Partida Rol por web

—Tranquila, mi señora, no me olvidaré de contaros mis buenos momentos a la rivera del Anduin. Pero ahora tendréis que esperar —dijo el montaraz acompañando las palabras con una sonrisa.

Inmediatamente después avanzó al mismo ritmo que la elfa siguiendo al guardia.

Avanzáis por la sala tras el soldado, que se dirige a la puerta por donde antes se fueron el Rey y los compañeros de la Guerra del Anillo, y por donde intentó escabullirse Haeronwen hace unmos minutos. De hecho, el soldado que le impidió el paso a la elfa, la mira de reojo, aunque se mantiene en su puesto y no muestra ninguna emoción. Cualquiera no entra en la guardia personal del Rey, y está a la altura de su puesto.

Salis a un claustro con un jardín y una fuente en el medio. Las arcadas son de manufactura bellísima, y los pasillos están iluminados como si no hubiera techo sobre vuestras cabezas. Continuáis el pasillo a vuestra izquierda y rodeáis el claustro hasta casi el lado opuesto. Unos soldados con la misma armadura brillante y perfecta y una alabarda cada uno flanquean la puerta. Al acercaros, véis salir a un soldado y tras él a un montaraz mugriento y cansado. Está manchado de arriba abajo por los rigores de algún viaje, y sus ojos entrecerrados parecen indicar que necesitará un par de días de sueño ininterrumpido. El soldado debe ir despacio, pues el montaraz apenas puede levantar los pies del suelo.

Por la misma puerta, el soldado que os acompaña os indica que entréis. Al acceder a la sala, véis a todos los héroes reunidos. Cuando entráis, casi todos se giran hacia vosotros, mostrando una cara de preocupación, como poco. Sólo el Rey Elessar no levanta la vista de la mesa donde está apoyado con ambos brazos, mirando un gran pergamino que tiene delante. Su corona está apoyada en una silla, no la lleva sobre la cabeza. Eomer solo os mira un momento, con gesto triste más que preocupado, y de nuevo vuelve a mirar por la ventana que tiene delante. Se encuentra con los brazos a la espalda, agarrando con las manos los brazales ornamentados de su traje. Él si lleva la sencilla corona sobre la cabeza.

Tras un minuto más, en el que esperáis pacientemente a que alguien se dirija a vosotros, finalmente Aragorn (pues parece más Aragorn que Elessar) levanta la vista.

Pasad y acercaros, por favor. Os pido disculpas por sacaros de la fiesta, pero necesito hablar con vosotros con urgencia.

Al acercaros, podéis ver que lo que Aragorn tiene delante es un gran mapa de Gondor y Rohan. Una pequeña figura se encuentra situada en el extremo opuesto de las Montañas Blancas a Minas Tirith, junto al paso de Rohan. 4 figuras se encuentran en las esquinas del pergamino, para evitar que se vuelva a enrollar.

Hemos recibido malas noticias de nuestro Reino hermano de Rohan. Un caballero de Edoras ha viajado sin descanso durante días para traérselas al Rey Eomer. Y tal y como Rohan acudió en ayuda de Gondor, Gondor responderá del mismo modo. Bien, antes de entrar en los detalles, necesito saber si puedo contar con vosotros para llevar a cabo una misión. Iría yo mismo, igual que cualquiera de los presentes, pero tanto nuestras obligaciones como nuestras responsabilidades nos impiden tomar parte inmediata en dicha empresa, y la urgencia es máxima. ¿Puedo contar con los cinco? Según tengo entendido, sois los mejores y más adecuados candidatos de que dispone Gondor en estos momentos.

Aragorn os mira de uno en uno, estudiando vuestros gestos.

Al pasar junto al guardia de la primera puerta no puedo por menos que sonreir levemente, como el gato que (por fin) se ha comido al canario.

Una vez ponderadas las palabras del rey Elessar, digo: Majestad, la antigua alianza entre los elfos y los hombres fue renovada gracias, entre otros, a Vos. Pondré mi espada a Vuestro servicio con sólo que mi superior aquí presente lo autorice...

