Partida Rol por web

Cuando Eileen llegó a casa se encontró con que Zoey, con cara de agotamiento y aún con uno de sus trajes del trabajo, abría la puerta con la bolsa de basura en una de sus manos. Al encontrarse de frente con su novia al principio dio un pequeño respingo, pero a continuación sonrió. Llevaba sin sonreír en todo el día. ¡Había sido una jornada agotadora!

- Hola, cielo.- le dio un beso apartando la bolsa de ambas- Iba a bajar la basura. ¿Qué tal?

Conforme llegaba a casa se iba poniendo más nerviosa porque sabía que tendría que contarle a Zoey sus planes de futuro próximos. No le apetecía pelear con ella, es más, quería que le dijera que todo iba a salir bien y que no tenía que preocuparse porque seguro que no habría peligro pero eso no iba a suceder. Zoey era muy sobreprotectora con Eileen y el saber que no podría cuidarla la preocuparía en grado sumo, por no decir que por primera vez estarían mucho tiempo separadas. Cuanto más lo pensaba, más se preguntaba por qué se implicaba en aquella locura pero en el fondo sabía que había dos motivos: uno, la llamada a la responsabilidad tras haber presenciado el desastre de la boda y la profecía de Vilma y dos, porque el misterio de esa poción podía con ella.

Estaba repasando mentalmente sus argumentos para suavizar la cosa cuando se encontró de frente con su novia al ir a abrir la puerta. Torció un poco el gesto al ver su cara de cansancio puesto que eso sólo lo haría más difícil.

- Ei, bien, bien - respondió tras el beso, esforzándose por sonreír animadamente -. Tienes cara de cansada. Y te vas a ensuciar, dame anda. Cámbiate y ponte cómoda. Y en cuanto suba te doy uno de mis super masajes - alzó dos veces las cejas en un gesto seductor antes tomar rápidamente la bolsa de sus manos para que no pudiera protestar y marcharse.

Siempre hacía lo mismo. Buscaba excusas para alargar el momento de confrontación y eso era lo que la convertía en una cobarde. Pero no quería empeorar el día de Zoey. Ni ponerla triste, ni preocuparla... Ojalá pudiera encontrar un modo de hacerlo más fácil pero no existía.

Una vez hubo tirado la basura, volvió corriendo hacia su piso, pensando que de ese modo no le daba tiempo a seguir poniéndose excusas para posponer el enfrentamiento. Podría decírselo en unos días pero no era buena idea.

- Túmbate - le pidió mientras se descalzaba, momento en el que se sentó sobre las lumbares de su novia y empezó a masajearle las cervicales. Esperó alrededor de tres minutos, concienciándose de cómo iba a estropear aquello el momento de relax -. Zoey, tengo que decirte algo - tanteó con voz dubitativa, sin poder sonar tan segura como le gustaría -. Voy a tener que irme unos días en septiembre. Espero que sólo sean un par de semanas...

No podía decir que no agradecía los mimos de Eileen. Y es que estaba tremendamente agotada. Se cambió y se colocó encima de la cama, con los ojos cerrados, dejando que su chica le hiciera un relajante masaje.

- No veas cómo lo necesitaba... ha sido un día duro. Creo que se me han creado como dos o tres contracturas más...

Comentaba mientras sentía el placentero dolor en su espalda. Pero la relajación iba a durar poco, porque Eileen traía noticias y no muy agradables a decir verdad. Al escucharla hablar se tensó de nuevo un poco, pero no dijo nada. Apoyó la cara de lado en la almohada, para poder ver de reojo a Eileen. 

No. Desde luego que no le hacía gracia que Eileen se fuera y más aún teniendo en cuenta su trabajo. Fijo que no se trataba de un congreso y nada más.

- ¿Alemania?- se atrevió a decir tras dejar un pequeño silencio. Estaba seria, por supuesto, pero no enfadada. Solo... cauta.

Escuchaba a Sean consolarme y me dejaba llevar por sus caricias. Podría pasarme todo el día disfrutando de sus manos, era realmente relajante y reconfortante. Sí, tenía razón, fallar una misión tal vez era lo más normal del mundo… Pero el fracaso era algo que siempre había temido. No soportaba fallar en lo que me proponía, decepcionar a alguien, demostrar que no era capaz. Y aquél fallo había sido monumental y segundo de palabras muy hirientes del imbécil de Kegan.

