Partida Rol por web

Escuchó el agudo y estridente chillido de la paladín. Volvió al roble rápidamente, ignorando a Thalos, para encontrar dos sombras que se movían por la cúpula que formaba el tronco hueco.

Escudos delante, encended alguna antorcha mientras se dirigía hacía su morral para coger el frasco de aceite que llevaba. Lo encontró y embrazó su escudo mientras apuntaba con su frasco a las sombras que se movían.

- ¡¡¡TODO EL MUNDO AFUERA!!! - digo al escuchar las palabras de Sildar, al cual veo con ojos encendidos y totalmente distintos a la de la tranquila Elderane - Nada de fuego Clérigo, nosotros estamos invadiendo su lugar, no al revés. Si los seres nos siguen afuera, entonces será momento de atacar, aquí estamos claramente en desventaja táctica. Ahora.... repliegate.

Dispongo mi escudo por si aquellos seres se decidiesen a atacar antes de que todos logren salir, siendo yo la última en realizar esta acción. Ya daba por hecho que Sildar hubiese salido y tomase las iniciativas necesarias desde la retaguardia. Con estos monstruos arriba solo un par de nosotros lograría hacer algo, e incendiar el árbol para terminar solo con dos seres es totalmente innecesario, sabiendo que podríamos llegar a atraer la atención de muchos más en poco tiempo, quedando en una desventaja significativa. 

Si algo me había enseñado mi entrenamiento en el templo era que la paciencia y la tolerancia eran algo importante y muchas veces más vital que ir al choque, como así también que no todo lo que se me planta al frente necesariamente ha de ser un enemigo mortal. 

Y me decía mi padre, que la vida de aventurero es para los chiflados. 

En apenas un puñado de pestañeos somnolientos, paso de la promesa del sueño a una pesadilla húmeda repleta de múltiples patas. Primero grita el clérigo, luego la paladín, hay mucho movimiento alrededor...me levanto con rapidez y trato de protegerme tras los escudos. No tengo antorcha, pero no debe de resultar difícil alcanzar una de las ramas de la fogata. Una vez armado con la tea encendida, sin embargo, retrocederé si puedo hacia la salida...

Estoy confuso, salir o no salir. Me quedaré en el umbral, esperando, pues no deseo dejar a solas al impulsivo Sildar, pero los «amables consejos» de Elderane parecen razonables.

—¡Órdenes contradictorias, que Velex nos asista!—si pudiera, me llevaría las manos a la cabeza bien a la vista de todos— ¡Esto puede convertirse en un infierno, clérigo, quizá nuestra feroz dama tenga razón!

Estoy preparado para salir, pero aguardo (tenso, muy tenso) a la reacción del Sildar. Mientras, repaso en mi mente la utilidad de alguno de mis conjuros.

Sonrie escuchando al mago, ha dicho la palabra clave. Sin volver la cabeza, con una voz extraña y distante respondió

Desencadenaremos un infierno ciertamente dijo, rápidamente arrojó el aceite contra la corteza interior del arbol. El liquido se desparramó, recorriendo el liquido. Agarró el palo ardiente que llevaba el mago y lo aplicó contra la madera Y purgaremos el mundo de las criaturas que ofenden al Dios de la Guerra.

Se encaminó hacia la salida, la madera posiblemente humeda no ardería bien pero causaría una molesta humarea que entorpecería a las criaturas y las forzaría a salir. Un brillo de fanatismo brillaba en los ojos del clérigo.

-Hay gente que solo quiere ver el mundo arder. Dijo mirando al Paladin Yo solo quiero ver arder a los impuros.

Veo la reacción de Sildar ante mis palabras y, en cambio, quiere prender fuego el árbol, con lo cual me adelanto hasta poner mi cara frente a la de él. Aún a sabiendas de que estoy dándole la espalda a aquellos extraños seres, mas no permitiría que un fanático haga lo que quiera en palabra de un dios que prioriza la vida antes que la destrucción sin causa.

