Partida Rol por web

Veo a Berylac algo alarmado y lo tranquilizo. La verdad puede que no debiera alertar a ese Ciñatiesa pero no es normal que reúnan de improviso a la plana mayor de la Ciudad Blanca y al resto de líderes. Así que es posible que algo pasara, algo importante.

- Tranquilo Bery, es posible que algo haya pasado y que tengamos que regresar antes de tiempo a La Comarca. Puede que el rey Elessar tenga asuntos que resolver, tengo entendido por los guardias de la ciudadela que en el Sur aún existen rebeldes que no quieren la paz... - veo que coge una vela y le regaño - ...suelta esa vela, que aún va caer cera en la cazoleta... -  saco de mi bolso un pequeño palo de madera que le prendo fuego con la llama de la vela para que pueda así encender la pipa y luego añado - ...los hobbits podemos aportar muchas cosas, entre ellas sentido común...aunque seamos pequeños hemos demostrado que somos un pueblo valiente...mire a los señores Merry y Pippin cómo comandaron el Saneamiento de La Comarca. Y al señor Sam que llegó al Monte del Destino. Así que podremos hacer muchas cosas, sólo debemos confiar en nosotros... - termino la frase con una gran sonrisa. - Así que tranquilízate y fuma un poco. Saborea la hierba y respira hondo.

Aunque todos parecían algo preocupados por el repentino movimiento en la sala muestro una sonrisa con intención de ser tranquilizadora.

- Si hay algún problema de seguro el rey será perfectamente capaz de solucionarlo, más aún con todos los miembros restantes de la compañía aquí presentes. Relajaos y disfrutad, ellos mismos dirán si hay algo de lo que debamos preocuparnos.

hago un gesto para que mut me ceda el palillo encendido y enciendo mi propia pipa dando un par de caladas rápidas para que el tabaco prenda bién

La gente en la fiesta no parece percatarse de nada fuera de lo normal. Es muy lógico que los compañeros del anillo quieran reunirse en privado para hablar de sus cosas, sobre todo en un día tan señalado. La gente disfruta de la fiesta y rie, bebe y come en grandes cantidades.

Le cedo el palillo a Dulâg para que pueda encender su pipa y luego doy una larga calada para saborear intensamente la primera bocanada. Estos pequeños placeres son los que me devuelven a mi hogar cuando estoy lejos. Esta hierba para pipa es un rinconcito de La Comarca, y eso es lo único que necesita un hobbit aventurero...además de una buena comida que ante todo somos gente de buen yantar.

- Esperemos que no sea nada, pero la cara de algunos no fueron especialmente alegres...por eso creo que debemos estar preparados para atender a nuestros señores, y por servir al Rey. - miro al enano y cambio de tema mientras le pregunto - ...¿ha visitado alguna vez La Comarca?

- Nunca en la vida - digo jugueteando con el humo entre los dedos - Antes de vivir en Aglarond no me había alejado más de unas millas de Erebor. Pero no me importaría verla alguna vez, aún recuerdo historias que nos contaba el viejo Balin cuando no era más que un joven enano.

"Grandes campos verdes salpicados en ocasiones por árboles, y colinas en las que se esconden elegantes casas de madera..." aunque en ocasiones también añadía "...y despensas mas grandes que la propia casa"

Cogida del brazo de Adrahil evolucionamos por el salón de baile hasta llegar al lado de la puerta, al lado de la cual me detengo, abanicándome un poco como acalorada.

¿Me disculpáis un momento, caballero? Necesito un poco de aire, le digo a Adrahil para que lo oigan los guardias. Y avanzo hacia la puerta con la mayor naturalidad del mundo.

Los guardias apenas se mueven, no lo necesitan... a menos que se les ponga a prueba. Uno de ellos, sin embargo, es tajante a pesar de que no levanta la voz, y se nota que está acostumbrado a que se acaten sus órdenes.

Mi señora, las dependencias reales no están abiertas al resto de invitados. Tenéis accesibles otras terrazas donde poder esparciros.

