Partida Rol por web

Con osadía entras en el edificio con la intención de echar un rápido vistazo al sótano. El ruido de la máquina de prensa es ensordecedor, y aunque resulta bastante molesto, sonríes al comprobar que amortiguará cualquier sonido que puedas provocar en tu pequeña aventura ilegal.

Justo enfrente de la puerta están las escaleras que llevan al piso superior, y a la derecha de esta está el estrecho pasillo que conduce a la puerta del sótano. A la derecha ves un gran cristal con las palabras Arkham Advertiser pegadas en ella, tras el cual observas la sala donde suelen trabajar los editores, casi a oscuras e iluminada únicamente por la débil luz que penetra a través de las ventanas que dan al exterior, cubiertas, a su vez, por cortinillas.

Abres la puerta del sótano y ves unas escaleras de madera, cortas, empinadas y sin posamanos de seguridad que llevan a una oscuridad absoluta. Bajas con cuidado y a tientas localizas un interruptor que enciende un par de lámparas que cuelgan del techo. Por fin obtienes luz.

Contemplas la estancia. No es muy grande, unos diez o doce metros cuadrados, pero apenas queda sitio entre tantas estanterías. El lugar te resulta algo agobiante, falto de aire puro, y por un momento echas de menos un trago de buen whisky.

Encontrar algo específico en este lugar te resulta de locos, así que abogas a la suerte para dar con algún artículo en el que aparezca la casa o el nombre de su antiguo inquilino, el tal Walter Abbot.

Las palabras de Richard eran todo el ánimo que necesitaba para al fin empezar a hacer algo. Además, era una manera de redimirme del miedo que había sentido en la casa (principal motivo por el que no había querido entrar), así que dije decidido:

-Tiene razón, señor Simmons, Además es lo mismo ir hacia ariiba que hacia abajo, y aque la entrada está desierta, si alguien objeta algo siempre podemos argumentar como tesis que estábamos buscando a alguien responsable y como arriba había demasiado ruido pensamos que las oficinas estaban abajo, o alguna cosa similar...- y en este punto me di cuenta de que no estaba frente a los alumnos en una clase, sino a punto de meterme a fisgar en un periódico, así que me callé y quedé en silencio.

Profesor, para cuando te das cuenta, te percatas de que Simmons ya se escabulló hacia dentro y te encuentras hablando solo para Milton y Aaron, quien acaba de llegar con una feliz sonrisa dibujada en su rostro.

Richard ha entrado, vosotros aún no, así que estáis los tres en la puerta.

Esto es peor de lo que me imaginaba. La organización aquí es prácticamente nula, de hecho, más bien parece que hayan intentado comprobar cuantas estanterías eran capaces de amontonar en este cuchitril. Menuda mierda. 

Empiezo a buscar guiándome por mi instinto en una estantería del fondo. Por un instante creo oír algo aquí abajo, pero sin duda es fruto de tener los sentidos demasiado alerta por miedo a ser descubierto. Continúo buscando frenéticamente, yendo de estante en estante, a pesar del agobio y del ambiente cargante con olor a humedad.

Y al darme cuenta de que estoy soltando un monólogo al aire miro a Milton y a Aaron, me encojo de hombros con una sonrisa avergonzada y sigo los pasos de Richard.

 Ando un poco perdido, he estado ausente la mayor parte de la conversación. Así que para no retrasar la investigación, sigo a mis compañeros escaleras abajo.

-Señor Jacques, ¿le importaría resumirme la conversación? Verá, he tenido una... urgencia, ya me entiende.

Intento disimular mi malestar esbozando una sonrisa, que espero surja efecto.

Richard no está, ha bajado al sótano furtivamente.

Justo cuanto vosotros intentáis adentraros en la antesala de la entrada, un hombre con sombrero se asoma por la puerta de la planta superior, justo arriba de las escaleras que hay frente a la puerta de entrada.

- Qué... disculpen! No pueden entrar, esta es una zona de propiedad privada!

Espeta el hombre, sin saber bien si bajar o no, desconfiado ante vuestra presencia.

Al ver la reacción del hombre, automáticamente levanto mis manos a la altura del pecho con las palmas hacia arriba para demostrar que no estoy sosteniendo nada.

