Partida Rol por web

Un rogue trader vive y muere por la fuerza de sus actos.

Vos Karlorn, Lord Capitán del Testamento del Emperador

El enigma del "Camino de la Rectitud"
Comienza la aventura
 

Decididos a ampliar la influencia de vuestra Casa en la Expansión Koronus habéis atracado en Puerto Errante en busca de negocio, de lucro y, lo más importante de todo, de gloria. Situado en el borde del Sector Calixis, en los confines de la Marca de Drusus, Puerto Errante es la puerta de entrada a la Expansión Koronus y el vasto vacío indomable del más allá. La estación en sí se encuentra, inmensa y silenciosa, bañada por la siniestra luz de Rubycon II, rodeada por los restos destrozados de antiguos asteroides y protegida por una flotilla de naves imperiales, tanto grandes como pequeñas.

La Expansión Koronus promete grandes riquezas y milenios de fama a aquellos que se atrevan a sentar las bases de la humanidad en ese sistema; aunque por el momento carecéis de algunos pilares importantes, como un mapa (fiable a ser posible) de la Expansión Koronus, o información relevante sobre lo que allí acontece, más allá de los rumores y leyendas que circulan por las sentinas, los puertos de escala o las entrecubiertas de vuestra propia nave.

A vuestra llegada, una vez realizadas las pertinentes y sagradas oraciones y ritos con las máquinas de atraque habéis sido recibidos por varios emisarios oficiales y afectuosos comunicados, tanto de la autoridad imperial como de otros Rogue Traders, quienes dan la bienvenida al patriarca de vuestra dinastía a su puerto y honran el derecho de paso que la Licencia de Comercio le otorga. Este tipo de recepción es la acostumbrada, y no es menos de lo que cabría esperar. Pero no deja lugar a dudas acerca de un hecho, otras Casas ya saben que estáis aquí, y que sois rivales comerciales para sus propios intereses.

Entre toda la insulsa charla protocolaria, cuya atención dejáis a vuestros subordinados para que la procesen (tales como las respuestas a dichos saludos, el reclutamiento de tripulación, el avituallamiento y las labores de reparación más ínfimas), hay un mensaje que destaca, está encriptado con el código personal de vuestra Casa y ha sido enviado por uno de vuestros empleados en Puerto Errante: Orbrest Day.

Mensaje codificado para el Rogue Trader Karl Von Schawrz de la Casa Schawrz.

A su Excelencia Karl Von Schawrz. Me dirijo a usted lleno de gozo y admiración para comunicarle un hallazgo de gran valor, escondido durante muchos siglos, entre los archivos de su bisabuelo. Un golpe de suerte me ha permitido recuperar este hallazgo entre archivos largo tiempor perdidos tras la decadencia de nuestra Casa, de la que pronto nos recuperaremos. El Emperador así lo dispone. Permaneceré todo el día a su disposición en el mercado conocido como Patio de los Muertos. Este asunto promete gran fama.

Siempre leal, Orbrest Day

Con una copa de vino especiado en la diestra, sentado en aquella amplía silla que gobernaba la alargada mesa de la cámara reservada para actos oficiales y reuniones. Había releído varías veces el mensaje que le hizo llegar un leal amigo, leal a su familia, o eso quería creer, en este mundo de Rogue Traders, las traiciones están por cada insospechado rincón y saber quien es un amigo de verdad, costaba vislumbrar entre tanta enturbiada sombra.

Karl no dejaba de ser un novato, aunque hiciera ya un tiempo que la nave fuera botada y realizaran algún que otro encargo menor, en su fuero interno se sentía desprotegido; pero por fortuna para él, sabía disimular bastante bien sus emociones internas.

Dio un largo sorbo a la copa y paladeo el vino que tanto le gustaba, ahí, solo, en silencio y tranquilo. Le encantaban esos momentos de paz, pero sabía que quedaba poco ya.

