Partida Rol por web

La Brigada de San Jorge

Diario de Ms. Ravensdale

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17/10/2014, 00:11
Andrew Silsbury

A veces Silsbury la preocupaba. Era inteligente, con una curiosidad inagotable por casi todo, pero especialmente con un fervor apasionado por poder derribar el muro entre la vida y la muerte...Y quizás, vencer a la vieja enemiga de la humanidad. Pero aquello no era tarea fácil, y a veces tal devoción amenazaba con pasarle factura. Había gente que tenía una pasión a la que dedicaba todas sus horas libres. Andrew podía dedicar incluso las horas que no tenía. Cuando creía que estaba a punto de hacer un avance, por pequeño que fuera, podía olvidarse de dormir, de comer, pasarse el día encerrado sin salir, hasta el punto que en alguna ocasión se había desmayado de puro agotamiento.

Cuando llamó a la puerta de Fiona aquella tarde, parecía casi un muerto viviente, pálido, con ojeras, los ojos enrojecidos...Aunque un muerto viviente exultante y lleno de entusiasmo.

Ya sentados, con un té y unas pastas delante, Silsbury sacó una caja y la puso en la mesa, delante de Fiona. Sin embargo, su impaciencia le pudo, y mientras Fiona aún la miraba, el mismo la abrió, mostrando que dentro estaba el anillo conmemorativo de la muerte de Alan que le había pedido prestado hacía unos días. Aunque había algunas alteraciones. El cristal sobre el mechón de cabellos de Alan estaba rajado y había una inscripción y algunos símbolos grabados en la parte de atrás.

-Siento lo del cristal, se dañó durante el procedimiento. Y tuve que gravar el anillo para establecer una asociación permanente a ...-Se dio cuenta de que quizás estaba hablando demasiado. -Bueno, creo que estarás satisfecha. Aún no lo he probado, pero tú estabas más cercana a él, creo que sería mejor que lo probaras tú-Le dijo, mirándola impaciente. Realmente, sus explicaciones no es que fueran muy amplias, aunque daba la impresión de que ni siquiera se daba cuenta de ello, parecía asumir que todo el mundo sabía lo mismo que él.

Notas de juego

Estas son las reglas:

Esta es tu escena personal, puedes usarla o ignorarla completamente, al ritmo que te apetezca (una vez a la semana, al mes, nunca...). Si hay algo que quieras jugar o no te interese, puedes decirlo. Advierto, de todas maneras, que prestaré más atención a la escena principal que a actualizar esta.

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20/10/2014, 21:11
Ms. Ravensdale

Ms. Ravensdale dejó la taza en la mesa y recogió el anillo. Lo miró dándole vueltas en los dedos con una expresión difícil de descifrar antes de mirar a Andrew con cierto recelo y volver a centrarse en el mechón. Al menos seguía ahí.

Fiona no era de piedra, que no comprendiera todo lo que la rodease no significaba que no pudiera experimentar emociones, sobre todo si eran lo suficientemente fuertes para que fueran relevantes. Otra cosa es que las comprendiera, y eso era exactamente lo que le pasaba al mirar el corte en el cristal del anillo. Tristeza, impotencia... No lo tenía claro, pero sabía que no le terminaba de gustar que hubiera hecho eso con una de las pocas cosas que le quedaban de Alan. Pero no dijo nada, no tenía nada que decir.

-¿Qué pruebe el qué? Silsbury, sea algo más preciso -le dijo levantando la vista hacia el y olvidando el cristal roto por un momento-. ¿Qué tengo que hacer con esto?

Lo que fuera que hubiera estado sintiendo ya se había desvanecido y era cosa del pasado. Había cosas que le interesaban más y que tenía más posibilidades de comprender en aquel momento.

Notas de juego

Ok :).

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25/10/2014, 22:27
Andrew Silsbury

Silsbury pareció casi sobresaltado por las preguntas de Fiona, pareciendo tener que hacer un esfuerzo para comprender cómo era que no lo estaba entendiendo. Fiona no sabía exactamente que había estado haciendo, pero estaba claro que necesitava un descanso. Parecía mantenerse en pie sólo a base de energía nerviosa y fuerza de voluntad.