Levanté la vista cuándo Sean me apartó y buscó cruzar miradas. Escuchaba lo que decía, pero era difícil de aceptarlo. Siempre había creído eso que me decía: lo había vivido, sabía qué había hecho y qué no, pero el maldito Kegan había plantado la duda y no podía dejar de recordar las cosas de forma distorsionada. Sí, derroté a Tower, pero Sean había estado allí conmigo. Sí, pasé aquellos entrenamientos, pero Sean estaba para ayudarme a perfeccionar todo lo que le pedía. Sí, estaba dónde estaba en el departamento, pero mi padre era ministro y Sean mi pareja. Y si todo aquello de verdad había sido la razón por la que estaba allí?

“Emily, espero que no te hayas olvidado de mí. Iba a decirte que Kegan tenía razón y regocijarme en tus penas… pero ya no funcionamos así. Porque te has hecho fuerte. Lo que tienes que hacer es demostrarle a aquél palurdo que se equivoca, y si tienes la oportunidad, cumple con tu amenaza de meterle la varita por el culo. Total, le harías un favor, está acostumbrado a tener un palo entre las piernas y al parecer le gusta.” – dijo La Voz maliciosa, antes de que su risa se perdiese en el fondo de mi cabeza y volviese el silencio al que me había acostumbrado estos últimos años.

Entonces Sean dijo que era la única persona a la que le confiaría su vida. Y sabía que lo decía de verdad. Sean no decía cosas sólo por hacerme sentir mejor, siempre era sincero. Y aunque aquellas palabras ponían una responsabilidad sobre mis hombros, eran las palabras perfectas, porque yo pensaba lo mismo. Y era una manera de sentirme útil, era un objetivo que marcarme y que cumplir. Era demostrar al mundo que era útil y no era producto de la influencia de mi padre o de la protección de Sean.

Esbocé una débil sonrisa mientras apartaba una lágrima que se estaba peleando por dejarme en evidencia.

- Sólo lo dices por decir. Pero aun así te has ganado un masaje esta noche.

Las lágrimas de Emily era lo único que podía destrozarle por dentro. Pero por suerte, esa sonrisa le alivió. Odiaba verla desanimada y lo había estado haciendo durante muchos años en Hogwarts. Siempre que había exámenes o siempre que las cosas no iban bien. Incluso antes de saber que iba a acabar enamorándose perdidamente de ella. Precisamente fue la tenacidad de Emily la que le pidió clases y la que provocó que estuvieran juntos. Le limpió la lágrima, y le dedicó una pequeña sonrisa.

- Te quiero. Y eres la mejor en todo lo que te propones. Y te lo digo yo que te conozco mejor que nadie.- suspiró al separarse de la silla. Estaba tenso a más no poder por todo lo que estaba aconteciendo.- Necesitaré algo más que un masaje para quitarme toda la tensión que tengo acumulada. Tengo que ponerte al día.- y en parte te gustará y en parte no...- ¿Vamos a casa? ¿O prefieres que pida una pizza y nos quedemos aquí?

Siguió masajeando a Zoey mientras esta la miraba, esperando un chaparrón de reproches que por el momento no llegó. Sin embargo, la respuesta en forma de pregunta que le dio la rubia la sorprendió bastante, incluso haciendo que inicialmente sus dos cejas se contrajeran en gesto de confusión.

- ¿Alemania? ¿Por qué Alemania? - negó con la cabeza, permitiendo que su rostro se mostrara un tanto compungido -. No, vamos a ir a Hogwarts. Se supone que no debería contártelo... - pero a la mierda. Ella tenía un acuerdo de confidencialidad con el Departamento de Misterios, no con el de Aurores -... a ver...es un poco raro pero ahí va: hay una profecía con el nombre de Vilma que dice que tiene que ir junto a seis más a Hogwarts para resolver todo esto. En Hogwarts hay información sobre la poción esta que estoy investigando, que se llama la sombra del dragón oscuro y que es algo... - de nuevo su rostro se transformó en uno de extrañeza - ...que proviene de Alemania. En fin, puede que la información esté en libros o no sé, puede que la tengan unos chavales de quienes tienen unas muestras de sangre robadas en San Mungo. Todo muy rebuscado. Así que tenemos que ganarnos la confianza de esos chavales y a la vez buscar más información, pero no sé cómo nos piensan infiltrar los aurores sin que demos el cante... pero vamos, que no creo que sea mucho tiempo...un par de semanas... - murmuró esperanzada antes de volver a preguntar -. ¿Y por qué Alemania?

