Partida Rol por web

     Bastian miró a Tanya, atónito. ¿No ha ocurrido nada? ¿Que estaba pasando? Al devolverle la archimilitante la mirada se encogió de hombros. Fuese lo que fuese lo que ocurría, estaba claro que Sarvus quería llevarlo en secreto. No existía otra explicación porque si Tanya había podido comunicar por vox con él, habrían podido hacer lo mismo con la seguridad de la nave. Se inclinó hacia ella en el asiento para poder hablarle en voz baja. - Debe ser cosa de Sarvus. Mejor no darle mas bombo al asunto hasta que no hablemos con él. Si alertamos a la tripulación quizás metamos la pata hasta el fondo. Solo quedaba abordar la nave y prepararse para lo que pudiese pasar.

El piloto no sabía nada. Ni disturbios, ni altercados. Cuando otos hubieron entrado en la nave el piloto cerró la puerta lateral manualmente, asegurando la puerta con un un cerrojo corredero. No es que hubiera ningún riesgo de descompresión, en el interior de Footfall -incluido el exterior de la Umbra Tigris- había oxígeno (prueba de ello eran los operarios que reparaban el casco del crucero ligero sin trajes espaciales), sino porque era el procedimiento estándar.

Sellada la nave el piloto se sentó en los controles de la nave y encendió los motores, el ronroneo del motor y un temblor recorrió el habitáculo. Tecleando una serie de códigos y activando o desactivando algunos augurios inició el ascenso. Tras elevarse unos cinco metros rotó unos 90º y se aproximó a la Umbra Tigris. 

Volando entre los astilleros de Footfall sobrepasaron a varios utilitarios más pesados, las compuertas laterales del hangar de la Umbra estaban abiertas. Un par de naves entraban en ese momento transportando material y suministros. El vuelo fue muy corto y apenas dos minutos después de despegar entraron por la compuerta del hangar.

El piloto iba a iniciar el descenso cuando todos vieron una pequeña explosión en el hangar. Un bidónde prometium acababa de estallar y el fuego se extendía a su alrededor, hubo más destellos y una deflagración. Un grupo de servidores militares y/o tecnosacerdotes armados con ametralladoras y lanzallamas abrían fuego contra unos prebostes armados con pistolas y escopetas. Las bajas entre los prebostes eran importantes, dos de ellos yacían en el suelo mientras otros dos arrastraban a un tercero herido alejándolo de la línea de fuego.

¿Qué cojones está pasando?

Los servidores cubrían la retirada de un tecnosacerdote que embarcaba en un Halo escoltado por un servidor y dos hombres gigantes, de carne y acero. Su Halo despegaba en el mismo instante en el que el de los exploradores aterrizaba, a unos cuarenta metros. En su compuerta lateral había un servidor abriendo fuego con la ametralladora sobre todos los que hubiera en el hangar. Una ráfaga alcanzó a su Halo, los impactos sonaron metálicos al chocar con el fuselaje, sin causar daños.

     El senescal no sabía que demonios estaba ocurriendo, pero mientras el capitán estuviese inconsciente tenía la máxima autoridad y no iba a permitir que nadie mas se riese de ellos. - ¡Piloto, corte el paso a esa nave, que no abandone el hangar! Le gritó. - ¡No me importa si tiene que empotrarse contra ellos pero hágalo cueste lo que cueste! Primero el atentado y ahora ésto. Ambos eventos tenían que estar relacionados obligatoriamente dadas las pruebas que se encontraron tras la explosión. Esos cabrones no iban a escapar de allí.

Esto no puede salir bien -dijo el piloto mientras aceleraba para cortar el paso al transporte.

