Partida Rol por web

Kratos, en un arrebato de inteligencia arrea un patadón a la puerta de mantenimiento que la hace quebrar por completo. De hecho, no se le queda la bota clavada en el centro de la puerta de milagro. Miller simplemente sonríe nervioso ante semejante demostración de fuerza bruta y no dice nada. Ambos cruzan la puerta sin más, al otro lado hay un cuarto rectangular, de paredes grises de cerámica, con toda una serie de armarios acristalados con 4 servidores por cada banda. Montones de cables salen y entran  de los servidores. Hace algo de frío, está claro que mantienen la temperatura baja por los aparatos. Al otro lado de la sala hay una segunda puerta. Esta vez es de metal, del tipo automático, con apertura electrónica. Miller, reprimiendo sus ansias de trastear aquellos servidores, se adelanta para abrir la puerta automática. Vuelve a hacer un truco similar al realizado con la lanzadera. Le lleva un par de minutos pero consigue abrirla. Por fin habían llegado ambos a la zona de las celdas.

Lo primero que visualizan ambos es una primera zona repleta de celdas a lado y lado y un estrecho y largo pasillo que da al otro lado, a una zona más amplia, donde Kratos reconoce a Julian y a Ian, que están de espaldas a ellos dos, hablando con un fed, fuera de las celdas. A sus pies, hay dos cadáveres, dos hombres trajeados con guantes azules. La sangre en el suelo, es un claro indicativo de que están muertos. Parecen estar discutiendo algo, pero ni Kratos ni Miller consiguen oír el qué...

El Fed se da la vuelta y mira sorprendido ante la aparición de dos personas inesperadas, un tipo delgado que podría ser de mantenimiento y otro que es como un armario y va armado con un lanzagranadas. Por unos segundos se queda boquiabierto y alucinado, en toda su carrera militar había visto semejante "entrada" y había visto unas cuantas, que conste!

-Tenemos problemas señores!- les dice a Julian y a Ian, levantando su arma fed para apuntar a Kratos y a Miller directamente. Éste último levanta las manos hacia arriba, con la PDA en la mano, en un gesto de rendición. No quiere ser disparado por nadie y menos por un fed.
 

Hace apenas un año o así que Wendolyn, Angel para los amigos, Drake, llegó a Sundance Creek, una pequeña colonia situada en Whitefall, una de las lunas del planeta Athens. El clima era rudo, al igual que sus gentes, que a su llegada se mostraron algo reticentes y cerrados con ella (y con cualquier forastero recién llegado) rayando la paranoia. Nadie parecía acabarse de creer que una chica de "ciudad", procedente del núcleo, fuera a parar a aquel culo del Verso y por voluntad propia. Angel recuerda cuan duro tuvo que trabajar con y para aquellas gentes, simples nuevos colonos, granjeros y ganaderos, cuyo mayor lema era sobrevive o muere. La pobreza, las enfermedades e incluso el hambre, eran y serán siempre cosas habituales en aquella parte del Verso. Si una cosecha se estropeaba o los saqueadores venían y destrozaban los cultivos, no sólo suponía enterrar a unos cuantos muertos, también implicaba un largo proceso de penurias para los que quedaban vivos. Eso fue lo primero que Angel vio con sus propios ojos en aquel sitio árido, hosco y alejado de la civilización moderna. Un montón de seres humanos sin acceso a las cosas más básicas y que ella, como cualquier ciudadano del núcleo, daban por sentado: comida y medicamentos. Civilización, en una palabra.

Aunque en origen le costó que aceptaran su presencia, poco a poco se los fue ganando a todos, especialmente al mostrar tan buena voluntad ayudando a los más desvalidos, como los enfermos y los niños. Con el estómago lleno siempre se ven las cosas de otro color. A medida que ésta se iba involucrando más y más en la vida de los habitantes de Sundance Creek, más calaba su presencia entre éstos, hasta que un buen día simplemente era una más de ellos.