Si Eileen habían contraído las cejas por la pregunta, lo de Zoey mientras escuchaba toda aquella información de golpe no tenía nombre.

- ¡¿Qué?!

Se incorporó y se dio la vuelta, quitando a Eileen de encima para mirarla directamente. De repente se le habían quitado las ganas de más masajes. ¿Hogwarts? ¿Poción? ¿Sangre de dragón? ¿Alumnos? ¡¿Pero qué había estado haciendo Eileen ese día?! Fue bajando la cabeza un poco, cada vez que se aguantaba las ganas de elevar la voz y de quejarse. No quería discutir, pero iba a ser difícil. 

Realmente difícil.

- Me estás diciendo... que hay una profecía de Vilma Williams y tú vas a ir con ella y otros cuatro a Hogwarts para meterte de lleno en esto que ocurrió en la boda.- Su tono de voz no era bajo pero tampoco elevado. Estaba intentando mantener la calma y no sacar el gran carácter que tenía.- Cuando me prometiste que solo investigarías en las sombras y no te meterías de lleno.

¡Maldita Emily Van Dyck! No es capaz de hacer las cosas por sí misma y siempre depende de Eileen. ¡No le preocupa su protección y bienestar!

- Y fijo que adivino quién más va a ir a Hogwarts. Mínimo una persona.- entrecerró los ojos ligeramente y Eileen sabía a la perfección qué estaba pasando por la cabeza de Zoey en aquellos momentos. Esa mirada peligrosa y enfadada que solo sacaba cuando había algo que realmente la molestaba. Y en esos instantes, como en muchos otros, que siempre incordiaba era Emily Van Dyck.- Y vas a ir, a ponerte en peligro, por una profecía que ni siquiera va dedicada a ti. Porque...- porque eres incapaz de apartarte de estas cosas. Porque esa poción te tiene obsesionada.- ...eres la única que puede lograrlo.

Emily es una inútil. Siempre dependiendo de Eileen. ¿Cuándo dejará de meterla en problemas?

Suspiró largo y exhaló lentamente, aún con la mirada fija en Eileen. Su corazón latía a mil por hora, porque no sabía si estaba más enfadada que preocupada o al revés. ¡No quería permitir que se alejara de ella! ¡Era peligroso! ¡Muy peligroso! 

- Sabes que será muy peligroso, ¿verdad?

Pero no era quién para prohibírselo. Nadie. Quizás lo que más le dolía era que Eileen había prometido no involucrarse más de lo necesario en aquello y ahora estaba faltando a su palabra. Para Zoey estaba volviendo a elegir entre ella y Emily y, una vez más, la elegía a ella. Aquel pensamiento le dolió y tragó antes de que el nudo se formara en su garganta.

- ¿Alemania?- Quizás aquella pregunta le iba a traer problemas ahora. Pero lo había pronunciado sin pensar en las consecuencias.- Por Lea. 

- Y yo Sean. Yo también te quiero. - Le contesté con absoluta sinceridad. Hice una pequeña reverencia entonces. - Lo que me pidas, te lo has ganado por ser el mejor novio del mundo. - Le contesté a su petición entre lineas. Me quedé unos segundo sopesando las opciones cuando me dijo que tenía que ponerme al día. En casa estaríamos en nuestro "refugio", tranquilos, seguros, a solas... Pero probablemente eso hiciera que tuviéseos ganas de dormir (u otras cosas antes) ya que estábamos ambos cansados. Lo mejor era quitarnos todo de encima ahora, y además, la curiosidad me podía.

- Pizza. - Concluí finalmente.