Miro hacia Legolas en busca de una señal de aquiescencia.

... y tened por seguro que disfrutaré de cada momento de dicho servicio.

Y remato con una reverencia formal.

El Rey necesita de nosotros, algo inaudito a mis ojos ya que él cuenta con grandes y valerosos guerreros pero que nos haya mandado llamar me inunda de cierto orgullo. Una llama que late en mi corazón y que me da las fuerzas necesarias para vencer mis pequeños y grandes temores.

- Puede contar conmigo Rey Elessar, le serviré fielmente. Su gente cuidó La Comarca durante siglos impidiendo que seres malignos llegasen a ella y es hora de que este hobbit pague parte de esa deuda contraída.

Tras decir esto me inclino levemente a modo de reverencia mientras miro a los hobbits ahí presentes. Meriadoc, Peregrin y Sam me conocen perfectamente, confiaron en mí para dirigir a la compañía de oficiales de La Comarca y si han vuelto a depositar su fe en mí no puedo defraudarles. Al final podré contar anécdotas a mi querida Lulumu, si es que salgo con vida de esta aventura.

Bery puso los ojos como platos cuando el Resy Elessar se dirigió a ellos como "los mejores y más adecuados candidatos". Apenas le salían las palabras y la respiración daba la sensación de haberse marchado de vacaciones si fecha de regreso.

- Pero... pero... ¿me están engañando mis ojos y mis oídos? - aseveró por fin a mitad de camino entre el tartamudeo y la verborrea incontenible. - ¿Los más adecuados...? Mi Señor... ¿Los mejores...? Santo cielo... le pido mil disculpas. ¿Qué digo? Mil millones de disculpas por lo que creo que estoy a punto de decir, Su Majestad. Pero, aquí todos son realmente imponentes... el maestro enano, la dama de los bosques, el montaraz. ¡Hasta Mut, con lo chaparro que es! Pero yo soy una rata de biblioteca. Yo no creo... yo no me siento capaz... aunque no es que sea cobardía... vaya, no se me malinterprete os lo ruego. Como cualquier hobbit... y yo como el que más... Tío, Pippin... ¡dí algo!

Muy probablemente las palabras del joven hobbit habían sonado ininteligibles pero, en términos bastante menos literales, Berylac Sotolago no se sentía capaz de complacer al Rey de Gondor con su escasa pericia y su poca experiencia.

- Er... más, ¿de qué se trata? - concluyó notablemente sonrojado.

Madre mía, qué pinta tiene esto de una 'misión suicida de importancia marginal', pienso a la carrera mientras pongo una adecuada cara de ardor guerrero.

¿Los más adecuados? ¡Anda y cuéntale eso a tu antepasado Isildur, guaperas!, mi mente sigue acelerada. Querrás decir la única carne de cañón que tenías a mano en este momento.

En fin, que veo cercana la muerte del héroe, pero siempre es mejor eso que morir de aburrimiento, o asfixiada por este maldito traje de fiesta, que me tira de la sisa y se me clava donde prefiero no mencionar.

La sorpresa fue mayuscula, durante un momento me quedé con la boca abierta en forma de "o" y dirigí mi mirada hacia Gimli en busca de algúna señal, pero el camino a seguir estaba muy claro y tras un instante se me pasó e hice una firme reverencia

- Será todo un honor. Y, aunque no necesito más motivos para ayudar, de esta forma podré también mostrar mi agradecimiento personal al Rey Eomer por permitirnos de buena fe crear nuestro asentamiento en Aglarond.

Legolas mira a la elfa, y asiente de forma firme pero escueta.

El Rey se dirige después a los hobbits.

Mis pequeños amigos. Ningún hobbit tiene ninguna deuda con los hombres, ni conmigo. En cuanto a ti, Señor Sotolago, creéme cuando te digo que si estás aqui, es por un buen motivo. Todos tenéis la misma importancia en esta empresa, y tu no serás menos. Necesitaremos de tu sesera, pues hay antiguos acertijos que descifrar. En cuanto a ti, Señor Enano, el honor es mio, estar ante uno de los héroes de Erebor.