Todo empezó con los viajes para traer suministros imprescindibles: comida, aperos y medicinas, para facilitar la vida en la colonia y ayudar a sus habitantes a llevar una vida con un mínimo de dignidad, y continuó con los rumores que algunas personas iban diciendo, en noches oscuras y frías, al amor de la lumbre, cuando creían que nadie les escuchaba, salvo la dulce y celestial Angel, que les acompañaba en el lecho de su enfermedad y su desdicha, escuchando sus murmullos, a veces desvaríos, otras veces como parte de sus oraciones pidiendo perdón a su Dios antes de morir, acerca de gente secuestrada y un sitio misterioso más allá de las montañas Elcano, en Icaria Valley. Al principio no parecían más que eso, cháchara de moribundos y estados febriles, pero lo cierto es que algunas personas, vagabundos, gente muy pobre o que vive en granjas muy alejadas, estaba empezando a desaparecer, o al menos nadie parecía haberlos visto en semanas. Y eso, en un sitio como Sundance Creek, donde no hay grandes cosas a hacer ni entretenimientos fashion, es raro, muy raro, incluso para los que viven más lejos del centro de la colonia. Y luego estaban todas esas historias perturbadoras acerca de unas horribles criaturas, que los colonos insistían en llamar Reavers. Angel siempre se había criado bajo la creencia de que eso no son más que cuentos para no dormir, como el Coco, no algo real, pero a veces, en algunas miradas, podía captar que quizás había algo más en aquellas historias, aunque claro, son colonos, gente sin apenas cultura, seguramente llaman así a los saqueadores, y eso son sólo seres humanos que se aprovechan de otros, no monstruos intergalácticos...

A pesar de todas esos detalles, que de vez en cuando la inquietaban, Angel no podía pararse en su constante actividad, los niños no iban a alimentarse solos y los medicamentos no aparecerían por arte de magia si no iba ella a buscarlos, así que simplemente aparcó el tema y emprendió su siguiente excursión a la skyplex Andrómedes a por su compra, una remesa de medicamentos, procedentes del mercado negro. Probablemente eran robados pero ahora mismo era lo mejor que tenía. Aunque en el núcleo los medicamentos eran gratis, había que justificar su salida, sobre todo en las cantidades que ella siempre pretendía traer a la colonia, con lo que muchas veces se veía obligada a comprarlas a vendedores de muy cuestionable reputación y profesionalidad. Pero todo es por los niños!

El viaje de ida a la Skyplex en la Agamenón fue corto y sin sobresaltos, pero como bien le indicó su capitán, el retorno con la mercancía era ya cosa suya, ya que la nave tenía una ruta prevista que no pasaba por hacer un viaje de retorno a Whitefall en un lapso tan corto de tiempo y ellos no hacían caridad. Por tanto, Angel se vio de repente, en medio del espacio, en una skyplex, con un montón de cajas llenas de medicamentos, comida y aperos de labranza, pero sin nave para transportarlo todo a donde quería. Y para empeorar las cosas, mientras buscaba una nave apropiada para llevar su mercancía, estalló una bomba en uno de los embarcaderos, causando decenas de heridos y algunos muertos y los paramédicos apenas podían acceder a la zona para ayudar. Además, no había suficiente personal para atender a todos ya que un incidente en el centro comercial reclamaba a la gran mayoría. Una gran catástrofe ha sucedido y no podían con todo, el personal médico de la estación estaba claramente desbordado, frente a una masa de población que si no está herida o muerta, ha empezado a ponerse histérica, pudiendo causar en breves nuevos daños, como aplastamientos y pisoteos.

Claramente esto es un aviso para Wendolyn Drake, es una misión para su espíritu de Angel Protector de los Desvalidos y los Indefensos!

Y encima, aquella nave, la Orpheus, no queria abrir las puertas para ayudar a los heridos! Menuda desfachatez!!

