Partida Rol por web

Mientras nos disponemos a armar la guardia con Bran, veo como Sildar comienza a dar ordenes.... otra vez. Por lo que no disimulo en lo más mínimo mi blanqueo de ojos ante sus palabras.

- ¿Nunca te dijeron que eres bastante molesto cuando hablas? El hecho de que lleves contigo la palabra de Velex no significa que todo se tiene que hacer a tu forma y manera, yo también la llevo y no me creo superior a nadie ni a nada. Una cosa es sugerir, otra ordenar, y hasta donde yo se, esta campaña no te ha nombrado líder. 

Dicho eso, me doy vuelta y me dirijo hasta donde está Bran.

- Es una espina en el orto, pero tiene razón. Preferiría hacer la guardia afuera si no te molesta. - le comento. 

Ignoró a la Paladin irreverente... El mayor desprecio es no hacer ningún aprecio. Pensó en que más tarde tendría que tomar medidas para disciplinarla, los Paladines no tienen autoridad para reprender al clero porque son una orden subordinada y ya haría que la orden tomase medidas apropiadas. Se arrebujó en su capa y se echó a dormir.

-Despertadme cuando sea la hora del relevo.

Como a todos el árbol no me inspiraba mucha confianza, quizás seria el mal día que llevamos, empapados como estábamos cualquier cosa que pasara no era del agrado de nadie, por suerte los comentarios entre Sildar y Elderane no fueron a mas y menos los que iban a montar guardia el resto nos fuimos metiendo en el interior del árbol para intentar cobijarnos de la lluvia, avísenme para hacer la segunda guardia.

Contemplo muy serio la discusión entre los dos servidores de Velex ¿Un simple rifirrafe, o tal vez algo más profundo?

—Si no os importa, cuando me toque yo haré la guardia dentro de este...«tocón» — miro a lo alto y toso mientras rebusco entre mis pertenencias— La última a ser posible. Antes de dormir *si es que puedo en este antro*, necesito ojear algunas cosas...

Trato de pasar desapercibido en nuestro escondite. No estoy en mi elemento, ni en condiciones (de momento) de reclamar la cuota de autoridad que sin duda me pertenece. 

Ahora que la paladín ha salido afuera...

—De armas tomar, esta dama tan noble. Tal vez algún día la invite a una copa de buen vino sureño. 

Mi padre siempre decía que yo era un poco bocazas, y que eso era malo para los negocios.

El tiempo comenzó a trascurrir perezosamente. Los aventureros, algo desconfiados al principio comenzaron a descansar mientras que Bran y Elderane hacían la primera guardia. La lluvia pareció amainar hasta reducirse a una simple llovizna. El silencio era abrumador, ni un mísero búho o lechuza podía escuchar, ni el suave mecer de las ramas siquiera.

Bran empapado terminó de hacer una rudimentaria trampa para avisar de la llegada de cualquier intruso mientras que su compañero hacía guardia en el interior. Los ronquidos se sucedían pero todo parecía estar en calma. El tiempo transcurre perezosamente y llega el turno de guardia de Jillian y Elessar. El elfo prefería hacer guarida mientras la pequeña mediana lo hacía en el interior. La lluvia por fin había dado su fin, pero Bran estaba mojado y sólo se habían permitido hacer una pequeñísima hoguera para tener luz y calentar el interior del roble milenario. Pasa el tiempo y el comienza a levantarse un viento aullador.

De repente, el viento comienza a hacer un ruido extraño y notas una corriente de aire que viene del techo.

El aullido del viento le despertó sobresaltado. Al quedar libre de guardia se permitía dormir a saltos y cada poco tiempo abrir un ojo y ver que todo seguía en su sitio. Observó inquieto buscando a Jillian

¿Que ha sido eso? murmuró en voz baja a la mediana No suena natural...¡Eh, Bran! despierta un segundo... Voy a salir a hablar con Thalos y ver si ha visto algo... Quedate con Jillian y estad preparados para avisar a todos si os doy alguna señal.

Salió fuera buscando al mocetón con la mirada.

Tras hablar con Jillian para ver como organizaban la guardia me dispuse para controlar el perímetro exterior , por lo menos la lluvia había cesado, aunque ello no quitaba que siguieran empapados, me alejo unos pasos del árbol que nos da cobijo para esconderme entre las sombras que proporciona el mismo bosque, así desde allí podría controlar si pasaba algo dentro del árbol ya que no se fiaba mucho de que Jillian permaneciera muy alerta, y a la vez cualquier amenaza que pudiera venir del mismo bosque.

El ruido del viento comienza a despertarme, al principio como una brisa, luego como un vendaval, lo que hace que me despierte completamente por lo imprevisto del.... ¿ataque? del viento.

Agarro mi escudo y me siento, al estar dentro del árbol no creo que sea algo para preocuparse, mas las sospechas empiezan a aparecer. Primero la lluvia incansable y ahora un viento que, supongo, no nos dejará avanzar más de unos pocos metros. ¿Será causa de magia?

Me mantengo sentada viendo como el clérigo se dirige, con su típica y característica forma de tratar a la gente, hacia Elessar.

Mientras eso sucede, yo comienzo con mis oraciones matutinas hacia Velex.

El tiempo parece transcurrir lentamente. Mientras la mediana sigue centrada en su guardia y Elessar mantiene guardia en el exterior, una Elderane se despierta. la mediana le saluda con una sonrisa y le conmina a que se duerma, estaba en buenas manos, a Jillian no se le escapa nada y la paladín debía recobrar fuerzas para continuar el viaje por la mañana.