Tras estas palabras, el Rey mira al montaraz.

Pero Faramir se adelanta al Rey, mirando al montaraz a su vez.

Mi buen Adrahil. Eres uno de nuestro mejores montaraces, y necesitamos de tu pericia en esta empresa. No solo eres un buen guerrero, sino que sabes moverte por las montañas y los bosques. Cosa que no dudo que los demás no sepan hacer, pero podrán centrarse en sus pericias guerreras o intelectuales sabiendo que tienen a un guía que les marque el camino.

Me acerco al mapa y lo examino detenidamente. Luego comento:

La figura está en las estribaciones de las Ered Nimrais, o como decís en oestron, las montañas Blancas, a unas 100 millas al sur de los vados del Isen a vuelo de pájaro. En realidad, deberían ser 'montañas del Cuerno blanco', pero poco importa. Queda algo al oeste de los senderos de los Muertos. Son tierras de los drúedain, ¿no?

Observo el mapa y dónde está situada la figura.

- Es un buen viaje... - murmuro - ...y ¿qué se supone que nos encontraremos allí?

Escucho a la elfa mencionar a los druédain. Escuché algunos comentarios de Meriadoc en La Comarca. Son gente extraña y nada amiga de las visitas, durante años estuvieron enfrentados a los jinetes de Rohan según comento el viejo Merry. No será un paseo.

En ese momento miro a Bery y me doy cuenta de que a él le costará más que al resto. Su vida hasta hace poco eran los libros de la biblioteca...y ahora se ve inmerso en una aventura en una zona desconocida para nosotros aunque él seguramente conozca muchos datos de ella. Llegado el momento su inteligencia no será útil, de eso no tengo dudas. De todas formas velaré por él un poco más que por el resto, al fin y al cabo los demás parecen saber defenderse perfectamente.

- Y Bery no te menosprecies, si el rey Elessar piensa que serás importante en esta acometida es porque realmente necesitamos de tu inteligencia. Yo me encargaré de que tu cabeza no sufra daño... - le digo mientras le pongo la mano en la espalda de forma amistosa para luego añadir con una sonrisa - ...y no soy chaparro. Soy un hobbit medianamente esbelto.

no era muy aficionado a los mapas, asique mientras el resto lo miraban, yo escuchaba. No sabía gran cosa de los Druedain, salvo que los solían llamar hombres del bosque y tenían un aspecto extraño.

La mención a las montañas blancas me hicieron pensar en excavaciones y vetas de metal que me sacaron una sonrisa, tal vez cuando todo estuviera solucionado pudiera pasar un tiempo explorándolas por gusto.

- En los caminos largos es cuando verdaderamente se disfruta de la compañía. No te amilanes ahora joven Bery, yo pondré los músculos por tu parte, y tu solo tendrás que poner un poco más de sesera por la mía.

Se me ocurre que iríamos más rápido descendiendo en barco por el Anduin, luego costeando por la bahía de Belfalas y por último remontando el curso del Lefnui, que a caballo desde aquí, digo mirando dubitativamente a los hobbits y el enano.

Una vez dejadas atrás las Pinnath Gelin*, bajamos los caballos del navío y ya estaremos en las Ered Nimrais.

Bery agradeció internamente el espaldarazo de su amigo Mutfast. No terminaba de entender aquel punto de partida. Un Rey lleno de sabiduría, poder y teniendo a su cargo a grandes ejércitos, mandaba a un puñado de tipos a nosequé misión a la otra punta de Gondor.

- En fin... - concluyó Bery dando la conversación por acabada. - Supongo que, como dice mi abuela, toda piedra hace pared. Permitidme echar un vistazo a ese pergamino. 