La reacción que tanto había esperado llegó por fin, haciendo que esbozara una expresión casi de dolor. No podía culparla. ¿Cómo hacerlo? Ella estaría enfadada debido a la preocupación y a Zoey le pasaba lo mismo. Por eso por una vez no fingió aguantar con estoicismo ni forzó un aspecto impaciente que no sentía. Con Zoey era ella sin tapujos y en aquel momento le estaba costando aguantarle la mirada mientras apretaba y aflojaba los puños en gesto nervioso.

- Pero Zoey...

Intentó interrumpir en más de una ocasión pero su novia había cogido carrerilla, lanzándole puyas que la llenaban de un sentimiento de culpabilidad. Estaba ahí al lado y sólo quería abrazarla como si aquel gesto fuera a solucionar la tensión entre ambas pero sabía que tocar a Zoey en aquellos momentos no era buena idea.

- Emily ni siquiera estaba en la reunión... pero sí, claro, Sean dijo que iría...pero yo...bueno...yo dije que iría antes de saberlo... - aquella vez no podía enfadarse por sus celos, aunque fueran totalmente injustificados -. Sabes que es por la poción. Necesito saber qué es... - hizo especial énfasis en el necesito, uno casi doloroso.

Aquella poción casi le había costado la vida. ¿Cómo iba a permanecer al margen sin saber de qué se trataba, sin intentar averiguar un modo de contrarrestarla o hacerla desaparecer para siempre? Pasó sus manos por el pelo, despeinándolo como siempre hacía.

- ¡Ya lo sé! ¡Joder si lo sé! ¡Y estoy asustada pero no puedo quedarme esperando mientras pienso una y otra vez que a la siguiente podría morir, necesito hacer algo! Yo...yo tampoco quería esto - iba a añadir algo más pero entonces Zoey dijo lo de Lea y se quedó congelada en el acto, con los ojos muy abiertos. Seguramente, si Eileen se enfrentara a un boggart en aquel momento, éste se transformaría en Lea y en sus dementores -. ¿Lea? - repitió, sintiendo la lengua paralizada -. ¿Por qué tendría que ir a por Lea? Está en un manicomio. Para siempre.

¡Ni "pero Zoey...!

¡...ni leches!

Había pensando mientras Eileen intentaba interrumpirla. Pero era difícil interrumpir a una abogada acostumbrada a soltar toda su retahíla antes de que nadie pudiera pararla. Y además era para admitir lo que ya sabía: Emily iría. No pudo evitar rodar los ojos en una mueca de desesperación que claramente decía "¡lo sabía!". Pero aguantó como una jabata y no interrumpió a Eileen. Eso sí, en su mente no paraba de hablar.

¡Sean sabe lo que quiere Emily! ¡Y quiere que alguien proteja a su inútil novia, Eileen! ¡Y por supuesto que la única persona que puede lograrlo eres tú! Porque te importa Emily más que tu propia seguridad. Por la poción... ya lo sabía, por supuesto. Obsesión pura y dura.

Lo que paró la retahíla de pensamientos fue la reacción de Eileen sobre lo de Lea. Lo sabía... la había cagado hasta el fondo con aquella suposición. Levantó las manos, en señal de son de paz. 

- Pensé... que tratándose de trabajo la única cosa que podrías hacer viajando estaba relacionada con ella.- se explicó. No quería una disputa por aquello. De verdad que no quería discutir. Quizás por ello, para que Eileen no comenzara como una loca por aquel tema, suspiró y bajó las manos. Y al mismo tiempo bajó el tono de voz y colocó aparte las puyas.- Solo quiero que estés bien. Quiero... protegerte y quererte todo lo que pueda.- no quiero volver a perderte. Nunca más.- No puedo obligarte a que te quedes y ni siquiera se me ocurriría.- no puedo creer lo que voy a decir.- No puedo creer lo que voy a decir... - miró de nuevo a Eileen, porque había cerrado lastimeramente los ojos unos segundos- Está bien. Ve si quieres ir.- porque no tienes que ir. Vas por Emily y por esa maldita poción.- Pero a la mínima que te ocurra algo, me cargaré a los responsables en modo cabreo.- entrecerró peligrosamente los ojos.- Y sabes que lo haré.- Emily, Sean... aurores. Me darán igual. - Aunque tenga que pasar el resto de mi vida en Azkaban. Y quiero que me cuentes todo. Nada de secretos. Ni por trabajo ni por nada.