Mientras tarareaba una canción que le gustaba apuró el último sorbo de su copa y lo retuvo en la boca saboreando con la lengua y el paladar tan delicioso y delicado trago.
Tosió levemente y abrió el canal de comunicación con sus subnordinados de más alto rango, en los que más confiaba... carraspeó con fuerza - Mi querida señorita Sokolov - siempre la nombraba primero, era una especie de trato de cortesía aderezado con picardía, y aunque a la mujer le pudiera molestar, a Karl le gustaba  todavía más sacarle el mal genio - Estimado Kungel, Erudito y bien hallado Regulus, Sarvus y Señor Baild, les quiero desde hace una hora en la sala de reuniones - sonrió, aunque nadie pudiera verlo - Tenemos un asunto importante que tratar, o más bien que me acompañéis de compras. Daos aire, venga - siempre demostrando ese contrapunto en su personalidad... una de cal y otra de arena.

Se echó hacía atrás en su asiento y jugó con sus dedos mientras seguía tarareando para hacerse la espera más amena... algo grande empezaba.

Sarvus dio las últimas instrucciones a los operarios del puente de mando cuando escuchó el mensaje de Karl: Si quería que estuviéramos allí hace una hora tenía que haberlo dicho hace dos, ¿acaso no recuerda que todavía no contamos con un puto astrópata que le lea la mente?, murmuró cuando salía hacia la sala de reuniones.

Recorrió los pasillos de la nave con paso rápido y decidido, admirando sin embargo el diseño y las formas de la misa; le gustaba esa condenada nave. Al llegar saludó con la cabeza y se sentó en una de las sillas del medio; dejaba las del lado del jefe a los pelotas: ¿Qué? ¿Vas a decirnos por fin que pone la maldita carta?

Se echó un poco hacía delante y apoyó los codos sobre la mesa mientras le dedicaba una mirada larga y fija a Sarvus - muchas veces he pensado hacerme un estofado con tu lengua... algunos días no se por que llego a dudar tanto. Siéntate y estate en silencio - le ordenó con la voz grave, una seña de estar contrariado - espera a los demás, y no bebas hasta que hayamos acabado - se volvió a sentar más comodamente sobre el asiento y le dedicó una amable sonrisa a Sarvus - mientras esos tonos los mantenga en privado no habrá problema...

Desde la llegada a la estación Kungel había re calculado la ruta que habían tomado unas diez veces, pero ahora tenía en su mente otros problemas -Esta zona es desconocida para mi, solo la conozco en mapas y nunca he navegado por ella, los estudios no son suficientes -metido en sus pensamientos y sin preocuparse de nada mas que sus mapas y cálculos.

Allí sentado en el habitáculo reservado para el dentro del puente de mando escuche las palabras del capitán una respuesta rápida por el canal privado -Deme diez minutos capitán y voy para allí -recogió sus enseres de navegación los mapas de sectores ya pasados y apago el proyector olografico antes de salir, tomo su bara decorado con un gran ojo de oro blanco y oro amarillo que desembocaba en largo y decorada bara de oro que indicaba su estatus y sus funciones, se recoloco la suave capucha de delicada seda. Sarvus también en el puente, salió raudo a la sala del capitán pero el navegante no era un hombre que se tomara las cosas con prisa una de sus virtudes era la paciencia y aveces su lentitud.

Entro a la sala con un golpe seco -Clon clon clon -los golpes de su bara contra el suelo acercándose a los dos que ya habían llegado -Capitán, Sarvus -sin mas se sentó estaba claro que tenían que esperar al resto con un gesto de su mano indico a uno de los sirvientes que llenara su copa luego una mirada amistosa dedicada al capitán -como siempre me fió de su buen gusto con el vino -una vez llena su copa olió aquel liquido Burdeos y lo degusto -exquisito mi señor

     Bastian caminaba hacia la sala de reuniones mientras estudiaba una placa de datos tan detenidamente que cualquiera de los marinos con los que se cruzó hubiese pensado que se trataba de pornografía. Las cuentas no cuadraban. Simple y llanamente. Había que tener en cuenta las partidas destinadas a los jornales de los artificieros y, en el último listado que le habían pasado no figuraban por ninguna parte. - Cuando nos topemos con piratas y los operarios se olviden de tener lista la munición igual se acuerda alguien de pagarles... murmuró para si mismo. De todas formas, las arcas del Umbra Tigris estaban tan vacías, que si un insecto kessel cayera dentro, no se posaría sobre un trono ni por pura suerte. De no remediarlo pronto las posibilidades de motín aumentarían considerablemente.

