismo cuchillo con el que prentedía apuñalar al tipo del maletín se clavó en su estómago en una herida fatal.

—Que pena que esto haya acabado así para ellos —se lamentó en un tono que parecía de genuina lástima, sacó un pañuelo y se secó el sudor de la frente. Fue entonces cuando os vio, alzó la mano saludando con efusividad con una sonrisa de comercial —. ¡Oh, cielos! ¿Cuánto tiempo llevaban ahí? Por favor, acérquense. Espero que podamos mantener una conversación más civilizada que con estos dos caballeros. Una pena.. sí.. una pena..

Visto de más de cerca, el tipo del traje iba impoluto, como el polvo del Yermo rehuyera de él. Su maletín era bastante abultado, pero parecía llevarlo con facilidad, en él se podía apreciar el símbolo y el nombre de "Vault-Tec Corporation".

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Katya observó alarmada la situación entre aquel peculiar trío, y tragó saliva viendo como se saldaban las cuentas. Todo empujaba a pensar que aquel tipo engalanado iba a sufrir una muerte horrible, pero al contrario de lo esperado sucedió todo lo contrario. Eso hizo que la ferroviaria meneara ligeramente la cabeza, aún más tensa si cabe.

—Este hombre... no os fiéis de él... está claro que manipula la fortuna. —murmuró con clara superstición.

Cuando se dirigió a ellos de manera directa, carraspeó ligeramente, tratando de recobrar la compostura. Aunque la introvertida mujer no tenía la mayor de las presencias.

—Hola, sólo veníamos a echar un vistazo. Quiero decir, quizás somos saqueadores pero no asaltantes. —señaló con el índice a los bandidos caídos— Podríamos... eh, ¿echar un vistazo? —dirigió ahora la vista allá donde estaba aposentada la mayor parte del fuselaje del ventibird.

Por alguna razón, aún teniendo la superioridad numérica y contando con gente de apariencia dura, lucía intimidada.

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Le resultaba extraño caminar por el yermo con tanta gente y recorriendo una distancia tan minúscula y con aquel paso tan llamativo provocaba que su humor no mejorase, después de todo no había podido relajarse un rato en la taberna y ahora tenían que ir hacia aquel cacharro para poder sacar algo de provecho. 

Un poco antes de llegar se estaba produciendo un pequeño rifirrafe entre dos saqueadores y un hombre con una traje demasiado limpio para ese lugar, un hombre que desde aquella distancia ya no le daba confianza alguna, provocando que su mano no se alejara demasiado de su arma, más como acto reflejo que como por el hecho de que fuera a utilizarla.

No pudo evitar sonreír ante la "casual" torpeza de los saqueadores, observando sus cadáveres por si tuvieran algo de valor que poder chatarrear también, aunque antes parecía que debían entablar algún tipo de acto social con aquel extraño hombre. Al menos algo tenía seguro la exploradora y era que ella no iba a hablar, las conversaciones sociales no eran lo suyo. Además, generalmente terminaban con un intercambio de golpes, puños y después alcohol, mucho alcohol. 

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-Guau, que traje más impoluto, ¿eres alguna clase de hombre del tiempo?.- Dijo sorprendida por la apariencia del hombre, casi más que la vida de los dos miserables tipos; para Maddy ese señor era un hombre salido de UN COMIC y la flipaba mazo.

-Hemos venido a cacharrear con el Verti, eso es verdad; ¿qué llevas en el maletín? Parece súper pesado y súper importante, te lo cambio por un rollo de cinta americana que solo he usado para hacerle un bigote a un amigo mientras dormia tras pasarse con el whiskey. Casi nuevo, oiga.- No sabía que tenía el maletín pero quería abrirlo ya porque era de vault tec y molaba. Pero a lo mejor era robarle el carisma al hombre del maletín y eso la asustaba también.

