Partida Rol por web

Miro a las hobbits y le susurro a Bery con una gran sonrisa:

- Son guapas pero no tanto como mi querida Madriguera.

Luego guardo silencio y me dedico a contemplar a todos los presentes. Al rey Eomer que habíamos conocido al llegar las inmensas praderas de Rohan, al príncipe Faramir al que aún no habíamos conocido en persona y a su bella mujer La Dama Eowyn de Rohan a la que Merry le tiene especial cariño. Gimli y Legolas, pareja entrañable aunque extraña. Y por fin el rey Elessar y su esposa Arwen.

Tras unas pocas palabras el rey nos invita a empezar el banquete, por fin las palabras que a los hobbits nos gusta escuchar ya que hacía demasiado tiempo que había transcurrido mi segundo desayuno.

Levanto mi copa levemente aunque sé que el rey no lo puede ver y digo:

- Benditas palabras...y ahora a comer... - digo mirando a la guardia hobbit dándoles permiso aunque ya veo que algunos (es decir todos) se habían adelantado - ...creo que tendré unas palabras con ellos...y si ese paseo por Ithilien del que tengo ganas se cumple les haré sudar un poco...creo que Matoso está cogiendo demasiado peso... - le comento a Bery - ...y me alegra ver que tienes ganas de despegarte de esos libros y respirar aire puro.

al entrar en el salón busco con la mirada a las elfas que cantan esa bella melodía. Al poder verlas de cerca no tardo en comprender porqué su belleza es tan comentada por quienes han convivido algún tiempo con elfos, sin embargo es una belleza extraña y poco natural con la que me siento algo incomodo. Pero hay muchas otras caras nuevas e importantes en las que fijarse, como los alegres hobbits y el amigo elfo de Gimli, Légolas, por los que sentía cierta curiosidad.

Tras el discurso del Rey me froto las manos con una palmada y comienzo a conversar alegremente con los invitados cercanos.

- ¡Gar! una celebración por todo lo alto de parte de nuestro ilustre anfitrión, que la felicidad y la cerveza nunca escaseen en su casa.

Al llegar los primeros platos me centro en la comida y comento con un compañero la delicadeza de las vidrieras y los detalles de los adornos que hay en la sala.

Asiento con la cabeza a las palabras del rey Elessar, mientras examino con ojo crítico a los invitados, la flor y nata de los Pueblos Libres.

Una vez abierta la celebración, mordisqueo alguna cosa aquí y allá, pero en seguida empiezo a circular por el inmenso salón, saludando a los conocidos mientras me acerco a Legolas hasta ponerme a su lado. Entonces le digo suavemente: Y bien, primo, ¿no vas a saludarme como hacías en los viejos tiempos?

Legolas se gira en su asiento, y sonrie levemente a Haeronwen. Tan estirado como siempre.

Hola prima, no te había visto desde ayer. Permíteme que te presente a mis amigos, de los que ya te he hablado en alguna ocasión. Este enano tan ancho como alto es Gimli, hijo de Gloin. Te acordarás de él cuando te conté que no aguantó más de veinte pintas de cerveza sin caer redondo al suelo...

¡Eh tu, orejas picudas! ¡No tendrás lo que hay que tener para repetir aquella hazaña esta misma noche! Aquel día el cansancio del viaje me consumió toda mi resistencia. ¡Además, tus jarras estaban aguadas!

¡Baaaaa!

Legolas sonrie, viendo como su amigo enano volvía a caer en sus bromas.

