Partida Rol por web

"Desdicha" - la misma respuesta, quizás las hojas ya estuvieran fuera del alcance o quizás el hechizo no llegara a ser suficientemente poderoso como para predecirlo.

Para poder invocar los poderes de la diosa con calma tuviste que salir de la posada y buscar un sitio donde pudieras estar a solas. La habitación, como todas menos las más excéntricas, no tiene más que una bacinilla y una mampara donde hacer las necesidades. Encontrar un sitio seguro no te fue demasiado fácil, no hay muchos lugares en una ciudad que no conoces donde puedes estar seguro de que nadie te verá, sin embargo el ritual dura apenas un instante por lo que finalmente encontraste un punto oscuro y simplemente esperaste a no escuchar a nadie en las cercanías.

Finalmente volviste a la posada con tantas preguntas como antes y sin ninguna respuesta.

La noche pasa en paz y cuando Taithja, Darrak, Hugo y Bostler dejan sus habitaciones a la mañana siguiente se encuentran con que Kevril ya está allí con una taza llena de una humeante infusión en sus manos.

Además de Kevril en la sala hay otras 6 personas, 4 de ellas no son nuevos en la posada. Pasaron la noche aquí y al parecer hace ya casi una semana que viven en la posada. Los otros dos, son nuevos huéspedes. Ambos se encuentran sentados en la misma mesa cerca de la puerta de entrada con una taza de infusión y unos panes con mermelada acompañando. Parecen ser viajeros ya que sus capas, que cuelgan en los respaldos de sus sillas, están cubiertas de polvo y peligrosos. Uno de ellos viste una coraza bastante llamativa tanto por su obvia calidad como por el extraño brillo que refleja la luz sobre esta. Una coraza mágica seguramente, nada realmente ilegal pero sí muy poco común. También una de sus armas, una espada larga, tiene el mismo brillo. Además de la espada, tiene un hacha que descansa sobre la mesa y un elegante puñal a la cintura. El hombre descansa su brazo izquierdo sobre un enorme escudo pavés incómodo de usar y cargar que tiene apoyado de lado junto a sí. A su derecha, una ballesta pesada apoyada contra su pierna.
El otro, también humano, es mucho más delgado y no parece tener tantas armas. A su lado hay un gran arco compuesto sin cuerda, colgando de la cintura un carcaj con flechas y del otro lado, colgando en diagonal hasta tocar el piso una larga y fina espada ropera cuyo acero es completamente oscuro. El arquero no parece tener una armadura pero bien podría estar escondiéndola debajo de su ropa holgada. A diferencia de su compañero, que ha dejado su yelmo sobre la mesa, este aún tiene su capucha puesta lo que impide verle el rostro.

Ninguno de los dos parece estar prestándoles atención, ni a Kevril. Apenas les dirigen una rápida mirada al sentirles bajar pero enseguida vuelven a su desayuno.

Kevril llevaba un rato mirando a los mercenarios, no por sospecha sino por simple curiosidad. Al ver que sus compañeros bajaban, Kevril apuró el desayuno sin saber bien qué querian hacer. Esperó a que se sentaran en la mesa, tranquilamente.

ignorando la presencia de otros mercenarios se dirige a Kevril -Vaya pensé que te habrías ido con Lobo. ¿Cómo es que nos honras de nuevo con tu compañia? alguna nueva idea?

Puedes contar conmigo para resolver este asunto, aunque te recomiendo buscar actividades mas productivas. 

- Podria haberme ido, Bostler. Ya os dije que lo que me interesaba era salvar a Kiara y tratar de honrrar la memoria de Oscar, su padre. Lo cierto es que lo dudé. Pero creo que os dije que os ayudaría a destruir esas malditas hojas. Y creo que es lo que deberia  hacerse. - Le miró como quién mira a alguien a quién ve demasiado, con poco interés. Poco podía sacar Kevril de aquello ya. No le interesaba la riqueza, ni la fama, ni siquiera los temas mágicos. Realmente se quedaba... No sabia ni porqué se quedaba.