Berylac estudió las opciones. Ciertamente la zona en la que se ubicaba el camino a seguir no le era desconocida pero quedaba algo fuera de los lugares que acostumbraba a estudiar y a reflejar en los mapas que en la Biblioteca de Alforzada se custodiaban. ¿Quién sabe... quizá sería una buena opción de dibujar un mapa detallado de esa zona para posteriores consultas?

- Con toda humildad he de discrepar. No es que diga que el camino que propone la dama Haeronwen no sea bueno. Es que me parece más apropiado deshacer el camino del Oeste hasta Édoras. Hacer un descanso allí para refrescar las monturas -con el permiso de su majestad el Rey Eomer-, atravesaríamos el Sagrario hasta Firienfield y luego rumbo directo a las Montañas Blancas... er... Ered Nimrais. Mucho más transitado y, por lo tanto, más seguro.

Cuando Berylac levantó la vista del mapa, ya que había estado señalando con su dedo el camino que iba proponiendo, tuvo la sensación de haber estado divagando. Sonrió ámpliamente y se retiró con pasos cortos lleno de vergüenza.

- Vamos... esa es mi opinión. Aunque apuesto a que el camino habrá de ser aquel que mejor sirva a sus propósitos, mi señor.

Eso lo sé, Berylac, digo sonriendo. Sólo me interrogaba sobre vuestra capacidad de resistir una cabalgada tan larga por terreno tan quebrado.

Veamos: desde aquí hay sus buenas 150 leguas hasta Edoras (eso son 20 días a caballo). Pero, ¿cómo piensas cruzar desde Firienfeld hasta el otro lado de las Ered Nimrais? Son 50 leguas de alta montaña. El único paso está en el abismo de Helm, al norte, y has de rodear Aglarond por el norte para llegar hasta el nacimiento del río Adorn, que es donde está señalando la figura. Calcula dos meses.

Por contra, Anduin abajo tienes unas 80 leguas hasta Tolfalas (eso son 8 días de navegación), unas 380 millas náuticas hasta la desembocadura del Lefnui (5 a 10 días más), y luego unas 90 leguas río arriba (16 días) hasta destino. Total: algo más de un mes.

Me rasco la cabeza y continúo: A menos, claro, que Gwaihir nos quiera echar una mano, perdón, una garra.

Bery enrojeció visiblemente.

- Entonces, hermosa dama, lo único que puedo decir en mi descargo es que no me gusta viajar en barco.

Aún pareciendo que no era posible, las orejas del hobbit volvieron a teñirse de un tono rojizo aún más fuerte. En su cabeza no sonaba tan vergonzoso como había supuesto. Pero su voz traicionaba sus palabras. 

- No es para menos, ¿quien puede preferir agitarse en una cascara de nuez rodeado de agua antes que disfrutar de una buena caminata con el sol sobre el rostro y la tierra bajo sus pies?

Nunca se había subido a un barco y deseaba con todas sus fuerzas no tener que hacerlo ahora, tan solo le quedaba confiar que el tiempo no apremiase.

¿Caminata? Dulag, son dos meses a caballo. A pie serían unos cuatro. Miro hacia Adrahil para ver de qué lado se decanta, y después me vuelvo hacia Elessar y digo: evidentemente, Majestad, necesitamos saber más acerca de la misión antes de discutir la ruta. ¿Podéis ilustrarnos?

Durante mucho tiempo mantuvo la cabeza agachada, ensimismado en sus pensamientos.

—El señor Aragorn, piedra de élfo, requiere de mis servicios —se repetía en la cabeza una y otra vez tratándose de convencer de la realidad.

Pasados algunos minutos dio un paso al frente y se decidió a hablar sin levantar la cabeza.

—Mi señor. No requiere de mi confirmación para contar con mi servicio, soy su fiel siervo y haré lo que esté en mi mano por estar a la altura de sus habituales compañías.

Terminada la intervención Adrahil volvió a dar un paso atrás mientras observaba de soslayo la bochornosa discusión acerca del mejor itinerario que estaban protagonizando el mediano y la elfa.