No salió bien, mientras la nave enemiga despegaba la propia intentó aproximarse a ella, hubo un instante en el que ambas naves estuvieron frente a frente. A través de una de las puertas laterales el servidor lanzó una ráfaga contra el Halo de los exploradores, abriendo brecha en el cristal, sin heridos. Parecía que ambas naves iban a colisionar, pero el el último instante la nave enemiga descendió bruscamente, golpeando el morro contra el suelo del hangar, la parte inferior de su Halo pasó rozando la aleta de cola de la otra nave, con un chirrido metálico que perforó los tímpanos.

Cuando viraron 180º vieron como la nave enemiga, golpeando repetidas veces el suelo del hangar continuaba volando hacia la salida del hangar.

Oh dios mío... Pensé al ver lo que estaba ocurriendo en la Umbra. Era una anarquía, y al parecer habían encontrado y aislado a un grupo de infiltrados o algo similar. Puede que fueran los mismos que habían puesto la bomba. Para colmo la nave en la que nos encontrábamos no tenía armas con las que atacar a aquellos disidentes. Joder. !Vamos maldita sea! Dije al piloto exhortándole a que cumpliera la orden de cruzarse en el camino de aquella nave y evitar que abandonara el hangar. Miré mi bolter pensando en las posibilidades que tenía de abrir fuego contra esa nave.

Con un movimiento rápido bajé la visera del casco de la armadura Karskin y me acerqué hasta la puerta corredera de la nave, y de un tirón abrí el cierre y dejé que la puerta se deslizara hasta el lateral. Quizás pueda dañarla lo suficiente. Anuncie buscando un poco de suerte en lo que pretendía llebar a cabo. Iba a ser realmente complicado, pues suponía tirar a una mano con el bolter, un arma con gran retroceso. Afiancé las piernas bien abiertas y con la mano izquierda me agarre a las barras de sujección. Mi mano enguantada aferraba la empuñadura con fuerza en el momento en que apreté el gatillo.

     El transporte dio un terrible bandazo tras rozar contra el otro. Los pasajeros fueron zarandeados con violencia por la fuerza de la colisión. Cuando se estabilizó un poco, Bastian se desabrochó el arnés y se dirigió agarrándose a donde pudo hasta la cabina de mando donde tomó asiento. Tanya intercambiaba fuego con la otra nave mientras el piloto trataba por todos los medios de impedir su huida. El senescal abrió un canal de comunicación con la Umbra para hablar con el puente de mando. - ¡Baild a puente. Unos hostiles intentan abandonar la Umbra por la fuerza. Necesitamos el interceptor en el aire AHORA y las baterías listas para disparar! Si esa halo no vuelve al hangar, deben borrarla del cielo. Es una orden. Tras las órdenes dadas apresuradamente, abrió un canal con el otro transporte. - ¡Halo 3, les habla el senescal. Si no aterrizan el puente de la Umbra Tigris tiene orden de destruirles en cuanto abandonen el hangar. No voy a repetir la advertencia! Lo ideal sería capturarles con vida, pero no le iba a temblar el pulso si tenía que derribarles. Dejarles escapar no era una opción. De repente se dio cuenta de que el servidor artillado había despresurizado su transporte al destruir uno de los cristales y eso les ponía en desventaja. Se giró en el asiento para gritar el aviso a su compañera. - ¡Tanya, dispara a los cristales. Hay que despresurizarlos para que no pueden abandonar la zona con atmósfera! No quería dejar nada al azar. Era mejor tener en cuenta todas las contingencias.

Tanya abrió fuego con el bolter, no parecía que tuviera suficiente potencia para perforar ese blindaje, y así fue, pero sí causó daños suficientes como para levantar algunas capas de blindaje de la nave, un tercer proyectil impactó al servidor militar, causandole daños.

Los escoltas de los exploradores imitaron a su archimilitante y abrieron fuego con sus rifles láser sobre el Halo enemigo. Las descargas láser no lograban hacer mella en el casco de la nave, pero sí hicieron blanco en el servidor, aunque sin hacer daño. Su blindaje de ceramita absorvió los daños.