- Buenos días muchachos - comenta y se pone raudo a comer las gachas, suele bajar tarde a desayunar, y esta es otra de esas veces, pues dedica las primeras horas del día a recitar las plegarias que primero su madre y después en el templo le enseñaron. Sus rezos no son los de palabras floridas que se oyen en las catedrales, sino más bien rudos y breves, pero de corazón. Los enanos no suelen tener facilidad con las palabras y Darrak no es ninguna excepción, pocas son las almas que ha conseguido convertir, pero él espera que lo compense con su devoción.

La cuchara raspa el fondo del cuenco, así que lo inclina y acaba con los restos. Alza la mirada y ve a Kevril y Bostler discutiendo. Bah, humanos, piensa, de buena mañana y ya discutiendo. Alza la mano y Bress la camarera se acerca ya con media hogaza de pan y unas tiras de panceta, avanza esquivando las manos de los pocos que han madrugado tanto. Le conoce bien, las jarras de cerveza a pares y la panceta para desayunar. Está seguro que echará de menos esa sonrisa suya cuando haya de partir.

Sonrie y empieza a combinar el pan recien hecho con las tiras de panceta, de fondo oye las voces de sus compañeros, pero concentrado como está ahora son apenas un ruido de fondo. Hinca los dientes haciendo que parte de la grasilla resbale por su barba y caigan sobre ella algunas migas de pan. Divino, cierra los ojos por un momento extasiado. Instantes como este duran poco, seguro que en breve pasa algo que lo turba.

El día anterior había sido un fiasco, no solo no consiguieron destruir las páginas si no que además las habían robado, poco se podía hacer ya por recuperarlas, ni siquiera tenían una simple pista con la que tirar del hilo, así que Taithja intentó olvidar el tema mientras estudiaba su libro.

Cuando acabó bajó al comedor donde el resto del grupo ya se encontraba desayunando, y algo que llamó la atención de la enana, un par de desconocidos que parecían portar equipo mágico, intentando dejar de lado su interés se acercó a la mesa donde se encontraba Darrak, aunque no lo conocía mucho era de su misma raza y además le transmitía buenas vibraciones. Buenos días Darrak, parece que estás disfrutando de un buen desayuno.

Mientras acompañaba al clérigo con una jarra de cerveza y algunas gachas intentó entablar conversación, aunque no parecían tener muchos temas de los que hablar más allá de la comida o las recientes aventuras que habían vivido juntos. ¿Y qué piensas hacer ahora? Yo aún no lo tengo claro, tal vez pueda acompañarte, si no te supone ninguna molestia claro.

Hugo, sentado entre Taithja y Bostler, se hace cargo de un buen desayuno. Aún estaba algo golpeado por el día anterior pero aquello no le quitaría el apetito. Cuando Taithja habló el mercenario prestaba toda su atención a su comida y al parecer creyó que la pregunta iba dirigida a él.

- Me voy lejos de la guerra. Lo que intentaba hacer, pero esta vez creo que me voy solo. Puede que sea más peligroso pe... - en ese momento la mirada de Hugo se cruza con Taithja y Darrak y se da cuenta de lo que acababa de suceder - Eh... perdón, creí que me hablabas a mi

Sin más el lanza vuelve la cabeza para mirar hacia Bostler y Kevril.

- Bostler, no te metas en estos asuntos. No va a salir nada bueno. Somos soldados, hombres de armas, no deberíamos tener nada que ver con ese tipo de cosas. Yo estoy cansado de la guerra, pero tú puedes conseguir trabajo fácilmente como guardia de alguna caravana o incluso podrías buscar a algún lobo* y unírteles si aún quieres luchar.

Mientras desayunan notan que uno de los dos hombres, el más delgado, se pone de pie y sube las escaleras hacia las habitaciones. No sería de extrañar que hubieran llegado esta mañana y ya tuvieran una habitación.

Y no sería de extrañar que en todo esto hubiera algo más. Notas que el otro, el de la coraza, lleva una mano hacia su escudo y otra a su espada. Un acto reflejo común entre mercenarios y soldados cuando se preparan para que haya problemas.

También te da la impresión de que el otro tipo, el que ahora mismo está subiendo las escaleras, dió un rodeo para no acercarse demasiado a ustedes.