Disculpe usted, buen hombre. Empiezo a decir en un tono calmado. Permítame presentarme, mi nombre es Milton Jacques, los caballeros que me acompañan son el profesor Maximilian Arturo y el señor Aaron Bloen. Somos investigadores de Arcana Agency y estamos trabajando en un caso. Vinimos aqui con la esperanza de poder revisar sus ediciones antiguas en busca de información sobre una residencia de esta ciudad. No era nuestra intención invadir su propiedad. Nuevamente le ruego nos disculpe.

A punto he estado de ir detrás de Richard cuendo fui interrumpido por la intempestiva aparición de un empleado en lo alto de la escalera, como por su parte Milton se adelantó y parece estar manejando la situación de manera eficaz, disimulo encendiendo un cigarrillo mientras oigo la conversación.

 Curioso personaje nos asalta ahora.

-Disculpe la intromisión, soy el señor Bloen. Hemos llamado, pero no ha contestado nadie.

Adopto una actitud cordial, intentando que el recién llegado no sospeche.

  Hay alguna forma de averiguar intenciones aqui? Alguna tirada?

El hombre subido en lo alto de la escalinata entrecierra los ojos observando a Milton una vez éste revela su nombre, aunque niega con la cabeza como si hubiera intentando reconocerlo sin éxito.

Tras presentaros como investigadores de Arcana Agency alzando vuestra documentación, el hombre parece ganar confianza en vosotros y baja las escaleras mientras escucháis cómo el estruendoso sonido de la máquina de prensa comienza a desfallecer hasta apagarse completamente.

- Steven Cormick. - se presenta - Arcana Agency, eh? - exclama una vez ha bajado - Sí, sé quiénes son... Ediciones antiguas ? - responde inseguro, lanzando una ojeada a la puerta con la placa que reza: Sótano.

En ese momento baja otro hombre. Es más serio y lleva un mono de trabajo ligeramente manchado de grasa. Sin duda parece un técnico de maquinaria y baja las escaleras hasta vuestra posición, no sin antes apagar las luces de la planta superior.

- Siento decirles que nuestra jornada ha acabado caballeros, - responde finalmente Steven Cormick - y no tengo permitido autorizarles el paso al edificio. Tendrán que volver el lunes y hablar con el director.

El hombre no deja lugar a dudas y salen del edificio cerrando la puerta, esta vez con llave, tras de sí. Se despide con un escueto "Buenas tardes caballeros" y veis como se ambos se marchan, murmurando algo entre ellos.

La fortuna te sonríe y sacas tu block para tomar nota de todos los datos que vas encontrado sobre la casa. Por desgracia no hallas nada recpecto al nombre de Walter Abbot, aunque sí encuentras interesantes y extraños datos acerca de la misteriosa casa de los Wells.

- Artículo de 1914. En 1909 una familia se trasladó a la casa, cayendo inmediatamente sus integrantes víctimas de una enfermedad psicológica. De ese año (1914) publica que el hermano mayor enloqueció y se mató con un cuchillo de cocina, tras lo cual la angustiada familia se mudó de la casa.

- Breve artículo de 1917. En él se publica escuetamente que una familia alquiló la casa en ese mismo año (1917), marchándose casi de inmediato tras enfermar todos a la vez.

- Artículo de 1918, jamás fue publicado. Este afirma que en 1880 una familia de inmigrantes franceses se trasladó a la casa, pero volvió a quedar vacía tras una serie de violentos accidentes que provocaron la muerte de los padres y dejaron lisiados a los tres hijos. La casa estuvo desde entonces desocupada durante largo tiempo.

Enfrascado en la lectura y anotación de todos los datos en tu block, casi no te has dado cuenta de que el estruendoso sonido de la máquina de prensa, el cual apenas te llegaba amortiguado por las paredes del sótano, ha dejado de sonar completamente, posiblemente desde hace ya un buen rato. Intuyes que han terminado su jornada laboral. Ya has encontrado suficiente para hacerte una idea de la temeridad que conlleva alojarse en esa extraña y terrible casa, y decides volver con el resto del equipo para compartir tus hallazgos.

Subes las escaleras y te asomas por la puerta con extrema cautela. Todo está en silencio y las luces han sido apagadas. Al mirar la puerta principal observas que la llave ha sido corrida, aunque puedes abrirla manualmente y salir por ella. También hay multitud de ventanas que llevan al exterior.

¿Qué haces?