Halo 3 aquí torre de control. Interceptor en marcha. ETA: 1 minuto.

La descarga de respuesta fue certera. Una lluvia de plomo barrió el Halo 3, clinc, clinc, clong, clang, clang, clang, clong, clang, ahhh. Las balas lograron hacer mella en los dos hombres de babor, quienes perdieron el equilibrio y se precipitaron al vacío, en una larga caída que no parecía tener fin. Quedaron muy atrás antes de que los exploradores pudieran ver el final de su caída. Los demás soldados se miraron entre ellos, y parecieron vacilar, uno de ellos ocupó el puesto de los otros dos, y siguió disparando.

Su piloto parecía torpe, o tal vez, como piloto civil, la situación le superaba, pero supo aprovechar el error de pilotaje de la nave enemiga y la embistió, sin fuerza, ambas naves chocaron en paralelo y quedaron borda con borda, alineadas.

Aquella nave no podía abandonar el hangar, debía impedirlo, así que a una mano seguí oprimiendo el gatillo del bolter dejando que la munición saliera a bocajarro como un torbellino. Al suelo caían los gruesos casquillos con un repiqueteo sordo, para luego rodar y desaparecer por la escotilla abierta de la nave. Disparé contra el cristal de la nave, esperando despresurizarla, matar el conductor o algo similar. Con suerte en aquel punto, más débil que el resto, podría hacer mayor daño. ¡Acabad con ella! ¡Acabaddd! ¡WAAAAAAaaaaa! Grité enfurecida mientras observaba como los impactos soltaban trozos de cristal blindado.

     Tanya estaba bastante cabreada y no era para menos. Había estado enjaulada en mitad de papeleos durante días y por fin podía desahogar su frustración contra alguien que lo merecía de verdad. El rugido de su bolter dentro del habitáculo era ensordecedor, lo que contribuía al pandemonio que era aquella situación para el senescal. En vista de que aquellos tipos no iban a contestar a su amenaza ni desistir de su huida no tenía sentido continuar intentándolo. Bastian se levantó del asiento de la cabina y se acercó tambaleante por las maniobras a la puerta mientras desenfundaba su arma. Se asió a una de las barandas con fuerza, esperando un buen momento para disparar.

Salieron del hangar, sin que hubiera tiempo a cerrar las puertas. Pero no llegaron muy lejos.

Tanya logró abrir brecha en el cristal, e incluso un impacto alcanzó al piloto enemigo, abriéndole el pecho. En un isntante la cabina enemiga quedó impregnada de sangre, y la nave se escoró hacia estribor. Directa hacia ellos. La embestida fue brutal,  Bastian la padeció en sus carnes, cuando salió despedido y chocó con el asiento del copiloto, sintió un dolor agudo como si se hubiera roto la espalda; otro pobre soldado se precipitó al vacío, y Tanya tras él, por suerte la archimilitante se agarró a la pata del tren de aterrizaje. Cuando notó como algo tiraba de él, buscándole la ruina, miró abajo. El soldado se afanaba a su pierna, luchando por sobrevivir.

El piloto reequilibró el Halo de un bandazo mientras la nave enemiga se precipitaba en caída libre contra el muelle de Footfall, chocó con una de las grúas de carga, perdiendo la sección de popa en el impacto y se estrelló contra la zna portuaria, la nave se deslizó unos veinte o treinta metros antes de chocar, suavemente, contra la oficina de aduanas. La nave destrozada, pero de una pieza, a excepción de la zona de popa.

Pronto la muchedumbre se aproximó a ver qué había sucedido.

     Al ver desaparecer a la archimilitante mas allá de la puerta abierta de la halo, los ojos de Bastian se abrieron de par en par. - ¡¡¡TANYA NOOOO!!! Con mas sentimiento que razón, se enderezó como un resorte ignorando el dolor del reciente golpe e intentó llegar hasta el borde de la cubierta impulsándose con una pierna sobre un mamparo para tomar inercia, pero por desgracia otro bandazo de la nave lo desestabilizó y acabó empotrado de nuevo contra un pared lateral. Tan cerca y a la vez tan lejos de ella...

