Partida Rol por web

¡Se alza un nuevo día! El sol brilla en una despejada mañana, bañando de rojo y dorado toda la torre de las chicas.

Entre quejas y refunfuños, las jóvenes van dando su despertar, quizás más temprano de lo que les gustaría... ¡Excepto algunas, por supuesto!

Entre las más hiperactivas se encuentra la hija de la directora, ¡Sabrina! Alegre y energética, se ha levantado antes que nadie, se ha lavado rápido (tal y como le han educado~) y luego ha vuelto a entrar en la habitación principal.

-¡Buenos días, buenos días, buenos días! ¡Vamos a jugar!-, quiere aprovechar el día pues mañana será Lunes y comenzarán de nuevo las clases.

Agotada del viaje y todas las emociones del día anterior, me había quedado dormida como un tronco. Soñé con mil cosas, desde dragones de colores hasta heroínas con muchos dulces, pero si alguna recordaba muy bien, fue aquella en la que me convertía en una increíble guerrera armada solamente con mi arco y mi valor, con Roth a mi lado, por supuesto.

En medio de mi precioso mundo de ensueño, una vocecita se adentró y mi increíble guerrera se vio arrastrada de pronto a una enorme mesa con tacitas de té y pastas para desayunar, mientras una niña le servía el té. Entonces, me revolví en la cama, desconcertada con el sueño y vi a Roth pegándome golpecitos con la cabeza para que me despertara y lloriqueando. Al parecer el zorrito tenía hambre.

Bostecé, me estiré y me di cuenta que la vocecita de mi sueño, era realmente Sabrina dándonos los buenos días. De pronto, me puse de pies de un salto. ¡Era Domingo! Y teníamos todo el día para hacer mil cosas - ¡Buenos días, Sabrina! 

De otro salto, caí sobre mi cofre y lo abrí para coger la ropa. Me vestí corriendo y me acerqué a la niña pelirosa - qué buen día, vayamos a jugar. Quiero que me enseñes todo por aquí, sobre todo los sitios divertidos. ¿Crees que Min querrá venir con nosotros? ¡Y quiero conocer a tu dragón!

-¡Wooh!-, la pequeña se emociona ante la idea, -¡Claro! ¡Min siempre quiere jugar, es súper mona! Es como un gatete de verdad, ¡No como las otras chicas gatito!-, junta las manos tan feliz.

-Ai, ai, ¿Donde vamos? Uis... ¡Me gusta el bosquecito! Y... y... ¡En la playa nos podemos nadar frente al lago! ¡También podemos ir a lo más aaalto y jugar en la habitación de mamá y papá! O... O... ¡Podríamos pedirle a Min que nos lleve por el la ciudaaad!

Como no hagan algo guay, la pobre se va a desilusionar.

Con cada nueva idea mis ojos se volvían más brillantes de pura emoción. Era genial tener a una amiguita con la que jugar a mil cosas. Pensé durante unos segundos y di un salto.

- Vayamos al lago, quiero nadar, y allí podrás llamar a tu dragón. ¡Quiero conocerlo! ¿Hay criaturas marinas en el lago? Sirenas, tritones, medusas... lo que sea... en el pueblo donde me crié, me dijeron que las sirenas te hipnotizan para llevarte a sus ciudades submarinas - esto último se lo susurré bajito, como si fuera un gran secreto entre nosotras - de camino, podemos buscar a Min y pedirla que nos acompañe, así luego podemos ir a la ciudad con ella y comer dulces o buscar cosas interesante. Venga, ¡andando!

La cogí de la mano y eché a correr hacia la puerta de los dormitorios para poder salir al exterior.

Así es como las dos salen corriendo por la puerta y recorren los pasillos hasta llegar a la escalera principal~ Allí los alumnos que iban subiendo la escalera tienen que esquivarlas para evitar ser chocados por la estampida de dos energéticas niñas.

-¡No sé! ¡Nunca vi ningun bicho raro!-, responde mientras corretean.

Una de las profesoras, jovencita, choca contra Sabrina mientras giraban una esquina en la Planta 1.