- Hazlo Sildar, y te aseguro que mi acero probará tu carne antes que la de estos seres. - le digo con severidad en mi tono de voz al clérigo mientras mantengo mi espada en posición de ataque por cualquier movimiento hostil que quiera hacer mi "compañero" de fe.

Un movimiento fugaz les recuerda la situación que están viviendo. Las criaturas se dispersan por el techo.Los dos representantes de su deidad se enfrentan verbalmente e incluso la paladin amenaza al sacerdote de Velex mientras dos criaturas peludas están dispestas a deshacerse de los instrusos que molestan, parece ser que las cazadoras no tienen que ir de caza esta noche, tiene un festín a su merced, aunque tendrán que ganárselo.

Basta de locuras. Maldigo mi desconocimiento acerca de las aplicaciones de mis hechizos en criaturas de la naturaleza, pero a pesar de todo comienzo apresuradamente los preparativos para mi conjuro de dormir. Apunto con mis manos hacia los malditos bichos que nos acechan en lo alto, a punto de atacar.

Desde mi posición veo como nuestros dos huéspedes corren por el árbol buscando alguna presa, mientras en tierra los dos sacerdotes no hacen mas que discutir a la vez que Thynerus empieza a realizar uno de sus conjuros, apunto a una de las bestias expectante hasta ver que sucede con el conjuro.

Aún dormido, y sin terminar de comprender lo que ocurría, BRAN tanteó confuso el terreno a su alrededor, y casi de inmediato sintió el reconfortante frío del acero en la punta de sus dedos. No es que lo hubiera dejado justo a su lado por previsión. Sino que simplemente estaba allí donde se había derrumbado. Solo había tenido suerte de no haberle caído encima.

Así, ya con la reconfortante sensación de seguridad que le brindaba el tener aquel peso en su mano derecha, y quizás por puro instinto, BRAN se apartó un par de pasos de su posición, hasta ubicarse de tal modo que solo tenía a sus espaldas la nudosa madera del milenario tronco. Apoyó su espalda contra la pared del árbol y observó desde allí la escena por vez primera.

En verdad, la situación parecía realmente apremiante. El difuso juego de sombras que emanaba de la improvisada hoguera hacía imposible observar con claridad, y los gritos y reproches de los seguidores de VELEX solo agregaban más caos y confusión a la escena.

En circunstancias normales, BRAN no se habría demorado ni un instante en abandonar tan rápido como pudiera el interior del árbol. Pero aquello hubiera dejado aún más expuestos a los dos enardecidos clérigos, de modo que el joven contuvo sus instintos primarios de supervivencia y mantuvo su posición.

- Ese Velex debe ser Dios de las Muertes Estúpidas... - masculló por lo bajo, en un quedo susurro que el clamor del momento pronto cubrió como una mortaja.

Tras ello, y mientras avanzaba lentamente y con pasos laterales hacia la salida, siempre con su espada en alto y la espalda pegada a la pared del tronco, agregó con voz más firme y audible.

- Ey !!!! Basta los dos !!! O salen o se quedan... pero rápido !!!!

La pequeña mediana se escabulle y consigue salir del hueco de la escalera mientras las arañas toman posición para atacar a los dos miembros del culto de la Justicia y la guerra.

Las dos criaturas arácnidas se abalanzan hacia los dos adoradores del Dios de la Justicia y la guerra y...(parece) Dios de la Discordia. Mientras estos discuten sobre la mejor táctica dos criaturas del tamaño de una vaca con ocho peludas patas y un abdomen abultado semejante a la de las arañas, poseen una cabeza deforme con una gran cantidad de ojos pequeños repartidos por lo que podría ser la cabeza, que termina en dos goteantes colmillos que rezuman un líquido que bien podría ser veneno. Entonces unas palabras brotan de los labios del mago y un resplandor ilumina el hueco cegando a las arañas que interrumpen su ataque, acto seguido ambas criaturas caen al suelo inertes.