Sería la primera vez que pasarían tanto tiempo alejadas y entre el miedo, la preocupación y si sumasen los secretos, sería una auténtica tortura. Su relación podría resquebrajarse.

Seguía sin comprender a qué venía la suposición de que iría a por Lea. ¿Acaso creía que quería acabar con su trabajo? ¿Respuestas? ¿O seguía pensando que había tenido sentimientos por ella? Sin embargo, no se negó, se limitó a negar de forma mecánica un par de veces, intentando volver a la realidad y suprimir los recuerdos que evocaba su sola mención. Desde que se habían arreglado con Zoey, las pesadillas habían ido a menos pero no habían desaparecido del todo. Quizás se lo preguntaba porque desde el incidente del sábado, había vuelto a tener un par de noches inquietas en que murmuraba su nombre.

- No quiero volver a ver a Lea nunca más - murmuró, llevándose la mano a la frente, con el codo apoyado en una rodilla, que ahora estaba pegada a su torso -. Ya lo sé, Zoey... - respondió en voz baja cuando le dijo que sólo quería cuidarla. Claro que lo sabía. Ella también quería eso pero de las dos, estaba claro que Zoey era la sobreprotectora 

Por eso no se enfadó con ella cuando le dio permiso para ir. Eso le habría molestado de cualquier otra persona y aunque no lo necesitara, sabía que hacer esa concesión por parte de Zoey era un gran sacrificio. Odiaba preocuparla. Odiaba ser ella la que llevara esa expresión a su rostro. No se sentía agradecida porque hubiera aceptado, en aquel momento lo que más le importaba, más que la misión, la poción o Emily, era hacer que Zoey cambiara de expresión. Pero no podía. Sentía que debía ir a Hogwarts y resolver todo aquel misterio si quería volver a vivir tranquila.

- Lo sé... - dijo cuando anunció que se iba a cargar a todos por ella. Eileen sentiría lo mismo si fuera al revés. posiblemente en aquel momento estaría despotricando de la incompetencia del Departamento de Aurores por permitir que civiles no preparados se vieran envueltos en aquello. El único motivo por el que había dejado de acometer contra ese Departamento era porque Emily trabajaba en él, aunque estaba claro que poco había cambiado desde su último año en Hogwarts. Pensando que Zoey estaba empezando a suavizar, se arriesgó a alargar la mano libre para jugar con uno de sus mechones de pelo -. Te lo prometo, Zoey. Nada de secretos - eso no lo hubiera prometido en cualquier momento pero ella no era como Paul que podía convivir con ellos como si fueran sus compañeros de cama. Su trabajo casi le había costado la relación con Zoey una vez. Si ahora le pedía que no tuviera secretos con ella iba a ceder, porque Zoey era lo que más le importaba -. Eres lo que más me importa en este mundo, lo sabes, ¿verdad? - quería abrazarla y hacer desaparecer la ansiedad de ambas pero no estaba segura de que le fuera a permitir ese acercamiento en aquel momento -. Y si tengo que casarme contigo para demostrártelo lo haré, ahora o cuando vuelva... me da igual. Te quiero. A ti, ¿vale? Sólo a ti.

Era curioso cómo la implacable seguridad de Zoey se veía amenaza con aquel tipo de decisiones de Eileen. Sentir cómo su determinación y su felicidad flaqueaban ante la perspectiva de que elegía a otra antes que a ella- a otra de la que había estado enamorada- la hacía sentirse mal, tensa y confusa. Confusa porque no sabía cómo actuar y actuara como actuara sentía que hacía las cosas mal. Miraba a Eileen delante, y el miedo a perderla la atenazaba hasta límites insospechados.

Si alguien me hubiera dicho alguna vez que amaría tanto a una persona como para sentir morir al alejarse de mí... nunca lo habría creído.

