Partida Rol por web

El hombre parece que se va relajando y tranquilizando con vuestras palabras. Suelta la mano de su colgante y comienza a hablaros.

Disculpad, es que... Estoy bastante alterado. Soy Tunaster Dranik, T.D., y sí, soy el "hombre de azul" de la nota.

Os contaré el por qué de mi petición para que podáis entenderme.

Bebió un poco de lo que parece agua de un vaso que tenía en la mesa y carraspeó

Como otros muchos clérigos de Mystra, voy viajando de un sitio a otro, en busca de fuentes de magia inusual. He estado en tumbas, ruinas peligrosas e ¡incluso me he acercado a la guarida de un nauseabundo liche! dice al mismo tiempo que levanta la voz, lleno de orgullo por su azaña.

Pero eso ha sido nada comparado con lo que vi hace una dekhana: un templo a Mystra reción construido aquí, en Whelun.

Su voz baja y vuelve su nerviosismo. Os mira a vosotros y a la puerta, sin querer perder detalle de lo que ocurre a su alrededor

Parece bastante normal, ¿no? Pero no hay otros templos de Mystra en Cormyr. ¡Es una gran noticia! Llevo bastante tiempo siendo clérigo de la iglesia, y todos los años entro en contacto con la organización. ¿Cómo es que no sabía que iba a encontrarme un templo de Mystra aquí? ¿Por qué yo, un clérigo con buenos contactos en la jerarquía no sé algo más de esa tal "señora Arzhas" que supuestamente ordenó la construcción del templo y lo ubicó en las ruinas del antiguo torreón?

Sorprendido, entré inmediatamente en el templo, en busca de respuestas. Llegué hasta el patio exterior, pero se me negó el acceso a las zonas interiores. Se me dijo que esperas a la señora Arzhas. Tras una hora de espera, apareció un hombre, alguien llamado Fembrys, y me pidió que lo acompañase de vuelta al patio central. Llevaba los ropajes de un clérigo de Mystra, como yo, pero había algo en él que no encajaba.

No puedo explicarlo, pero algo me hizo... Salir corriendo.

Se puso tenso y su cara empezó a tomar unos colores rojos. No de vergüenza, si no de rabia.

¡Y me persiguieron! ¿Por qué? ¡Alguien me disparó flechas desde las paredes del templo! Pero escapé terminó la frase expulsando aire, calmándose

¿Qué está pasando ahí, por los Nueve infiernos? Necesito descubrirlo, y si no es posible, debo ir al templo de Mystra legítimo más cercano y pedir ayuda. Pero ahora vosotros estáis aquí. ¿Podéis ayudarme? dijo con una cara de súplica

-Ohh!! -Exclamaba el Ranger dando un par de pasos atrás -Cosa de clérigos y dioses, con eso no se juega, me lo ha enseñado la vida.

Askabal siempre había sido muy supersticioso, incluso cuando convivía con los Elfos veía la magia divina y sus percutores como una rareza con la que no se jugaba; sin embargo, tembién poseía un espíritu curioso y libre, sumándole a la escases de monedas para una comida caliente... -Podría yo ir a investigar, soy buen observador y ya he servido como espía antes!!

Las palabras del hombre de azul no le fueron indiferentes a Yandrak. No estaba acostumbrado a hablar de clérigos ni a visitar templos de ningún dios. Sabía que los seguidores de Bahamut no eran de esos que honraban a su dios haciendo capillas por todas partes. Así que a pesar de su naturaleza religiosa Yandrak desconocía todo lo que hablaban.

Tomó con la mano a Bahy, su ridículo dragoncito y lo comenzó a acariciar pensativamente

- Bien señor, Dranik, no podría ser el último dragón si negara la ayuda a quien me la pidiera. Tus intenciones parecen simples y sencillas. Si quieres, nosotros dos nos ofrecemos para visitar el templo de Mystra. Para que nos hablen del otro templo. A ver si allí saben algo y nos pueden ayudar. No parece una tarea complicada. Pero no sé bien dónde se encuentra. ¿Conoce usted el lugar al que deberíamos ir?

-Suena peligroso.... Me gusta. Cuentanos mas.

Ganzua puso atención, no le quitaba ojo de encima.

- Por cierto, ¿qué ganaremos nosotros si te ayudamos?

-Caballeros, si necesitan un brazo rapido con la espada, cuenten conmigo. Los clerigos no son las personas con las que mas me gusta enfrentarme, porque cuentan con el favor de los dioses. Pero si les vences, ganas tanta fama como cargarte a un ejercito de bárbaros. 

Wiberg presta atención a las palabras del hombre, más todavía cuando al ver su colgante se da cuenta de que es uno de los suyos, un clérigo de Mystra. Tras escuchar su historia dilucidó que al fin y al cabo no era un lunático, sino un hombre conmocionado y paranóico por lo que le acababa de ocurrir.