La pequeña Jillian observa el techo acercándose al centro del interior. Parece que hay un agujero disimulado y algo se mueve más allá. Parece que algo ataca desde el agujero...Afortunadamente pueda saltar hacia atrás atropellando a su compañero Thalos que duerme apaciblemente. Algo parece salir del techo, algo con patas comienza a reptar por el techo, pero parece que no está sola.

Un fuerte golpe te despierta, parece que algo salta sobre ti. te despiertas con un instinto felino y tratas de sacudirte de encima la amenaza cuando compruebas que ha sido la mediana que se tambalea torpemente. Tratas de incorporarte cuando unas sombras parecen moverse por el techo del refugio improvisado.

Te has pasado parte de la guardia vigilando y cuando te relajas y decides sentarte en una tocón sientes que un sentido se dispara, una especie de sentido de alarma y urgencia. escuchas a la mediana emitir una especie de gritito de sorpresa y luego a Thalos vociferar. Algo pasa en el interior del árbol.

Gracias al ataque hacia la mediana logro darme cuenta del agujero en la parte superior del árbol. Estaba todo demasiado tranquilo y relajante para ser cierto.

Pongo mi escudo en posición de defensa, aunque no se bien que es lo que nos está atacando, me acerco a Thalos y le doy una leve patada como para que se despierte mientras a viva voz grito.

- ARRIBA TODO EL MUNDO Y EN POSICIÓN DE DEFENSA.... ¡¡¡¡¡¡¡YA!!!!!!! - en un tono completamente distinto a la distendida voz que normalmente uso, aquí se puede apreciar un tono autoritario y, hasta podría decirse, tiránico, muy similar al de Sildar. El soldado que estaba dormido en mi interior ha despertado.

Dos enormes criaturas peludas con patas salen del agujero. Todo pasa tan deprisa que y la luz es tan vaga que no podéis apreciar los detalles y contra qué tenéis que enfrentaros. Parecen dos enemigos que se desplazan rápidamente por el techo.

Poco a poco la noche va pasando y con ella la tormenta, dejando una tranquilidad que va relajando el estado de alerta del grupo, la mayoría duerme plácidamente dentro del árbol, poco a poco me voy poniendo cómodo en mi escondite, la tensión vivida va haciendo mella haciendo que mi cuerpo se relaje confiado hasta que algo me pone en alerta, una extraña sensación de peligro, observo con atención al bosque buscando el origen cuando escucho ruido de dentro del árbol, sin moverme de donde estoy tenso una flecha y apunto mientras observo como de arriba bajan dos seres que se mueven deprisa, apunto presto a disparar a la menor oportunidad de abatir a uno de ellos sin poner en peligro a mis compañeros.

BRAN había terminado aquel tramo del viaje completamente empapado y calado hasta los huesos. Tanto, que incluso aunque había encontrado un puesto de vigilancia relativamente cómodo y a cubierto, encaramado entre las nudosas ramas de un árbol bajo pero de extenso follaje, pronto sintió la necesidad de abandonar su posición para estirar las piernas y desentumecer sus músculos.

De modo que, cuando no había pasado mucho tiempo, y más por evitar que todo su cuerpo se agarrotara por la inmovilidad y los rigores climáticos que por una cuidada estrategia de vigilancia, decidió montar su guardia en rondas, dando vueltas por las inmediaciones del gran roble en lugar de permanecer expectante en un único lugar.

Desgraciadamente, la tupida vegetación habían vuelto aquellas zona prácticamente intransitable, sobre todo porque no permitía que se filtrara ni el más tenue rayo de luz, así que BRAN pronto debió conformarse con alejarse apenas unos pasos del roble en cada dirección.

La noche parecía tranquila y sin sobresaltos, y poco a poco el guerrero comenzó a familiarizarse con los sonidos del bosque, sintiéndose a cada momento menos tenso. En cierto punto, y solo para mantener su cuerpo en movimiento y su mente ocupada, el joven intentó reproducir algunas de las trampas y alarmas que PERRO había tratado de enseñarle durante meses, ajustando entre sí algunas ramas sueltas aquí y allá, o escarbando un pozo pequeño y poco profundo en el lugar adecuado.

Sin embargo, incluso aunque la escasa luz de las estrellas no le permitía ver con claridad sus progresos, BRAN estaba seguro de que eran simples chapuzas que no resistirían ni la brisa más leve, y que difícilmente alguna criatura sería tan torpe de caer en ellas.

Finalmente, cuando el elfo reapareció por la abertura del roble, BRAN supo que su guardia había terminado. Con paso sigiloso abandonó la espesura del follaje para internarse nuevamente en la calidez del improvisado campamento. Cuando pasó junto a su camarada, era tal el cansancio que lo abrumaba que apenas si se permitió un leve y silencioso asentimiento de cabeza a modo de saludo y reconocimiento.

Ya en el interior del roble, BRAN simplemente se derrumbó en el primer rincón que encontró libre, empapado como estaba y sin siquiera quitarse su armadura. Llevaba demasiado tiempo en el camino, y la única noche de descanso que había tenido en el Alcázar no había conseguido liberarlo de tanto cansancio. Ni siquiera las apremiantes palabras de SILDAR consiguieron apartarlo de su modorra

Sin embargo, antes de que pasara mucho tiempo, los estridentes gritos de ELDERANE retumbaron en el pequeño recinto, y consiguieron lo que parecía impensado: el fornido guerrero se despertó de un salto y, aún con los ojos pegados por el sueño, comenzó a tantear a su alrededor en busca de su espada.