Partida Rol por web

-A decir verdad hemos hecho poca cosa, señor Simmons. Básicamente hemos estado distrayendo a un par de empleados que iban a salir del edificio para que no bajasen al sótano.- y, mientras saco una libreta de apuntes de mi bolsillo y la consulto sigo con aire pensativo -Entonces, por lo que usted nos acaba de decir..... creo que.... ah, si, aquí está... es probable que lo que esté sucediendo aquí se remonta a alguno de esos "repugnantes hábitos" del señor Abott... eso considerando casualidad que haya enfermado el constructor original de la casa.-

 Asiento a las aseveraciones del profesor y observo a Simmons. Es una caja de sorpresas.

-En ese caso, creo que deberíamos saber algo más de ese dueño aborrecible. No veo lógico que cada habitante de esa casa haya sufrido daños o internamientos. Ha de haber algo, algo físico o tal vez algún tipo de ilusión o sugestión mental. No obstante, deseo fervientemente escuchar sus opiniones.

Tras esto, miro inquisitivamente a mis compañeros, buscando en ellos una respuesta que no tengo valor de encontrar. Tal vez todo esto no sea más que la locura de un hombre desesperado. Tal vez este trabajo no vale la pena. Antiguos sentimientos afloran y siento que vuelvo atrás, al infierno. He de contenerme.

-Y sea lo que sea.....- continúo complementando la línea de pensamientos de Aaron -...aún tiene que estar en esa casa, ya que los propietarios no se conocían entre si, podemos concluír que la causa de todo esto está dentro del edificio..... o es el edificio en si mismo.-

 Asombrado, miro al profesor.

-¿Se refiere usted a algún tipo de encantamiento? Pensaba que sólo existían en los cuentos de niños. Quién sabe, tal vez la malvada bruja viva en el sótano.

Esta broma, soltada con voz trémula, no hace más que ahondar en mi miedo. Son temas escabrosos, se miren por dónde se miren. No hace falta mucho más para ponerme los pelos de punta.

-Jajajajaja claro que no me refiero a eso, señor Bloen.- rio bastante divertido y continúo en un tono más serio -Pero supongamos que la casa se ha construído sobre un yacimiento de azufre, o que los "repugnantes hábitos" del señor Abott incluían trabajar con cloro o antimonio o cualquier elemento que fuese capaz de estar soltando gases tóxicos, como si le había dado por redescubroir el fuego griego o lo que sea. Ahi volvemos a tener el motivo de "emanación gaseosa" que habíamos pensado al principio.-

 -Acepto su propuesta. Pero, sin embargo, ¿no deberían esos gases haberse disipado ya? No soy un entendido de la materia, pero no creo que estos gases duren tanto tiempo en el aire. Tanto cómo para contaminar a varias personas. - miro dubitativo a mis compañeros -  Tal vez deberíamos conseguir algo de información sobre esos gases, documentarnos, sobre todo yo. No obstante, supongo que habrán más teorías sobre esa casa.

 Recupero mi libreta y ojeo página por página todas mis notas escritas sobre el caso. No trato de unirme —ni quiero—  a la conversación del profesor y el contable, pero no puedo evitar negar con la cabeza al oír como el profesor intenta buscar un motivo lógico y científico a lo que ha ocurrido. Nos guste o no, todos estos sucesos, esparcidos a lo largo de casi un siglo, van contra toda lógica. A estas alturas, después de ver a los Wells en el Arkham Sanitarium y de tener constancia del número de victimas que ha habido sobre el suelo de esa casa, el intentar resolver el caso escudándose en la simple lógica me parece que es dar un paso atrás en la investigación. Tanto es así que le doy más validez a las bromas del Sr. Bloen que a las bien explicadas hipótesis del profesor, aunque por ello se me genere un nudo en el estomago. 