     Ensimismado en su estudio, a punto estuvo de chocar contra el marco de la puerta pero, por suerte para él (algunos dirían que por desgracia), había recorrido ese trayecto tantas veces que casi podría orientarse contando los pasos. Haciendo un leve gesto de saludo sin mirar a los presentes, tomó asiento en una de las sillas cercanas al capitán. Apartando la vista por un segundo de la placa de datos, reparó en la botella que Kungel acababa de dejar sobre la mesa. - Sangre Sagrada, ¿eso es vino? dijo alargando el brazo para coger una copa y servirse un poco. - Estoy sediento.

Un-dos-tres. Un-dos-tres. Ataque-Parada-Ataque. !Clang Cling-Clang Cling! Las espadas chocaban rápida y furiosamente entre ataques y esquivas, generando metálicos ecos en la sala de entrenamientos. Rápidamente me agaché para esquivar otro tajo horizontal de su espada. "Ziuuuuu" corto el aire el filo del sable de combate de Zakaev. Era un gran espadachín y entrenar con el ayudaba a no embotar las habilidades de combate. !Clang Cling-Clang Cling! Otro nuevo asalto comenzó cuando me lancé a por él con una guardia alta descargándole furiosos tajos mientras empuñaba a Barbarizadora con ambas manos empleándome a fondo. Los movimientos con toda la armadura de caparazón ligera puesta eran complejos y pesados, pese a mi entrenamiento y mi fuerza.

Las gotas de sudor salían disparadas de mi rostro con cada giro y cada esquiva, mi pelo rojo, recogido en una coleta como siempre para los combates pacía flotar detrás mío con cada movimiento. Tras otro trío de estocadas rápidas Zakaev consiguió abrir mi guardia y casi me alcanza en el pecho con un tajo en barrida "Ziuuuuu"; tan solo un salto atrás en el último momento logró evitar el final del combate. !Mierda! Murmuré dando un par de pasos hacia atrás. Su pecho desnudo y musculado estaba empapado en sudor por el esfuerzo. Extendí el sable frente a mí y enseñándole los dientes cargué contra él con la máxima concentración, en ese momento... mi comunicador pitó: "Mi querida señorita Sokolov...les quiero desde hace una hora en la sala de reuniones".

Eso siempre me sacaba de mis casillas, y junto al hecho de la ruptura de la concentración, fue Zakaev quien acabó pagando los platos rotos. !!ARRRGGGGgggg!! Grité mientras con una estocada descendente golpeaba su rodilla desde el lateral. El golpe le hizo perder pie y clavar la rodilla lastimada en las colchonetas. Un segundo golpe impactó en su muñeca e hizo salir volando su arma con las protecciones anti-corte volando por la sala de entrenamientos. Zakaev no pudo evitarlo y siguió con la vista el arma que se escapó de su mano. Un segundo después el golpe en su oreja con la parte plana de la hoja lo pilló por sorpresa y de rodillas. !AH! Logró exclamar antes de caer hacia un lado echándose las manos a la oreja

Diez minutos después caminaba por la cubierta camino de la sala privada del señor Von Schawrz. Me encontraba completamente empapada en sudor tras las tres horas de combate prácticamente sin descanso, y aproveché el camino para pasarme una toalla seca por el cuelo y las partes que no cubría la armadura caparazón. Espero que Zakaev no se haya mosqueado demasiado con ese final tan abrupto... Con la toalla al hombro entré en la sala de reuniones mientras me abrochaba las pistoleras dobles que contenían las armas Bolter gemelas y sus cargadores. En la sala ya se encontraban parte del equipo que había sido requerido, y presidiendo la mesa Karl. Me detuvo en la entrada y me cuadré al estilo de la marina en un saludo formal. Ya no pertenecía a ella, pero había algunas costumbres que mientras estuviera a bordo eran difíciles de quitarme. Von Schawrrz. Dije a modo de saludo para después tomar asiento. Aproveché el momento para terminar de secarme las manos y la nuca mientras observaba a los presentes y asentía a cada uno mientras les miraba a los ojos. Caballerros... Mi acento, como siempre, era fuerte y marcado, pronunciando un poco más fuerte algunas consonantes como la "R".