Adrahil acompañaba a Haeronwen mientras esta intentaba enterarse más rápido que los demás de lo que quiera que estuvieran discutiendo los grandes señores de la fiesta. El joven montaraz se acercó a la dama élfica y le ofreció el brazo.

—Acompañadme, Haeronwen, os acompañaré a una de esas terrazas de las que habla el buen guardia.

Con un gesto instó a la elfa a acompañarle de inmediato.

—Señora, sois más curiosa que un mediano. No es propio de vuestro pueblo ese interés. Deberíais confiar en nuestro señor Aragorn y estar dispuesta cuando él os lo pida, ni antes, ni después; justo en ese momento.

¿Dependencias reales?, digo, poniendo cara de sorpresa.

Yo estaba buscando el balcón más próximo para respirar un poco de aire. ¿No quedaría muy bien que potara aquí enmedio, ¿verdad?, y me tambaleo un poco para dar más verosimilitud a mis palabras.

- Eso es bien cierto... - apostilló Bery a la afirmación del maestro enano sobre la naturaleza de las despensas en La Comarca. Bery aún se mostraba nervioso y esquivo. Probablemente viera cosas dónde no las había o, simplemente aquel movimiento le había puesto en guardia. No obstante la conversación amable del bueno de Mut y aquel imponente enano le proporcionó cierta paz.

Eso y, por supuesto, el sabor y el aroma de la hierba para pipa del Valle Largo. Había fumado las primeras caladas con prisa y sin degustarlo y, al nombrar las despensas, de pronto, fue como descubrir un delicioso manjar justo entre las comisuras de los labios. El sabor denso y fresco de la hierba secada al sol del otoño se esparcía por la boca hasta bien adentro y los hálitos de humo que flotaban ya en el ambiente se esparcían en hilos espesos por todo el cielo del salón abovedado.

- Como dice Mut, los hobbits somos ante todo gente de buen yantar. La opulencia de la Capital es excelente y el Rey Elessar se ha deshecho en detalles para agasajar a sus invitados pero allí, en las Cuadernas, casi cualquier casa huele a salazones, a cerveza de malta y a pan de mantequilla recién horneado. 

Berylac dio un nuevo embite a su pipa, ya más calmado. 

- Nos encantará recibiros allí maese Dulâg si alguna vez deseáis venir a visitarnos.

Mi Señora, es verdad que no estaría bien. Por ese motivo, os ruego que vayáis pronto a una de las terrazas, para que podáis sentiros mejor y no lleguéis a ese extremo. Por favor caballero, llévesela a que tome aire fresco, ya que por sí misma no parece que pueda llegar.

Me abrazo al guardia como tuviera las piernas de lana, mientras río tontamente.

¡Huuuuuuy! Menos mal que estáis aquí fijo, que si no me habría caído.

La puerta está abierta, y al otro lado ves un claustro bastante grande, con un jardín y una fuente en medio. No ves por ningún lado a nadie, el claustro está vacío. Con el barullo de dentro, no alcanzas a oir nada que provenga de allí.

Mi señora, no os pongáis en evidencia, os lo suplico. Si me hacéis el favor de acompañarme, yo mismo os llevaré a una terraza adecuada a su posición.

El guardia aprovecha que te has hechado encima para cogerte del brazo firmemente. No aprieta, pero sin duda te tiene bien cogida. Te lleva hacia una puerta, varios metros más allá de donde estás, en esa misma pared.

Uuuuuy, qué amable, digo siguiendo con mi tapadera de borracha.

¿Eso que llevas en el pantalón es una daga, o es que te alegras de verme?, digo, pero no me resisto y me dejo llevar, haciendo una seña a Adrahil para que venga a recogerme.

¡Yuhuuu! Vamos a buscar más bebida, montaraz; estoy seca.

Observo la "escena" que la elfa está montando y una mueca de risa se muestra en mi cara. Pero me mantengo atento a la conversación que estamos teniendo acerca de la gastronomía de La Comarca.