—Menuda perdida de tiempo — cierro la libreta y la devuelvo a su lugar habitual: mi bolsillo interior—. No dudo de que si entráramos ahora mismo en esa maldita casa encontraríamos las respuestas que necesitamos para resolver esto, pero saben, soy un tipo curioso y no me quiero quedar solo con lo estrictamente necesario. Sin embargo, tampoco me gusta tirar mi tiempo a la basura buscando información y documentándome sobre temas que no vienen al caso. ¡Por el amor de Dios! Creo que no miento si digo que en el fondo todos sabemos que todo este asunto no se  trata de algo normal. Aceptémoslo y dejemos de divagar, así podremos por fin avanzar más rápido. 

Tiro lo poco de cigarrillo que queda sin consumir a la calzada y vuelvo a hablar a mis compañeros, esta vez con un tono más calmado. 

—Podríamos visitar la Sociedad Histórica de la ciudad… si no os parece mal —mi mirada deja entrever que les parezca buena idea o no, yo voy a ir igualmente.

No sé Simmons, tampoco veo ninguna referencia a nada que no pueda ser explicado en términos normales. El comentario de Simmons parece haberme vuelto a la realidad, ya que estaba siguiendo la conversación de manera ausente. Por extraños que parezcan los distintos sucesos acontecidos en la casa, tempoco creo que, forzosamente tengan que tener todos un origen sobrenatural, y ni siquiera que tengan que estar relacionados. Las casualidades existen, y dado que estamos buscando información sobre éste lugar en particular, probablemente parezca la ocurrencia de sucesos extraños en ésta propiedad, sea más frecuente que en otros lados. Pero si nos tomáramos el tiempo para recabar información sobre toda la ciudad, tal vez encontraríamos que no es tan así y que los artículos que usted halló se repiten para la mayoría de las propiedades de la ciudad.

Saco un cigarrillo y lo prendo. Sin embargo, estoy de acuerdo con usted. La mejor forma de ver qué está pasando en la casa es entrando y haciendo una investigación in situ directamente. Tampoco veo mucha utilidad en ir a la sociedad histórica, pero si es ahí donde piensan que debemos ir, con gusto los acompañaré.

-Yo no tengo pensado nada en particular, y de hecho tengo una curiosa teoría propia que sencillamente reza que los fenómenos inexplicables o sobrenaturales son cosas que aún no hemos descubierto... recordemos que adorábamos al fuego cuando aún no sabíamos cómo encenderlo.- y mirando a Aaron agrego -De todas maneras, señor Bloen, no me refería a gases sino a substancias o elementos que pudiesen producirlos. ¿Y si en la casa se esconde algún depósito de mercurio, por ejemplo? Se trataría de una fuente productora de gases tóxicos que puede durar cientos de años. Por si acaso, cuando vayamos a la casa mantengámonos en lugares bien ventilados.-

 El súbito tono de la conversación parece animarme. Por lo menos cada uno tiene ideas, discutibles todas ellas, pero ideas. No somos una mente colmena que sigue la primera idea que se presenta. Siento deseos, grandes deseos, de entrar en esa casa y averiguar qué pasó, o qué pasa ahora. Mi parte más honda quiere entrar en esa mansión de la locura y sacar a la luz la verdad. Sin embargo tambien tengo una pequeña voz en mi conciencia que me insta a ser precavido. Lástima por ella, el señor Simmons la ha acallado.

-Bien, entremos en acción. Cómo dice nuestro compañero, son mejores los hechos que las palabras. Dígame, señor Simmons, ¿qué pretende encontrar en la Sociedad Histórica de la ciudad? 

Abandonáis la calle Armitage sumidos en un profundo debate acerca de la misteriosa y temida casa de los Wells mientras el cielo termina de oscurecerse y la noche aparece definitivamente en Arkham. La luna apenas es visible entre una maraña de nubes bajas y en el cristal del vehículo contempláis algunas gotas de agua, aunque no parece que vaya a llover.

El edificio público resulta ser una mansión construída al estilo Georgiano, espléndidamente restaurada y algo apartada de la calle. Vuestra primera impresión es que se halla cerrada, y vuestros temores se confirman cuando tras unos primeros golpes en la puerta, nadie parece contestar.