Negó con la cabeza pero sin perder la sonrisa cuando vio como se tomaban la libertad de servirse el vino... y al pobre Sarvus se lo había prohibido. Se levantó con estudiada y deliberada lentitud, cogió otra copa y sirvió vino en ella para Sarvus; le puso la copa frente a el y se paseó un poco por la sala - Bien, cuando venga Regulus, hablaremos. Poco hay que decir, la verdad, pero al menos parece que tenemos un camino interesante

Sarvus miró un poco asombrado como el capitán le sirvió vino, él se había mantenido en silencio pero parecía que su cara volvía a ser un libro abierto de sus pensamientos...será cabrón, me dice que no beba y el resto hace lo que le sale de los cojones....cogió la copa y la alzó hacia su señor a modo de brindis y agradecimiento.

Sonrió -Regulus estará pegado ensimismado en sus aparatos y no se abra dado cuenta de nada -sus lentas palabras habían acompañado a su copa solo había sido tocada para degustar la calidad del vino. Sin mas esperaba a que llegara el miembro que faltaba también tenia cosas en mente que quería compartir con el capitan

El comunicado del capitán me pillo en medio de la lectura una de las placas de datos que habíamos conseguido en la última misión. La lectura resultaba bastante interesante. Hablaba de dos civilizaciones Xeno que vivieron en esta parte de la Expansión cuando la humanidad apenas había comenzado a viajar por las estrellas y que se destruyeron mutuamente en una larga y sangrienta guerra: los beligerantes y bravos guerreros Skrulls y los pacíficos pero avanzados Krees. La placa profundizaba poco en la guerra en si y profundizaba más en explicar como eran ambas civilizaciones varias de las tecnologías de estas civilizaciones serían de gran utilidad. Espero que en alguna de las próximas misiones podamos encontrar alguna otra placa de datos o algún pictograma. Podría ser el descubrimiento que coloque mi nombre en la historia.

Sabía señor Von Schwarz tenía prisa pero no abandone la lectura hasta que no la había terminado el capítulo en el que me encontraba. Me resultaba imposible dejar la lectura de un capítulo a medias, era algo superior a mis fuerzas. Así que termine la lectura, deje la placa sobre la mesa junto a otras cuantas placas y marche en dirección al camarote privado del capitán.

Cuando llegue el resto de los convocados ya estaban presentes. Todas las miradas se posaron en mi en actitud de reproche, esperando una disculpa por la tardanza. Disculpa que nunca recibirán. Al contrario que las gentes de intelecto inferior yo tenía cosas realmente importantes que hacer y que no podían ser demoradas. Así que ignorando las miradas me fui hasta el sitio que me correspondía en la mesa pero me quede de pies en lugar de sentarme como el resto. No lo necesitaba, al contrario que las del resto mis piernas biónicas no necesitaban del continuo descanso ¿que es eso tan urgente por lo que he tenido que interrumpir mis estudios?

Karl le dedicó una larga mirada a Regulus, observando como se movía, con esa altanería típica de los miembros de la secta de las tuercas. Le dedicó una sonrisa algo socarrona al adepto de marte y luego le guiñó, amistoso como el solo, el ojo izquierdo - Todos esos documentos son de mi propiedad, que no se te olvide... a ver si voy a tener que castigarte sin poder estudiar ¿Eh? O mejor... ¡sin postre! - dio una palmada sobre su muslo riéndose el solo, poco le importaba no hacer gracia, él era, feliz.