-S... S... ¡S-sabri! N-no es bueno cor---correr por las escaleras...-, murmura suavecito, cohibida, cubriéndose la boca.

Una alumna, que parecía hablar con la profesora antes de la interrupción de las pequeñas, insiste:

-¿Entonces podré usar el laboratorio por las noches? Es importante.

Parece ser una persona reservada pero quiere ese permiso a como de lugar.

-Ai... Ai... N-no sé, m-mejor se lo preguntas a l-los Directores, es que yo... Bueno...-, junta sus manos, poco segura de sí misma. Se mueve de lado a lado, confundida, ¿Que debería responder

-I... Id con cuidado, n-niñas...-, murmura, avergonzada, al par de chicas que iban correteando, intentando al menos parecer una mujer responsable.

Miré con curiosidad a las dos chicas que nos habíamos pasado. La profesora parecía más una alumna que una profesora, lo cual me parecía genial, porque no parecía muy severa. La alumna un poco tétrica, pero puede que tuviera el estómago mal y por eso no estaba de buen humor. Cuando los ancianos del pueblo tenían problemas estomacales siempre estaban de malhumor para aguantar mis bromas.

Les hice una leve reverencia, una disculpa y eché a correr junto a Sabrina - Sabri, ¿hay un laboratorio? ¿Qué hacen ahí?

Me resultaba interesante, porque en mi pueblo se decía que era un sitio donde brujas y magos hacían pócimas mágicas, muchas de ellas peligrosas. Al mencionar esas cosas, el tono que empleaban era de cautela, miedo y un poco de rencor. Por eso quería comprobar si las pociones eran tan peligrosas, o eran sólo unos mejunjes para cambiar de color el pelo.

Tras separarse de las alumnas, las dos chicas siguen correteando en dirección al comedor~

-¡Uis! ¡Hacen cosas que te curan! Y... Y... ¡Y que te hacen más alto por un rato! O... Ui... No sé bien.-, se lleva un dedo al labio inferior. Pronto toma la mano de Ami y la arrastra, -¡Ven, ven! ¡Te presentaré a mis abus!-, la está llevando a la cocina.

Allí hay dos personas algo ancianas, un hombre y una mujer de aspecto amable. Están preparando desayunos varios~ La mujer prepara cosas ricas tales como galletas mientras que el padre va preparando bebidas para todos, principalmente té y leche con chocolate.

-¡Estos son mis abus!

Los ancianos se giran a verles y sonríen afables, saludando con la mano. Hija de los directores y nieta de los cocineros... Hay que estar acomodada.

- ¿Tus abus? - supuse que se trataba de sus abuelos, seguramente unos ancianitos simpáticos con el pelo rosa como ella y con dragoncitos de mascota. Me dejé llevar por la pequeña con gran entusiasmo y entramos en la cocina. Allí vi a dos ancianos simpáticos que eran un poco diferentes de como me los había imaginado, pero que hacían cosas ricas. Emocionada, miré lo que estaban preparando.

- Hola, señores abus de Sabrina, soy Ami, la nueva a miga de Sabri. Jo, Sabri, qué suerte tienes, tus abuelos hacen cosas super ricas. Yo no conocí a los míos, pero los ancianos de mi pueblo siempre me daban dulces que - entonces vi a Roth subirse a la encimera donde estaban cocinando - no Roth, eso no se puede comer si no te dejan - cogí al zorrito, que puso cara de pena.

-Vaya, vaya... ¡Que jovencita tan adorable! Y que zorro más bonito.-, sonríe la mujer. No tienen el cabello rosa, básicamente porque ya se les puso gris hace mucho.

-Me llamo Donna, jovencita Ami, pero puedes decirme abuela.-, su sonrisa es tan cálida y amable que es imposible no derretirse de la monería.

-Cariño, ¿Tenemos galletas para animales?

Pregunta ella, a lo que su esposo responde.

-No, querida, no nos quedan.

-Pero podemos darle algo de pan.

Él rebusca en la cocina y se agacha con cuidado y algo de dificultad, dejando un poco de pan en el suelo~

-Lamento escuchar eso...-, dice la abuela, mirando a Ami, -Debió ser muy difícil, Ami.-, le trata como si fuese su propia nieta.