- Chicos - susurró a sus compañeros, o los que pretendia que fueran - Tenemos problemas. - dijo llevandose la mano a la cadena. - Taithja, Bostler, al de las escaleras, Hugo, Darrak y yo vamos a por el otro.

Cuando Taithja preguntó a Darrak recibió respuesta de Hugo, la enana le escuchó al mercenario atentamente, aunque no había tratado mucho con él no tenía nada en su contra, cuando acabó de contar sus intenciones Kevril se levantó y empuñó su arma y dio unas indicaciones. Espera Kevril, no sabemos qué pasa ni a quién buscamos.

Al de las escaleras... las palabras de Kevril hacen que todos miren en esa dirección sin poder evitarlo. Allí ven a uno de los dos recién llegados, el encapuchado, que se encuentra ya casi llegando al piso donde están parte de las habitaciones. En la mesa, sentado, aún está el otro hombre con su escudo y espada cerca.

Como un resorte, se activa en en el mercenario su instinto defensivo como respuesta a la alerta de Kevril. Así que se levanta de su asiento desenfundado la espada y avanza a las escaleras mientras pregunta al encapuchado, -le puedo ayudar, amigo? con el arma en mano invitandolo a detenerse

Darrak mira dudoso a sus compañeros con una mano el la hogaza con panceta y la otra en la empuñadura del hacha al verlos tan inquietos.¿Qué pasa? pregunta, ha visto a ese subir las escaleras, pero que hay de extraño en alguien que va a sus habitaciones

Al igual que Darrak que se mantenía calmado, Taithja no comprendía el peligro que podría suponer un hombre subiendo a las habitaciones, tal vez Kevril había escuchado algo de su conversación que lo puso en alerta, sin embargo la enana no podía actuar en base a suposiciones, necesitaba una clara prueba de que aquél encapuchado era un enemigo antes de pensar siquiera en atacarlo. 

La mercader no demoró en levantarse y acercarse hasta Bostler y el encapuchado intentando imponer paz. Vamos Bostler, este hombre no ha hecho nada tal vez si Kevril se explica un poco más este hombre pueda despejar sus dudas y ahorrarnos un altercado, de seguro que a la guardia no le gustará que haya una pelea dentro de los muros que protegen.

La reacción de Bostler llega como una sorpresa pero todos logran reaccionar con velocidad. El mercenario se pone de pie rápidamente tomando su espada, amenazante. El encapuchado ante el ruido de la silla al moverse hacia atrás se gira y responde a las amenazantes palabras de Bostler levantando sus manos. - Eh! Tan solo voy a mi habitación.

Darrak, sorprendido no atine a más que preguntar. Intentando hacerse a la idea de cuál es el problema. Taithja por su parte dejó su silla para poner una mano sobre Bostler antes de que este pudiera seguir avanzando. Mano que no detendría al guerrero de desear seguir adelante. Mientras Taithja habla el otro humano también se pone de pie, ahora lleva su espada en mano y su escudo frente a él aunque aún no lo lleva correctamente puesto en su brazo el escudo es suficientemente grande como para proteger parte de su cuerpo.

El resto de los huéspedes y la gente de la posada han sido tomados completamente por sorpresa y aún no reaccionan.

Debajo de la capucha y sus ropajes reconoces en el encapuchado los rasgos de un elfo. Quizás no sea de pura sangre, puede que sea un semi elfo, pero no tienes dudas de que lleva sangre élfica.

Darrak alucina al ver brillar el metal. Una sana pelea de taberna puede que no sea lo normal, pero es comprensible, pero sacar armas es de mal gusto. ¡Sobretodo cuando estaba desayunando! Deja disgustado la hojaza en la mesa de mala manera mientras se ajusta el escudo y desenvaina la espada mientras trata de ponerse entre Taithja y sus inesperados enemigos.

Una vez allí murmura una plegaría a su dios - Berronar protege a tu familia. - y a continuación preocupado por la gente brama en voz alta - ¡¡Salid, salid de aquí y llamad a la guardia, está gente tiene aviesas intenciones!!.