Cuando algunas de las miradas incriminatorias se dirigen al expolicía, Simmons, escucháis unos pasos lentos y pesados al otro lado de la doble puerta de madera recia que da entrada al edificio. De pronto, esta se entreabre pausadamente y un hombre de avanzada edad, delgado y algo paliducho aparece tras ella.

En un primer instante os mira a todos intentando reconoceros, pero para su propia sorpresa no lo consigue, tras lo que dice con voz amable y algo senil:

- ¿Desean algo? El edificio está cerrado al público los fines de semana. -

 Curioso edificio, un tanto raro, pero con estilo.

Espero la respuesta de mis compañeros, mientras observo atentamente al hombre e intento dar un vistazo al interior de la casa, sin que se de cuenta.

A pesar de que minutos antes me hayan tomado casi por necio, me reconforta que todos me acompañen a la Sociedad Histórica de Arkham. Entiendo que piensen que es perder el tiempo, que no hay ningún motivo aparente para buscar allí —hasta yo mismo dudo de que podamos encontrar algo útil para el caso allí—, pero confío más en mis absurdos instintos que en su lógica. Hasta ahora no me han fallado, y espero que no empiecen a hacerlo.

Durante el viaje en automóvil no puedo evitar reírme de manera agria para mis adentros. No se puede intentar abordar una investigación con términos normales cuando el problema se trata de una casa con cuatro familias enloquecidas y varios asesinatos grotescos sobre su suelo a lo largo de menos de un siglo. Sabiendo esto, hablar de casualidades, de lógica o de normalidad es de locos. 

***

—Mierda, no me miréis así. Nadie os obligó a venir —digo al percibir las miradas de mis compañeros—. Esperad, si que hay alguien. 

La puerta se entreabre pausadamente y un hombre de avanzada edad, delgado y algo paliducho aparece tras ella.

—¿Desean algo? —el viejo parece algo desconcertado—. El edificio está cerrado al público los fines de semana. 

—Sí, lo sabemos perfectamente caballero —ni siquiera me había parado a pensar en que día estábamos hasta ahora—. Sentimos de veras molestarle a estas horas, y no sería necesario si no se tratase de algo realmente urgente. Verá, somos detectives privados —le muestro rápidamente mi identificación de la agencia—, y estamos enfrascados en un complicado caso del que lo único que puedo comunicarle es que, desgraciadamente, ya ha habido varias victimas. No nos gustaría que la lista aumentase en este fin de semana y supongo que a usted, caballero, tampoco. Así que la única ayuda que le pido es que haga una excepción hoy y nos permita visitar las instalaciones, al menos un par de horas, por el bien de nuestra investigación.

Richard Simmons:

Efectivamente, el anciano parece algo desconcertado cuando os ve al abrir la puerta. Posee una mirada extravagante y curiosa, sus cejas aparecen pobladas y resaltan por encima de sus gafas redondeadas.

Mientras hablas y te identificas, Aaron Bloen alza su cabeza por encima del resto para examinar el interior mientras, al igual que tú, él también saca su identificación. El rostro del anciano cambia por completo al ver vuestras tarjetas y finalmente tu elocuencia parece convencerlo.

- ¡Arcana Agency, por supuesto! - exclama abriendo la puerta de par en par - Lei el artículo del Arkham Advertiser y me dije: ¡por fin un grupo de investigadores profesionales en la ciudad! - dice sonriendo e invitándoos a pasar con un ademán - Pasen, pasen.

Aaron Bloen:

Por fin sacias tu curiosidad y al igual que el resto de tus compañeros contemplas una sala espaciosa y de techo alto mientras el anciano cierra la puerta y se presenta.
La estancia está decorada a los estilos colonial y federalista, y en ella se exponen numerosos objetos que recuerdan la historia de la ciudad. El más grande y por ende llamativo es una antigua bomba de incendios manual bien cuidada que data de 1862.