En el momento de que Thynerus lanza su hechizo, Sildar suelta la antorcha y afirma sus armas para rematar a las criaturas. Ignoró completamente a Elderane, la sede en Robleda ya recibirá los informes oportunos sobre la conducta herética de la Paladín.

No, Bran, simplemente a veces hay malos maestros que generan malos alumnos dijo con frialdad. Y luego los campesinos protestan porque el mal puebla los caminos...acabemos con estas críaturas, su maldad es evidente y son un peligro añadido a los goblins.

Acto seguido se dirige a rematar con un golpe de piedad a una de las criaturas durmientes.

A punto de ser atacado estuvieron de estar de no ser por la intervención arcana del mago. Su conjuro había afectado a las arañas que se lanzaron hacia los distraídos representantes de la Analgesia de Vélex. ambos i9nmensos en su discusión dejaron unos segundos preciosos que le hubieran costado cara la vida. Pero ahora ambas criaturas habían caído pesadamente al suelo, momento en que aprovecharon para ensartar las espadas en el cefalotórax atravesando el cerebro de las mismas. no obstante, el clérigo de la deidad belicosa sufre un resbalón con el líquido viscoso que emana de lo que podía ser la cabeza de la araña que ha rematado para caer en un charco de viscosa masa vital derramada. Elderane protesta y trata de levantarse.

Al ver como las arañas caen a plomo al suelo gracias a la magia de Thynerus aflojo la tensión de mi arco y camino despacio hacia el grupo, aunque no dejo de observar las alturas por si hubiera mas esperando el momento de bajar, sera mejor que nos movamos pronto de este lugar,, quizás con el alboroto acudan algún otro habitante del bosque, ya habría tiempo mas tarde para hablar con los dos sacerdotes.

Tras el éxito (que hace que una leve sonrisa torcida aflore a su rostro), Thynerus mira a su alrededor. Bran aguarda apostado junto a la salida y mira furibundo (con tanta sombra no podría jurarlo) con el ceño fruncido a los dos seguidores de Velex, con un Sildar que parece querer montar en cólera mientras la paladín sufre de un acceso de mala suerte.

Por otro lado, Elessar pronuncia palabras que parecen razonables. Thalos y Jillia guardan silencio (con lo parlanchina que era la mediana).

—Elessar tiene razón, y estamos en un elemento que domina más que nosotros. Creo que deberíamos atender su consejo.

En un arranque de galantería, está a punto de ofrecer su mano a Elderane. El el último momento se lo piensa mejor, tal vez podría herirla aun más en su orgullo. Da un paso atrás y espera la reacción del grupo. 

Sildar recogió sus cosas y se unió al grupo. Asintió ante las palabras de Thynerus.

Llevais razón, los trasgos no deben andar lejos y puede que el ruido los atraiga.

Después de resvalarme, clavo nuevamente la espada en el monstruo y hago fuerza para levantarme. No era la primera vez que me pasaba algo similar, pero al frente de tanta gente hizo que me ruborice significativamente.

Trato de sacarme un poco de aquella baba y limpio mi espada hasta que quede libre de cualquier muestra pegajosa antes de enfundarla.

Quedo a la espera del resto para decidir hacia donde querían dirigirse. 

El grupo de aventureros deciden abandonar el refugio, que no era otra cosa que el hogar de dos arañas gigantes por temor a ser escuchados por otros habitantes. Afortunadamente la lluvia había cesado y se aventuraron en la noche para buscar un refugio mejor y poder acabar su truncado descanso. media hora de camino les lleva a una torre en ruina, no era gran cosa pero estaba alejada del lugar, no le quedaba techo pero poseía una pared los suficientemente alta para cubrir sus espaldas, dejando una parte abierta que debía ser vigilado.