El golpe hizo que Bastian viera las estrellas, una ola de calor le envolvió la frente, para dar paso al dolor.

!Ahhhggg! Resbalé y mi mano más por instinto que por consciencia agarró el tren de aterrizaje de la nave mientras esta daba bandazos y vueltas sobre sí misma. Cuando saliera de esa situación, mataría con mis propias manos a aquel piloto cabrón que no sabía ni por donde se cogía el mando de control. Cojones tenía unos cuantos, y bien puestos, pero debía ser el tipo con más cojones y peor notas que hubiera abandonado una escuela de pilotos en la vida. El bolter repiqueteaba contra mi pierna, agarrado por la correa de sujeción provocándome no pocos sufrimientos. El tripulante gritaba como un cerdo descosido queriendo subir por mi pierna, y yo mientras hacía todo lo que podía por no caer y llévanos a los dos a la muerte. Era un miembro de la tripulación y no podía dejarlo caer.

Mis dedos se aferraban como el hierro al tren de aterrizaje, y notaba como las garras de aquel aterrorizado tripulante estaban clavadas en mi pierna perforándome con sus uñas el pantalón y clavándoseme en la carne. Miré hacia abajo y viéndole los ojos de pánico le dije al pobre desdichado: !VOY A SUBIRTE! !AGARRATE CON TODAS TUS FUERZAS! !NO TE SUELTES POR EL TRONO! Los tendones de mis brazos estaban tensados como alambres y sobresalían del brazo como sirgas de metal. Con todas las fuerzas fruto de los entrenamientos continuos doblé el brazo izquierdo y alargue el derecho hacia la base de la compuerta.

Mis dedos lo agarraron como si de un paracaídas en caída libre se tratara, y luego la mano izquierda en un rápido movimiento logró aferrarse al borde junto a la derecha. Ya casi estaba... pero el último esfuerzo sería brutal. Jadeaba por el esfuerzo y la adrenalina bombeaba por mi sistema nervioso. Los neuro receptores ya estaban bloquedados por las endorfinas y no sentía dolor alguno. La sinapsis en la medula espinal no se completaba, y el dolor estaba bloquedado. Algo normal en situaciones de máximo estrés.

Con un fuerte movimiento tensando todos los músculos de mi cuerpo flexioné los brazos y logré subir el pecho a la cubierta de la nave. !!WAAAAARRRRRgggggggggggggg!! Grité por el esfuerzo. Una vez ahí arriba enganché un mosquetón de mi equipo a la barra de sujeción. Ya estaba afianzada y el arnés soportaría mi peso. Eché una mano hacia abajo y agarré el brazo del asistente de vuelo, al que con los dos brazos libres ayudé a subir dentro de la nave. Luego, yo subí tras él y quedé tendida jadeando y con todos los músculos doloridos. Cerré los ojos y palpé con los dedos el eslabón esperando que estuviera aun fijo, para no volver a caer. Con los ojos cerrados comuniqué con Bastian con un susurro. Estamos dentro... Luego caí en un estado casi de inconsciencia.

     A pesar del intento de rescate fallido del senescal, la archimilitante consiguió subir a bordo de nuevo, rescatando además al otro tripulante. Toda una proeza, en verdad. Aun con el golpe reciente en la cabeza, que hizo que le latiese con fuerza y se marease un poco, suspiró aliviado cuando vio que la mujer estaba fuera de peligro. - Maldita sea Tanya, no vuelvas a asustarme así. Dijo jadeando por la subida de adrenalina. - ¡Y usted, aterrice ahora mismo! Quiero suelo firme bajo mis pies lo antes posible. Dijo en voz alta para hacerse oir al piloto. Luego se giró hacia los soldados mientras se frotaba el golpe en la cabeza. - Tenemos que cerciorarnos de que esos cabrones están muertos. No me gustan los cabos sueltos. Los servidores solo son un estorbo a eliminar, pero sería interesante capturar con vida a los mechanicum para interrogarlos. Aun así no os pongáis en peligro y si la cosa se pone fea disparad a matar. Estad atentos.