El cuchillo pasa a escasos milímetros del hombro de Rousseau, le ha faltado un pelo para que le diera. Pero eh! ha salido indemne milagrosamente, aún no está tan viejo como pensaba y ha sido capaz de esquivar un cuchillo lanzado con bastante precisión. Eso le da el margen de poder disparar pero, efectivamente, los nervios, o tal vez la subida de adrenalina por haber esquivado por poco una posible muerte certera y dolorosa, le traicionan y la puntería le falla. Estrepitosamente. Para su reputación, claro.

Sandy y Candy están a punto de cruzar el umbral cuando ésta primera oye a Rousseau y su comentario despectivo acerca de su nombre. El disparo de Rousseau pasa silbando a casi medio metro de Sandy, quedando incrustada la bala en la pared de la entrada.

-Mal intento, capullo. Si funcionas tan bien en la cama como disparas, me alegra de no haber llegado más lejos- se burla ésta -Y no soy una doxie!- escupe cabreada al suelo.

Tal vez por estar pendientes del disparo de Rousseau, Ivy consigue pasar levemente desapercibida entre el grupo de hombres armados, causantes del atraco y Sandy ni la ve. No se puede decir lo mismo de Steve y Ashton que son claramente visualizados por todos, en especial por Candy, que parece tener una vista y capacidad de percepción impresionante. Levanta su arma y apunta hacia Steve.

-Mejor os quedáis en el suelo, bien quietos, no me gustaría tener que usarla. Ni tener que dar la orden de que os disparen. Si tenéis suerte, tal vez sobreviváis a esto...- dice ésta, con su voz suave y dulce, nadie diría que está apuntando con una pistola a nadie...

Los otros hombres también alzan sus armas, quedando dos, apuntando a Steve y a Ashton. El resto salen precipitados, no quieren acabar muertos. Entre ellos Candy y Sandy, que tras dar su advertencia a la mecánica y al cocinero de la Orpheus, simplemente se marchan, a cumplir la segunda parte de su misión. Sacar el dinero de allí.

Mientras, algo más en el interior del local, Jack intenta hacer razonar a Sophie acerca de morir en el atentado y si está tan loca, a lo que Sophie, se revuelve pero no hace un intento real ni de soltarse ni de usar su arma.

-Yo estoy en paz con mi Dios, Wolf. Lo estás tú?- sonríe burlonamente. La frialdad de su respuesta da a entender claramente que no le importa una mierda morir aquí y ahora. A su vez, Jack entre sus intentos de cálculo aproximado y búsqueda de un sitio cercano donde cubrirse de la bomba, llega a la conclusión que lo mejor es usar la mesa de juego como cobertura, que parece estar puesta en la dirección correcta para poder parapetarse detrás. No es una bañera de cerámica ni un muro, pero es lo mejor que tiene a mano.

Y el tipo con la bomba le da al botón y ésta estalla.

Lo último que todos oyen es un "Abajo la Alianza" y el sonido ensordecedor de la explosión.
 

[El Dragón Azul]

Cuando Sophie le dice eso, Jack la mira incrédulo, puede comprender a los Yone Yee, pero esto...

- Chui Se, no creo en más dios que mi pistola y una buena mano...

Jack salta hacía la mesa, intentando llevarse con él a Sophie, si se resiste a su intento de llevarla a la cobertura, o intenta detenerlo, simplemente la empujará lejos de él, mientras dice:

- Chwee Ni Duh, Chwen.

Una cosa es que esté loca, o sea una fanática suicida, y otra que Jack lo sea, y se vaya a dejar matar a lo tonto. No le gusta combatir contra mujeres, pero no por eso se va a dejar matar.

Na-nana, nana nanana na. Nanana, nananana na. Tiriruríí. Tiriru naaaaaa.

Me sobresalto al mover el Capitán al inconsciente, "Uh, ya ni me acordaba de él", y oír su "dulce" voz con ésa suave petición. Psé. Aficionados. Cojo el maletín y rebusco en su interior, aprovechando el momento en que están ambos distraídos para darme un chute de adrenalina. En momentos de tensión en el Verso, lo mejor.

