Partida Rol por web

Taithja no pudo ocultar una sonrisa en cuanto su mirada se cruzó con la de Gimbar, era consciente de que habían descubierto sus intenciones y ahora estaba atrapado con ellos en aquella tienda. Con paso firme y decidido se acercó al gnomo hasta llegar a un par de metros escasos y puso los brazos en jarra. Parece que nos volvemos a encontrar maese Gimbar, abandonó Olkau tan deprisa que ni siquiera tuvimos tiempo de despedirnos, aunque parece que sí ha tenido tiempo de recibir y enviar correspondencia, ¿qué será eso tan importante que debe transmitir incluso en mitad de un asalto orco?

Kevril se quedó a su lado, era bueno ver que, al fin, la enana se habia dado cuenta de como era gimbar en realidad y le trataba como tenia que hacerlo. Ahora, el gnomo intentaría usar su palabrería para salir del apuro, pero la reacción sería interesante de estudiar.

El gnomo se mantiene tranquilo, aunque Kevril nota el nerviosismo tras la máscara.

- Señorita Taithja, es un placer volver a encontrarla. Lo mismo a usted - dice saludando a Kevril con un leve movimiento - Lamento no haber podido despedirme pero mi presencia aquí era necesaria. Debía regresar con el general tan pronto como me fuera posible. Espero que se encuentren bien, comprendo que han tenido algunas diferencias con el resto de su grupo. Confío en que no sea grave.

No se preocupe por nosotros, estamos bien y sabemos cuidarnos, sin embargo me preocupa más su seguridad, con los orcos a punto de atacar nadie está totalmente a salvo, no son pocas las personas que hemos encontrado en el camino que han perdido todo lo que tenían por la guerra. Por suerte usted está en una posición privilegiada y es difícil que eso le ocurra, siempre y cuando mantenga sus aficiones en secreto. Taithja le guiñó un ojo de forma cómplice, aunque lo que buscaba en realidad era ponerle todavía más nervioso con la esperanza de que cometiese algún error.

- Consejero... - dijo haciendo una pequeña inclinación de cabeza.

Kevril seguía atento. No quería que se la colaran de nuevo. Sabía que tenía aliados, segurametne gnomos también, y no quería darle la espalda a nadie. Se colocó pues mirando la de la enana, con el fin de que ella vigilara también la suya, formando un tríangulo perfecto donde el tercer vértice era Gimbar.

El gnomo frunce el ceño ante la guiñada de Taithja y saluda rápidamente a Kevril con un gesto y una sonrisa.

- El general en persona responde por mi seguridad. - responde para luego agregar algo un poco más tarde de lo necesario - Así como de todos quienes se encuentran en este campamento.

Algo más atento que Taithja a la gente que os rodea, notas que los tipos con armadura de legionario os observan. No intentan pasar desapercibidos tampoco, aunque parecen interesados en lo que están hablando.

Claro... Claro, pero ya hemos vivido anteriormente esta situación, y sabemos de primera mano que la protección que nos brindan los extraordinarios hombres de la Legión no es infalible, por cierto, ha dicho que su presencia aquí era necesaria, espero que no le importe compartir sus motivos con nosotros, a fin de cuentas ya nos guardamos bastantes sescretos los unos a los otros y hemos demostrado ser dignos de confianza, ¿no es así Kevril?

Bajando un poco la voz pero no lo suficiente como para que los que estaban alrededor no se enteraran si es que querían hacerlo, le dijo a la enana.

- No sé, Taithja, este hombre intentó matarnos una vez por saber sus secretos mágicos y me da miedo que quiera intentarlo otra vez. No sabemos si tiene comprados a los guardias o al general. 
 

- Creo que ha habido un grave error aquí. - dice el consejero con gesto preocupado y bajando la voz - Yo jamás intenté matar a nadie, ni siquiera hacerles daño. Se que nuestra separación no fue la mejor, pero no les deseo ningún mal y aunque quizás no me crean las decisiones que tomé y las cosas que hice las hice por el bien de todos. Este no es lugar para discutirlo y creo que tampoco es el momento, con los orcos frente a nosotros. Pero les pido con todo mi corazón que recuerden todo lo que nos llevó hasta este momento y quizás vean que si alguien les deseó mal alguno no he sido yo.

Ya no estoy tan segura de sus intenciones consejero, es lo que tiene la traición, mina la confianza, si de verdad busca lo mejor para todos tal vez debería contarnos lo que planea y por qué esas páginas que deberían haber sido destruidas siguen en su poder. Taithja había dejado de lado su charla sibilina y había pasado a algo más directo, como bien había dicho Gimbar los orcos estaban al caer y no era momento para andarse con rodeos.

Kevril poco mas podia añadir, la enana habia sido directa y clara. Independientemente de lo que contestara el consejero, el pícaro no podría recuperar su confianza en él. De eso estaba seguro.

Gimbar hace una pausa, parece meditar algo, y justo cuando abría la boca para responder, un legionario llega a la tienda.

- Consejero - llama casi a gritos - El general pide por usted. También necesita hablar con vosotros - dice esta vez refiriéndose a los 2 enanos malvestidos con armaduras de legionario.

Estos 2 no demoran en salir de la tienda, seguidos de Gimbar que agacha la cabeza levemente como saludo.

- Pues nos vamos igual que venimos. ¿Qué crees que estará pasando? - preguntó Kevril a su compañera. - ¿Deberiamos mirar? 

Kevril estaba deseando que le dijeran donde ayudar. Estaba deseando enfrentarse a esas criaturas fétidas de color verdoso que le habian hecho sufrir tanto.

No estoy segura, nos han dicho que permanezcamos aquí, y tengo la impresión de que el general ya nos ha cogido manía, puede que lo mejor sea esperar aquí, aunque si vas a salir te seguiré. Taithja miró a Xril y durante unos segundos se pensó si debería enviarlo a explorar, pero rápidamente desechó la idea, era demasiado peligroso con la inminente batalla a punto de comenzar.