Sin saber muy bien porqué comencé a reír aun tumbada sobre la cubierta de la nave. Mi risa resonaba en el canal de comunicaciones. Jajajajajajaja. Era una risa profunda y con gran malicia. Tras unos segundos conseguí calmarme lo suficiente e incorporandome un poco me levanté la visera del casco y mirando a Bastian le dije: Buena les he liado acribillando la cabina. ¿Em? Seguro que no se lo esperaban.

Apoyé la espalda contra una cubierta de la nave y cambie el cargador del bolter insertando uno nuevo. Revisé que la correa de sujeción no se hubiera dañado mientras esperaba a que el piloto bajara hasta ahí. De pronto recordé que mis hombres estaban en la nave, fue algo repentino y e inquietante. Al menos había quedado bien delante de ellos, pues si hubiera dejado caer a aquel hombre, o lo hubiera matado de un disparo para perder peso... no sabía qué hubiera pasado con su confianza sobre mí. Soldados, preparar las armas y estar listos para desembarcar. Hice un gesto describiendo un circulo en el aire con el dedo índice. Quiero un perímetro en torno a la nave derribada, pero quiero supervivientes. ¿Queda claro? Si os atacan intentar neutralizarlos, disparos a las extremidades y demás. Sabéis como hacerlo recristo. Dije tajantemente. Me valen sin brazos y sin piernas, mientras puedan confesar y sentir dolor... Dije en un tono oscuro y peligroso.

El piloto aterrizó, con mayor sutileza de lo hasta ahora visto, a unos veinte metros de la nave accidentada. Sudaba a chorros y le temblaba todo el cuerpo. Su cara era blanca y su mirada, llena de locura. Buscaba desesperadamente un cigarrillo.

Apenas tocaron tierra los soldados saltaron de la nave y se desplegaron en abanico, había un servidor saliendo por la compuerta lateral, arrastrándose, y con su cañón apuntó a la archimilitante. El soldado que Tanya acababa de salvar se interpuso en la línea de tiro, pero nada ocurrió. Su arma no respondió, estaba destrozada por el impacto, los soldados acribillaron al servidor con sus descargas láser. La multitud se dispersó con velocidad (repentinamente recordaron que tenían algo que hacer en la otra punta de Footfall) mientras los exploradores avanzaban, paso a paso.

El piloto enemigo estaba en la cabina, muerto, en el asiento del copiloto había un tecnosacerdote, también muerto, y tras ellos, dos servidores. No había nadie más. Un interceptor sobrevoló la zona, era el suyo. Había llegado. Tarde, pero ahí estaba. Se oyó un ruido metálico, y sonido de pasos, al otro lado del halo estrellado, donde no podían ver porque la nave les bloqueaba la visión, alguien se alejaba.

Un estallido metálico sonó sobre sus cabezas cuando las cadenas que sujetaban una caja se deshicieron como si uan persona las hubiera soltado. La pesada caja cayó a peso, aunque se movió en su caída de un modo antinatural, tras el halo. Cuando rodearon la aeronave vieron a un tecnosacerdote, mujer de hecho (entre tanta maquinaria e implante aún se percibía) en el suelo. La caja le había aplastado las piernas y no podía liberarse.

Sin piernas. -dijo el astrópata sin ojos- Siente el dolor.

Así fue cómo la tecnohereje conocida como el Cirujano, buscada por el Ordo Hereticus del Cónclave Calixiano, huida de Escintila, fue atrapada y hecha presa.