Se puso recto detrás de su mesa, posó sus manos sobre el respaldo y se puso un poco serio... solo, un poco - Un contacto leal a mi familia me ha sugerido reunirme con él en el mercado de de los patos muertos o algo así - torció un poco la boca, agarró el papel del mensaje - ¡Ah! No, que tonto... Patio de los muertos. Bueno, eso, tengo eso, yo voy a reunirme con él. Al menos Sokolov y Bastian vendrán conmigo, el resto... lo que queráis hacer. Salgo ya - dio unos minutos para esperar respuestas de sus subordinados

Sentado en la posición adecuado como manda el protocolo el navegante respondió tranquilo -Mi capitán, espero que luego tengamos un rato para adquirir algunos elementos que son necesarios para la navegación por este sector -sin más palabra el navegante tomo un sorbo mas de la copa de vino.

Espero que el resto de sus compañero dijera algo y se quedo en la sombra de su capucha de seda.

Me enderecé en la silla al oír las palabras de Von Schawrz. Señor, ¿Está seguro que es de confianza el contacto? He oído que en esta zona, a los comerciantes libres no les gusta nada la fuerte competencia y desde luego usted lo es. No me gustaría que intentaran un atentado contra su persona fingiendo ser quienes no son. Sabía que la siguiente recomendación no iba a ser aceptada pero debía hacerla, por algo a fin de cuentas se me costeaba el pasaje y los aposentos en aquella nave.

Como se agente de seguridad es mi deber aconsejarle escolta armada, un par de hombres de las escuadras de abordaje a parte de nosotros, yo puedo escogerlos si lo desea. El vino seguía frente a mí, intacto. Estaba bien segura que se trataba de una buena cosecha, pero en durante el trabajo los sentidos eran mi más eficaz arma, y adormécelos no era de mi gusto. Las bebidas, y sobre todo las fuertes de mi agrado, eran para los ratos de recreo. Esperaba disponer de al menos 15 minutos mientras preparaban el transporte para cambiarme la ropa de debajo de la armadura, extremadamente sudada.

- Prefiero una buena nave que toda esa porquería de barro bajo mis pies pero hasta yo necesito dar una vuelta para enterarme de nuevas rutas comerciales o piezas para mejorar la Umbra Tigris, dijo Sarvu apurando su copa.

No Sokolov, entiendo lo que sugieres, pero eso llamaría demasiado la atención, yendo solo nosotros podemos pasar desapercibidos... o al menos un poco más que llevando unidades armadas - se giró para mirar a Kungel - si, claro, si se necesita algo y lo encuentras siempre puedes adquirirlo - y acabó mirando a Sarvus y sonrió ante su comentario - Pues ahora quiero que vengas, lo que ha dicho Sokolov de ir protegidos... tiene razón, pero tampoco vamos a llevar a mucha gente, nosotros seis estaría bien; y si, es de confianza, no todo el mundo habla en la clave del gremio

Torcí el gesto pese a que sabía de ante mano la respuesta de Von Schawrz. Como desees. Una mano se me fue instintivamente a la pistola bolter que descansaba pesadamente en la cartuchera derecha de mi cadera. Será suficiente. Tendrá que serlo... La idea de bajar a tierra me agradaba, pues con las conexiones inalámbricas locales podría actualizar la placa de datos de "Los más buscados", como solían llamar los compañeros ahí presentes a las listas de recompensas por fugitivos que llevaba siempre conmigo. Si me lo permite, pasaré un momento por la armería antes de bajar a tierra, para equiparme correctamente. Ante la mirada de Karl una media sonrisa afloró a mis labrios. Algo discreto, por supuesto, solo accesorios. Sugerí a nuestro anfitrión en la reunión. Mujer prevenida vale por un pelotón. Pensaba mientras me ajustaba la goma que mantenía la coleta firme.

El navegante no necesitaba tanta preparación su bastón su pistola y un cargador para la pistola eso llevaba encima y nada mas necesitaba -Yo estoy listo mi capitán -dijo todavía sentado