Jay observó la escena y cada segundo de ella hizo que sus vellos se erizaran cada vez más. Con una mirada analítica se dedico a escudriñar a aquel hombre en busca de algo peculiar o extraño, algún dispositivo que no encajase a parte del misterioso maletín. Aquel hombre trabajaba para la empresa que le convirtió en un conejillo de indias, haciendo que saltaran las alarmas en la cabeza del pobre vagabundo, sumado al consejo impartido por Katya, evitando confiar de las palabras de aquel extraño. Quien sabe qué clase de maquina endemoniada, que toxina narcótica o incluso que mineral de control mental podría tener en su poder. Mantuvo la distancia con el rifle en sus manos, con una actitud pacifica sin apuntar a nadie – aun – rodeando al hombre, a los saqueadores y al siniestro de la aeronave, buscando sus respuestas personales y caminando con tranquilidad.

Procuró colocarse a un lado de la aeronave, para buscar cobertura en caso de necesitarla, disimuló su estrategia mientras observaba la estructura en llamas estudiando lo poco que quedaba en pie de la lamentable escena. Evitó observar al hombre del traje directamente, atento especialmente con el sentido del oído, dejando que Maddy y Davo tuviesen una pequeña charla con él.

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Cuando llegaron al lugar, se encontraron con lo que venía a ser, una situación peculiar. Un hombre trajeado había sido más rápido que el grupo, aunque eso no era lo peor. Lo peor eran los saqueadores, que parecían tener el coeficiente intelectual de una mutaracha. La escena no le causó buena impresión, así que mantuvo una distancia prudencial y un ojo puesto en aquel hombre con maletín.

Nyx pensaba como Katya, ya de lejos no le daba buena espina, por lo que no se fiaba de él ya desde la distancia. Pero sin duda, Maddy parecía inocente con aquellos comentarios, diciendo directamente las intenciones que tenían, que... bueno, como grupo llamaban la atención pero ¿Debían decir realmente a qué iban? Quizá sí...

Cuando Davo les presento, Nyx solo frunció más su ceño como gesto. No se acercó demasiado al grupo, ni al hombre y solo le quitó la vista de encima para mirar a todos su compañeros, incluido J, que se alejaba aún más de la situación. Dejó descansar la caja de herramientas en el suelo y se ajustó el mazo que llevaba, moviendo sus hombros. Volvió a analizar al hombre del maletín, escaneando su figura desde los pies hasta la cabeza en un paseo de ojos lento y analítico mientras Davo comentaba aquello sobre su elegante vestimenta y Vault-Tec.

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El trajeado guardó la compostura correcta, siempre con un semblante un tanto despistado. Miró a su alrededor, esecialmente al vertibird estrellado.

—Menudo destrozo, ¿verdad? —comentó silbando sonoramente, al escuchar a Maddy soltó una risa ensayada —. ¡Oh! ¿Hombre del tiempo? No, no, para nada. Mi nombre es Jeremiah Angusfield, comercial de Vault-Tec Corporation, encantado. ¿Y este maletín? —lo alzó con una sonrisa enigmática, aunque bastante blanca —. Es una pregunta francamente interesante. Buen ojo, muchacha.

Con la intervención de Davo, Jeremiah ensanchó la sonrisa de oreja a oreja avanzando animosamente hacia vosotros. Se permitió una risa afable, aunque la presencia de los perros hizo que los evitara como si quisiera ver su traje libre de su influencia.

—Encantado, encantado —asintió mientras miraba con mayor detenimiento a Davo —. Son tiempos extraños, pero me temo que proceder de un Refugio no os convierte en un empleado de Vault-Tec. Pero aprecio su intención —había algo en su forma de hablar, uno tenia la sensación de que sabía mucho más de lo que decía —. Verán, comprendo el impulso que uno tiene para venir a.. investigar.. este siniestro, pero de acuerdo con la cláusula de seguros para siniestros de Vault-Tec, me veo obligado a pedirles que no traten de acceder a este VTOL. Pertenece a uno de mis clientes preferentes, la Hermandad del Acero, yo solo he venido aquí para asegurar su inversión —dicho esto, el trajeado se apartó un poco la manga revelando un Pip-Boy, tras una breve manejar del aparato este expulsó un documento escrito que os lo tendió —. Mi contrato con la Hermandad del Acero. Por lo que les pido encarecidamente que respeten civilizadamente estos términos.

