Partida Rol por web

Pillo un pastelito del Halfling, bien pensado dos.

Dame un pastelito de esos de carne de rata, seguro que saben a mierda enclaustrada-.tras morderlo- Dame otro para quitarme el sabor del primero.

Y miro de reojo como han apaleado a los humanos. Sin querer no puedo evitar pensar si le harían lo mismo a un enano... Quito las ideas recistas que se están instalando en mi mente poco a poco y sigo mi camino para dar con alexei.

Los pasteles los devoro, están bastante buenos la verdad.

Melissa abandonó la Fortaleza de Skalf y se dirigió a Puerta Muerta, a La Baya Poma. Alexei estaba en la puerta, iba vestido con aspecto guerrero, armadura de cuero cota de malla, espada, hacha, arco y un casco que sujetaba en la mano. Saludó a la mujer.

Te llevaré al herrero, ¿dónde está tu amigo?

Ya está todo. Bien, lo primero debería adeentar el piso de arriba, hay por la zona muchos niños que por alguna moneda pequeña le ayudarán a limpiar, hace años que no lo uso. Luego tal vez podría darse a conocer de algún modo.

Saludo con la mano y al acercarme le señalo el casco.

-Tu siempre tan pesado con los cascos- le doy la mano a modo de saludo- Ambro nos verá al mediodía para conocer a tus "amigos", podemos ir al herrero mientras- Le miro cejuda- No tengo mucho dinero espero que sea razonable...

Le miro como si de repente lo viera por primera vez.

Oye.. te ves...-busco las palabras- bien, osea, no bien de bien- me aclaro- bien de correcto.

Mis chicos están solucionando un asunto de robo en el este, quizá no les veamos hoy.

Alexei relajó la postura y se puso a caminar.

Te voy a llevar a ver a un buenamigo, un gran guerrero, de los primeros en bajar al quinto nivel de Karak Izril. Encontró un buen pellizco, ahora ya es mayor; pero ganó lo suficiente para abrir una herrería.

Asiento contenta.

-Bien, bien, vayamos a verlo cuanto antes- apremio-.

Sigo con demasiado dinero encima para mi gusto.

Le llevó a armas y armaduras Siegfried.

Este taller disfrutaba de una ubicación de primera en el Callejón sin salida, muy próxima a la Colina del Túmulo (la única entrada legal a las ruinas desde Puerta Muerta). El propietario era un nórdico de gran estatura llamado Siegfried Helgenheimer, anterior aventurero retirado a esta ciudad para ejercer su oficio de herrero. Su taller ofrecías armas y armaduras de buena calidad. Colgada sobre la fragua de su taller había una formidable gran hacha con un único diamante incrustado en su mango. Estaba encadenada a la pared durante todo el día.

Miro las armas y las armaduras con mirada experta, buscando algo que llame mi atención, pregunto por precios de ballestas, espadas, y armaduras para chica. Revoloteo por aquí y por allí.

Me presento a Siegfried y le pregunto si ya está harto de la gente le pregunte de donde sacó esa hacha, en el caso que sea de hablar pues le pregunto porque realmente me interesa, si se nota hastiado que se lo pregunten pues entonces... s elo pregunto igualmente!! como si me imporatara lo que piensen los demás!

El herrero saludó a Alexei y habló en una lengua extraña para la mujer, el kislevita le contestaba en ese mismo idioma.

Melissa esté es es el señor Helgenheimer, antiguo veterano de muchas guerras en el norte y ahora herrero de nuestra ciudad.

El gigante de Norsca hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo, no hablaba el idioma del Imperio.

- Le agradezco los consejos, me encargaré de poner todo en orden para que el negocio comience a producir ganancias de un momento a otro. Ahora si me disculpa, tengo un dia muy atareado por delante... - Y dicho eso Ambrosio se despidió del propietario sacándose el sombrero brevemente para luego volver a colocarselo en la cabeza. Salió del lugar andando a grandes trancos y con cierto brío, mientras hacía en su mente una lista con todos los suministros y demás servicios que debía conseguir cuanto antes si quería comenzar a explotar en breve la tienda alquilada.

Decidió que lo mejor sería empezar con el personal, un ayudante que administrara el lugar en su ausencia. Y como no conocía a mucha gente en la zona y no tenía la más mínima intención de perder el día haciéndolo, se encaminó decidido al frecuentado tablón de anuncios para dejar una nota allí ofreciendo el empleo de ayudante que debía cubrir.

Lo miro de arriba a abajo y le dedico una de mis poco usadas sonrisas.

- Encantada- Le ofrezco la mano- dile por favor que estoy interesada en una ballesta pequeña y si puede hacerme una armadura mejor que la que llevo, también estoy interesada en una espada nueva y un escudo.

Espero pacientemente como una niña buena con los brazos caidos y las manos unidas. Creo que aguantaré en esta postura unos 2 minutos, mi record es tres, antes de cagarme en todo y meter prisa por algo o quejarme de algo.

El nórdico sonrió y empezó a sacar diversos objetos. Una coraza de acero, unos cascos de diversas formas, espadas de distintos tamaños, hachas, muchas hachas, más hachas y escudos de madera, cuero, metal.

En un momento la mesa se llenó de objetos y el nórdico extendió las manos.

¿Qué quieres? -preguntó divertido Alexei.

Miro con el ojo experto de años de mercenaria y miro si hay alguna espada mejor que la mía, si todo es de lo más corriente, lo desecho y le digo que necesito armas de gran calidad, tengo 150 monedas para gastar y quiero lo mejor. Aquello que guarda para una venta buena.

-Traduce alexei-mientras sigo mirando los objetos y levanto un casco- redios que feo, bueno, pero feo.

El Var-Taz se hallaba en la Plaza de Piedra. Un día más estaba abarrotada de vendedores y compradores; y de legisladores por supuesto. La economía de la ciudad se hundiría sin esos recaudadores de impuestos que vagaban por las ciudad exigiendo impuestos por casi cualquier nimiedad. No faltaban los joyeros, herreros y nobles. pero les acompañaban los humildes, los ladroner, los medigos, los trileros y los criados. Había muchas armas, como corresponía a una ciudad en permanente esatdo de guerra, pero no era a Ambrosio lo que le interesaba.

Empezó a charlar con la gente, buscando lo que necesitaba. Un ayudante.

Oh, sí, señor. Yo puedo limpiar, cocinar, atender a los clientes y si me enseña puedo hacer preparados. Aprendo rápidamente, mi antiguo patrón me enseñó a curtir el cuero en una semana. Estaba muy contento. El pobre murió hace un mes de malas fiebres. Toda una lástima, estaría encantado de trabajar con usted, si me acepta. Me gustaría mucho aprender medicina y salvar vidas. Bla, bla, bla, bla ,bla...

Y durante un interminable cuarto de hora el halfling no cesó de hablar.

El nórdico ofreció una de sus hachas y habló mientras agitaba el hacha cortando el aire.

Dice que espadas no hace encargos especiales, sólo acero templado con enmangue de madera; pero que si buscas calidad puede ofrecerte una de sus mejores hachas, por 60 coronas de oro.