Antes de probar cualquier cosa con el noob-fed, me tumbo boca abajo en el suelo a su lado. Observo con tranquilidad sus oídos, los cuales sangraban. Muevo un poco su cabeza desde la misma posición, tumbado, hasta que un rato después me pongo de cluquillas y observo sus ojos. "Hmmm... Comodín del público".

Vuelvo a mirar a ambos, pero no parecen observar así que aprovecho para coger la varilla* y guardármela en el bolsillo. A saber. En ese momento, se abre la puerta de la manera más sigilosa posible. Carraspeo, incómodo por la forma de actuar de Kratos. "Gorila". Aunque por un momento se me pasa por la cabeza azuzar al fed para que le dispare, por escandaloso y violento, decido poner la mano en el hombro del fed y negar con la cabeza.

- Vive y deja vivir -Asiento con la cabeza-. Son amigos, tranquilo. Vienen a constatar cómo usted salvó la vida del hijo de los Green. Eh, enhorabuena -Le doy mi mano-. Y no se preocupe por su compañero, que tiene... [INSERT BLACK's DECISION].

Sonrío al escuchar el crujido de la puerta y ver cómo cede bajo mi bota. Por fin un poco de destrucción, esto empezaba a ser aburrido. Me tomo un par de segundos para admirar mi obra. Y luego susurro una frase corta.

- Otra vez será, Jessy.

Paso por el CPD sin pararme a mirar los servidores. La verdad es que una explosión aquí sería muy divertida, pero no hay tiempo para la diversión. Me siento como un niño con juguete nuevo, o con juguetes. Vuelvo a sonreír mientras rozo con la punta de los dedos el lanzagranadas. Sigo avanzando a grandes zancadas. El geek este abre la puerta y avanzo tras él.

Entonces veo la escenita. Es bastante extraña. El Fed se gira y me apunta, la adrenalina empieza a fluir, pienso en disparar al tipo con el lanzagrandas, sonrío, pienso que podría darle al médico con la explosión, sonrío más, pienso que podría darle al capitán, dejo de sonreír. Empiezo a echar mano a la pistola pero entonces veo que Ian para los pies al poli.

Luego me fijo en los dos cuerpos. ¿Qué coño pasa aquí? ¿Por qué coño están tan amigos con el fed? ¿Quién es el tipo de los guantes azules? ¿Y qué hace otro fed más en el suelo y el médico le está tratando? Decido exteriorizar mis profundas dudas y compartirlas con el resto.

- ¿Jules, nos vamos?

 Candy y Sandy (perdón, Berth) se van con mi dinero y un montón de matones que tienen de revolucionarios lo que yo de cura.

"son unos mierdas, no tendré problemas para hacer que me devuelvan mi dinero en cuanto les apriete un poco las tuercas"

Estoy dispuesto a salir tras ellos cuando escucho detras mio al loco de la bomba, ese si parece un revolucionario, o al menos un retrasado mental

"mierda"

Salto cuerpo a tierra cubriendome la cabeza, al menos al salir tras las chicas me he alejado un poco del centro de la explosion

Abro la boca al girarme y ver a Kratos, mi chico de armas, entrar como si nada. De un patadón. A veces, solo a veces, me da miedo. Pero luego pienso en que está en mi tripulación y en todo eso que me lleva a que deje de darme miedo.

El segundo paso no lo tengo muy claro... La verdad es que no sé si llevarme una mano a la cara o reírme.

