Partida Rol por web

El chico, voluntarioso y bien educado, se arrodilló en el suelo mientras recogía con la mano derecha las monedas y las amontonaba en un puñado en la izquierda.

Veloz como un relámpago y despiadado como la Muerte, Ambrosio concentró encarnizadamente todas sus fuerzas para alzar cuál titán enfurecido aquél equipo de pesas que tan tentadoramente le susurraba desde la mesa. En ese momento supo que no había punto de retorno, su objetivo era un golpe contundente sobre la sien del niño. El furibundo trastazo lo dejaría fuera de combate con seguridad, y entonces podría poner sus manos sobre aquél costoso equipo de boticario y quizás llevarse algunos recuerdos más de su visita al viejo loco de las pociones.

- Hmm, arggh, hum, WaaaaaaAAAAAAAAAAAAHHH!!! - Bramó el letrado homicida ante el colosal esfuerzo que le supuso enarbolar aquél pesado armatoste y descargarlo con ira sobre la cabeza de su pueril víctima.

Pero su pericia con armas improvisadas era mucho peor de lo que hubiera calculado y deseado, siendo el destino de su ataque el de estrellarse de lleno contra el piso de madera, haciendo un espantoso estruendo en el acto. El cirujano quedó boquiabierto por unos segundos, y no ocurriéndosele ninguna excusa que pudiera mejorar su malograda situación, se preparó en silencio para matar o morir.

El chico pareció oir algo, porque se giró en el último instante y miró cono ojos de espanto el hierro que se dirigía hacia él. Lo esquivó con una agilidad propia de sus pocos años y retrocedió asustado. Dio un grito escalofriante, como el de una niña asustada. Un grito que perforó las paredes y los oídos. Agarró lo primero que encontró, un canuto de cuero de los que se utilizaban para guardar planos y lo esgrimió con ambas manos.

¡La guardia te colgará por esto! ¡Mi tío tiene muchos amigos!

Ambrosio no respondió a la amenaza de aquella pequeña sabandija. Estaba enajenado en dejarlo fuera de combate cuanto antes, aunque tuviera que molerlo a golpes hasta el desmayo. Sabía además que no había demasiado tiempo que perder, así que el furor de su segundo embate fue igual o mayor que su anterior intento fallido. Y en medio de la desesperaciòn y la ira sus puños parecieron encontrar finalmente un camino para impactar de lleno al joven y pobre infeliz.

Miro a mi alrededor sin disimulo, todavía no tengo ni puta idea porqué estoy aquí.

- Señor, la fortuna dejó de sonreirme cuando puse un pie en su local - me permito una sonrisa y me cruzo de brazos- He bajado a las ruinas sí, no tengo porque negarlo, y pretendo bajar más. ¿Que desea de mí?, no lo entiendo.

¿Usted sola? ¿Sin ayuda? Me cuesta creer que una muchacha como usted deje en ridículo a los más aguerridos guerreros de Puerta Muerta.

Encarno una ceja, parece ser que bajar solo no es lo común...

- Pues sí, baje con una antorcha y con dos botellas de vino- dicho así me choca incluso a mí- la verdad... dicho en alto que a mentira... pero espera- rebusco entre mis cosas- aquí tengo el permiso para vender lo que saqué de las ruinas.

Le entrego un papel arrugado que me dieron a la salida.

El golpe del cirujano chocó contra la mano del chico, que hizo crack y varios dedos del muchacho se colocaron en posiciones imposibles. El muchacho se agarró la mano herida con al sana, sólo causándose más dolor.

¿Con...con dos botellas de vino? ¡Jaja! Estoy seguro de que los mutantes se cogieron una buena y se despertaron sin el oro de sus bolsillos...

El hombre relajó su actitud y se acomodó en la silla. 

Me llamo Dimitri Markov y yo soy Puerta Muerta. Busco buenos guerreros para mi negocio.

Me relajo un poco y tomo asiento, voy a hacer el gesto de acomodarme la espada pero me acuerdo que no la llevo.

- Mi nombre es Melissa, mercenaria, los hombres suelen infravalorar a las mujeres guerreras, eso suele ser lo último que hacen antes que les corte las pelotas y se las meta en la boca- me permito expresiones duras viendo el ambiente donde estoy, abro las palmas de las manos invitandole a hablar más- soy toda odios.

Me estoy metiendo en un mundo donde no estoy muy segura de poder salir, mi única opción y sin armas es seguir el juego.

Bien, bien. Una mujer con carácter. Eso me gusta. Tu lenguaje será muy útil para intimidar a los más apropiados. Necesito de buenas compañías para mi negocio. Gente de acero y silencios. Leales para con su jefe y con ganas de embolsarse mucho dinero. Esta ciudad es una gallina gorda que hay que saber cómo desplumar.

El despiadado hombre de Nuln aprovechó que su pequeño rival cedía la iniciativa ante el dolor, y sin meditarlo continuó descargando golpes sobre la cabeza del infeliz con la imperiosa necesidad de dejarlo inconsciente y darse a la fuga con aquél equipo de boticario antes de que el tío sordo regresara de su inconveniente salida.

A sucesión de violentos golpes el matasanos partió el cráneo del chico en diversos puntos, sangre y otros líquidos de origen cefálico que el galeno conocía muy bien rodearon el cuasicadáver del muchacho. Ya nada se interponía entre él y su objetivo.

Tras un rato que se ha quedado mirándome esperando que dijera algo. Me encojo de hombros.

- Por dinero soy leal, por mucho dinero, soy muy leal- entrelazo los dedos- ¿que tiene en mente?, ¿y cuanto cobraría?