-¿Que os apetece comer, pequeñas?

Me volví a Sabrina ilusionada - ¿has oído, Sabri? Yo también tengo abuelita en el colegio - moví la cola de un lado a otro del entusiasmo y miré a la ancianita ilusionada - claro que te llamaré abuela, y vendré a comer con Sabrina dulces todos los días.

Tener unos abuelos, aunque fuera por adopción, era algo novedoso para mi - no se preocupe, no fue difícil porque no los conocí, y además tenía a toda la simpática gente de mi pueblo que jugaba conmigo.

Acaricié la cabecita de Roth, que comía con ganas el pan que le habían dado, y pensé qué podíamos desayunar. Siempre me decían que tenía que desayunar bien fuerte para tener fuerzas durante todo el día, por lo tanto, pedí fuerte - podemos desayunar tostadas, panqueques, tarta, un tazón de leche, zumo... - y seguí con una larga lista de cosas que me encantaban, hasta que me di cuenta de que ni en sueños podría comerme todo eso. Echándome a reír, me llevé la mano a la cabeza - pero con un baso de leche y unas tortitas estaría bien.

-¡Nuuu, pero es mi abuela!-, infla los mofletes, cruzándose de brazos. La abuela ríe un poco y le da unas palmadas en la cabeza a la chica de cabellos rosados

-Compartir es bueno, Sabrina.

-Me alegro que hayas podido llevarlo bien, pequeña Ami.-, le dice con toda la amabilidad del mundo, -Cariño, ¿Podrías prepararle las tortitas a las pequeñas?

-Claro. Por supuesto.

El hombre es de menos palabras que la madre pero sigue teniendo cara de persona amigable.

Pronto terminan de preparar todo y les sirven el desayuno a las dos pequeñas. Al zorrito le ofrecen un pequeño plato con leche~

Mientras desayunan, Sabrina parpadea, confundida.

-Uis... Me olvidé de qué íbamos a hacer... ¡Ah, sí! ¡Tatas, vamos con Min a pasear por el pueblo!

Los abuelos se muestran contentos~

- No te preocupes, Sabri, seremos como hermanitas y así podremos hacer un montón de cosas juntas - le di un gran abrazo a la pequeña pelirrosa y cogí contenta el plato del desayuno - ¡Yuju! ¡Qué rico!

Feliz, me fui corriendo a la mesa con mi amiguita y empecé a comer con voracidad - está buenísimo, abuelitos, quiero venir a desayunar siempre aquí y probar más desayunos ricos.

Escuché atenta lo que les contaba Sabrina a los abuelos y sonreí - sí, Min es muy divertida y podremos jugar mucho con ella, y así podremos ver la ciudad - luego me arrimé a la niña y le susurré para que los abuelitos no lo oyeran - ¿No íbamos a conocer a tu dragón también?

Finalmente, con el desayuno servido, Ami y Sabrina comieron y bebieron tan contentas en una mesita en la cocina mientras los abuelos conversaban entre sí y preparaban la comida matutina de tantos otros alumnos que iban despertando poco a poco.

Los abuelos se mostraron bastante receptivos ante la idea de que Ami vuelva a ir a verles: ¡Les ha caído bien la pequeña! Aunque a saber si tendrán tiempo durante la semana, que hay mucho más trabajo preparando comidas...

Ante la pregunta de Ami, Sabrina asiente:

-¡Siii! Vamos a buscar a Min y...

Es en eso que repentinamente entra la felina de cabellos azules en la cocina.

-Nya, nya~-, su andar es tan despreocupado y alegre que es hasta contagioso~ No será demasiado inteligente pero definitivamente tiene un gran corazón~

-¡Min quiere leche!- anuncia ella.

Los abuelos, acostumbrados, ¡ya tenían un vaso listo para ella! Tras recibirlo, la Híbrida de cabellos azules bebe, contenta.

-¡Miiin!-, exclamo Sabri, -¿Nos llevas a la ciudad, porfis, porfis porfis?

La chica gato, tras terminar su vaso, asintió con alegría.

-Nya~ ¡Sí!