- Todos tranquilos ¿vale? - alzo ambas manos - Mire, amigo - miro al Fed, con el que sigo intentando llevarme bien. "Intentando" es la palabra clave - Yo lo siento mucho por todo lo que ha pasado pero ya he hecho todo lo que estaba en mi mano y creo - remarco con mi voz esa palabra - que lo he hecho bastante bien. Viendo lo visto - señalo a ambos agentes abatidos en el suelo - Ya sé que es una putada eso del papeleo y que si nos vamos, tendrá que dar explicaciones. Pero si esta gente está aquí - señalo ahora a Kratos y a Miller, al cuál desde luego que no esperaba aquí. No le imaginaba, la verdad... Pero ahora eso no importa. - es porque no debe haber mucha seguridad ahí fuera ¿no? Usted ha escuchado como yo todo el ajetreo así que... Si dos presos se escapan de una Skyplex en caos, dudo muchísimo que se centren en joderle a usted la jubilación. Así que... - señalo la puerta llevando la mano al arma, por si acaso. Porque no me fío del todo de que no vaya a dispararme - Yo voy a irme. Me reclaman en otra parte. Pero que sepa - le señalo - que ha hecho un buen trabajo, en serio. Pero hay cosas que no se pueden evitar - me encojo de hombros - Y ya le digo que me están esperando en otra parte. Me gustaría que no intentara matarme si me doy la vuelta para salir... - murmuro mirándole, con la pistola ya en mi mano pero sin alzarla. No quiero que piense que podríamos dispararle.

Jack se lanza detrás de la mesa, encogiéndose todo lo que puede cuando ve que el Shiang Jing Ping de la bomba levanta el brazo con el pulsador mientras grita algo que ni siquiera llega a oír, mientras abre la boca y exhala todo el aire que puede para minimizar los efectos de la onda expansiva.

Me sentía una extraña en las zonas asépticas de la Skyplex. Tras meses en Whitefall me había acostumbrado al paisaje terroso y polvoriento, al sol y el viento. No es que me sintiera incómoda, de algún modo recordaba cómo se suponía que tenía que comportarme allí, la ropa, las palabras, los gestos. Incluso había conseguido que papa soltase algo de dinero tras grabar un video para su campaña. No es que me gustase representar ese papel pero gracias a eso tenía el cargamento y, con suerte, podría pagar el transporte.

Lucy, para variar, se había largado mucho, mucho antes de que llegase. Esta vez me había dejado una botella de vidrio con arcoíris pintados a mano, una etiqueta que prometía “viajes oníricos” y un líquido morado de aspecto inidentificable. La miré de forma suspicaz antes de echarla a la mochila con el resto de mis cosas.

Me aparté el pelo de la cara y empecé a trenzarlo para que no me molestase, tenía trabajo que hacer. Una nave, tenía que encontrar una nave con capacidad para llevar carga. Eché un vistazo por la zona y mi mirada se detuvo casi por azar sobre el casco de una nave. Orpheus, el artista que bajó al hades para rescatar a su esposa.

Y estaba pensando que debía ser el karma cuando hubo una explosión. Me palpé el cuerpo, era solo suerte que no tuviera heridas. Otros no estaban tan bien. Muchos heridos, gente gritando, intentando huir sin importar a quién pisaban. Respiré hondo, lo importante era mantener la calma, centrarme en los que estaban peor y evitar más daños.

Los paramédicos no eran capaces de controlar la situación, la gente se agolpaba contra las puertas cerradas de la Orpheus, presionando a los que estaban delante para entrar, aplastándolos. Tenía que hacer algo, llamar su atención e intentar organizar una evacuación organizada.

Me esforcé por subir a un sitio visible e intenté transmitir algo de calma a los que estaban más cerca de mí, era importante que no se pisasen unos a otros. Y cuando evitase que se hiriesen intentando salir, vería el mejor modo de que la nave aquella abriese sus puertas. Imaginé que no cabríamos todos, claro, pero al menos los que estaban peor. Elevé la voz cuidando de darle una entonación que transmitiera serenidad.

-          Calma, todos recibiréis ayuda. Si nos organizamos será más fácil evacuar. O desbloquear esas compuertas. – dije señalando la nave – Tranquilos, ayudad a los heridos.

Mi postura era todo lo confiada que podía ser y, esperaba, les aportase la seguridad suficiente para contrarrestar el miedo. No sabía si había más bombas cerca o no, pero mi intuición me decía que lo que buscaban era generar confusión. Y yo que pensaba que lo más peligroso que podía sucederme en la Skyplex era el reencuentro con Lucy…

Los ojos de Wladimir se clavaron en Cassia, y una irónica sonrisa se dibujo en su rostro, acentuando la estrechez de la mirada. Un descuidado mechón cano fue apartado de la frente del viajero que se había presentado como ejecutivo con calma.

