Partida Rol por web

El sacerdote William y Alesio avanzan por La Gran Entrada, un gigantesco puente que conecta la montañosa zona central de la isla con Issaera. A lo largo de la tallada piedra que compone la entrada se pueden ver tanto peregrinos como carruajes tomando dirección hacia la ciudad, una última aeronave surca el cielo, dejando escapar el aire del globo aerostático que la sostiene para poco a poco aterrizar en algún lugar del Distrito Comercial de Issaera, en algún punto más elevado que el puente mismo.

Está cayendo la tarde, los rayos del sol ya hace mucho han dejado de bañar a La Gran Entrada, al igual que han ignorado al Circulo Inferior. Sin embargo, algunas partes del Circulo Medio y la totalidad del Circulo Superior aún disfrutan del dorado brillo del sol. El Circulo Inferior no se queda en la oscuridad, no: Lamparas mágicas se encienden a lo largo de las calles, espantando a la penumbra. En la distancia se pueden incluso observar las luces artificiales de Humnom y las grandes antorchas de Gaheic, pero están demasiado lejos como para ver más.

Una vez llegan al gran portón de oro al final del puente, el sacerdote saca de su túnica un papel y muestra tanto sus documentos como los de Alesio a un grupo de magos soldados que montan guardia frente a un gran portón de oro semi-abierto. Los guardias, tras dedicarles algunas preguntas típicas (tales como "¿Cual es el motivo de su visita?") y anotar sus respuestas, les permiten el paso: Las puertas están semi-abiertas, de todos modos.

Largos y anchos escalones de un blanco que recuerda al marfil se encuentran frente a ellos, una gran avenida con escalones por la derecha e izquierda y una rampa en el centro, dedicada a carruajes y otros vehículos con ruedas: Es La Gran Escalera, y está envuelta en festejos: Espectáculos mágicos y no tan mágicos adornan e iluminan cada rincón, agrupaciones de ciudadanos y viajeros llegan a participar de los juegos y actividades del festival dedicado al inicio de un nuevo año.

-Lo siento, pero deberemos separarnos pronto, tengo recados que atender y la Directora seguramente está esperándome. Te acompañaré unos momentos más, de todos modos.-, dice él mientras introduce nuevamente su mano en su túnica, retirando un sobre con el sello de cera roto.

-Espero me puedas disculpar por haberla abierto. No te preocupes, son tan solo las instrucciones para poder llegar a la Academia, necesitaba uno de los documentos para que te permitan entrar a la ciudad.- continúa mientras le ofrece el sobre, el cual contiene instrucciones para llegar a una gran posada en el Circulo Superior, en conjunto con los papeles necesarios para pasar por el gran portón que divide el Circulo Medio con el Superior.

Cerca de ellos, al costado de la escalera y sobre una plataforma se puede encontrar una gran estatua de obsidiana: Es un gran dragón negro.

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Alesio nunca olvidaría este viaje. Cuando cruzo el puente de los cines, estuvo más lejos de su pueblo de lo que nunca hasta ahora había estado. La nostalgia se adueñaba de él conforme se sucedían las horas, la hora de llevar la comida a su padre y hermanos al campo, la de preparar elixires, la de cortar leña,... El primer día le dolía la cabeza y estaba aterrado, ni siquiera sabía de qué hablar con el maestro de la escuela.

Su optimismo y curiosidad lo habían salvado. Conforme abandonaban la zona de las montañas quebradas y se acercaban al centro del continente, el centro del mundo conocido, su habitual sonrisa y brillo en los ojos habían vuelto. El curso no duraría para siempre y volvería con su familia, más sabio y útil para la gente del pueblo. Cada paso había algo nuevo que llamaba su atención: caminos grandes y empedrados, ropas exóticas de tejidos importados, cada aldea era un poco más grande y rica que la anterior. Había descubierto comidas nuevas y canciones divertidas.