El rubicundo clérigo le pone la mano en el hombro, al estilo del norte, a su recién descubierto compañero. Hermano Tunaster, lo que acabas de contar me deja tan perplejo como a ti... Wiberg se queda pensativo. Con gusto te ayudaré, uniéndome a estos señores, a desvelar este misterio. Por lo visto nuestra señora Mystra nos ha puesto en contacto para trabajar juntos, pues he sido enviado por mi templo de orígen a investigar la construcción de este nuevo templo. Ahora entiendo las razones… parece ser que se trata de unos impostores.

Impaciente al ver al posadero más pendiente de calmar al lunático de azul que de servirle su cerveza, Adam rebusca en un bolsillo lateral de su mochila hasta encontrar una petaca; se la lleva a la boca y da un largo trago antes de volverla a guardar en su lugar.

Se levanta de la silla perezosamente y se acerca al grupo que se ha formado frente al clérigo. Vi el templo al venir hacia aquí, parecía normal, sin nada llamativo. Desde luego, no era ni tan peculiar ni tan llamativo como un sombrío cartel y su huidizo y vestido de azul autor. ¿Qué suena más a digno de un farsante, un templo entero o un hombre asustadizo y rodeado de misterio? Si hasta me creo antes que sea sacerdote de la diosa el fortachón de los tatuajes. Dice con una media sonrisa, señalando a Wiberg, haciendo referencia a uno de los tatuajes uthgardt que se adivina bajo los ropajes de éste.

Si quieres, nosotros dos nos ofrecemos para visitar el templo de Mystra. Para que nos hablen del otro templo.

No, no, no, qué tonterías. Al templo tengo que ir yo. Mis contactos me informarán como es debido, ¡a usted poco le dirán! ¡Es un completo desconocido para ellos! Necesito gente que vaya a este templo, no que se dedique a ir a otros

Por cierto, ¿qué ganaremos nosotros si te ayudamos?

Vuestra pregunta es acertada. Si bien en otros casos os hubiera tachado de mala gente por no querer ayudar a un servidor de la diosa Mystra, es cierto que ahora entiendo las necesidades de un hombre de a pie. Sus necesidades de comer y de tener sus propias provisiones.

Os ofrezco 2000 piezas de oro a cada uno si penetráis en el templo, descubrís si se está cometiendo alguna profanación para con Mystra, qué se busca con ello y elimináis a los blasfemos.

¿Qué suena más a digno de un farsante, un templo entero o un hombre asustadizo y rodeado de misterio?

Totalmente indignado por las palabras de Adam, Tunaster Dranik se incorpora y mira a Adam.

En mi nota buscaba hombres de brazo fuerte, mente astuta y curiosidad. Creo que usted no cumple ninguno de los tres requisitos. No tengo por qué demostrarle la veracidad de mis creencias. Si no le gusta lo que escucha y no cree mis palabras, no es necesaria su ayuda.

Tras estas palabras, os mira a los demás y os pregunta

¿Vosotros aceptáis?

Me acerco por detrás de Adam y tocandole el hombro con la mano le digo: 

-Jeje, amigo muchas veces, para sobrevivir, mas que un brazo fuerte se necesita una boca cerrada y un oido atento.

Luego me dirijo hacia el sacerdote y el resto del grupo y me presento:

-Señores, puedo ayudar a desenmascarar esa fachada de corrupción. Cuente con mi ayuda. Thomas klifford, a su servicio.

Creía haber oído que la mejor prueba de inteligencia era dudar de lo que se nos presenta sin pruebas. Adam contesta sin perder ni un ápice de su sonrisa. Pero... claro, tendría las orejas sucias ese día. Añade como contestación a Thomas.

Te propongo un trato: si descubrimos alguna conspiración en el templo ayudaré gustoso y puedes quedarte esas monedas. A cambio, si todo es normal, quiero que jures por tu diosa que recibiré el doble de ese oro. Adam fue educado de joven en el culto a Mystra, es consciente de la cantidad de adivinos y videntes que hay entre sus clérigos, y está seguro de que algo así nunca podría suceder en su ciudad de origen. ¿Por qué iba a ser distinto aquí, por mucho que fuese el único templo de la zona? Al fin y al cabo... también muchos se volvían locos de entre los siervos de la diosa.

Wiberg vuelve a rodear con la mano el hombro a su compañero de fe. Me reafirmo. Cuente con mi apoyo, hermano Tunaster. Al fin y al cabo estaba aquí para eso.

El norteño se gira para mirar fijamente a Adam con una mano en la cadera y la otra sosteniendo la jarra de cerveza. Los tatuajes son parte de mi pasado. Ahora me dedico enteramente a mi Diosa. dice, tomando a continuación un trago de cerveza.

Encantado Thomas, soy Wiberg Axenrot.

Su mirada pasó de Adam a Tunaster y de Tunaster de vuelta a Adam a medida que aumentaba el duelo dialéctico y el regateo entre los dos.

- Cuenta con mi astucia.

2000 piezas... no esta mal... podre comprar unas cuantas cosas con ese oro.

Soy muy bueno rastreando, pero si alguien conoce el camino, sería mejor; mis gemelas están a su servicio señor, pero gustaría llevar a este hombre que cuide mi flanco -Dice señalando a Serawyr, aunque la prudencia no fuera un rasgo distintivo y su atrevimiento si lo fuera; también lo eran sus formados músculos; no creía que hubiera algo raro en el templo, pero si algo andaba mal, prefería  alguien que fuera hábil en las armas y no a varios medianos y fanáticos religiosos.