- Disculpen no haberles reconocido. - dice afable y sonriente - Me llamo Lapham Peabody. Soy miembro del club de la Sociedad Histórica de Arkham y cuidador de la misma desde hace... treinta años, creo. Ahora tengo más de sesenta, y uno puede permitirse el lujo de perder la cuenta a estos años.

El señor Peabody os estrecha la mano con languidez conforme os vais presentando.

- Señor Simmons. Dice usted que están investigando un complicado caso. ¿Pueden decirme de qué se trata exactamente?

-Vaya, vaya...- murmuro acercándome a la bomba después de saludar al amable caballero que nos ha dejado pasar, y empiezo a recitar como si estuviese con alguna clase en una visita guiada -Esto es una vieja bomba manual de las que se usaban en los departamentos de bomberos a mediados del siglo pasado... y está prácticamente nueva. Es interesante el sistema de vacío que generaba para poder impulsar el agua desde....- y en este momento recuerdo dónde estoy y qué se supone que estoy haciendo, asi que me callo sonrojándome un poco y me limito a dejar hacer al resto.

 Suspiro de alivio al ver que el anciano tiene en tan alta estima a los detectives. 

—Disculpe si he parecido demasiado alarmante, señor Peabody —digo al estrecharle la mano—, pero no he podido evitar ponerme efusivo, ya sabe, no quería encontrarme con un portazo en la cara. 

Observo la amplia estancia mientras mis compañeros se presentan.

—Señor Simmons —dice el anciano en cuanto terminan con las breves presentaciones—. Dice usted que están investigando un complicado caso. ¿Pueden decirme de qué se trata exactamente?

—Lo cierto es que he exagerado un poco. Como ya le he dicho, discúlpeme, me he dejado llevar. No obstante, es cierto que se trata de algo complejo, pero no creo que haya más victimas de las que ya ha habido. No al menos por ahora, mientras la casa este deshabitada —hago una pausa y me llevo la mano a mi barba mal afeitada—. ¿Conoce la 123 de la West Miskatonic Avenue, en el Barrio Alto?

- Veo que le interesa a usted la historia reciente, profesor Arturo. - dice sonriente.

En las paredes podéis ver algunos cuadros con retratos de individuos que, a juzgar por sus vestimentas, deben datar de siglos pasados.

- No se preocupe, le entiendo. - contesta a Simmons, tornando a una porte más seria - Así que se trata de una casa. ¿123 de la Miskatonic West Avenue...? Uhm, no me suena haber oido nada relacionado con ella, me temo. - dice tras reflexionar un instante.

-En realidad, señor Peabody, me interesa la historia de la ciencia. Creo que si me preguntase usted la fecha de alguna batalla no muy conocida, por ejemplo, sería incapaz de decirla.- respondo a nuestro anfitrión, y agrego -Y con respecto al tema que nos ocula ¿Podría usted precisarnos si en el solar donde ahora está la casa había antes alguna otra construcción o ....? no sé.... cuanlquier cosa nos ayudaría, a decir verdad-

 Para variar, mis compañeros llevan bastante bien el peso de las preguntas. Para no agobiar más al viejo cuidador, prefiero callar y atender al complicado ir y venir de preguntas y formalidades. Simmons tendrá una razón para estar aquí, y confiaré en él. Sólo espero que los demás confíen en mí cuando llegue el momento.

Mientras mis compañeros divagan, me acerco a Jacques y le susurro.

-Al parecer no hubo nada raro, o al menos no nos quiere decir nada. ¿Qué opina usted?

 —Es una lastima, sin duda, pero aun puede ayudarnos —digo esperanzado—. Estamos recopilando cualquier tipo de información sobre esa casa y sus habitantes desde que fue construida, en 1835. Hasta ahora solo hemos conseguido un nombre: Walter Abbot. ¿Cree que podríamos encontrar en los archivos algo sobre esa casa del Barrio Alto?