-Alan. Alan Kinnane. Su mentor. Dijo...dijo que se había ido demasiado pronto. Dijo que aún había muchas cosas que habría podido aprender de él. Ahora podrá preguntarle lo que quiera.-Dijo sonriendo, y con una expresión que recordaba a la de un cachorro que por fin hubiera logrado dominar algún truco y estuviera esperando su premio.-Me ofrecí a hacer lo mismo por una colega, pero ella no quiso. No estaba segura. Pero no hay nada de lo que preocuparse. Estoy seguro de que mis teorías son correctas.-Hablaba rápidamente, en frases atropelladas. -Sólo tiene que ponerselo y pensar en él. Recuerdos. Cosas significativas. Algo que los conecte.

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20/03/2015, 16:06
Ms. Ravensdale

Las respuestas de Silsbury sumieron a la mujer en un silencio pensativo. ¿Sería posible? Volver a hablar con Alan, compartir sus inquietudes, satisfacer su innata curiosidad con el saber profundo de su mentor. Mientras analizaba las implicaciones de lo que decía su amigo, sus manos jugueteaban con la joya con cariño, rozándolo con las yemas de los dedos, haciéndolo girar de un lado al otro sin atreverse a probarlo.

Suspiró profundamente y tomó una decisión. No estaba segura de que fuera conveniente traer a los muertos de regreso, ni siquiera a su adorado Alan. Pero la curiosidad -y la necesidad- era más fuerte que el sentido común. Con reverencia, colocó el anillo en su índice izquierdo y ralentizando su respiración, empezó a buscar entre sus recuerdos uno de los más preciados: el día que se habían conocido.

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24/03/2015, 13:32
Alan Kinkaid

Kinkaid era uno de los mayores expertos en feericos del país, un campo que no muchos estaban interesados a explorar. El encuentro con ciertos feericos podía significar un peligro para la integridad física del investigador demasiado entusiasta, y demasiada luz sobre ciertos temas, un peligro para la carrera académica de aquel que no tuviera en cuenta los intereses políticos de los feericos de mayor consideración social. Pero además, aquellos más fascinados por los feericos, no solían buscar a científicos. Buscaban el misterio y la magia, el ser deslumbrados por ilusiones de belleza irreal y perfección imposible. No era de extrañar, entonces, que la pequeña sala de conferencias estuviese casi vacía, y que incluso algunos de los asistentes no esperasen al final de la lectura para abandonar la sala. Cuando había terminado, Fiona había tenido el privilegio de poder conversar a solas con él, haciendo todas las preguntas que había deseado, y Alan había tenido el privilegio de disfrutir de algo que raramente encontraba, una audiencia atenta e interesada, inteligente y educada, que no sólo le permitía explayarse sobre su campo , sino que lo animaba a ello.

Fiona veía la escena de nuevo, tan clara como si fuera la primera vez. Las sillas del público ya vacías, excepto por la que Allan había acercado para ella al escritorio del conferenciante, los libros y revistas esparcidos sobre el escritorio, abiertos por láminas que mostraban distintos tipos de feéricos, o por páginas con párrafos especialmente interesantes sobre alguna teoría u otra de algún autor neoeuropeo. Y Allan vivo, junto a ella, explicándole las controvertidas teorías de Franz Werber sobre la presencia de órganos magnéticos en los feericos que explicarían su reacción al hierro, y como su intención de realizar experimentos para comprobarlo había llevado a su expulsión de la Academia de Ciencias Bávara, y algunos decían que incluso a su desaparición meses después.

Sus recuerdos jamás habían sido tan claros. Después de su muerte, su presencia había ido desdibujándose poco a poco. Había llegado un momento en que se había dado cuenta de que no conseguía recordar su voz, o los detalles de su cara sin mirar su fotografía. Pero en ese momento, lo veía como si nuevo estuviera en aquella sala, como si de nuevo estuviera junto a él. Sólo que en aquella ocasión, Allan no se había interrumpido de pronto, mirándola a la cara con gesto preocupado, y rebuscado un pañuelo en su bolsillo, ni se lo había entregado diciendo:

-¿Ocurre algo, Ms Ravensdale? Parece usted agitada. Y me mira con una expresión...extraña, si puedo decirlo.