Sin duda todo aquello estaba siendo surrealista, aunque la convicción que demostraba el trajeado no permitía dudar de que estaba siendo sincero, o creía ser sincero, con lo que decía. Aunque antes de proseguir, buscó una roca para poner su gran maletín en horizontal.

—Aunque a mis funciones también se le añade la posibilidad de llegar a nuevos acuerdos con nuevos clientes —acuñó un tono misterioso de vendedor cuando abrió el maletín, este reveló su contenido: seis Pip-Boys.

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Davo asiente a las palabras de Jeremiah Angusfield sin al parecer verse turbado por la extravagante situación. Hacia tiempo había descubierto que a veces pasaban... ¿cómo decirlo?... mierdas raras. Extravagancias sin sentido que sin embargo eran muy reales. Y peligrosas. En todo caso estaba satisfecho. Había evitado un peligro porque si el fulano este, además de matar a la gente sin tocarla, estaba relacionado con la Hermandad del Acero... Bueno, quizás fueran unos salvadores y todo eso. Pero a él siempre le habían parecido unos peligrosos sociópatas aislacionistas. Y que nadie me malinterprete. Menos mal que eran aislacionistas.

Y luego, claro, estaba lo de Vault Tec. ¿Es que seguían existiendo?, ¿actuando? Era la primera noticia que tenía de algo así.

- Comprendo- dijo distraidamente mientras leía el contrato tratando de buscar todo lo referente al mismo que pudiera serle de interés-. Y, por cierto, ¿cómo es que estáis trabajando por esta zona? Si os soy sincero nunca había encontrado un empleado de Vault Tec en esta zona, ni he escuchado de su presencia salvo en los archivos relativos a antes del cataclismo.

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No fue sencillo para Katya relajarse, pero la tensión fue disipándose cuando comprobó que aquel tipo prefería de verdad charlar a buscarles problemas de manera demasiado directa. Alternó la vista entre los interlocutores con genuino interés, aunque frunció los labios con cierto fastidio cuando el comercial explicó los motivos de su estancia ahí.

Sin embargo el fastidio se transformó en sorpresa cuando reveló los pip-boys. Además, eran media docena, por lo que no tendría que competir con nadie para no quedarse sin uno. Al menos, si tuviera algo con lo que pagarlo...

—¿Qué pides por eso? —preguntó de manera más directa de lo que habría querido, llevando una mano a la boca. Estaba claro que el cacharro la había seducido— Quizás... quizás podríamos escoltarte hasta que tus clientes lleguen o algo así. —sugirió tras valorar sus posibilidades— Es decir, bueno, es evidente que este sitio es peligroso. No es noticia. —fue reduciendo el tono hasta casi murmurar.

Luego miró de reojo a Davo, dubitativa. La ferroviaria no estaba demasiado acostumbrada a esa clase de contratos, por lo que estaba asombrada del cauce legal que había tomado la situación.

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Toda aquella charla, toda aquella palabrería le resultaba aburrida y sin fundamento, después de todo ella no era de las que hablaba sino de las que disparaba primero, remataba después y san se acabó. 

Mientras el resto charlaba la exploradora se separó ligeramente del grupo, observando el entorno, atenta a quien más pudiera acercarse pues estaban bajando la guardia demasiado con aquel extraño hombre y quizás todo fuera una emboscada o quizás era demasiado paranoica... 

Fuera como fuese Kath y su perro comenzaron a andar, mirando en diversas direcciones como si esperara que algo sucediera, acariciando su arma y sin perder de vista tampoco al grupo.

No sabía de qué estaban hablando o sobre qué estaban negociando, lo único que sabía es que ella no se fiaba de negociar con aquel tipo, parecía como si se firmara un pacto con el mismísimo Diablo... 

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-¿Oye y quien le ha derribado el pájaro a la hermandad?.- Preguntó ella curiosa. Miró los pip boys con interés y empezó a tocarse los dedos con nerviosismo, preguntándose qué sería poner las manazas en un pip boy que funcionase. Porqué esperaba que funcionasen. Sabía que se podían cargar juegos de antes de la guerra en esos chismes incluso.