Pero Eileen estaba ahí, prometiendo contarle la verdad, jugando con uno de sus mechones de pelo como la primera noche de acampada que pasaron juntas. Miró sus dedos sujetando el mechón y después fijó sus ojos en ella. Y de pronto, como si le leyera el pensamiento o como si pudiera acertar a ver cómo se sentía, Eileen dijo justamente lo que debía decir para calmar esa ansiedad. En otras circunstancias habría sonreído y bromeado sobre el tema de casarse. Probablemente habría dicho "¿Sí? ¡Pues vamos ahora mismo!". Pero no era el momento porque lo que Eileen le estaba asegurando una vez más no era asunto para bromear. Era amor y dedicación eterna. Terminó por asentir levemente, tragando de nuevo para volver a deshacer ese nudo en la garganta.

- Vale.- aceptó, segura de que Eileen decía la verdad.

Y para sellar aquella confesión, rompió la distancia entre ambas y la abrazó tras darle un beso en la mejilla. La abrazó intentando expresar todo su amor y comprensión. 

"Vale". ¿Vale? Se dejó abrazar y dar aquel beso, correspondiendo el gesto de inmediato pues para ella era obvio que su novia estaba experimentando todo tipo de inseguridades aunque no sabía cuál era el verdadero motivo de ellas. Afianzó más aquel abrazo, queriendo que se sintiera amada.

- ¿Vale? ¿Vale, qué? - preguntó con cierta inseguridad. ¿Vale a lo de casarse? ¿Vale a que la quería? Haría lo que Zoey le pidiera, le daba igual. Sólo quería que se diera cuenta de cuánto la quería.

Continuó abrazándola, escuchando la pregunta de Eileen mientras se deleitaba con su aroma.

- Vale a que te creo cuando dices que me quieres solo a mí.- le respondió de primera, ladeando un poco la cabeza para llegar a la de Eileen, mirando hacia abajo por su hombro, a una arruga que había en las sábanas.- Y a que me casaré contigo sin pensármelo cuando quieras. Ahora, mañana, en un año, en cinco... cuando quieras, ahí estaré.- y era una auténtica promesa de amor por su parte. Sabía que Eileen no creía en el matrimonio y no quería obligarla a tal cosa. Esperaría a que realmente se sintiera preparada y con ganas de dar aquel paso. De llamarla "su mujer" o "su esposa". Y si no llegaba tampoco le importaba, porque continuaría junto a ella. Y eso era lo más importante.- Lo siento. 

Notaba la cálida piel de su cuello contra la mejilla, buscando la calma en su contacto a la vez que se la daba a Zoey. Odiaba pensar que se pudieran separar mal o incluso que podría pasar cualquier cosa acabara con su relación. Ella misma intentaba no dar alas a su inseguridad aunque ahí estaban, tratando de hacer que se sintiera aún peor.

- Me da igual, Zoey. Yo sólo sé que quiero pasar el resto de mi vida contigo - agachó la cabeza, hundiendo ahora la nariz en su clavícula. Odiaba pensar que pudieran distanciarse -. Y quiero que de verdad me creas - se apartó un poco para mirarla con seriedad, deseando darle un beso -. No voy a querer casarme más en cinco años de lo que quiero ahora porque no ncesito más tiempo para saber lo que quiero, eso lo tengo clarísimo, espero que lo sepas - guardó un momento de silencio, peleándose con sus propios pensamientos antes de esbozar una apenas perceptible sonrisa compungida -. Necesito que estemos bien.

Dejó que Eileen la apartara para mirase a la cara. De nuevo, como siempre, Zoey quedó hipnotizada por los eléctricos ojos de Eileen. La escuchó en silencio, algo confusa ahora por otras razones:

- No entiendo muy bien. ¿Me estás diciendo... que quieres casarte conmigo?- Alzó una ceja, mostrando su extrañeza.- Sé que no crees en el matrimonio y no quiero que te cases conmigo para demostrarme nada. Ya me lo demuestras día a día. Y...- bajó la mirada y sujetó entre sus manos la de Eileen, jugando con ella- ... te creo. Y lo sé. No quiero que pienses que no me doy cuenta. Es precisamente porque me llenas tanto y me haces tan feliz... que temo perderte.

Ante su última frase, suspiró y volvió a mirar a los ojos de su novia. Terminó por alzar levemente las comisuras de sus labios mostrando una tímida sonrisa.