-¿No esperaba que entendiera el apego que se puedan sentir por otras personas? – su voz grave dejó caer un ligero acento difícil de identificar, pero acento al fin y al cabo – comprenderá que eso que acaba de decir no puede considerarse cortés, puede que a ojos de una apasionada joven como usted pueda parecer un “viejo sin corazón”,  pero tampoco tiene porque recalcarlo, ¿no le parece? –

Se acercó un par de pasos, firmes, la suela de los zapatos produciendo un ligero tintineo metálico sobre el sufrido suelo de la nave.

-Quizás cuando este pequeño incidente se solucione, deba darle unas cuantas clases de educación y protocolo-

El de St. Albans sonreía de nuevo con el mismo gesto que cuando habló por primera vez, quizás la chica tuviera razón en cuanto a lo que era, pero incluso para él era difícil poder afirmar tal cosa. Y en el caso es que le gustaría poder hacerlo.

Se me escapó resoplar con resignación y algo de ironía, porque estaba claro que me había entendido mal o que quizá yo estoy ya demasiado quemada con el tema de una mujer como yo no debería estar en esta nave con esa gente. Cuando se acerca acentúo mi expresión irónica con una sonrisa ladeada.

-No es eso lo que he dicho, pero si desea intentar enseñarme algo de educación y protocolo que no conozca...-le invito con un gesto de mano.-pruebe. Será más entretenido que esperar de brazos cruzados.

Helena aún no está muy segura de cómo llegó a aquel trozo de roca flotante llamado Whitefall y menos aún entendía que su culo latino acabara trabajando para un pueblucho como Prudence Oak, o mejor dicho, que un grupo de colonos paletos pudieran contratar a alguien como ella. Helena sonríe al pensar en ello. No iba a sacar una gran tajada de ello, sólo lo suficiente para pagar el último plazo de su ojo metálico y reluciente, que se esconde debajo de su parche, y para cubrir los gastos del trabajo (viaje y balas, muchas balas). Sí, a pesar de que se estaba dejando una cantidad indecente de créditos en aquel ojo artificial, y a pesar de que le permitía ver perfectamente, ella seguía llevando aquel horrendo parche. Tal vez por costumbre tras tantos años de llevarlo ó quizás para despistar a sus enemigos, haciéndoles creer que es una tuerta indefensa. Pero lo cierto es que podía ver y no sólo eso, su ojo cibernético podía pasar casi por un ojo normal. Casi. Pero aquel parche significaba mucho para ella, casi tanto, o más que su nuevo ojo y lo lucía con cierto orgullo prepotente.

Pero nos estamos desviando de la cuestión. Prudence Oak. Dos colonos, uno de mediana edad y otro algo más entrado en los 50, le ofrecieron un trabajo fácil, prácticamente rutinario y aburrido: traer a un médico, cirujano a ser posible, del modo que fuera, hasta su pueblo perdido en el culo del Verso. Ese " de cualquier modo" le sonó tan desesperado y ambiguo en aquel momento, en el puerto espacial de Whitefall... Abría tantas puertas a la diversión, que Helena no pudo decir que no. More fun... Tampoco es que "especificaran" de donde se suponía que debía "sacar" al médico. Estaba claro que sólo podían pagar a una sola persona para la misión, y buscaron a una gran profesional como ella, Helena Tijeras. Habían logrado entre todos los del pueblo, reunir 300 créditos para ello. Bueno, es cierto, no es un gran trabajo. Por ese precio, Helena realizó su primera parada en el sitio más cercano a la civilización, la skyplex Andrómedes, que es hacia donde se dirigía la nave que le ofreció el pasaje más barato, la Hécate. Eran todos un poco "raros" en esa nave, pero si ellos no hacían preguntas, ella menos. Normas del oficio.