Al mediodía del octavo día de viaje, se dejó caer de rodillas delante de una planta. No la había visto nunca, era un nuevo tipo de planta. Según el profesor Tzar era Calisandra Vulgaris, sin más objetivo que crecer en las orillas de los caminos y, eventualmente, ser devorada por los burros que tiraban de las carretas comerciales. “Ligeramente diurética y refresca la sangre, aunque otras plantas lo hacen mejor.”

Aquella planta, aparentemente irrelevante, le demostró a Alesio que el mundo era enorme y que solo conocía una pequeña parte, que le quedaba mucho por caminar y recorrer. No fue ver trajes de seda, ni escuchar a viajeros caminar en idiomas extraños,… fue la Calisandra Vulgaris la que rompió su mundo infantil y lo lanzo a la vida adulta. Aunque contemplar la gran Issaera y las otras dos ciudades cercanas fue impresionante, aunque ver al aeroestato pasar de un puntito en el cielo a una gran nave que aterrizaba a escasos kilómetros de él le dejó con la boca abierta, fue una planta a la orilla del camino lo que marco el fin de una época y el comienzo de otra.

-Alabado sea el dragón negro, alabado sea el guardián del orden y el kaos– Murmura a la vez que le deja unas florecillas de su zurrón en la peana de la estatua. -No tengo rosas  ni jazmines frescos, solo te puedo dar manzanilla seca. Aunque supongo que a ti no te duele la tripa nunca, te las ofrendo con reverencia.

Cuando William se disculpa, le sonríe y agradecido le dice:

-No os preocupéis maestro, ha sido un viaje muy agradable y no quiero robaros más tiempo. Solo indicarme como llegar a la taberna y cuando y donde tengo que presentarme para ingresar en la universidad de Artes mágicas.

La compañía del profesor fue agradable durante el viaje. Mientras que usualmente mantenía un porte casi sacro, cada duda que Alesio tenía era resuelta con amabilidad: No le faltaba una sonrisa para adornar sus palabras. Si así iban a ser todos los profesores... Está claro que la experiencia en la Academia sería mucho más agradable de lo que inicialmente uno podría imaginarse.

Una vez frente a la estatua, William le observa con parsimonia antes de sonreír alegremente: -Es bueno ver a alguien tan joven dándole los honores que los Dragones se merecen... Y en particular hacia el Dragón Negro.-, se gira él a observar la estatua de obsidiana. -En tierras lejanas, adorar a este Dragón es considerado símil a practicar las Artes Oscuras. No son muchos quienes pueden comprender que el caos es tan solo parte del orden, sin uno el otro se descontrola.-

Tras las palabras de Alesio, William ríe con suavidad y le responde con un tono amable: -La posada se encuentra en el distrito de las Torres de Marfil, pasando el portón que se encuentra al final de esta escalinata: Es el acceso al Circulo Superior. No tendrás dificultades para encontrarla, allí mismo hay más indicaciones.-, gesticulando hacia la carta con la mirada, -Sería conveniente que te encuentres en la recepción a la hora de la cena. Seguramente alguien de la academia te informará de como proceder.-

-Es tradición que los nuevos alumnos pasen la noche anterior a la ceremonia de apertura en un hostal cercano a la Academia. Facilita la organización en casos como el suyo, la mayoría de los alumnos vienen de regiones lejanas. A pie tardarás menos de una hora en subir desde aquí, así que eso te deja algo de tiempo libre. -, le sonríe él.

-Muchas gracias, maestro… Allí estaré sin falta.   

A mitad de su primera zancada se vuelve para hacerle una inclinación de despedida. Solo cuando sean separados formalmente, empieza a caminar dirección hacia donde cree haber visto tomar tierra al aerostato, se muere por verlo más de cerca. ¿Qué clase de magia lo tenía en el aire? Con diecisiete años ya se imagina que su capitán no tiene un garfio por mano, que es lo que creía de pequeño cuando veía esos puntos danzar por el cielo. Pero aun así quiere contemplar como es de cerca y quizá escuchar como son los lugares que han visitado.

El sacerdote se despidió con una amable sonrisa y una pequeña reverencia, para luego retirarse y subir por los escalones a paso tranquilo.