-A Min le apetece ir a dar una vuelta~

Roth gruñó a Min cuando entró a la cocina y dijo que quería leche. El pequeño zorrito estaba a gusto tomando su leche, y seguramente no quería que la felina se lo quitara. Agarró con la patita su cuenco y lo alejó todo lo que pudo de la chica gata. Yo me reí cuando lo vi, y Roth me miró enfadado, siguió tirando de su cuenco y se metió en una esquina a terminar su leche con aire ofendido.

- Sí, Min, porfis, porfis - me uní a las súplicas de Sabrina y di un gran salto cuando Min aceptó - ¡Guay! Vámonos a buscar dulces y lugares misteriosos para explorar.

Cogí a Roth que estaba terminando ya su leche y lo puse en mi cabeza. Al zorrito aún le quedaban unas gotas de leche, y se enfurruñó por interrumpirle, pero ni me enteré. Estaba demasiado entusiasmada con la salida - ¿por dónde empezaremos?

-¿Nyaaa?-, se fijó en Roth cuando este le estaba dando pelea. Entrecerrando los ojos, la gatita mona infla los mofletes y le dice -¡Guau, guau!- como si intentase imitar el poder de intimidación de un perro, pero lo único que consigue es quedar más adorable.

Sabrina ríe un poco. -¡Sii! ¡Vamos, vamos, Min, vamos!

Tras despedirse de los abuelos y terminar de desayunar, Min, Sabrina y Ami se retiran de camino a la salida de la Academia~ Cruzando el portón principal, pronto están en el Círculo Superior de la ciudad, ¡la zona más rica! Aún así, Min parece estarlas dirigiendo hacia el Círculo Intermedio.

-Dulces, dulces~ ¡Min sabe de un señor bueno que da dulces!

-Pero es casi abaaaajo de todo de la escalera grandooota. ¡Miau! ¡A Min le gustaría usar un tobogán para bajar! Pero Min no tiene tobogán así que Min no usa ningún tobogán porque no lo tiene, no porque no le gustaría usarlo.

La pobre se enreda cuando intenta decir alguna frase que contenga más de doce palabras.

Roth ladeó la cabecita cuando Min intentó ladrar. Enderezó la orejas - ¿iiihhh? - y luego empezó a chillar divertido, mientras agitaba las patitas entre mis brazos. El zorrito había encontrado muy divertida a la gatita y se había olvidado de la leche. Quería jugar.

Viendo el buen ánimo que había para los juegos por parte de todos mis compañeros, secundé a Sabrina y las seguí fuera de la escuela camino a la ciudad. Pasamos por una zona con casas grandes que no entendía bien para qué servían. La gente vivía allí, pero no le encontraba mucha utilidad. Cuanta más grande era una casa más había que limpiar y más sitios donde perder cosas, lo mejor era una casita pequeña como la mi pueblo donde guardar unas pocas cosas útiles y que sabías que ibas a usar.

Nos encaminamos hacia una zona con menos casas grandes y Min dijo algo ¡de dulces! Toda mi atención se centró en ella y su conversación - no importa, yo quiero ir, vamos a por los dulces - Roth y yo nos pusimos a saltar alrededor de la gatita entusiasmados.

-Nya~nu~nya!-, rió ella con alegría, jugando un poco con el Zorro cuando este se acercaba a Min. Parece que a Min le agrada: Ella es juguetona y animada, no hace falta mucho para hacerla reír y saltar felizmente.

Sabrina y Ami recorren las calles: La primera parece mucho más acostumbrada a la zona que la segunda; ha nacido y crecido por Issaera, naturalmente no tiene dificultades.

-¡Claro, claro, dulces~! ¡Por aquíii!-, parece que Min se contiene como puede, realmente le gustaría ir corriendo y rápido pero no quiere dejar atrás a las chicas, ¡Es considerada, al menos!

Cuando finalmente llegan a la mitad inferior del Círculo Intermedio, Min entró a una tienda llena de todo tipo de chuches, golosinas, dulces y pastas diferentes. ¡Membrillo, chocolate, azucar e incluso algunos dulces exóticos! Es el sueño de cualquier niño~ Custodiando la tienda está un hombre de unos cincuenta y tanto años, batiendo una pasta que quizás se convertirá en magdalenas, ¡o quizás en un pastel de bizcocho!