Nada más llegar a la estación espacial, lo primero fue preguntar por los médicos del lugar. Demasiado controlados. Luego salió el nombre del Dr. Qing. Segunda mala opción. Demasiada familia y demasiado chino con tendencias agresivas a su alrededor. Descartadas ambas opciones, demasiado riesgo y complicaciones para tan poca recompensa. Cuando ya parecía que Helena se iba a ver obligada a secuestrar a uno de los médicos de la plantilla de los Feds, uno de sus contactos, un chaval de los Han-Boys, la cara visible de una de las Triadas que manejan el cotarro de los bajos fondos en la Andrómedes, le dio el chivatazo: los Feds estaban parando e interrogando toda una serie de naves, en especial las fireflies. Helena cayó en la cuenta de que la tripulación de la nave en la que vino no fue interrogada y a ella menos. Bueh, lucky me, Helena ya tuvo suficiente con que cada arco detector por el que pasaba, arco que no paraba de pitar nada más cruzarlo. Y eso por toda la skyplex. Tuvo que dar explicaciones, muchas, y todas ellas involucraban unas tijeras.

Pero nos estamos perdiendo de nuevo. Helena había conseguido encontrar a ese contacto de los Han-Boys. Él fue quien le dio la respuesta a su problema, un nombre: Ian Green. Retenido en las celdas de detención en el cuartel Fed, había recién llegado en una firefly llamada Orpheus. No conocía todos los detalles pero por lo visto era un tipo procedente de un planeta del núcleo, un niño rico que había sido pseudo-secuestrado por una panda de colgaos y encima el tipo tenía una fama impresionante como médico cirujano. Pero lo más divertido, es que el Han-Boy le aseguró a Helena que la persona que le había reclamado no llegaría hasta dentro de 3 días, como mínimo, y que estaba retenido en la celda porque sufría Síndrome de Estockholmo, vamos, que encima adoraba a sus secuestradores y estaba dispuesto a volver con ellos!

Para Helena todo eso suponía dos cosas:

1. No tener que seguir buscando y por tanto cobrar de forma rápida su dinero y acabar con el último pago del préstamo.

2. Y lo más importante: una presa fácil. Un tipo del núcleo, no vinculado por relaciones laborales con la skyplex, y que ya ha sido secuestrado anteriormente. Es un debilucho seguro, y encima nadie preguntará. Y para cuando lo haga la familia adinerada a la que pertenece, ya será demasiado tarde. Helena ya se habrá alejado con el doctor a cuestas, hacia donde nadie le encontrará. Y si lo hacían, bueno, que al menos fuera después de haber cobrado, al fin y al cabo le pagan por llevarlo, no por mantenerlo retenido en el pueblo.

Y aquí empieza el dilema de Helena. Como iniciar su trabajo. "Rescatar" al doctor de las garras malvadas de los Feds? O bien dirigirse a la nave, a la cual volverá el doctor casi seguro, a esperar que esos idiotas que le secuestraron inicialmente lo liberen (haciendo el trabajo sucio por ella) y luego ella llevárselo de buen rollito? Qué hará nuestra pequeña mentirosa con mal genio?...

 Las dudas no tienen cabida mientras avanzo por los túneles de mantenimiento. Esto es pequeño, sucio y peligroso. Como toda mi vida, me quejo para mis adentros. Pero  Sophie confía en mí. Quiere que sea yo quien haga algo tan importante para la operación. Todo lo que han hecho el resto del equipo es solo en preparación para que yo lleve a cabo mi tarea. Aunque a los demás les parezca una misión suicida, alguien tiene que  terminar el trabajo y Sophie  quiere que sea yo.

 Ya llevo un rato caminando, apenas iluminado por la luz de lava cuando oigo unos pasos. Inmediatamente  guardo la luz de lava y me paro para escuchar. Parecen pasos fuertes, de dos hombres. Retrocedo con cuidado. Busco el mejor lugar donde pueda vigilar sin que me vean, preparo mi pistola y espero a ver quiénes son mis vecinos en los túneles.