- Estamos bien. Solo está permitida una crisis en una pareja y ya la hemos pasado.- bromeó un poco. Levantó la mano y le colocó un mechón de pelo tras la oreja con suavidad.- Estamos bien.- repitió.- te lo prometo.

Las palabras de Zoey empezaron a llenarla de tranquilidad, incluso acabó por contener una sonrisa al notar la confusión en su voz aunque, a decir verdad, no podía reprochárselo. No es como si ella hubiera sido excesivamente clara con aquella especie de declaración cuyo significado ni siquiera había acabado de determinar.

Esperó a que acabará de hablar, sonriendo levemente cuando dijo que sólo estaba permitida una crisis. Eso esperaba, porque desde que lo habían arreglado con Zoey estaban mejor que nunca y realmente odiaría tener más problemas con ella.

- Yo que sé, Zoey - contestó, un poco ofuscada, aunque todavía sonriendo un poco -. Si para ti es importante que nos casemos, lo haré cuando quieras. No tienes que ser siempre tú la que cedes, ¿sabes? Es verdad que no me gusta mucho todo el mundillo de las bodas pero si para ti es importante pues no sé, quiero dártelo - se encogió de hombros, un tanto incómoda, aunque ahora por lo menos sentía que el peligro había pasado.

Sonrió y le ofreció asiento mientras él se apoyaba en el filo de la mesa, con los brazos cruzados y recopilando toda la información que ahora tenía que vomitar. Probablemente Emily lo flipara un poco:

- Ese tipo que has visto sabe lo que es esa poción. O mejor dicho cómo se llama: sangre del dragón de la sombra. En el colegio de Alemania no hay casas pero sí clanes y este es uno secreto de allí. No sabemos nada más de dicha poción. Nada al menos que no nos haya contado ya Eileen. Pero él asegura que en Hogwarts se puede encontrar más información.-hizo una pequeña pausa para cambiar de sujeto en la información- Por otro lado han descubierto una profecía de Vilma. Llamé a Eileen para que me acompañara ya que tú no estabas. Es la más parecida a forma de pensar que tú y necesitaba una opinión además de la mía. Obviamente no has sido tú y por supuesto quiero que me des tu propia opinión. Es la que más valoraré. La profecía, dicha por un mendigo, decía: "La sangre de su sangre guarda la respuesta. Allí donde la magia se enseña, despertará, y solo en ese instante la ubicación exacta proporcionará. Seis más irán con ella y solo uno la podrá encontrar".- hizo otra breve pausa para que Emily asimilara- Pero eso no es todo. Cuando veníamos a mi despacho para tratar el tema, Beth y ese Ermendrud Lotte aparecieron con información que completaba de alguna manera a la profecía. La madre de Lotte, en paradero desconocido, se infiltró en San Mungo y sacó muestras de sangre de estos alumnos de Hogwarts.- y le tendió la carpeta.

Anastasia Robson. 

Melany Robson

Jake McGuire

Ashley Turner

Nick Wilson

- Hemos llegado a la conclusión de que Vilma y otros seis acompañantes, tendrán que ir a Hogwarts para no solo proteger a esos chicos, que esa será la principal tarea del auror, sino para sacar información. Uno de ellos tiene la ubicación que nos interesa. Eileen ha pedido ir, he obligado a Beth y Ermendrud a ir también porque así lo tendremos vigilado. Y, por supuesto, tú también tendrás que ir. Eres la mejor en el campo para una misión que abarca toda clase de habilidades. He pensado... hablar con los superiores y que seáis profesores en Hogwarts. Al menos hasta que se averigüe lo que necesitamos.

Y pausa. Espero a que Emily hablara.

Ahora amplió ligeramente la sonrisa, mirando a Eileen con más suavidad y menos culpabilidad. Volvió a jugar con su mano, mientras dejaba una breve pausa en la conversación. Observó su mano, pasando el dedo por sus dedos, deteniéndose un poco más en el anular. Y después volvió a mirarla:

- Creo que tengo la solución para ambas.- y dicho aquello se revolvió en la cama y se levantó, yendo hasta su mesilla de noche, de donde sacó una fina y elegante alianza que sostuvo en su mano.- No me gusta hacerte ceder en cosas. Quiero que estés feliz. Aunque la verdad es que me gustó lo del vestido...- sonrió. Sacó la varita e hizo un duplicado de aquel anillo, en su mano, aún sin explicarle lo que iba a hacer con aquello. Miró a Eileen de nuevo, con cierto brillo nuevo y especial en su mirada. Cogió su mano y tiró de ella para que se levantara.- Ven.

