Partida Rol por web

Leyenda de Puerto Enigma

1. La puerta cifrada
2. Puerto de Puerto Enigma
3. Puerto interior
4. Ferry del Velashu
5. Distrito del Rio
6. La Casa del Tabernero (templo de Cayden Cailean)
7. Distrito de Barlovento
8. Logia de los Cifrados
9. Distrito del Embarcadero
10. Salón de juegos El Trasgo Dorado
11. Arena de Zincher
12. Forjas de gas
13. Distrito de los Desechos
14. Misión de S. Caspieran
15. La luz de Puerto Enigma (faro)
16. Distrito de Sotavento
17. Casa del Velo de Seda
18. La Pecera
19. El Misterio de la Puerta (posada)
20. Hogar de Lymas Smeed
21. Vecindario de Zincher
22. Complejo del jefe Croat
23. El Mensajero del Río (posada)
24. La Horca del Diablo
25. La isla de Maskyr
26. Distrito de la Moneda Libre
27. Pueblo Proa
28. La Morgue
29. Cementerio
30. La Pira de Huesos
31. El cementerio de barcos

A veces es una pena tener que abandonar el lugar que te vio nacer. Quizá, a lo mejor, quedarse y afrontar los problemas es mejor que huir. Pero... ¿y el espíritu aventurero?

Con esto pensamientos llegas a la bahía de Puerto Enigma. Desde luego no es el mejor lugar del que hayas oído hablar, pero seguro que con un poco de ingenio te las podrías arreglar. Primer objetivo: ganar algo de dinero.

Mientras pasas por debajo de la puerta cifrada, como has oído en las historias de taberna que se llama el enorme arco de entrada a la ciudad con runas inscritas, vas divisando las zonas de la ciudad. Has conocido un viejo que dice que en su día fue un gran pirata, y te ha contado cosas de la ciudad. Son dos las noticias que más te han llamado la atención. Una la estás viendo con tus propios ojos, pues una mancha oscura, como una nube cargada de lluvia, domina el cielo sobre la ciudad. La otra es un torneo de juego que se producirá en breve.

Quizá en el puerto encuentres más información. Por el momento, tus pensamientos quedan interrumpidos por un grito del capitán indicando que se quiten las velas y se preparen para amarrar el barco.

-Incluso una caterva de marineros y borrachos como ésta necesitará entretenimiento.- Pensó Leland mientras veía correr a la tripulación de un lado a otro, amarrando cabos al muelle y desplegando la esala de desembarco. Agarró su petate, volvió a contar las escasas monedas que le quedaban y puso pié en tierra firme, agradeciendo a los dioses poder dejar el bamboleo que le había acompañado durante semanas. El primer paso era encontrar un lugar para dormir. Barato, vista su maltrecha economía. Y después, a buscar un mecenas. Seguro que a ese torneo de juego acudiría más de un hombre acaudalado.

Leland se aclaró la garganta con un carraspeo y empezó a preguntar a los estibadores por un lugar donde dormir con el acento varisio que había estudiado del Contramaestre del barco.

Ves como un marinero le dice a otro .

Jé! Tú, que pregunta éste que donde puede dormir... estos extranjeros...

Despues se gira hacia ti y te señala con el brazo.

Puedes ir a alguna posada, aunque no sé si podrás pagarlo... sino, siempre puedes ir al distrito de los desechos... allí por 1 pieza de cobre te darían alojamiento, y seguro que algo más... tú ya me entiendes...

Las carcajadas se propagan por la inmediaciones. Tienes varias opciones, pero no lo ves nada claro...

- Te entiendo, te entiendo. Pero la verdad es que estaba dudano entre el Misterio de la Puerta y el Mensajero del Río. Son las dos posadas de las que me han hablado en el barco.- Respondió Leland, frustrado ante las carcajadas marineras. No estaba acostumbrado a que le trataran de otra forma que no fuera con una profunda admiración. -Vamos, que busco una zona limpia y tranquila, así que supongo que no me pueden ayudar. Muchas gracias y buenos días.- Se despidió con una leve reverencia.

Ja, ja, ja... ni sé dónde ir, ni resulto simpático.

- Jonnniiiiii. ¿Cómo puedes tener la casa tan destrozada? Si es que lo sabía, bien saben los dioses del primero al último que lo sabía. Que no ibas a ser capaz de.... - el marido de Aleena cerró la boca de esta dándole un buen beso en los labios que en efecto tuvo la virtud de callar a la mediana que, como era costumbre desde que había empezado a buscar trabajo por todas partes, estaba de un mal humor de perros. La verdad es que el dinero que había obtenido de pequeños trabajos aquí y allá corría el peligro de acabarse, y Aleena necesitaba encontrar, y pronto, un nuevo trabajo.

Y eso le llevaba al tema de Saul Vancaskerkin. Lo que había oido de él no es que fuera muy positivo, y lo cierto es qu el nombre del torneo le parecía de un mal agüero alucinante. Pero seguro que necesitaba contratar gente para trabajar. Y ellos necesitaban dinero. El barrio no le gustaba para criar en él a sus hijos, y pedir ayuda a la familia de cualquiera de los dos estaba descartado.