Estos pequeños hobbits, pero solo pequeños en altura, son Sam, Merry y Pippin. Los conocerás de las historias sobre la Guerra del Anillo. Pippin pertenece a la Compañía de la Guardia de la Ciudadela, con un gran respeto por cierto por su actuación en la defensa de Minas Tirith en la Batalla de los Campos de Pelenor. Merry cabalgó con los jinetes Rohirrim en la misma batalla, pese a la negativa del Rey Theoden a ello. Pero bueno, ya sabes como son los hobbits, cuando algo se proponen, nada los detiene. - Le dirige una sonrisa al hobbit, que se la devuelve. - Y Sam... Bueno, acompañó a Frodo y destruyó el Anillo Único. Y además es el alcalde de La Comarca, tal es la fama y el prestigio que reunió. A los demás no tengo el placer de conocerlos, pero creo que sois familia de Pippin, ¿verdad?

Y este enano es amigo de Gimli, venido nada menos que desde la misma Erebor.

Por cierto, te he visto alguna vez conversando con aquel hombre de allá. ¿Es un montaraz verdad? No he tenido la oportundiad de hablar con él, podrías traerle y presentarnoslo.

- Por mi parte soy primo tercero de Meriadoc Brandigamo y primo cuarto por parte de tío del señor Peregrín Tuk. - le explico al señor Legolas - mi nombre es Mutfast Lanudo y este de aquí - señalo a Bery - ...es mi amigo Berylac Sotolago que a su vez es familia de los Tuk...-  señalo al resto de Hobbits y digo orgulloso de mis compañeros - ...y esto valientes son la Guardia de La Comarca. 

Dicho esto miro a los hombres y les digo mientras realizo una leve reverencia ante el elfo:

- Saluden al señor Legolas como se merece. 

Sonrío a todos. Luego compongo el gesto y hago una profunda reverencia a Gimli. Luego digo:

Saludos, Gimli, hijo de Gloin, amigo de los elfos. Cormlle naa tanya tel'raa*. Salud también a vos, maese enano, digo dirigiéndome a Dulâg.

Después miro con curiosidad a los hobbits y hago una reverencia cortés. Nunca había visto a ningún periannath, disculpadme si os parezco curiosa o indiscreta. Las gestas de Meriadoc, Peregrin y Samwise les preceden, sin embargo. Si todos los hobbits son igual de valientes, no tengo duda de La Comarca debe ser un lugar digno de visitar, acabo dirigiéndome a Berylac y Mutfast.

Pienso unos moemntos y luego sigo, dirigiéndome a Legolas: ¿el montaraz? Creo recordar que se llama Adrahil. esperad, iré a buscarlo.

Y avanzando hasta donde está Adrahil, le saludo con una inclinación y una sonrisa y le digo, ofreciéndole mi brazo: el príncipe Legolas requiere vuestra presencia; ¿me haríais el favor de acompañarme?

Saludo haciendo también una reverencia al dirigirme a todos.

- Encantado de conocer a tan ilustres personas, soy Dulâg hijo de Girâd a vuestro servicio. Ciertamente vengo de Erebor, y también tengo el honor de haber acompañado al maestro Gimli a las Cavernas Centelleantes del Abismo de Helm.

girándome para dirigirme a los hobbits digo:

- Por la montaña solitaria tenemos nuestras propias historias sobre los hobbits, y si la memoria no me falla sois grandes aficionados a charlar mientras disfrutáis del tabaco. ¿Os puedo invitar al terminar la comida competir haciendo anillos de humo? siempre llevo conmigo una pequeña provisión de hierba. 

Saludo con una leve reverencia también al enano y añado:

- Sería un placer compartir con usted un poco de hierba para pipa, al igual que usted siempre llevo conmigo una mezcla especial de Viejo Toby, Estrella Sureña y menta. - digo orgulloso de mi mezcla - Sé que no es lo mismo que la hoja de Valle Largo pero seguramente le encante al probarla. Además nunca he visitado la Montaña Solitaria y me encantaría que me hablase de su tierra.