Tiró de ella hasta que salieron al amplio balcón de la casa. Hacía un crepúsculo bastante nublado. Y es que en Londres pocas veces salía el sol. Se escuchaba el sonido de la calle. Los coches, los perros, la gente... pero poco importaba en esos momentos. Se colocó frente a Eileen, sujetando su mano, antes de sonreír y mirarla con cara de ilusión.

- Realmente esperaba que esta parte... la física que viene, la harías tú algún día porque te pega más.- rió ligeramente- Pero bueno, en sí ya lo has hecho ahí dentro a tu manera, que es aún más especial. Así que...

Miró al suelo un momento. No lo habían barrido en una larga temporada, pero no importaba. Se arrodilló frente a Eileen y la miró. De pronto estaba super nerviosa.

- Allá vamos. A ti no te gustan las ceremonias esas y yo solo quiero casarme contigo. No nos hace falta nadie, ni siquiera un papel, para ello. Así que...- cogió aire. Muchos vecinos que disfrutaban del frescor, observaban la escena con atención.- Eileen Morgan, ¿me aceptas a mí, Zoey Whitewood, en la salud y en la enfermedad, en lo bueno y en lo malo y prometes amarme y cuidarme, para siempre?

Quiso explicarle que cuando había dicho ceder no implicaba con aquella una pérdida de su felicidad sino una apuesta por la de Zoey, lo cuál era lo más importante para ella. Sin embargo, no lo hizo, siguiendo con intriga sus acciones e intuyendo sólo levemente su significado.

Entendía lo del anillo o eso creía como un gesto simbólico. Supuso que eso iba a significar que a partir de aquel momento estaban prometidas pero las acciones de su novia la desconcertaban cuando implicaban un viaje hacia el balcón. Eileen le hubiera agradecido el gesto si hubiera radicado en la búsqueda de un soplo de aire fresco bajo el cielo encapotado de Londres pero aquella no parecía ser la finalidad.

La miró, con las preguntas en los ojos pero sin querer pronunciarlas. Hasta que Zoey le tomó la mano y le dijo que siempre había esperado que fuera ella la que hiciera aquello.

- Eh - por una vez no fue uno de sus "eh" nerviosos sino uno de advertencia mientras lanzaba una mirada en derredor, observando como las miradas de sus vecinos empezaban a converger sobre ella, sobre todo cuando Zoey se arrodillaba frente a ella.

Entonces empezó a hacer lo que más temía que hizo que Eileen le dirigiera una mirada enfurruñada. ¡Maldita Zoey! ¡Aquello no era romántico! Bueno, quizás ella no tenía un gran sentido del romanticismo pero...¿era necesario el público? Lo había hecho expresamente. Y a Eileen lo del público era uno de los factores que menos le gustaban de las bodas, pero si al menos fuera familia pues bueno, pero vecinos cotillas...

- Zoey... - claro que no iba a darle un desplante, más cuando Zoey era la primera en ceder en mil cosas con ella, por eso se arrodilló a su lado. Por si acaso alguien se pensaba que la estaba rechazando, incluida la propia rubia, eliminó la distancia entre ellas y le dio un beso -. Te quiero. Pero te he jurado esas cosas mil veces, esto no lo va a hacer más oficial. Ven - dicho aquello tiró de la rubia hacia adentro, sin soltarla de la mano, haciendo caso omiso de sus protestas. Cogió a Bloomy y se lo pasó a Zoey -. Algo azul - rebuscó entre sus cosas y cogió el colgante con un caldero que hacía tiempo le había regalado su novia -. Algo viejo... Nos falta algo prestado, ¿no? Y un par de testigos. ¿Vamos a buscar a Bella y a Stana? - enarcó una ceja, mirando a Zoey, que parecía no entender lo que estaba pasando antes de decir -. Conocerás a algún juez que nos pueda casar ahora, ¿no?