El hombre les saluda con la mano y dice: -¡Buenas tardes, pequeñas! Hola, Min. ¿Que se les ofrece?

La gata da un giro en el lugar, -¡Min viene a pedir cosas ricas! ¡Y también quiere cosas ricas para sus amiguitas!-, asiente tan contenta como siempre.

El hombre asiente sonriendo con calidez, respondiendo: -Elegid, elegid, ya le pasaré la cuenta a los Señores Fey'Aiyin luego. Como siempre. ¡Pero intentad no llenaros mucho el estómago!

No paramos de seguir a Min por todas las calles. La gata era muy ágil y en ocasiones me pareció que nos iba a dejar atrás, pero enseguida la volvíamos a ver esperándonos. Incluso la pequeña Sabrina más acostumbrada a las calles de Issaera tenía problemas en seguirla. Pero me parecía divertido intentar seguir su ritmo, era como un juego de pillar a la gatita que nunca acababa.

Finalmente, llegamos a una tienda y me quedé unos segundos parada, para luego caminar como en sueños. Aquello era el paraíso dulzoso más maravilloso que había visto nunca. En aquella tienda había más dulces de los que había visto en toda mi vida, de formas y sabores nunca descubiertas por mi joven paladar. Quería comerlos todos, probarlos y degustarlos hasta que me doliera la barriguita.

Mis ojos se abrieron aún más que cuando vi la tienda, si aquello era posible, cuando el tendero nos dijo que podíamos coger lo que quisiéramos. Me pregunté que sería pasar la cuenta, pero no me importó, seguramente sería que les contarían a los abuelitos de Sabrina lo bien que lo habíamos pasado. ¡Tenía una tienda entera para coger todos los dulces que quisiera!

Cogí un platito que encontré en una encimera y empecé a coger un montón de dulces que me llamaron la atención, especialmente por formas extrañas o bonitos colores.

Sin dificultad alguna, Sabrina y Ami se llenan de alimentos. De mientras, la chica gato da vueltas por allí, girando y saltando un poco con alegría.

Los platos se llenan de dulces, el amable hombre de la tienda les recomienda no comerlos todos de golpe y lavarse bien los dientes~

Una vez terminan las compras (que realmente nadie intercambia dinero porque Min no es precisamente una persona a la cual uno le confiaría dinero), salen de la tienda y llegan a una pequeña plaza en cuyo seno se encuentra una bonita estatua de un Dragón Negro. Parece que le rinden culto, hay flores y velas alrededor de él. No parece que la religión allí sea muy institucionalizada pero aún así tiene sus raíces, como es natural en una sociedad tan híbrida.

Sabrina se acerca a Ami tras tragar uno de los dulces: -¡Mira! ¡Es como Zephira, mi dragonsita!

¿Y Min? Se ha ido por ahí a correr y dar vueltas.

Terminé de llenarme de dulces y agradecí con una alegre sonrisa al hombre de la tienda. Era muy simpático y sabía hacer unos maravillosos dulces, para mi aquello era casi como ser un dios benévolo. Una vez terminado todo y prometiendo al tendero que volvería seguro seguro, salimos de la tienda con la boca llena de pastas de fresa y chocolate blanco. 

Fuimos caminando felizmente, hablando y probando los diferentes dulces hasta llegar a una plaza. Otro punto interesante en la guía de la ciudad. Observé fascinada la estatua del dragón y como había flores y otras cosas. Querían mucho a ese dragón. Cuando Sabrina mencionó a su dragón, me acordé que llevaba un par de días queriendo conocer a ese fantástico dragón.

- Qué guay, yo también quiero un dragón.

Roth, quien estaba masticando una galleta de pasas, me miró molesto y me dio la espalda indignado, mascullando pequeños chillidos que serían algo así como que si con él no tenía bastante. Pero no me di cuenta, mi atención estaba centrada en el dragón.

- Sabrina, vayamos a alguna parte para conocerle, porfi porfi porfi, quiero conocerlo y ...¿donde está Min?