Alesio se encuentra a si mismo recorriendo algunas calles secundarias que salen desde La Gran Escalera. Afortunadamente, hay suficientes carteles de madera que indican hacia donde se dirige: El Distrito Comercial.

Se encuentra a si mismo bajando hacia las zonas ahora cubiertas por la sombra de la noche, fuertemente iluminadas por esas lamparas. Llega incluso a ver a magos (todos con un mismo uniforme) encenderlas con simples hechizos: Son postes de poco más de dos metros, metálicos y de color blanquesino. En sus puntas se encuentran orbes de lo que parece vidrio, los hechizos que conjuran dentro las iluminan de diversos colores y con patrones y formas, parecen más artistas que trabajadores públicos realmente. De algunas salen ondas de luz rosada con forma de mariposa, para pronto desvanecerse... ¡De otras salen dragones-serpiente amarillos!

Una vez se mete más al Distrito Comercial, pierde de vista el dirigible, por lo tanto solo puede guiarse hacia la estación mediante algunos carteles de tanto en tanto, y quizás preguntarle a alguien que pasea por ahí. Perderse en la ciudad no parece fácil.

En una esquina, una mujer con cola y orejas de ardilla parece conversar con dos humanos, uno de piel anaranjada y otro oscura, los tres jóvenes. Por otro lado se puede ver un tendero vendiendo frutas frescas a los viajeros. En algún rincón se ve a una banda de tierras lejanas tocando la música de su cultura... Y en todos lados se ven adornos, los festejos del nuevo año son bastante agradables.

Casi se tropieza dos veces mirando como un bobo las farolas.

-¿Donde aterrizan los barcos voladores?- Le pregunta al tendero de frutas tras pagarle unos higos, impresionado por los ritmos que escucha y tratando de no ser descarado al mirar a la mujer ardilla y sus dos coloridos amigos.

-¿Barcos voladores?-, pregunta el tendero, como estupefacto ante la pregunta. Le entrega los higos, mirándole raro. -¿De qué hablas, joven?-, dice sin ostentar demasiada educación intentando no sonar maleducado.

-Las Aeronaves están por allí. ¿Necesitas una guía?- dice una chica junto a él, parecía estar comprando manzanas. Le sonríe con amabilidad, cerrando los ojos.

La chica señaló en dirección a una de las calles y prontamente le dio un mordisco a una de sus nuevas manzanas.

-Sí, acabo de llegar a la ciudad. Una guía seria genial.- exclama ilusionado -Aunque no puedo pagarte mucho- Apostilla no tan ilusionado.

-¿Siempre has vivido en esta ciudad? Es enorme, En mi aldea no somos ni 400 personas y es una de las más grandes de la zona. Es raro no conocer a todos los habitantes del lugar- Hablar de la aldea le pone un poco nostálgico, pero las maravillas de este lugar le ponen de buen humor.

-¡No te preocupes por pagarme, tonto! Anda, ven.-, dice, riendo un poco. Le toma de la muñeca y le lleva, alegre.

-Bueno, no siempre. Mis padres se mudaron aquí cuando era muy pequeña, de todos modos, así que no recuerdo haber vivido en otro lugar.-, le explica mientras giran por una callejuela, tomando un atajo parecería.

-¡Aquí siempre se ve gente nueva! Cada día se van algunas personas y vienen más. Ya sabes, comerciantes, viajeros, turistas... Es que esto es casi una capital, ¿Sabes? Bueno, no es una capital de nada, pero es como si lo fuera.-, su cola se ondea suavemente mientras habla, saliendo por debajo de su corta túnica.

Se deja arrastrar por la joven, sin dejar de mirar adornos, farolas y ventanas. -Está en el centro del mundo conocido, es normal que esté llena de gente. Además de por la escuela de magia. Pero nunca había visto tantas personas juntas nunca. Por cierto, me llamo Alesio, Alesio Ninbuitsa.

La chica reduce un poco el paso, escuchándole y mirándole. Le sonríe tras que él se on una sonrisa tras que él se presenta.