En vista de que no pudo sacar mucho de las buenas gentes de Puertoenigma, Leland encaminó sus pasos hacia "El misterio de la puerta", la posada de nombre más evocador, con la intención de, una vez ocupada una habitación, a ser posible individual, acercarse al tan cacareado "Trasgo Dorado" para saber más de ése torneo de juego y de las posibilidades de trabajar en el acontecimiento.

En vista de las opciones, te diriges al Misterio de la Puerta. Según te acercas, ves que es un edificio de madera (como la mayoría) aunque varias columnas son de piedra. Además, el olor que te llega de sus ventanas abiertas te saben a gloria después de varios días comiendo raciones secas de viaje y el potingue del barco.

Cuando te acercas más, ves que las paredes están grabadas por cientos de runas, unas más grandes que otras, cubriendo toda la superficie del edificio. Al entrar, el interior tiene exactamente la misma decoración, y ves a mucha gente con túnica y camisas amplias. Tienen toda la pinta de ser magos, y algunos tan excéntricos como para estar estudiando grupos de runas de las paredes.

- Buenas tardes, buen hombre. ¿Qué se le ofrece? - te pregunta un delgado pero fornido camarero desde el otro lado de la barra.

Leland se apoyó en la barra dando su mejor sonrisa, esperando que le reconocieran inmediatamente y le ofreciera la mejor habitación, un baño caliente y una suculenta cena. Gratis, por supuesto. Los segundos no dejaban de pasar, inmisericordes, y el reconocimiento no terminaba de llegar.

-Soy Leland Barrymore.- Dijo, dándole una ayudita al tabernero. Pero nada. No se trataba de un amante de las artes, de eso estaba claro. -Una habitación, a ser posible individual, algo de comer y un baño caliente. Y... ¿No habrá oído algo sobre ese torneo de juego en el Trasgo Dorado?- Preguntó. Y con las escasas respuestas que obtuviera y una jarra de cerveza se acercó a examinar las runas de las paredes y a conocer a sus nuevos compñaeros de taberna.

Para todos: tened cuidado con los prologos, que son solo para el director. No es que vayais a hacer cosas raras ni que sea ultrasecreto, pero si estais separados es que lo estais ;P

Tras despedirse de su familia Aleena se enfundó en sus ropas de viajero y se dirigió con paso firme (aunque pequeño) al Salón de juegos El Trasgo Dorado. Había que trabajar, después de todo, y no era cuestión de dejar en el destino la vida de una. Y menos cuando de una dependían dos niños. Tres contando con mi marido

El día había amanecido tranquilo, aunque para ti es un poco diferente por los nervios. Vas a intentar encontrar trabajo en uno de los sitios que más se oye desde hace un mes, y auqnue no se alo mejor del mundo, más vale eso que trabajr para cualquiera de los capos del crimen de la ciudad. Tu familia no solo necesita el dinero, sino también estar a salvo...

Por tanto te encaminas al Trasgo Dorado. Es un edificio bastante grande, cerca del puerto y al lado del rio que desmboca en la bahía. Cuando enfilas la calle que va a la puerta principal, ves una carroza que está descarhando carnes, vegetales y algunos toneles de lo que supones será algún licor o cerveza. Hay bastante ajetreo y no parece que nadie repare en ti.

- Hola Leland. - te contesta el camarero. - Pues tenemos todavía alguna habitación individual libre, aunque por los pelos porque ya se está llenando con la gente que va a participar en el torneo. Este torneo no es más ni menos que una buena estrategia de publicidad de Saul para relanzar el negocio del Trasgo Dorado. Yo creo que le va a salir bien, pues ha montado un buen espectáculo. Pero bueno, ya veremos... en cuanto a la habitación, y por ser tú, te la dejo en 6 piezas de plata. Ha subido el precio desde que se anunció el torneo, y teniendo en cuenta que es mañana, está todo lleno. Pero no me gusta abusar de los viajeros, por lo que no te cobro las 8 piezas que he cobrado a otros. - el camarero te sonrie. - Y ya puestos, a ésta invita la casa. - te sirve una jarra de cerveza.

Leland abrió su bolsa, sacó una pieza de oro y se guardó el cambio. Pegó un sorbo a su cerveza agradeciendo al camarero su amabilidad.- Muchísimas gracias. Es usted todo un profesional.- Le dijo limpiándose la espuma de la boca con la manga del jubón.- Así da gusto venir a Puertoenigma.

Y una vez acabada su bebida, agarró sus cosas y subió las escaleras. Se instaló en la habitación, dejando allí todo su equipaje. Se pegó un baño caliente y encaminó sus pasos hacia el Trasgo Dorado, esperando poder hablar con ese tal Saul que a buen seguro era o iba a ser un hombre adinerado y, con suerte, se tratara de un amante de las artes. En el cielo de Puertoenigma, la famosa mancha de Blakely le recordaba esas quinientas piezas de oro para el afortunado que desentrañara sus secretos. No descartaba husmear un poco al respecto. La recompensa era demasiado buena como para dejarla pasar.