Berylac no daba crédito. Lanudo se desenvolvía a las mil maravillas en esos quehaceres más de Corte que de campo. Y él, en cambio, como un pasmarote ante todas aquellas celebridades. Legolas y Gimli... ahí es nada. Bueno y, siendo sinceros, mucho más con aquella presencia celestial que andaba por el salón como si la inefable fuerza de la gravedad hubiera decidido hacer una soberbia excepción con su persona... y se hacía llamar Haeronwen. Y les había hablado a ellos... a los hobbits... directamente. ¡Y pensaba que eran criaturas famosas por su valor y por sus gestas! - Santo cielo... - pensó Bery para sí. Santa creación la de esa dama de los bosques.

Y con esas, antes de que Berylac pudiese cerrar la boca de bobo que se le había quedado, Mut ya departía con soltura con aquel enano, Dulâg sobre hierba

- ¿Hierba...? - apostilló. TU hierba, amigo Mutfast, es lo más parecido a la infusión de eucalíptus que he fumado jamás. Fresca y aromática... pero el viejo Toby tiene un pedigrí difícil de ocultar. Si queréis probar la de Valle Largo, maestro enano, traigo un poco en mi bolsita. Un hobbit jamás se separa de...

Oh, cielos... ahí regresa. - le volvió a la mente al verla caminar de vuelta

- Se separa de su... de su... ehmmm... ¿de qué hablábamos?

Me estoy comportando como un idiota... cielos.

El discreto montaraz Adrahil asintió cortésmente a Haeronwen y la acompañó con premura ante la presencia del gran héroe Legolas el elfo. Solamente el hecho de que el gran elfo requiriera de su presencia ya estremecía sobremanera al solitario Adrahil. ¿Qué querría Legolas "hoja verde" de él?

—Que las estrellas siempre te iluminen, gran Legolas —dijo en voz baja, casi avergonzado por tan mala puesta en escena.

Adrahil siempre había vivido en el bosque; demasiado tiempo sólo. No era muy ducho en elogios así que estuvo pensando como presentarse ante el gran elfo todo lo que duró el camino en compañía de Haeronwen.

—Mi nombre es Adrahil, hijo de Maeglil, montaraz al servicio orgulloso de Faramir. ¿Decirme como puedo serviros, mi señor?

No había levantado la mirada más de la barbilla de Legolas casi temeroso de mirarle a los ojos. Quizá por miedo a quebrar alguna norma desconocida de respeto. De vez en cuando miraba un poco más arriba pero inmediatamente recelaba de nuevo la mirada directa.

Este chico es hombre de pocas palabras, pienso mientras conduzco a Adrahil velis nolis hacia el grupo de Legolas.

Una vez llegados allí, saludo y me coloco al lado del montaraz, con las manos detrás de la espalda, en posición de descanso*.

Con el rabillo del ojo observo a los hobbits, y en un susurro le digo a Berylac: cierra la boca, Berylac, o te va a entrar una mosca.

El hobbit juntó los labios con un sonido hueco y sonoro y, después, sonrió de oreja a oreja. Aquello, sin duda, debía de haber sido una broma de la mujer elfa. Que duda había de que el sentido del humor distaba abismos entre especies pero a él le pareció un acercamiento amistoso y tierno. Qué bobo... se comportaba como un adolescente que comienza a descubrir el mundo en el que vive. Indigno... absolutamente inapropiado dada su posición, su apellido y el lugar que le correspondía dentro de la comitiva de Peregrin Tuk quien, por mucho que fuese su tío Pippin, estaba llamado a ser futuro Thain de La Comarca. - Un poco de apostura... - se censuró de pensamiento.

[- Mis disculpas, dama Haeronwen. Sólo soy un hobbit joven e impresionable.] - apostilló Bery en un bastante más que correcto idioma sindarin, sobretodo tratándose de un hobbit. La frese quedó rubricada con una nueva sonrisa y un par de mofletes colorados como tomates.

Lo que quedaba claro y de manifiesto es que, la próxima vez que alguien en La Comarca le reprendiese por estudiar el idioma de gente con la que, presumiblemente, uno nunca iba a encontrarse, tendría una interesante y emocionante anécdota que contar. ¿Hay algo más interesante para un hobbit que una buen anécdota?