- Sabes Bery...deberíamos realizar un viaje por las Cuatro Cuadernas y detallar la gastronomía, cerveza y hierba para pipa de cada lugar. Podrías escribir un libro...podrías llamarlo "Una Comarca en la mochila". Creo que sería un éxito. - comento a Bery y a Dulâg. -  Y usted maese Dulâg podría acompañarnos y así le mostraríamos donde mejor tiran la cerveza.

Por un momento se hizo el silencio entre los tres que conversaban sobre gastronomía, hierba para pipa y otros manjares. Era casi imposible advertir el espectáculo que estaba montando la hermosa elfa. A Mut parecía divertirle mientras que a Bery se le cayó de golpe todo el ensalmo que había creado en torno a la figura y persona de aquella dama de los bosques. Aunque, habida cuenta, de dama tenía más bien poco. Berylac, finalmente, sacudió la cabeza tratando de eliminar tan infortunada imagen de su cabeza y se decidió a responder a su amigo.

- Una Comarca en la mochila... menuda ocurrencia. En la Biblioteca de Alforzada... en la que trabajo como aprendiz de cartógrafo, maese enano, - añadió con orgullo - hay estanterías enteras que versan de los placeres de la buena mesa al oeste del Brandivino. Mucho me temo que algo así no supondría ninguna novedad. De hecho, considero que en ocasiones es enfermiza y poco racional la fijación de nuestro pueblo por la comida, la bebida y el buen vivir... ¡y que conste que soy practicante como el que más! - añadió mientras frotaba y palmeaba su pequeña y redonda barriga de hobbit.

Iba a responder cuando la nada sutil actuación de la elfa me hizo soltar tal risotada que me atraganté con el humo y entre risas y toses poco faltó para que me viese derrumbado en el suelo. Cuando comienzo a recuperar la compostura agito una manaza alrededor de mi cabeza para dispersar la densa nube de humo que acabo de provocar a nuestro alrededor.

- En verdad os agradezco la invitación, y me comprometo a visitaros en cuanto mis obligaciones me lo permitan. De seguro que encantará probar vuestra cerveza, y aunque no soy lo que se dice un gran lector me encantará echar un vistazo a uno o dos de los libros más reseñables que tengáis en esa biblioteca.

Siguiendo con las invitaciones, tal vez en la vuelta a la comarca os apetezca retrasaros un tiempo en Aglarond. No hemos tenido mucho tiempo para trabajar en las cuevas pero estoy seguro de que sabréis apreciar su belleza natural, y si alguno está interesado podrá ver en persona como trabajamos el metal, ahora mismo estamos haciendo unas resistentes puertas de mithril destinadas a proteger la entrada de esta misma ciudad.

Apoyada en el brazo del montaraz, llego hasta donde están los hobbits y el enano donde, tras asegurarme de que los guardias de la puerta han dejado de ocuparse de mí, me inclino hacia el grupo y con un guiño les digo. Bueno, pues el truco de la borrachera no ha funcionado. ¡Auta miqula orqu* con los guardias!

Bueno, pasamos al plan B. ¿Estáis conmigo?

Miro a Bery con cierto desdén por haber rechazado mi fabulosa idea de libro. Además de que era la excusa perfecta de comer y beber cerveza indicando que en realidad estamos haciendo un estudio exhaustivo de la gastronomía local.

- Sigo pensando que es una buena idea para un libro... - murmuro entre dientes mientras doy una larga calada a la pipa.

Escucho que el enano nos invita a pasar por Anglarond y ya que nunca he visto una ciudad enana le contesto rápidamente.

- Será un placer visitar esa ciudad, la verdad nunca he visitado una ciudad enana...la verdad es que salvo Bree, Rivendel y la Ciudad Blanca no había visitado mucho más... - añado sonriendo ya que me doy cuenta que he estado en Rivendel, que estoy en la capital de Gondor y que en breve es posible que visite una ciudad enana. Tendré mil anécdotas que contarle a Lulumu y a los pequeñajos que espero que tengamos.