-Yo soy Tao. ¡No te preocupes! Ya verás como tras el festival hay menos gente por la calle.-

Eventualmente salen de las callejuelas, encontrándose con un edificio bastante largo y ancho, completo con unas escalinatas de piedra que dan a un portón de hierro, grandote. Se puede ver, desde el ángulo por donde están, que del otro lado del edificio hay muelles colgando en el aire, de madera y metal. Atados a grandes tubos en los muelles hay unos enormes vehículos de madera que se mantienen levitando con globos aerostáticos. ¿Y bajo los muelles? Pues... Una caída muy, muy, muy alta hacia el pie de la montaña.

-Aquí estamos. ¿Esto buscabas?

Alesio se pone muy contento al lograr su objetivo, aquellas obras de ingeniería y alquimia eran impresionantes. Se frota los ojos para comprobar que no está viendo mal, en efecto flotan sobre el abismo.

-Vaya… es impresonante. Se mantienen en el aire… y son tan grandes. Siempre los había visto como puntos lejanos en el cielo, ¡nunca tan de cerca!- Le da un abrazo expontaneo –Si esto es lo que queria queria ver ¡Gracias!... ¿Hay alguna otra maravilla que pueda verse de camino al círculo interior? Tengo que estar para la cena allí.

Ella sonríe un poco, divertida de verle tan impresionado de algo que ella ve todos los días como algo normal.

Cuando es abrazada, parpadea un poco y luego suelta una risa alegre, dándole unas palmadas en la espalda.

-¿Te refieres al Círculo Superior? Pues... Hay muchos lugares bonitos, pero no te dará tiempo para de visitarlos todos creo... Yo tengo que irme ya. ¿Sabrás volver a la Escalera? La entrada al Circulo Superior está al final, hacia arriba.

-Vaya que pena. Muchas gracias por todo, espero que volvamos a vernos. Sí, creo que sí, solo tengo que seguir ese callejón y tomar la avenida. Ha sido un placer conocerte Tao.

Se despide con una sonrisa y empieza a dar zancadas rumbo al círculo interior y la taberna. Tarareando, sin darse cuenta, la melodía extranjera que había escuchado hace un rato.

La chica le saludó con la mano mientras él se alejaba. Tras que él de unos pasos, siente una corriente de viento tras él... Aunque cuando mira, ya no hay nadie.

Cuando comienza a caminar hacia La Gran Escalera, consigue avistar una figura por los tejados de los bajos edificios del Distrito Comercial: Viste la misma túnica que portaba Tao; parece ser definitivamente bastante ágil.

Con el paso del rato finalmente se encuentra de nuevo en las escaleras, cada vez queda menos para la hora indicada. Sus bolsillos ya no están tan llenos de dinero como antes... Bueno, nunca lo estuvieron, pero al menos ahora tiene un higo.

Lo guarda en un bolsillo de su zurrón, le esperaba una cena de bienvenida. Y rápidamente trepa las grandes escalinatas que conducen a lo más alto de la ciudad. Directo a su nueva vida con sus nuevos compañeros. ¿Cómo se ganara la vida Tao?
 

Cuando Alesio está cerca del portón que separa el Circulo Superior del Circulo Medio, ve a ese hombre-felino que había avistado ya hace rato. Su túnica es bastante similar a la de Tao, ahora que lo tiene más cerca... Lleva una espada enfundada en la espalda y está caminando con tranquilidad hacia abajo, aparentemente su destino es La Gran Puerta. En unos segundos estará pasando junto a Alesio.

Unos cincuenta metros más arriba está el gran portón, protegido por soldados que se dedican a revisar los papeles de quien va a pasar y asegurarse que todo esté en orden.

Alesio echa una mirada al hombre cuando se cruzan, ¿Será esa túnica un indicador de oficio o de clase?

-Buenas noches- Le saluda un poco por la inercia de saludar a todo el mundo en la aldea y salvo que este le responda algo continua su ascenso, buscando el fajo de papeles en su zurrón.