Anduve meditando las palabras del hombre de azul así como las de mis compañeros. Estaba dispuesto a ayudarle sin más miramientos pero a pesar de las palabras desconfiadas de alguno de los allí presentes yo le creí. Y no solo eso, encima nos ofrecían algo de tesoro.

No está mal, la verdad. Un grupo curioso, aventuras y tesoro. Esto garantiza la diversión, seguro. Veremos que podemos averiguar.

¿Y bien, entonces, a qué estamos esperando para mover nuestros preciados y preciosos culos?

Te propongo un trato: si descubrimos alguna conspiración en el templo ayudaré gustoso y puedes quedarte esas monedas. A cambio, si todo es normal, quiero que jures por tu diosa que recibiré el doble de ese oro.

Jurar es blasfemar, y eso no lo haré. En cambio, te doy mi palabra. Pero te tendrás que someter a un conjuro para reconocer si tus palabras son ciertas y es más, espero que tus compañeros sean de corazón puro y digan la verdad.

Tunaster miró al grupo que se había congregado allí gracias a su nota. Tenía confianza en ellos.

También he de deciros que hablé con las autoridades del tema. El Constal Zholl me asegura que los Dragones púrpura han investigado el templo y que no encontraron nada raro. Le pregunté qué descubrieron, y al parecer sólo hicieron una visita superficial al lugar después de oír hablar de luces y ruidos extraños. Tengo la sensación de que su reticencia a mirar más profundamente tiene mucho más que ver con lo encantado que está el señor Barbaróga que los negocios e impuestos que el templo proporciona que con una auténtica comprensión de lo que está ocurriendo allí dentro

Tunaster os indica el camino que tenéis que tomar para llegar al templo. 

Un sendero pavimentado asciende gradualmente por una colina baja hacia un risco de paredes escarpadas, tras el cual discurre la corriente del Draco. La senda conduce hasta el relieve horizontal de la blanqueada muralla del templo, construida directamente sobre el risco. A la izquierda de las puertas hay una gran estatua de una mujer fabricada con un estilo sencillo. Un edificio de piedra más pequeño e independiente se alza al sur del templo

-Yo tendré que someterme a un conjuro pero a mi me tiene que bastar con tu palabra. Que bella es la justicia... Pero está bien, acepto. Me llamo Adam, por cierto. Recoge su mochila y se la pone a la espalda. Se pone en marcha con el resto y, mientras avanza, examina con la mirada el variopinto grupo que se ha formado. Parece que, salvo el clérigo, predomina la agilidad entre los guerreros, puesto que todos ellos llevan a la vista armas ligeras. Casi lamenta su certeza de que no llegarán a entrar en combate; así podría descubrir más sobre sus habilidades con las armas. En todo caso, el más llamativo es el mediano de tez celeste, con esa extraña ave que casi parece dracónica sobrevolándole continuamente.

Cuando Tunaster se separa de ellos, avanza por el camino que les señala, sin molestarse siquiera en desenrollar su arma del soporte de la mochila pese a la cercanía del templo supuestamente falso.

Cuando se han alejado lo suficiente del clérigo, comenta en voz alta con sorna:

-Démonos prisa, seguro que cuando acabemos aún nos toca asaltar el cuartel de los Dragones Púrpuras, para demostrar que ellos también son parte de la conspiración.

El misterioso ranger guiaba el camino, seguir un camino pavimentado era una tarea que hasta un pequño niño orco podría hacer, pero una cosa era seguir un camino y otra era 'recorrer' el camino.

Por tramos, el salvaje se adelantaba a sus compañeros varios metros y aseguraba la zona mientras los demás lo alcanzaban; se agachaba, buscaba en la zona, olisqueaba las ramas sueltas y contemplaba posibles lugares de emboscada. Prefería hacerlo solo y no con la demás ruidosa gente, sus habilidades sociales no eran su distintivo y prefería deambular solo, al menos cuando podía.

Yandrak iba canturreando mientras iban de camino al templo, entre tanto y tanto se adelantaba a sus compañeros dando saltitos mientras los miraba de arriba abajo con curiosidad. Todos los allí presentes le llamaban mucho la atención y tenía gran curiosidad sobre ellos, pero estaba claro que poco le hablarían en aquel momento y además parecía que eran más de brazo fuerte que de seso inteligente, pero él no era quien para dudar de los demás. Bahamut le había destinado aquella misión y si quería encontrar a sus parientes antes tendría que superar algunas pruebas impuestas por su dios. 

Así que se mantuvo bien callado, algo que le costaba muchísimo pero de vez en cuando le iba susurrando algo a Bahy. Yandrak no paraba de mostrar una amplia sonrisa a todos los presentes, el pequeño gnomo se mostraba feliz ante la aventura que se les presentaba.

- Bahy, echa un vistazo a ver qué es lo que ves, amigo. Tus ojos son mis ojos, ya lo sabes.