¡Un estudioso de la lengua élfica!, continúo en voz baja sin querer llamar la atención.

En verdad, maese Berylac, que cada vez estoy más sorprendida... agradablemente, debo remarcar, y acabo con un florido gesto de la mano.

Los hobbits reaccionan apurados ante la orden de Mutfast, que saludan efusivamente tanto a Legolas y Gimli como a la elfa, prima de Legolas y al enano venido de Erebor.

Legolas sonríe ante las muestras de respeto del hombre, pues era príncipe del Bosque Negro y no le era extraño aquel comportamiento. Pero se levanta y le pone una mano en el hombro.

Amigo mio, levanta esa cabeza y mantenla firme. El respeto no se falta cuando se mira a alguien a los ojos, si esos ojos no mienten y permiten ver tu alma pura. Nunca bajes la cabeza avergonzado, pues ningún Rey necesita a quien se someta, al menos un buen Rey. No tenía el honor de conoceros en persona hasta ahora, pero vuestro nombre no me es desconcido. Sois un buen montaraz, por eso sois uno de los capitanes de los montaraces de Ithilien. Vuestro honor y coraje queda fuera de toda duda. Y me consta que el príncipe Faramir es consciente de ello.

Legolas aprieta el hombro suave y afectuosamente.

contemplo ligeramente divertido la curiosa escena del hobbit Bery hablando en aquél idioma tan melodioso como enrevesado de los elfos.
Con una media sonrisa en los labios que la espesa barba apenas oculta me acerco a Mutfast y tras darle un toque en el hombro le susurro algo a la oreja, terminando con una atronadora risa que atrae las miradas de los más cercanos.

- Vuestro amigo es todo un conquistador; que vaya con cuidado, las mujeres elfas tienen fama de atraer a los hombres incautos con hechicerías... aunque con esa figura cualquiera diría que no lo necesitan ¿verdad?

¡Grahahahaha!

- La sorpresa es mayúscula, dama Haeronwen. La vida en La Comarca es placentera y discurre lenta y amablemente. No es habitual que uno de los nuestros aprenda las lenguas de los eldar pero en mi caso he tenido la fortuna de criarme entre libros ya que trabajo de cartógrafo en la Biblioteca de Alforzada. Sin embargo no había podido ponerlo en práctica hasta que crucé el valle del Imladris hace algunas semanas.

Berylac sonrió ampliamente ya de forma más relajada y tomó su copa de vino para darle un leve sorbo. Le parecía increíble y admirable el estar departiendo amistosamente son una insigne elfa como aquella... pariente del mismísimo Legolas y apenas a un par de metros de él. Tras cosas así, ¿cómo sería posible volver a la vida en La Comarca?

Bery no tardó en advertir el chascarrillo que hizo estallar en risotadas al enano de Erebor y a su buen amigo Mut. Sonrió cómplice aún sin saber cual era ese chiste o de qué se reían. No había que ser muy listo para adivinarlo, no obstante.

Me acerco al enano y le susurro:

- Pues lo de conquistador no sé yo...hasta hace poco pasaba sus días y noches entre libros sin ver a ninguna mujer.. - digo mirando a Bery con una sonrisa pícara. - ...contaba presentarle a mi hermana de regreso a La Comarca para ver si lo alejaba un poco de la biblioteca...

Miro para la elfa y luego miro para Bery. No veo que eso funcione, veo demasiadas dificultades... Luego añado al enano:

- Las elfas tejerán magia con sus palabras y cánticos pero con mi amigo no le hará falta...creo que si tuviera rabo ahora mismo lo estaría moviendo de alegría...

Luego tendré que tener unas palabras con mi amigo para enseñarle la sutileza hobbit en el arte de la conquista amorosa.