Después de enfrascarme en la lectura de todas esas desgracias —cada cual más repugnante que la anterior— el silencio y la oscuridad me resultan opresivos. Necesito salir de este sitio y volver con mis compañeros de inmediato, pero antes me tomo unos segundos de más en las escaleras para tratar de traer mis pensamientos a la realidad, lejos de esa abominable casa del Barrio Alto. 

Con extrema cautela me dirijo a una de las ventanas para echar un vistazo a la calle, tratando de no exponerme innecesariamente a las miradas del exterior.

Perfecto, nuevamente disculpen por la intromisión. El lunes volveremos y hablaremos con el director. Digo con una sonrisa mientras salimos.

Cuando los dos hombres se hallan a una distancia prudencial, me vuelvo a mis compañeros mientras dejo que mi sonrisa se desvanezca. Hummm... ¿Qué hacemos con Simmons?

-Espero que el señor Simmons encuentre una manera de abrir desde dentro... parece un hombre de recursos.- digo pensando en todas las posibles implicaciones del caso mientras busco con la mirada a ver si hay alguna ventana, tragaluz o lo que sea que de a los sótanos del edificio.

Habrán pasado 15 o 20 minutos desde que Simmons se escabullera hacia el sótano del edificio. Debatís durante un rato cuándo y cómo conseguirá salir mientras ponéis a Aaron Bloen al día respondiendo a sus cuestiones.

El reloj marca las 5 y 25 de la tarde. No hay mucha gente rondando por la zona y el profesor Arturo decide husmear por las ventanas de la editorial. Las cortinas blancas no impiden ver las oficinas interiores, con montones de mesas con máquinas de escribir, calendarios y alguna granola de música o radio en las esquinas además de una cierta oscuridad. Aún es de día pero el sol comienza ponerse en el horizonte sobre una capa cada vez más espesa de nubes.

Profesor, a los pies de los ventanales principales (los que hay de cara al edificio en la foto, junto a la puerta por la que habéis entrado) observas los tragaluces que sin duda pertenecen al sótano del edificio. En un mometo dado, cuando no observas gente paseando por la calle, te agachas con cierta incomodidad y miras a través de los tragaluces. Te percatas de que hay luz pero ésta desaparece justo en el momento en que te dispones a mirar detenidamente, quedando la sala completamente a oscuras.

Se lo comentas a tus compañeros y decidís que debe tratarse del escurridizo Simmons.

Esperáis apenas un minuto cuando tras la cercana esquina aparece Simmons con una sonrisa en la boca como si fuera un transeúnte que pasaba por ahí.

Subes las escaleras del sótano, no sin antes haber apagado las luces, y te diriges hacia las ventanas de la oficina derecha donde, echando una ojeada sutil al exterior a través de las blancas cortinas, esperas una buena oportunidad para salir sin ser visto.

No te cuesta mucho y haces gala de una buena habilidad saltando al exterior. (Por las ventanas de la derecha del edificio, según la foto).

Parece que nadie se ha percatado de tu escabullida, así que cierras la ventana tras de tí y doblas la esquina hacia la entrada principal, donde se hayan tus compañeros.

Curiosamente, encuentras al profesor Arturo intentando levantarse del suelo, junto a un tragaluz situado en la base del edificio y que al parecer pertenece al sótano donde has estado. Te preguntas si te habrá estado observando mientras te mantenías ocupado pasando notas a tu block.

Por cierto, habrá pasado una media hora. Si miras a tu viejo reloj descubres que son las 5:28pm.

Termino de incorporarme (lo que me lleva algún tiempo y por eso he comenzado la conversación con mis compañeros mientras lo hacía) y, con una tremenda cara de asombro y los ojos como platos, digo al recién llegado:

-Vaya, vaya señor Simmons, es usted una caja de sorpresas ¿Ha encontrado algo interesante? y lo que es mejor ¿Cómo ha salido usted del edificio?-

Respiro profundamente y me coloco el cuello de la gabardina mientras noto como mi corazón poco a poco vuelve a latir con normalidad. Al llegar junto a mis compañeros saco mi libreta de uno de los bolsillos interiores del abrigo y se la ofrezco al profesor. Acto seguido saco un cigarrillo de mi cajetilla y comienzo a fumar con avidez. 

—Esto es todo lo que he podido encontrar. Seguramente con algo más de tiempo y tranquilidad podríamos llegar a descubrir algo más —digo mientras observo la calle, casi de espaldas a mis compañeros—. Por curiosidad, ¿qué habéis hecho en mi ausencia?

Block: